NEREA
Llegar a casa siempre tenía un tinte alegre y otro que solo la llenaba de presión porque, aunque amaba a su familia con intensidad, es común que aquellos que te aman crean que pueden saber lo que es mejor para ti criticando tus decisiones. Sus padres no eran la excepción, en el momento de llegar a casa era lógico esperar que los comentarios bien intencionados iniciaran, por eso en lugar de bajarse inmediatamente del auto, se quedó en el asiento unos minutos.
Observó su casa de color blanco y arreglada con cariño junto a la de los Cuñat, la familia que siempre había conocido y que se comportaba como si se tratara de sus segundos padres. Las luces de la sala estaban encendidas, por lo que supo que su familia debía estar reunida, su hermano había llegado el día anterior, eso le había dicho su madre, y era por eso que le habían pedido que llegara un día antes a las vacaciones familiares.
Estuvo varios minutos mirando la fachada de la casa que la vio crecer, hasta que las cortinas de una de las ventanas frontales se movieron para mostrar el rostro emocionado de su madre. Ella sonrió sabiendo que irían a buscarla en ese momento. Se bajó del auto para buscar su maleta mientras su familia salía de la casa.
-Nerea, mi cielo- dijo su madre corriendo hacia ella -ya estás aquí. Me alegra tanto verte.
-A mí también, mamá- saludó ella con una sonrisa, devolviendo el abrazo de su progenitora -es bueno verlos a todos.
-Qué bueno es verte de nuevo, mi Nerea- le dijo su padre abrazándola en ese momento.
-Te extrañaba, papá- musitó ella con una sonrisa.
-¿Y a mí no me vas a saludar, nenita?- preguntó su hermano con burla.
-Todavía lo estoy decidiendo- respondió ella con seriedad.
Su hermano se lanzó sobre ella para darle un inmenso abrazo que los hizo reír antes de darle besos babosos de los que se defendió como mejor pudo. Al final, la ayudaron a subir sus maletas hasta su vieja habitación que todavía permanecía decorada con las viejas bandas de música en las paredes y los colores que amaba en su adolescencia. Estar entre esas cuatro paredes una vez más siempre la hacía sentirse un poco melancólica.
-Ven mi cielo, puedes desempacar más tarde- la llamó su madre luego de dejar sus maletas -estábamos esperándote para cenar.
-De acuerdo- aceptó ella con una sonrisa y siguió a su madre escaleras abajo.
La mesa de la sala estaba puesta con bastante formalidad y eso la hizo reír, su madre siempre había adorado servir como si se trataran de comensales en lugar de solo su familia. Ella se sentó junto a su padre mientras que su hermano se sentó junto a su mamá, pronto estuvieron disfrutando de los manjares que su madre había preparado para recibirlos y sonrió con deleite por los deliciosos sabores que había extrañado estando en la universidad.
-Extrañaba tu comida, mamá- afirmó con una sonrisa.
-Ay mi cielo, sabes que siempre puedes venir a comer aquí- le dijo su madre con cariño -nunca va a molestarme tu compañía, tal vez así podamos verte un poquito más.
-Eso sería maravilloso, Nerea- asintió su padre emocionado.
-Sabes que me encantaría, pero el campus queda muy lejos para poder venir cualquier día- rechazó ella con dolor - es por eso que me mudé en primer lugar, la distancia hacia demasiado complicado el poder asistir a clases o hacer cualquier cosa además de conducir.
-Lo sé, lo sé- ofreció su madre con una mueca.
Los murmullos de Alfonso, su hermano, se escucharon mientras terminaba de tragar para poder hablar.
-Bueno, por el tiempo y por la privacidad- comentó su hermano con burla -nadie quiere quedarse en casa cuando se va a la universidad. La independencia hizo su llamado y te dio carta libre para que mamá y papá dejaran de buscarte novios.
-Oh y en tu caso, te dio una puñalada por la espalda para poder sacarte de aquí- se defendió ella -no creo que te hubieras ido de lo contrario.
Su hermano iba a responder cuando su madre pareció emocionada por el tema.
-Y hablando de novios, Nerea- comentó su madre interrumpiendo la tonta pelea entre hermanos -tengo buenos y nuevos partidos para ti. Pensé que estas vacaciones vendrías acompañada, pero veo que no es el caso.
Su mente se llenó con la imagen del único hombre en el que no había podido dejar de pensar hasta ese momento e intentó ignorarlo con rapidez.
-Mamá, sabes bien que no va a funcionar- se quejó ella lanzándole una mirada de odio a su hermano por sacar el tema -tienes que dejar de intentar conseguirme pareja, no van a gustarme solo porque alguien te cae bien.
-Puedes pensarlo un poco…- Intentó su madre con una sonrisa.
-Debo admitir que estos últimos candidatos han mejorado mucho- ofreció su padre -ya no son los tontos y sosos de antaño, ahora tienes empresarios, abogados y doctores para escoger. Tu madre ha hecho mejor su trabajo.
-Tienen que dejar de escuchar al abuelo, Emilio- se quejó ella con una mueca -a Gema no le gusta que controlen sus citas y a mí tampoco me agrada.
-Solo queremos que consigas a alguien que te merezca, mi cielo- dijo su madre con dulzura -una persona agradable, con futuro, buena.
-Y no cualquier vago que te haga daño- convino su padre con seriedad -no quiero verte lastimada, Nerea. Eres mi niña, por mucho que ya seas una mujer adulta, siempre te veré del mismo modo y querré verte feliz.
-Gracias, de verdad- ofreció ella con sinceridad -pero ponerme pretendientes frente a los ojos no hará que me gusten, a pesar de sus carreras. Sé que quieren verme feliz, pero sucederá cuando sea el momento.
Su padre suspiró antes de asentir con lentitud, pero su madre era harina de otro costal.
-Te prepararé algo sencillo -le dijo su madre luciendo algo culpable -lo prometo. No será incómodo.
Ella iba a responder con enojo cuando su padre decidió intervenir para salvar la conversación y el ambiente agradable.
-Nos conformaremos con la novia de tu hermano estas vacaciones- soltó su padre y ella se sorprendió.
Se volteó hacia Alfonso con sorpresa antes de comenzar a reír. No podía creer que su hermano hubiera caído primero que ella, aunque tampoco resultaba tan impactante, porque Alfonso siempre había estado rodeado de mujeres desde que la adolescencia lo había golpeado con fuerza. Se había acostumbrado a verlo junto a alguien, pero esa era la primera vez que se mencionaba la posibilidad de presentar a alguien a la familia, por lo que la relación debía ser bastante formal.
-Así que, novia…- comentó ella todavía riendo -nunca lo hubiera imaginado. Pensé que preferirías los encuentros casuales hasta que fueras demasiado viejo para coquetear en los clubes.
-Parece que yo he cambiado, maduré un poco- dijo su hermano con seriedad -y tu sigues siendo la misma, nenita.
-Lo dudo mucho- se burló ella -pobre mujer que no sabe en donde se mete.
Su hermano iba a responder en ese instante cuando el timbre de la casa sonó salvándola de las palabras cortantes. Su madre se levantó luciendo un poco confundida, para poder abrir la puerta con rapidez. Unos segundos más tarde regresaba junto a Alba y Joel, los vecinos y amigos de sus padres, sonrisas brillaban en los labios de la pareja mientras su madre los invitaba a sentarse en la mesa con ellos.
-Lamento interrumpir- ofreció Alba con una sonrisa -pero tenía que venir.
-¿Qué sucede?- preguntó su madre sirviéndole bebidas a los recién llegados.
-Necesito toda la información posible- ofreció Alba -Gema nos ha dicho que vendrá a visitarnos estas vacaciones junto a su novio…
-Pero eso es muy bueno, Albita- interrumpió su madre con una sonrisa -eso significa que tendremos a dos invitados, porque Alfonso también tendrá a su novia con nosotros.
-No se trata de que traiga a alguien- insistió la mujer con una mueca -se trata de que es la primera vez que escuchamos sobre esta persona y me pareció muy extraño. Por eso se me ocurrió que Nerea podría saber algo, son mejores amigas, después de todo.
Todos los ojos se posaron sobre ella como esperando, pero la verdad era que no tenía ni la más mínima idea de quién podía ser el novio sin rostro.
-Yo no sé nada- negó ella -no he hablado con Gema desde hace unos meses, la universidad nos ha tenido muy ocupadas. Es la primera vez que escucho sobre esto.
-Pero la visitaste hace poco- insistió la madre de su amiga -tuviste que haberlo conocido en ese momento.
Ella negó, aunque intentó recordar las conversaciones que habían tenido en esa corta visita. Sin embargo, lo único que pudo recordar fue la divina noche que había pasado entre las sábanas de Ezra, el amigo más cercano de Gema en la universidad. Las imágenes sexuales la hicieron ruborizarse, por lo que intentó ocultarlo lo mejor que pudo, aunque ya nadie la veía. Su madre comentaba todas las posibilidades con Alba mientras sus padres solo escuchaban a las dos mujeres hablar.
Su hermano la miró con intensidad, pero Nerea lo ignoró y unos minutos más tarde se levantaba de la mesa. Regresó a su habitación para evitar más conversaciones incómodas, aprovechó el espacio libre para desempacar sus cosas lentamente y sin poder evitarlo recordó el rostro en el que no podía dejar de pensar. Todavía no podía creer que después de tantos meses, siguiera pensando en ese hombre con tanta intensidad, había considerado la opción de escribirle por alguna red social, pero nunca se había atrevido. Y él jamás se había comunicado con ella, por lo que sus esperanzas murieron luego del primer mes.
Eso no significaba que hubiera dejado de pensar en él, en los momentos menos esperados la imagen de su sonrisa brillaba frente a sus ojos, como un recordatorio constante de que estaba más que un poco encandilada por el amigo de Gema. Había intentado dejarlo ir ocupándose con otras cosas, pero eso solo había funcionado hasta cierto punto. Si era sincera con ella misma, tenía que admitir que en las noches a veces deseaba poder desnudarlo una vez más.