136. PERDIENDO UN HERMANO

2698 Words
Oz —Ya es hora Oz, no podemos seguir aplazándolo. Sabía que sedar a Isma tanto tiempo solo era un intento por aplazarle este sufrimiento para no hacerle recordar lo vivido y todo bajo el pretexto de sus heridas, pero, ¿cómo sacaba la maldita fortaleza para decirle la realidad que ahora debía afrontar? una que me había golpeado despiadadamente al igual que a Marcus desde que nos dieron la noticia. Flashback Estaba en casa de Marc hablando sobre el pasado de Ragnar, pues él había encontrado información nueva y debatíamos en si lo mejor era decírselo en ese momento o después cuando supiéramos algo más, pero lo que nunca le dije era que yo llevaba haciendo mi propia investigación desde hacía dos años y que sabía mucho más que él. —Señor Jhonson, señor Oz, disculpe que los interrumpa —dice Valencia (la mano derecha de Marc) entrando abruptamente al despacho. —¿Qué ocurre? —pregunta Marcus angustiado al ver la preocupación y el nerviosismo del hombre. —Señor, recibí un mensaje de José diciendo que uno de sus hombres fue asesinado y ya tenemos todo listo en el hangar para salir cuanto antes. —¿De qué diablos estás hablando? ¿Qué pasó? —pregunta Marc al borde de la desesperación. El hombre vacila sin saber cómo decir lo próximo, lo que nos angustia todavía más. —¡Habla maldita sea! —grité dando un fuerte golpe al escritorio solo de pensar que algo terrible pudo ocurrirle a Ragnar. —El vigilante fue enviado por la señorita Jhonson, lo encontraron muerto al igual que a la familia del señor Friedman y él va rumbo al hospital de California con heridas bastante graves. Sentí que mi vida se detuvo en ese instante y salí corriendo igual que Marcus, Valencia iba tras nosotros diciendo que el avión estaba listo, Marc preguntó por Ragnar y este le informa que ella se encuentra bien; pero está en una reunión en Colombia y por ahora no podrá volver al país, así que Marcus ordenó reforzar la seguridad de ella y en la casa para todos, así como también le pidió un informe completo de lo ocurrido, pero él dijo que en California nos encontraríamos con José quien nos daría mayor detalle de todo en lo que él se haría cargo de salvaguardar a la familia. Durante las horas que estuvimos en el avión hablamos con José, quien nos informó de toda la situación destrozándonos más con cada maldita palabra. Solo de recordar todo lo que dijo de mis sobrinas sentía que el mundo se me venía encima y mis voces me destruían en su propio dolor, lo peor era tener que visualizar la escena de ellas y para más peso, colocaban la imagen de Ragnar junto a las pequeñas incrementando este martirio. En cuanto llegamos al hospital con José y vimos a Ismael quedamos petrificados, todo su cuerpo estaba golpeado, su rostro se encontraba tan inflamado que no tenía rastro del hombre que siempre ha sido y uno de sus brazos tenía doble fractura al igual que tres costillas, era una imagen grotesca, pero el siguiente golpe vino cuando José nos dijo que ya habían hecho el levantamiento de los cuerpos y ordenó que los llevaran a la morgue del hospital. Ni Marcus ni yo teníamos la fortaleza para ir o dar una orden en ese momento, pero tenía que verlas con mis propios ojos, tenía que estar seguro de que fueran ellas, así que me dirigí a la morgue en lo que Marc se quedaba con Isma. En cuanto tuve esas tres sábanas frente a mí una helada corriente me recorrió, pedí a José que me dejara ver primero a Linda, él levantó la sábana encontrándonos con su cuerpo golpeado, había sangre seca en sus piernas, señal de violación, su rostro tenía varias contusiones y una parte del lado derecho se encontraba calcinado. —Como les dije, el señor Friedman se encontraba inconsciente cerca de ellas y estas a su vez estaban en el jardín desnudas sobre una pila de cosas, así que parte de las llamas las alcanzaron siendo las niñas las que estaban más cerca del fuego —él queda viendo las dos camillas que yacían detrás de mí, aquellas que me negaba a ver. Debí inhalar profundo para caminar hasta quedar entre ambas, él acomoda su mano sobre una sábana y niego, se aparta dándome espacio, coloco las mías en cada sábana y las retiro encontrando la hórrida verdad que mi hermano debió ver. Presioné con tanta fuerza mis manos que la sangre manchó la tela en medio de mi desgarrador grito, uno que podría reventar mi garganta y aun así no sería suficiente para calmar este dolor al ver a mis sobrinas quemadas desde la cabeza hasta el pecho, sus rostros quedaron irreconocibles, pero los accesorios en sus muñecas con sus nombres era señal suficiente para reconocerlas a simple vista. Las repasé una a una viendo sus cuerpos y tanto el odio como el dolor incrementaron en mí, ordené a José que prohibiera el paso a cualquiera a no ser que fuesen a dejar un cuerpo y procedí a hacer la autopsia de mis sobrinas. En ese instante me importó una mierda todo, preparé el equipo correspondiente, lavé mi rostro eliminando todas las lágrimas y me coloqué los guantes, al girarme y verlas nuevamente debí hacerlo cegado por el odio, pues ahora grabaría cada una de sus heridas en mi cabeza, tendría el recorrido de sus últimas horas de vida para siempre en mi memoria. Una vez finalicé la autopsia ordené que sus cuerpos fueran cremados por separado, pagué una cuantiosa suma al hospital para que no revelaran nada de lo que hice y Marcus pagó otra suma a la policía para que detuvieran la investigación del caso, esto en lo que un juez era comprado para cerrarlo definitivamente cuando Ismael despertara. Fin del flashback En el transcurso de estas semanas no confesé los detalles a Marc de lo que pasó con ellas al ver cuán afectado se encontraba y más porque se volvió otra vez un sobreprotector con Rag, pero sí le di un paneo general de lo que padecieron ante su insistencia. No obstante, cada día transcurrido estuve al lado de mi hermano tratando sus heridas, a veces despertaba entre el dolor y sus sueños, siendo algunos muy buenos donde podía ser nuevamente feliz y otros donde revivía la pesadilla. En estos casos siempre debía tener un sedante cerca, también le suministré los medicamentos más fuertes que tenía para bajar la inflamación, evitar infecciones y regenerar su cuerpo lo más rápido posible, sanando bastante en casi un mes, aunque hoy los tres debíamos revivir este tormento que no se comparaba con nada. Siempre tuve la habilidad de informar a los familiares de mis pacientes cuándo fallecían sin importarme su reacción, pero estar hoy frente a mi hermano quien despertaba del todo por primera vez mientras yo silenciaba mi dolor al igual que Marcus ante sus preguntas, es algo que me superaba por mucho y más al verlo desmoronarse por no obtener una respuesta mientras negaba con su cabeza guardando una última esperanza. —Dime que no es verdad, dime dónde están mis hijas Oz. Marcus, ¿dónde están ellas? ¡DÍGANME! Su desesperación y exigente grito nos abatió más haciéndonos derramar unas lágrimas. —Ellas murieron al igual que Linda. —No, ellas no… —el oxígeno se convierte en veneno y el cuerpo se destroza de adentro hacia afuera, eso sentía él, eso sentíamos nosotros. —No es verdad Oz, ellas no. Tomé su mano con fuerza igual que hice todas estas semanas y acuné mi mano en su rostro a sabiendas de lo que pasaría, porque hoy no habría un sedante que lo privase de la realidad ni un medicamento que eliminara el dolor que debía empezar a cargar. —Estamos contigo Isma, siempre estaremos contigo. Torrenciales de dolor se desprendieron de sus ojos y sus gritos resonaron desgarradoramente igual que las almas torturadas en el averno, en su dolor intentó levantarse y Marcus y yo debimos contenerlo, ambos queríamos dormirlo nuevamente, pero sabíamos que no podíamos, él debía enfrentar esta realidad. Al final los tres lloramos abrazándonos muy fuerte soportando la penuria que sentíamos sin importarnos el daño que Ismael nos ocasionara, porque nada igualaría al que había en nuestro corazón. Varias veces estuve cerca de perder a mi hijo, así como Marc también debió perder una y por poco perder a Liam y Robert, eso sin mencionar todo lo que ha vivido con Rag, así que nosotros sabíamos a la perfección el dolor que padecía Isma y solo nosotros podíamos mantenerlo a nuestro lado en medio del abismo que opacaba nuestras vidas. (…) Semanas después Ismael No soportaba la idea de ver a mis hermanos y mucho menos a mis sobrinos, el dolor que me abrazó desde el día que asesinaron a mis hijas era el único alimento, agua y oxígeno que entraba en mí, repasaba en mi cabeza cada minuto del día cuando Oz me contó lo revelado en la autopsia, Linda al final se llevó la peor parte siendo más golpeada que mis hijas además de ser violada. En parte, podría decir que al menos agradezco que no tocaran a mis hijas, porque no podría vivir sabiendo que en sus últimos minutos de vida conocieron algo tan horrible como eso, así como también tenía cierta tranquilidad al saber que no las golpearon demasiado y su muerte fue rápida al recibir un disparo en la cabeza. No obstante, los gritos que se reproducían en mi mente cada que recorría las paredes de nuestra casa, aquella en la que vivimos estos meses siendo muy felices, se hacían estruendosos, las recuerdo con claridad gritándome para que las salvara y suplicando para que no me lastimaran más, porque sí, las tres debieron ver cómo me golpeaban y a su vez yo veía lo que les hacían entre los pocos espacios que las piernas de mis ejecutores me permitían. Demasiadas veces perdí el conocimiento, demasiadas veces intenté defenderme para salvarlas, pero los impactos en mi cuerpo eran con tanta sevicia que no me daban respiro alguno, entonces todo oscureció en un profundo silencio, mismo que me acompañó cuando desperté con un dolor inenarrable. Seguí el camino de sangre que había desde la sala, intentaba apoyarme en la pared para mantenerme lo más firme posible y fue cuando llegué al jardín que desprendía el humo más insoportable de todos, porque debajo de él, entre las llamas, reposaban los cuerpos inertes de mis hijas junto a su madre. Todas las fuerzas que tenía para gritar las usé para caminar hasta ellas detallándolas una a una grabando en mi memoria sus restos, caí en la grama de rodillas reviviendo la muerte de mi madre y los desesperantes gritos de mis hijas y mi esposa, porque aun cuando no manteníamos una relación matrimonial, Linda y yo seguíamos estando casados, lo más irónico era que habíamos mejorado en nuestra convivencia siendo buenos amigos, nos llevamos mejor de lo que lo hicimos en todos estos años al ella empezar una terapia y convivir más con nosotros, tanto así, que incluso mis hijas volvieron a unirse a su madre. No sé si es Dios, la vida o lo que sea, está tan aburrido en su monotonía que necesita hacer cosas tan atroces como estas, justo cuando las mujeres que han marcado más mi vida tuvieron la oportunidad de mejorar, de tener un mejor presente con un futuro brillante y la felicidad parecía marcarlas más que nunca, es justo en ese momento cuando la tragedia llegó a ellas y de paso a mí dejándome solo con este tormento. Sin embargo, y en medio de todo mi calvario, no podía culpar a la muerte, porque antes fue la única que se apiadó de mi madre, mis hijas y mi esposa, en cambio la vida no lo hizo, no las protegió, no les dio la oportunidad de ser felices por más años. Con el transcurrir del tiempo Marcus y Oz solían venir insistiendo en que saliera de aquí, traían comida obligándome a probar bocado alguno y a veces terminábamos peleando hasta que finalmente lo hacía para no tener que soportarlos más. Lo bueno fue que al menos no dejaron que Livi ni Barb vinieran porque no soportaba ver o escuchar la voz de una mujer, era doloroso y más porque ellas significaban demasiado para mí y eran lo único que me quedaba, pero ahora mismo no podía estar con ellas al traerme recuerdos tan maravillosos que solo ponían sal a la herida. (…) Hoy me encuentro nuevamente tirado en la sala, no sé cuánto bebí, no sé cuánto fumé, ni siquiera sé cuántas veces golpeé la pared hasta dejar mis nudillos destruidos, pero abro los ojos dándome cuenta que en algún momento caí profundamente dormido y ahora es la noche la que me acompaña. La luz de un auto fuera de la casa ilumina brevemente el lugar para quedar nuevamente en tinieblas, el alcohol y el sueño se apoderan de mi cuerpo y entonces escucho unas pisadas, camina con calma y un suave perfume invade mis fosas trayendo consigo el recuerdo de mis hijas y mi madre. —Es hora de levantarse Ismael —esa voz… sé que la he escuchado antes… —No puedes seguir destruyéndote mientras los asesinos de tu familia se regocijan por su hazaña. —¿Quién eres? —pregunté intentando aclarar la vista inútilmente. —¿Piensas ahogarte en el alcohol hasta morir o prefieres encontrar un poco de paz en este infierno? —Toda mi paz murió con mis hijas. Una mano se desplaza con cariño en mi cabello, su voz es dulce y al mismo tiempo posee algo que sé conozco perfectamente, pero ahora mismo no soy capaz de identificar. —Todavía puedes recuperar un poco de paz, pero primero debes salir de aquí. —No puedo —lloré solo de pensar en la culpa que me carcomía por no salvarlas. —Sí puedes, porque si no eres tú ¿quién hará justicia por ellas? ¿quién luchará por la memoria de ellas? ¿quién seguirá recordándolas con tanto amor si no eres tú? Sentí su otra mano acercarse a mi boca y un extraño olor me pegó de golpe, era muy fuerte y de pronto todo comenzó a moverse. —¿Qué me diste? —pregunté con dificultad al incrementar la sensación en mi cuerpo. —Todavía ves los rostros de ellas, pero te pregunto ¿puedes ver a los culpables? ¿puedes sentir el perfume de cada uno, la sonrisa de satisfacción por la fechoría cometida y las risas resultantes por el dolor causado? Ante sus palabras emergentes tan tóxicas e hipnotizantes recordé nuevamente el horror que vivimos, las palabras de Oz, la imagen de ellas en el jardín, el cuerpo de mi madre desplomándose en los brazos de mi hermano y sus ojos al cerrarse en el hospital antes de partir, entonces vino de golpe la imagen de mi padre y todas las veces que maltrató, violó y humilló a mi madre, las veces que me golpeaba y ella me defendía, el cómo ingresaron esos hombres a la casa asustando a mi familia, los golpes impactando en los cuerpos de mis hijas y de Linda y entonces comprendí su propósito, esa voz era mi deseo, mi razón para seguir viviendo. —¿Los escuchas Ismael? —Sí. —¿Los ves frente a ti igual a la última vez que te acompañaron? —Sí. Acercó su rostro a mi oído dejando una caricia en mi mejilla y de nuevo su perfume trajo un poco de la paz y el amor que mis hijas me daban. —Entonces ya sabes qué hacer, solo tienes que levantarte de aquí, solo tú puedes hacer justicia por ellas. —¿Quién eres? —No importa quién soy, lo importante aquí es ¿estás listo para la venganza? Era el odio en su estado más puro habitando su voz que se colaba en mis venas dándome más que oxígeno para levantarme de esta miseria. —Estoy listo.
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