160. ELIXIR DEL HADA

2719 Words
Nota: llegado el momento léanlo escuchando la canción I love you baby (aunque a veces aparece como: Can't take my eyes off of you) de Frank Sinatra. --------------------------------------- Enero – Actualidad Ragnar (13 años) Llevaba mucho tiempo sin saber de Oz, me encontraba demasiado confundida y con una herida que parecía no querer sanar, una que dolía profundamente en el pecho, mi familia como siempre quería saber qué ocurría conmigo y Livi, que no es tonta, bien sabía que era algo relacionado con Oz, pero por mucho que ella nos insistió para que hablásemos ninguno pronunció una palabra al respecto (esto lo sé porque escuché un par de llamadas entre ellos) y así mismo, él tampoco vino a casa en este tiempo alegando que estaba bastante ocupado con el trabajo en el hospital, pero sé que no era el motivo real. —Señorita Ragnar, llegó una encomienda para usted. Recibí la caja dejada por Jhon en el escritorio y al ver su remitente una tenue sonrisa emergió de mí, así que la destapé topándome primero con una carta escrita a mano. Mi adorada Kätzchen, Te envío este obsequio para que lo compartas con Oz, es algo que encontré en mi último viaje a los Países Bajos y por lo visto lo están distribuyendo en nuestro Rabbit Hole, pero como bien imaginarás, en este caso viene con un toque especial de tu buen amigo Ares. Espero que lo disfruten y no se excedan con él, pues las hadas son bastante salvajes y los llevará a un mundo muy especial, solo tengan cuidado para que no terminen en un lugar indeseable. Con cariño, Ares. P.D. Es una botella para cada uno, así no tendrán que pelear para compartirla, pero dudo que tengan ese problema. Quedé un poco intrigada por su mensaje y también al saber que están distribuyendo un producto nuevo en Rabbit Hole, sé que apenas lleva un año en funcionamiento y las ganancias, además de la reputación que nos hemos ganado, ha sido formidable, era el lugar perfecto para disfrutar del libertinaje, pero lo más interesante eran las palabras en clave que usó. Revisé con mayor detenimiento el contenido encontrándome dos cajas de color verde oscuro las cuales resguardaban una botella de Absenta Sauvage cada una, jamás escuché de ellas antes, pero quizás Oz sí las haya visto considerando que vivió tanto tiempo en Europa y ha experimentado todo tipo de cosas. Me sentí un poco inquieta ante la idea de tener que verlo nuevamente considerando cómo terminó todo la última vez que nos vimos, pero a sabiendas de que le había dicho a mi familia que no pasaría “mi cumpleaños” con ellos, quizás podría usar estos días y aún más, usar el regalo de Ares como excusa para visitar a Oz, aunque también es ridículo porque no necesito ninguna estúpida excusa para hacerlo, pero sería el abrebocas perfecto para llegar con él. Así, empaqué algunas cosas en mi morral guardando el obsequio de Ares entre mis pertenencias, me despedí de todos y subí a mi motocicleta recorriendo las calles de Nueva York hasta llegar a Manhattan, que me da la bienvenida con sus luces artificiales anunciando las profundidades del anochecer. Había llamado previamente al hospital para saber si Oz estaba allá, pero me dijeron que se había tomado unos días libres, lo que me sorprendió un poco preguntándome si tenía pensado ir a casa para visitarme en “mi cumpleaños”. Sacudí mi cabeza despejando esas tonterías, parqueé la moto en el sótano e ingresé al ascensor colocando la clave del último piso, me sentía sumamente ansiosa y no dejaba de morder mi labio con fuerza pensando en mil escenarios posibles, considerando aún más el hecho de que él podría estar con otra mujer hoy, algo que definitivamente me hacía arrepentirme, pero ya no podía hacer nada, la clave estaba puesta, yo iba subiendo y solo existía un camino al cual llegar. Las puertas se abrieron, caminé lo más segura posible despejando todas las ideas en mi cabeza y pese a la falta de luz, caminé con sigilo por el lugar buscando su silueta, pero considerando cómo es él lo más seguro es que estuviera en su recámara. Me dirigí allá encontrándola vacía, pero cual fuerza gravitatoria, hubo algo que haló de mí desde el exterior y caminé hasta el balcón encontrándolo de pie mirando al cielo nocturno, traía únicamente una sudadera puesta mientras la helada calaba cada milímetro de su piel desnuda. Tomé más impulso y salí al balcón dejando la mochila a un lado, mis manos sudaban pese al frío que hacía, mi corazón latía galopante cual caballo salvaje anhelando su libertad, y el oxígeno es algo que parecía no querer ingresar en mi cuerpo para darme la fortaleza que requería evitando derrumbarme frente a él y a la herida que seguía sangrando. —Supongo que debes odiarme desde que no has dicho una palabra —mencionó ante mi silencio pese a no darme todavía la cara. —No te odio, pero sí me dolió demasiado lo que hiciste —su cuerpo se tensó llegando a exhalar profundamente. —¿A qué viniste? —Yo… quería verte —vi la mochila recordando el obsequio. —hoy llegó un regalo de Ares y dijo que uno de ellos es para ti. —Se supone que es tu cumpleaños, no el mío. —No lo sé, eso decía la carta, así que lo traje y quisiera compartir el mío contigo. Finalmente me dio la cara mostrándose un poco desconcertado, pero yo y mi maldita debilidad por él me hacen repasar su cuerpo con lujuria, que muy a sus treinta y ocho se sigue viendo formidable, casi igual a cuando lo conocí. —¿Qué es? —Dos botellas de Absenta Sauvage, aunque advierte que tienen algo especial preparado por él —entrecierró levemente sus ojos inquietándome más. —Jamás lo he probado y quisiera hacerlo contigo… si es posible —pronuncié un poco nerviosa, pero igual me mantuve firme. —Creí que no querías saber nada de mí. Aparté la mirada recapitulando estas dolorosas semanas e inevitablemente cerré los ojos para no llorar otra vez. —No quise hacerlo los primeros días… pero poco a poco me di cuenta de que… —un remolino invadió mi estómago obligándome a empuñar las manos con fuerza. —¿De qué te diste cuenta? —su murmuro se escuchó a escasos centímetros de mi oído y su colonia invadió mi olfato como solo él sabe hacerlo. —Dime pequeña, ¿de qué te diste cuenta? —insistió. Aun cuando su piel no toque la mía; me es posible no sentirlo tan cerca, quizás debatiendo en si me toca o no mientras yo muero por dentro anhelando que lo haga. —Me di cuenta de… —Mírame —murmuró suplicante a ronca voz. —Mírame pequeña. Abrí mis ojos conectando con su azulado firmamento y el indómito equino palpitante de mi ser se liberó ante él batallándome por una cosa que tenía a nada de mi ser… su cuerpo. —¿De qué te diste cuenta? —solo él me controla por completo. —No importa lo que digas o hagas, no puedo odiarte, no puedo sacarte de mi vida como si nada. —¿Por qué si solo te he lastimado desde que me conociste? —Porque significas demasiado para mí… lo eres todo para mí. Su mirada se iluminó al mismo tiempo que decayó en una profunda tristeza que conocía bien. —Ragnar, por muy feliz que me hagan tus palabras… —Lo sé —interrumpí tajante. —siempre fuiste claro respecto a eso, pero no quiere decir que te quiera lejos de mi vida. Acunó sus manos en mis mejillas mirándome como solo él lo ha hecho desde que nuestros ojos se cruzaron por primera vez. —¿Qué quieres de mí? —susurró con deseo. —Solo quiero compartir un momento con mi cómplice, quiero probar algo nuevo en mi vida contigo y nadie más. Sonrió un poco decepcionado, pero ambos sabíamos que no era posible decirle mi real deseo sin volver a la punta de la navaja lista para clavarse en nuestros maltrechos corazones. —De acuerdo, ve a ducharte en lo que preparo todo para que la degustemos juntos —soltó mi rostro tomando el morral y salió de la habitación. Me dirigí a mi recámara buscando algo especial, un obsequio que mantengo en su casa lejos de los ojos cotilleros. Ingresé a la ducha de su habitación sin importarme nada más que la helada cayendo en mi piel y tomé el jabón que siempre guarda para mí con la esencia que él mismo preparó tiempo atrás, impregnándola en mi cuerpo hasta aromatizarlo de lima, verbena, lavanda y eucalipto. Cuando terminé, me apliqué crema con el mismo aroma del jabón y vestí la bata que me regaló en Islandia, una que al verla puesta en mi cuerpo más desarrollado me comprobaba que él tenía razón, ahora se ve mejor y más sensual, es perfecta en este cuerpo de mujer. Al salir del baño, lo encontré esperándome de pie en la puerta del balcón con sus manos en los bolsillos mirando la panorámica y me repasó de pies a cabeza sonriéndome demencial con un aire memorable del ayer que me contagió en demasía, caminé un poco nerviosa hasta él quien extendió su brazo y tomé su mano sintiendo un cosquilleo en mi abdomen. —Supongo que no se ve tan bien por la talla —dije igual que hace unos años. —Te ves perfecta Ragnar y en unos años se verá aún mejor, confía en mí. —Siempre lo hago —murmuré. Mordí mi labio inferior conteniendo el aire en mis pulmones con recelo, él acomodó sus dedos en mi barbilla y con su pulgar separó mi labio. —Deja de provocarme o tendré que castigarte mi pequeña luna —anhelé besarlo en ese instante y sentir sus manos recorrer mi cuerpo sin pena ni gloria. —Vamos, ya tengo todo listo. Fuimos hasta el sillón del balcón tomados de la mano, había cerrado el lugar encendiendo la chimenea y nos sentamos en el mueble. Vi atentamente cómo colocaba unas cucharas triangulares con agujeros sobre cada vaso, sobre estas colocó un turrón de azúcar y derramó con elegancia un hilo de agua fría sobre cada uno el cual se mezclaba con el absenta que reposaba en el vaso; pasando de su mágico color verde brillante a un verde lechoso bastante particular, mas eran las notas olfativas las que invadieron el espacio con sus botánicos y especias siendo el anís, el ajenjo y la artemisa los que ahora decoraban el lugar junto a su demencial sonrisa al entregarme el vaso el cual acepté. —Ve despacio, la primera vez puede ser un poco fuerte. —Tengo experiencia con lo fuerte, pero gracias por la sugerencia —sonreímos cómplices y bebimos con gran felicidad. Era como si nada malo hubiese ocurrido semanas atrás pues éramos de nuevo nosotros en nuestro mundo. Reconozco que al comienzo sí fue bastante fuerte la bebida, especialmente por el aroma del anís que invadió tenaz mi olfato y gusto, pero intentaba soportarlo al tenerlo frente a mí ya que no quería darle pie para burlarse, sería el colmo que soportando tantas cosas en trece años de vida ahora no pudiera con un simple licor de hierbas… por muy fuerte que sea. De pronto los recuerdos fluyeron entre la conversación que teníamos, aunque me encantaba más escucharlo hablar de su pasado, incluso los malos momentos que vivió con Travis y el resto de la familia. Conocí más de él adentrándome en su vida con su total permiso entre trago y trago hasta pasar nuestra sed con la mitad de la botella, o quizás un poco más, no sé y no me importó, pues lo único que me interesaba era él, su compañía y calidez en medio de mi interminable invierno. —¿Me permites una pieza? —preguntó de la nada tras algunos silenciosos segundos. Tomé su mano la cual estaba extendida hacia mí levantándome en una nube creada por la misma absenta y en un ágil, pero muy seductor movimiento, me atrajo hasta su cuerpo sosteniéndome con firmeza de la cintura y la mano. Su firmamento se apoderó de mí impidiendo que borrase mi sonrisa y me dio una fuerte nalgada que activó una canción que nos hizo reír levemente al acercarnos más. —Eres un pervertido. —Y tú no eres ninguna santa, así que no te hagas que no te queda —pronunció perspicaz en mi oído. Nos enlazamos de tal manera que flotaba con el elixir del hada verde enviada por Ares; dejándome guiar por su compás como nunca antes le permití a nadie, puesto que aun con las clases de baile que me hicieron tomar Livi y Bonny, no podía seguir el ritmo adecuadamente al querer tener el control, pero con él podía dejarme llevar. —You’re just too good to be true, can’t take my eyes off of you. You’d be like Heaven to touch. I wanna hold you so much… —entonó suavemente en mi oído siguiendo la melodía de Frank Sinatra. Era increíble la reacción en cadena en mi cuerpo entre la absenta y su piel, provocada por su rasposa voz cantante la cual desprendía los cardenales de electricidad que se esparcían por mi espina dorsal explotando en cada poro, y la pieza musical, parecía hecha a la perfección para nosotros que éramos dos locos danzando bajo el resplandor del plenilunio acompañándonos a medianoche. —…But if you feel like I feel, please let me know that it’s real. You’re just too good to be true. Can’t take my eyes off of you. Siguió cantándome bajo, mi rostro vislumbró lo que mi cuerpo sentía y en cada segundo que la melodía se desenvolvía convirtió el movimiento en una entrega absoluta. Al empezar el coro, me hizo girar de una manera fascinante al punto de hacerme reír con tanta soltura que pareció borrar lo malo en mi vida, mi pasado desaparecía con cada palabra y nuestra felicidad incrementaba con cada paso. Entre palabras prohibidas me levantó con sus fuertes brazos desvaneciendo el peso de mi cuerpo y a este punto mi entrega era absoluta, mi ser era suyo. —Oh pretty baby, don’t bring me down I pray —inclinó mi cuerpo hacia atrás haciendonos reír como tontos. —Oh pretty baby, now that I’ve found you stay… Me levantó rozando nuestros labios y me giró dejándome de espaldas pegada a su pecho posesivamente. Entre pasos me hacía flotar sin borrar nuestra alegría que combinaba a la perfección con la melodía y sin comprender el motivo, la hilaridad se apoderaba de mí como a una niña risueña llena de ilusión solo por estar entre sus brazos. —Trust in me when I say… Susurró en mi oído con profunda ilusión y después silenció su voz dejando a Sinatra finalizar la tonada, provocando una corriente que me hizo pegarme más a su cuerpo como un imán necesitado de su contraparte. Cerré mis ojos dejándome llevar por sus manos que recorrían mi espalda con cariño y deseo, su colonia me embriagó más que la bebida, me aferré a él como hace mucho no lo hacía y todo desapareció a mi alrededor, todo excepto él. Nos separamos lentamente disfrutando del segundo que nos acompañaba con cada movimiento milimétricamente medido, una profunda inhalación en el cuello de cada uno y fue la droga más exquisita que llegamos a sentir en ese instante. —Vamos a dormir mi pequeña, creo que fue suficiente por esta vez —susurró tan especial en mi oído que parecía el postre más exquisito de todos. —Quiero dormir contigo —pedí en un murmullo. —De acuerdo. —Pero sin ropa… como antes… —nos separó levemente atrapándonos en el nirvana del otro. —quiero que sea mi regalo de cumpleaños. Una increíble tormenta sucumbió en su mirar, era anhelo, deseo, éxtasis, miedo, prohibición, eran tantas cosas que no había forma de resumirlas, pero todas arrasaban con él como un huracán y yo, yo anhelaba ser arrastrada por él sin importarme el destino final. —Por favor —supliqué ante su tormentoso silencio.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD