3

1892 Words
El Encuentro de Negocios La oficina de Sage Duncan estaba ubicada en uno de los pisos más altos de un imponente edificio de vidrio y acero en la Zona de Corporaciones de Nueva York, un centro neurálgico de negocios y poder. Desde su ventana, la vista de la ciudad era impresionante, con los rascacielos brillando bajo el sol de la tarde y las calles de abajo zumbando con la vida frenética que solo Nueva York sabía ofrecer. La oficina era elegante, minimalista, con muebles de líneas rectas, colores neutros y superficies pulidas que reflejaban la luz natural que entraba por los ventanales. Una gran mesa de conferencias de madera oscura ocupaba el centro, rodeada de sillas modernas. En una esquina, un pequeño sofá en tonos oscuros invitaba a la reflexión. Sage Duncan estaba en su escritorio, mirando la pantalla de su computadora portátil con atención. El silencio era palpable, solo interrumpido por el suave murmullo del aire acondicionado. El sonido de las teclas al ser presionadas por sus dedos era metódico, cada movimiento calculado y preciso. Sabía que el tiempo era esencial en este tipo de negocios, y que las oportunidades no esperaban a nadie. Terminó lo que estaba haciendo y dejó el laptop de lado. Con una mano, recogió su teléfono móvil y lo desbloqueó, buscando el número de Ford Taylor, su asistente y hombre de seguridad. Lo encontró rápidamente y marcó. - Ford, quiero que agendes una reunión para este viernes. - dijo Sage en tono directo, casi como si ya estuviera acostumbrado a dar órdenes. Del otro lado de la línea, el sonido de una respiración controlada se escuchó antes de que Ford respondiera. - ¿Con quién? - Aksel O’Brien. El chico que habló en la conferencia sobre inversiones hace tres semanas en la universidad. El que tiene ideas interesantes sobre revitalización de áreas industriales cerca de Rochester. - Sage pausó un momento. - Voy a reunirme con él en un hotel. Reserva la suite de arriba, la más privada. Quiero estar lo más cómodo posible para discutir los términos. Y que no nos interrumpan. Ford asintió en su lugar, a pesar de que Sage no podía verlo. - Entendido, Sage. ¿A qué hora prefieres la reunión? Sage se recostó en su silla, mirando de nuevo por la ventana, como si quisiera tener una vista clara de lo que estaba a punto de comenzar. - Que sea a las tres de la tarde. Eso nos dará tiempo suficiente para revisar todo antes de que comience el caos de la noche. Quiero conocerlo mejor, ver qué tan en serio toma las cosas. A este chico le interesa más que sólo hacer dinero y eso me llama la atención. Si está dispuesto a comprometerse, esta podría ser una excelente oportunidad para nosotros. Ford, con su tono eficiente, respondió: - Lo tengo todo bajo control. Te enviaré la confirmación en unos minutos. Sage asintió, colgando sin decir más. Aun cuando su mundo giraba principalmente en torno a las inversiones, a veces las personas como Aksel O’Brien podían ofrecer más que solo números fríos. Había algo en la pasión que el joven había mostrado en su conferencia que lo intrigaba. No todos los inversionistas veían más allá de los balances financieros, pero Aksel parecía tener algo que podría ser valioso para los negocios de Sage. Guardó su teléfono y se levantó de la silla, caminando por la oficina mientras pensaba en la reunión que tendría en tres días. Las luces de la ciudad brillaban en la distancia, pero su atención se centraba en algo más cercano, algo que podría cambiar la dirección de su inversión si todo salía bien. Sin embargo, a pesar de su experiencia, no podía evitar la pequeña chispa de incertidumbre que le recorría la espalda. La conversación con Aksel O’Brien podría ser más de lo que parecía. Había ansiedad en su voz. De regreso a su escritorio, pasó su mano sobre los papeles apilados, los contratos pendientes, los acuerdos con empresas que sólo buscaban beneficios inmediatos. Era un mundo despiadado, pero siempre había sentido que, en ese caos de poder y dinero, los detalles pequeños - las ideas, los impulsos - podían marcar la diferencia. Y, tal vez, este joven O’Brien tuviera algo más que ofrecer que simplemente números. Lobos Brady tocó la bocina con impaciencia en el estacionamiento del Cumming Nature Center, donde Ciara trabajaba como asesora en las actividades al aire libre. El sonido resonó en el aire frío de la tarde, haciendo que algunos de los visitantes volvieran la cabeza hacia la camioneta todo terreno que él conducía. - Vamos, Ciara. Tenemos que llegar a casa. ¡Aksel va a ganarnos! - exclamó con una sonrisa ladeada mientras tamborileaba los dedos en el volante. A unos metros de distancia, Ciara se giró al escuchar su voz y alzó una ceja con incredulidad. Vestía su chaqueta de excursionismo, sus botas con barro en los bordes y su largo cabello trenzado caía sobre su hombro. Se despidió con un gesto de los instructores con los que había estado trabajando y caminó hasta la camioneta, subiendo con facilidad al asiento del copiloto. - No entiendo por qué te molestas en manejar - dijo mientras cerraba la puerta y ajustaba el cinturón de seguridad - Podrías ir en forma de lobo y llegarías antes que cualquiera. Brady resopló con diversión mientras ponía la camioneta en marcha, girando el volante para salir del estacionamiento. - Sí, claro. ¿Y qué quieres que haga con mi ropa, pequeña genio? ¿Dejarla tirada en el bosque cada vez que decido correr? Ciara rodó los ojos, cruzándose de brazos. - Podrías dejar ropa de repuesto en distintos puntos del camino. No es tan difícil. Brady negó con la cabeza, entretenido. - Eres la única persona que conozco que me daría estrategias para escapar del tráfico usando mis patas en vez de las ruedas. - No es mi culpa que prefiera la eficiencia. El motor rugió cuando Brady aceleró en la carretera, dejando atrás el centro de naturaleza. A lo lejos, las montañas de Bristol se alzaban, cubiertas con un velo de nieve temprana. La Luna llena se acercaba y con ella, el límite de tiempo de Ciara. - No entiendo porque compiten para llegar a casa… - resopló Ciara afirmándose del asiento debido a la velocidad con la que conducía el beta. - Estar todo el día en la universidad sentados en el aula es agotador. La carrera nos relaja y es divertido. – argumento Brady. – Tu eres afortunada por estar al aire libre. - Estoy trabajando. No es un juego. El director del centro dijo que me dará una carta de recomendación para entrar a geografía. Tengo la beca lista. Entraré el siguiente semestre. - Siempre has sido organizada, Ciara. Lo lograrás. Será entretenido ir a clases juntos. - No voy a ir con mis patas. - Sé que no. Tu lobo es blanco y ahora que no hay nieve te verás como un pulgar dolorido. - Tampoco en invierno. Mis patas se congelan. - Pfft. Eres un omega dominante, más grande que un lobo comun. - Mido ciento veinte centímetros de alto. – dijo orgullosa y Brady sonrió. Los cambiaformas machos adultos transformados miden metro y medio de alto. Mucho más grandes que un lobo normal. Las hembras median un metro y algo. Ciara al ser omega dominante y del linaje de alfas líderes era un poco más grande que otra hembra omega de lobo. Medía como una hembra alfa. Cómo última lobo blanco de su manada era apreciada y a la vez temida por sus pares ya que tenía magia en su sangre al ser hija de un hada. Eso la había vuelto más desconfiada y atenta a su entorno por lo que casi no se transformaba. Brady aun recordaba su primera transformación. Estaban en el bosque con Aksel y Ciara buscaba ballas a un lado. Su grito resonó en el lugar y su expresión de terror no la olvidaría jamás. Cuando sus ojos cambiaron a un magenta brillante, supieron que iba a cambiar. Durante dos horas tuvieron que apoyarla para que completara la transformación y su forma de lobo era hermosa. Cualquier alfa la desearía. Pero Ciara pidió su silencio. Ninguno mencionó su cambio al regresar a la manada. Era demasiado peligroso que la O’Connor supiera que su lobo había salido a la superficie. Y ahora, al verla confiada en su futuro su corazón se apretó. Si no encontraban al alfa Black River se la llevaría. La camioneta entró a toda velocidad por el camino de grava que llevaba a la casa de la manada, levantando una estela de polvo a su paso. Desde el otro lado, entre los árboles, un lobo marrón corría con una agilidad feroz, sus patas golpeando la tierra en un ritmo constante y determinado. Aksel. Ciara miró por la ventana, sabiendo que su primo no dejaría que Brady lo superara. Ambos avanzaban parejos, la camioneta rugiendo y el lobo acelerando hasta que, al llegar a la entrada de la casa, cruzaron la línea imaginaria al mismo tiempo. - ¡Empate! - declaró Ciara con una sonrisa divertida, mientras Brady golpeaba el volante con fastidio. - ¡Ja! No puedes ganarle a un lobo en su propio terreno. - bufó Aksel mientras saltaba sobre la entrada en tanto se transformaba sin preocuparse en lo más mínimo por su desnudez. Brady resopló y sacó una mochila del asiento trasero, arrojándosela con precisión. - Por el amor de Selene, ponte algo de ropa antes de que alguien te denuncie por exhibicionismo. Aksel atrapó la mochila en el aire y se rio. - ¿Celoso? - dijo, burlón, mientras sacaba unos jeans y una camiseta. - No, solo harto de ver tu trasero cada vez que cambias de forma sin pensar. Ciara negó con la cabeza y se adelantó hacia la casa, ignorando la pelea habitual entre los dos. Apenas cruzaron el umbral, el calor del hogar los envolvió y el aroma de madera y carne asada impregnó el aire. Aksel, ya vestido, pasó un brazo sobre los hombros de Ciara y le revolvió el cabello con cariño. - Si quieres venir conmigo a Nueva York para esa reunión, más te vale comportarte con Ferris esta noche. - le dijo con una sonrisa cómplice. Ciara arqueó una ceja. - ¿Y si no quiero ir a Nueva York? Aksel la miró como si hubiera dicho una locura. - Tienes dos buenas razones para querer venir. Uno, porque así no tendrás que quedarte en la casa escuchando las quejas de los ancianos de la manada o cuidando a los cachorros en la guardería. Y dos… porque después de la reunión, vamos a West Side Steakhouse a comer carne con tocino. Los ojos de Ciara brillaron con interés. - ¿Cuánta carne con tocino estamos hablando? - Toda la que quieras. Ciara suspiró y fingió pensarlo, pero en realidad, ya había tomado su decisión. - Está bien. Pero si tío Ferris empieza con su discurso sobre la alianza con Black River, no prometo quedarme callada. Aksel se rio. - Solo intenta no arrancarle la cabeza. Con eso, cruzaron juntos el pasillo hacia el comedor comunitario. Lo que aún no sabía era que su destino ya estaba en movimiento, llevándola directo al encuentro que cambiaría su vida para siempre.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD