Capítulo 4

1622 Words
Cuando desperté, no entendía cómo es que «Maxi» había llegado hasta mi cama si la casa estaba cerrada, seguramente había otro lugar por dónde entrar, tendría que llamar a los guardias para revisar, ya que me daba miedo que, así como el perro podía entrar, también pudiera entrar algún otro animal. Era domingo y mi último día libre, porque al día siguiente tendría que iniciar con mi nuevo trabajo, así que tenía ganas de salir y de ir a la ciudad a dar un paseo; llamé a Lol para ver si querría acompañarme, pero Zazil me dijo que había ido al hospital a ver un paciente grave. Decidí darme una ducha y pedir a seguridad que me llamaran un Uber, pensé en desayunar e algún lugar de la ciudad, necesitaba desesperadamente comer algo tóxicamente delicioso. Entré en el baño, llevaba puestos un bóxer y una camiseta ligera, cuando me miré en el espejo, no pude evitar darme cuenta que mi cuerpo estaba cambiando considerablemente, también mi piel y mi cabello se veían mucho mejor. Puse un poco de música que tenía grabada en mi celular y comencé a bailar, mientras me desnudaba para meterme a la ducha, me sorprendí cuando vi a «Maxi» mirándome atentamente, e inexplicablemente, sentí mucha vergüenza, lo saqué del baño y cerré la puerta, después me reí de mi misma por haberme sentido cohibida por un perro. Cuando terminé de ducharme, me vestí y salí caminando hacia la entrada principal, disfrutaba tanto caminar por la propiedad, que no creía necesario molestar a los guardias con el carrito; cuando llegué a la entrada, Ramiro, me dijo que ya mi Uber esperaba afuera, me llevé una gran sorpresa al darme cuenta que mi conductor, era nuevamente Iván, se bajó del auto y me abrió la puerta del copiloto. —    ¿Me permite señorita? Es un placer para mí ser nuevamente su conductor— dijo con la sonrisa más encantadora de su repertorio. —    Gracias caballero, — le dije mientras subía a la parte delantera del auto. —    ¿A dónde la llevo señorita? Si gusta, la puedo llevar a desayunar, conozco el mejor lugar para desayunar delicioso y con buena compañía — dijo mirándome a los ojos y guiñándome el ojo coqueteando. —    Está bien, vayamos a dónde diga la aplicación. No pude evitar sentirme atraída por ese hermoso hombre, su piel bronceada y su cuerpo perfectamente delineado bajo su camiseta negra totalmente ceñida al cuerpo; pero sobre todo lo bien que me hacía sentir que un hombre como él se pudiera fijar en alguien como yo. —    Y dime guapa, ¿Cómo te va viviendo en la casa de los hermanos estrambóticos? ¿No has notado algo extraño en ellos? —    ¿Estrambóticos? — No pude evitar soltar una carcajada ante esa expresión sobre mis «caseros» —    No hay nada extraño en ellos, son médicos, y la vida de los médicos siempre es complicada, sobre todo cuando realmente están comprometidos con su profesión, y al menos la doctora Lol, es una estupenda persona, me ha hecho sentir como de la familia, y bueno, al doctor aún no lo conozco. —    ¿No está en la propiedad? —    ¡Oh, no sé! Simplemente no lo he visto. Llegamos a un pequeño restaurante en el centro de la ciudad, era pequeño pero muy acogedor, estaba pensando en comer unos deliciosos chilaquiles acompañados de huevos con tocino y un pan de dulce con café, pero cuando me llevaron la carta me di cuenta de que estábamos en un restaurante naturista, en el menú únicamente había platillos ligeros sin grasa, y sólo contaban con unos pequeños panecillos integrales, Pero, ¿Qué les pasa a todos aquí? ¿Por qué todos se empeñan en que me alimente saludablemente? Estaba a punto de decirle a Iván que cambiáramos de restaurante, pero al parecer a él ya lo conocían en ese lugar, porque apenas nos sentamos a él ya le estaban sirviendo su café de siempre y su desayuno favorito, así que mi plan de desayunar algo tóxico fracasó. Pasamos el resto del día juntos, era tan amable y atento, me platicó que daba clases de metafísica y ciencias en la universidad, y que lo de conducir el Uber, era únicamente una manera de pasar su tiempo libre y generar un poco de dinero extra para pagar las mensualidades del auto que acababa de comprar. Me llevó a pasear a Tulum, una zona arqueológica junto al mar y después al pueblo, caminamos tanto que al regreso me sentía muy cansada y no me di cuenta que me quedé dormida en el auto, me sorprendí soñando con los hermosos ojos castaños que me miraban fijamente, pero esta vez no había en ellos paz ni amor, esta vez reflejaban un intenso enojo y dolor, me desperté con una profunda tristeza, como si me doliera que me miraran así.  Iván había aparcado el auto a la orilla de la carretera, era uno de esos días locos del mes de febrero, donde una torrencial lluvia cayó de la nada, totalmente fuera de temporada, iban a dar las cinco de la tarde, el plan era comer en algún lugar cerca de la playa, pero la lluvia nos tiró los planes. —    ¿Por qué no vamos a mi departamento … y cocino algo para ti? — me dijo tomando mi barbilla con su mano. Yo sabía qué si iba a su departamento, podía pasar cualquier cosa entre él y yo, no podía negar que me sentía indiscutiblemente atraída por él, sus hermosos ojos felinos y su seductora sonrisa, me provocaban un deseo inmenso de besarlo, y su mirada me gritaba que él también lo deseaba, pero yo acababa de terminar un matrimonio, no estaba lista para comenzar una relación y definitivamente no quería algo pasajero, yo nunca había tenido una relación casual, era virgen cuando me casé y mi ex era el único hombre que me había tocado hasta el momento, definitivamente sentí miedo. —    Escucha Iván, me encantaría ir contigo a tu departamento, pero no hoy, tal vez otro día, cuando nos conozcamos mejor — le dije, esperando que no perdiera el interés en mí por no haber aceptado su propuesta. —    No te preocupes belleza, por supuesto que nos conoceremos mejor, y quizá un día de éstos, seas tú quien me invite a cenar. Se inclinó y me dio un pequeño beso en la nariz, puso el auto en marcha y me llevó a «La Reserva» aun llovía cuando bajé del auto, así que Iván, bajó del auto y al abrirme la puerta, me cubrió con una chaqueta que llevaba en el auto y yo acepté aquél gesto de caballerosidad y también pensando en que devolvérsela, era el pretexto perfecto para volver a verlo. Al bajar del auto, mi bolso rozó levemente el abdomen de Iván. —    ¡Auch! — se quejó de que nuevamente había sentido una descarga eléctrica al contacto con mi bolsa. —    Eres un corriente, — dije bromeando y me encaminé hacia la puerta. —    ¡Buenas tardes señorita Miriam! Qué bueno que ha regresado, — me dijo un guardia que yo aún no había conocido. —    ¿Pasa algo? — pregunté extrañada por el recibimiento. —    ¡Oh, no señorita! Nada de cuidado, es solamente «Hunahpú» que desde que usted se fue, no se ha movido de la puerta, ni siquiera ha querido comer. —    ¿Huna…que? —    ¡Ah «Hunahpú»! Así llamamos nosotros los guardias al perro del doctor Maximiliano señorita, En la mitología maya, Hunahpú fue un Dios valiente que se enfrentó a dioses más fuertes que él con pocas armas; y aunque no lo crea éste valiente una vez se enfrentó a un jaguar por defender a una pequeña niña de nuestra comunidad. —    Vaya, eso sí que es valiente, le ha quedado perfecto ese nombre — dije, pensando en que seguramente el pobre de «Maxi» habría salido muy herido de ese enfrentamiento y sentí pena y admiración por él. —    Esperemos que ahora que ya ha llegado usted, se le quite la tristeza. Sonreí pensando en que sobreestimaban mi poder de convencimiento hacia el perro que apenas me conocía, seguramente a Maximiliano o a Lol, les haría mucho más caso. En cuanto atravesé la puerta, lo vi, en el suelo echado con la cabeza baja, cuando me vio inmediatamente corrió hacia mí para recibirme emocionado moviendo su cola, se paró sobre las patas traseras y comenzó a olisquearme, en unos segundos su pelo se erizó y emitió un chillido que lastimó mis oídos y salió corriendo internándose en la selva; tanto los guardias como yo, nos sorprendimos mucho por su reacción, La lluvia había aligerado su fuerza, pero pedí al guardia que me llevase a la cabaña, cuando llegamos me sorprendí al ver que Zazil ya preparaba mi cena, olía delicioso, era la primera vez que iba a cenar sola en mi casa, me acompañó hasta que terminé; no se cansó de darme indicaciones sobre lo que debía llevar en mi lunch para el trabajo y todo lo que debía evitar comer. En cuanto terminé de cenar, lavó los platos y se fue. Decidí darme un baño de tina con agua caliente, temía resfriarme, revisé el cesto que me había enviado Lol como obsequio de bienvenida y encontré unas fabulosas sales para un baño relajante, el agua estaba deliciosa y me quedé dormida. Abrí los ojos, la brisa fresca golpeaba suavemente mis mejillas, sentí un poco de frio, miré mi atuendo y me di cuenta que únicamente mi camisón blanco cubría mi cuerpo totalmente desnudo, caminaba descalza al borde del estanque de mi jardín, la luz de la luna iluminaba mis pasos, entonces lo vi, la silueta de un hombre, caminando por el sendero cuesta arriba, parecía venir de la playa, ataviado con fresco pantalón de lino blanco y una camisola de manta, se acercaba hacia mí, no lograba ver su rostro con claridad y caminé hacia él, necesitaba verlo de cerca. Parecía como si una fuerza extraña me impulsara a su encuentro…
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