159. EL ARMAMENTO DE BELIAL

2114 Words
Centré mi atención en el panorama degustando a Jack, las voces de Carlx y Steve aparecieron seguido de otras personas, pero al detallarlos, quien más me intrigó fue un drag queen con traje de látex, botas altas y medias de malla negras, él se quedó viendo a Carlo que estaba de pie en un rincón, cruzaron miradas en silencio y ambos me observaron siendo el drag quien parecía querer asesinarme… por lo visto el cachorro tiene quien lo defienda. —Belial, quiero presentarte a la directora de Caterva y la segunda al mando en este navío, Cleo. Si por algún motivo no puedo atenderte, ella será quien se encargue de tus solicitudes, especialmente en Caterva que es su área principal. Cleo no hacía más que repararme inquisidora de pies a cabeza igual que hice con ella, ya que ninguno de los dos se mostraba intimidado por el otro, de hecho, en su mutismo, irradiaba un aura poderosa bastante atractiva y estoy seguro que así mismo será su belleza bajo todo el maquillaje, solo espero conocerlo pronto para deleitarme con todo lo que tenga para ofrecer… —Un gusto conocerlo señor Belial, permítame felicitarlo por su magnífica presentación en Caterva y también sea bienvenido a The Sinner como un integrante oficial. —¡Vaya!, en verdad que no pierdes el tiempo sin importar en dónde estés —exclamó Steve bastante emocionado. —El tiempo vale mucho para desperdiciarlo —brindamos. —Y gracias Cleo, fue un placer deleitar tu vista por diez minutos, pero tengo dos inquietudes: ¿Quieres que te trate como hombre o como mujer? ¿Y qué tienes por decirme respecto a Carlo? Por favor, requiero de honestidad para evitar conflictos innecesarios a futuro, especialmente ahora que nos veremos tan seguido. —Soy los dos, así que no importa cómo se refiera a mí siempre y cuando mantenga el respeto, en cuanto a Carlo, solo tengo curiosidad por su presencia en este palco. —Me informaron que podía traer un invitado, pero él es libre de irse cuando lo desee y bien lo sabe. Carlx intervino anunciándonos que comenzaría el espectáculo, tomamos asiento y las luces se apagaron dándole paso a una suave melodía proveniente de una orquesta. Con el pasar de los minutos me dejé llevar en la increíble ópera erótica que habían preparado para todos, es la primera vez que veo algo tan majestuoso, ya que no era el erotismo lo que más me atrapaba sino el movimiento de cada actor, la historia, la música que los acompañaba reforzando las escenas y las mil sensaciones que desprendían en mí con sus cantos. —¿Nunca fuiste al teatro? —preguntó Carlx en voz baja. —No tuve dinero para hacerlo y jamás despertó mi interés hasta hoy. —Recuérdame que vayamos a otra función en Londres, así podrás disfrutar de varios escenarios. Las ovaciones no se hicieron esperar una vez finalizado el espectáculo, después me excusé para ir al baño encontrándome fuera del palco a Carlo, pero antes que dijera nada lo llevé conmigo. —Siéntate —señalé el lavabo a lo que él, confundido, se sentó sin saber qué hacer. —Descubre tu abdomen. Parecía que entre más estaba con él; menos sabía cómo actuar conmigo, pero ante su sorpresa, saqué un pequeño estuche de mi pantalón tomando una pomada que apliqué en los hematomas resultantes por mis golpes. Reconozco que era divertido verlo tan temeroso como un animalillo, especialmente, cuando apliqué la pomada en su ingle dejándolo muy nervioso y cada que lo volvía a tocar se sobresaltaba. —¿Qué es? —Te ayudará con el dolor y la inflamación, pero no podrás jugar un par de días con los niños grandes —cerré el envase y se lo entregué. —aplícalo después de la ducha dos a tres veces al día. —¿Por… por qué me ayuda después de humillarme frente a todos? —preguntó nervioso. —Te necesito bien si vas a servirme. —No le he dado mi respuesta. —Si no quisieras, entonces no te habrías acercado en la barra ni mucho menos te habrías quedado en el palco. —Hay privilegios por estar aquí —chasqueé la lengua y él se percató de mi disgusto por su mentira. —Lo siento, pero en verdad no sé qué hacer y ahora menos, jamás me habían humillado tanto y luego tratado tan amable, al menos no la misma persona. —Lo sé. —Señor Belial, ¿qué quiere de mí con exactitud? —Jack doble sin hielo con una botella cerca para rellenar, el collarín y la cadena siempre deben estar juntos y envueltos en tu brazo derecho, si te atreves a mentirme o traicionarme; me olvidaré de ti sin importar lo que digas o hagas y si alguien se atreve a lastimarte; amenazarte o lo que sea; acudirás directo a mí y me lo dirás, porque soy yo quien te protege y es a mí a quien representas. —No lo entiendo señor Belial. De no ser porque su cara de perro abandonado me daba un poco de lástima, estoy seguro que lo habría mandado a la mierda hace mucho. —Solo necesito saber si puedo contar con alguien y para eso requiero de lealtad, me importa poco con quién mierda te revuelques, es tu vida, pero tu lealtad será exclusivamente para mí ¿Entendido? —Sí señor, solo a usted serviré, pero debe tener presente que las máximas autoridades aquí son Cleo y el señor Asmodeo. —Lo sé, pero ellos no serán la excepción. Dentro y fuera de la mansión tu lealtad se mantendrá intacta y si ellos preguntan algo; tú no sabes nada hasta que te diga que sabes algo —asintió con más seguridad. —Bien, ahora tu primer trabajo será hacerme una lista con todo lo que sepas de los integrantes de Caterva y otra con los demás clientes y trabajadores, tendrás dos días para entregármela en el bar The Minories en Londres a las siete de la noche. —Ese es un bar de deportes… —comentó extrañado. —Lo sé, pero si preguntan; nadie creerá que irás a un bar de deportes, ¿o sí? —ladeó una sonrisa comprendiendo el punto. —No, no lo harán. —Sé puntual, hasta entonces, Carlo. Regresé al palco con el grupo, Carlx me informa que iremos a su oficina para hacer el papeleo de ingreso de Steve y mío y nos dirigimos allá junto a Cleo. Nos explicaron el reglamento general, los horarios en la mansión, el proceso para la llegada, los nueve títulos obtenidos que manejan siendo tres por cada nivel, aunque también había uno extra que es donde me encontraba: La Corte Imperial de Caterva, en resumen, estaban aquellos que tenían mayor poder y autoridad quedando por debajo de Carlx y Cleo, y por ende, también eran los que tenían mayor desventaja al dejarles más secretos al descubierto a los anfitriones. —Tu amigo por lo visto está muy emocionado de ser un integrante más, aunque no puedo decir lo mismo de ti. Cleo rellenó mi vaso acompañándome a ver el laberinto en lo que Carlx y Steve hablaban felices frente a la chimenea. —No necesito hacer un escándalo por esto. —¿Y qué necesitas? —Por desgracia, nada que quieras darme, Cleo —hice énfasis en su nombre llamando su atención. —Sé que no estás feliz por lo ocurrido con Carlo, no sé si son amigos, hermanos o amantes y tampoco me importa, pero no quiero que empecemos con el pie izquierdo. —Lo que pase con Carlo es asunto suyo, él sabe a lo que se expone como todos los que estamos aquí, pero no te preocupes que mis intereses personales no rozarán con los laborales, así que tendrás la misma atención que todos sin importar nada. —Ese es el problema. —¿Qué? ¿Quieres atención especial? —preguntó en burla. —No, quiero que nos llevemos bien, más que nada porque nos veremos seguido y lo que menos necesito son problemas en donde se supone vendría a eliminarlos. —Seré franca Belial, no me agradó lo que hiciste con Carlo y tampoco confío en ti, pero sé que por mucho que no quieras habrá más de un problema aquí para ti. —¿Y a qué se deberá el honor? —Aamon, principalmente. Lo que hiciste en el anfiteatro no te lo perdonará, es muy temperamental, odia la competencia aunque no más de lo que odia que se metan en su camino, no perdona la humillación y no conoce la piedad. —No sabía que te preocupabas por mí Cleo, de saberlo te habría traído un obsequio —solté con sorna a lo que ella volteó los ojos con amargura. —¿Todo es un chiste para ti? Lo estoy diciendo muy en serio, Aamon irá por tu cabeza y no le importará llevarse por delante al que sea con tal de obtenerla, y eso es un problema mayúsculo para mí. —¿Y por qué no lo es para Carlx? —También lo es, pero él prefiere no demostrarlo… —No te detengas —insistí al ella guardar silencio. —Carlx pasó por muchas dificultades cuando recién comenzó este negocio, nos hicimos cercanos y vi cómo muchos se aprovecharon de él, por eso me esforcé en ayudarlo y juntos hemos salido adelante, pero varios siguen queriendo abusar de él. —Y piensas que yo seré otro más de la lista —afirmé. —No lo pienso, estoy completamente segura de ello —el silencio nos acompañó mientras fijamos la mirada en nuestros reflejos. —¿Por qué no nos conocimos antes Cleo? Estoy seguro que nos habríamos llevado muy bien, pero no es tarde para ser buenos amigos —su desconcierto no le permitió hablar. —Igual te daré un obsequio si te interesa. —No quiero nada que venga de ti. —¿Ni aun si se trata de la vida de Carlx? —y así se consigue la atención de la reina… —¿Sabes que nos conocimos por un atentado que tuvo en Londres? —asintió. —Bueno, le dije que investigaría y le di el nombre de los autores materiales, pero no del autor intelectual. —Se supone que él se encargó de ellos y si había alguien más, ¿por qué no se lo dijiste? —bajó la voz con furia. —Me imagino, pero yo le oculté información porque quería saber hasta dónde llegaría y ahora que tengo su atención al igual que la tuya, quizás podríamos ayudarnos para evitarle un segundo atentado. Era obvio cuánto le importaba y esa ventaja no la dejaría pasar por alto. —¿Qué quieres que haga? —Quiero que seas mi arma de la misma forma en que Carlo será mi escudo y te aseguro que los protegeré a los tres. —¿Tú? Es imposible, ni siquiera Carlx puede con tanto aun con el poder que tiene. —Eso es porque no me conocía, pero ahora que lo ha hecho y me tiene de su lado, yo seré su mejor pieza del tablero. —¿Y qué tienes tú que no tenga él con sus contactos y dinero? —Información, mi querida Cleo, la información es la fuente de poder más grande que existe. —Es lo mismo que dice Carlx —murmuró sincera bajando sus defensas. —Solo te advierto una cosa Belial, si algo le pasa a él o a Carlo, yo misma me encargaré de ti y te haré padecer un horror en vida al punto que desearás no haber nacido. —Muy tarde Cleo, Dios se encargó de ese trabajo hace años, pero todavía puedes torturarme —le estiré mi brazo con la mirada fija en sus ojos. —¿Tenemos un trato? —se lo piensa un poco y estrecha nuestras manos. —Ten cuidado Belial, yo no soy piadosa como Carlx. —Y yo no soy un traidor como Grosver, además, te recuerdo que Belial está por encima de Aamon al ser el posible heredero del infierno; mientras que el otro solo es un marqués. —Por lo visto alguien hizo su tarea. —¿Sorprendida? —apenas e hizo una negativa con su cabeza, pero no evitó que riera por lo bajo. —Mi querida Cleo, te aseguro que nos divertiremos mucho. Ahora que tenía lo necesario en The Sinner, solo sería cuestión de empezar a movilizarme en lo que alimento a mis demonios con carne y sangre, las piezas por fin están completas, solo hay que organizarlas en el tablero y comenzará el juego.
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