Miranda Cuando Camilo salió de mi oficina, se veía más confundido. En lo personal, pensaba que Gema tenía que decirle la verdad, pues él tenía el derecho, pero no era algo que me correspondía hacer. Sin embargo, sería buena idea hablar con ella. Coloco mi mano en mi barriga, que aún es demasiado pequeña, y sonrío. Mi bebé aún es pequeño y jamás lo ocultaré de su padre, pero obviamente se lo diré cuando ya esté todo arreglado, incluso la firma de él divorcio. Escucho que tocan a la puerta y, de inmediato, me acomodo en mi silla. —Adelante. La puerta se abre lentamente y yo, de inmediato, sonrío, pues sé perfectamente de quién se trata. Vuelvo los ojos con fastidio y le digo: —Entra de una vez, ya se ha ido. Cuando sus ojos se cruzan con los míos, me mira con los ojos entrecerrados, co

