135. MEMORIAS IV

2886 Words
Ismael Es irónico cómo cambiaron las cosas cuando encerraron al infeliz que acosaba a Linda, no tanto por la relación entre nosotros, sino porque mi trabajo cambió significativamente. Pasados algunos años comenzaron a trasladarme a lugares más lejanos y en ocasiones me dejaban mucho tiempo por fuera, hablar con mi familia era problemático incrementando las discusiones con mi esposa y el dolor que quedaba en mi pecho cuando mis hijas comenzaron a hablar y me contaban su día se hacía más profundo. Sin embargo, cuando fui encarcelado en Australia por culpa del mismo maldito infeliz, pude descubrir que alguien estuvo escudriñando entre mis papeles haciendo esos cambios en mis viajes, no era una orden directa del gobierno, sino alguien queriendo aprovecharse de la situación, lo que al final le dio justo lo que quería llevándome a prisión con falsas acusaciones obteniendo la vía libre para llegar a mi familia, por suerte Linda conocía esta situación y actuó rápidamente o ese maldito las habría alcanzado, pues fue él quien dio la orden de buscarlas en mi ausencia. Al volver a Washington después de estar esos meses con Oz cada día se tornó en una montaña rusa, mis hijas estaban muy estresadas y tristes por las discusiones que tenían que escuchar y Linda seguía en su terquedad e insistencia al reclamarme por estar con Bárbara (lo que nunca le llegué a admitir), pero las cosas dieron un giro cuando me llegaron unas fotografías de ella con otros hombres, lo peor era que estaban fechadas en la noche de la gala, otras fueron del tiempo en que estuve en prisión e incluso hubo un par más de años atrás. No le reclamé a Linda de la misma forma en que ella hacía conmigo, pero sí le pedí una explicación al respecto, al comienzo ella se negaba a responderme, luego lanzaba mil improperios al aire en su frustración y cuando finalmente la dejé contra la pared al estar cansado de su actitud fue cuando me confesó que sí eran reales, pero no sabía que alguien la había seguido. Todas esas veces fueron impulsadas según ella por la rabia y los celos al pensar que yo la engañaba con otras mujeres, o más específicamente, con Bárbara, especialmente porque había ocasiones en las cuales viajaba a Europa y creía que me encontraba con ella cuando nunca fue así. Creo que la única infidelidad que llegó a afectarme fue la de años atrás porque en ese momento la veía todavía como mi todo, pero las demás poco o nada me importaron considerando cuán frágil estaba nuestra relación, no obstante, debí mantener la cabeza fría al ver que alguien nos seguía los talones desde hace mucho tiempo y eso sumado a las dos amenazas que ella recibió cuando salió sola fueron la alerta final. Debíamos concluir cuanto antes todo el maldito problema con el gobierno, lo que por suerte llegó a avanzar significativamente gracias al abogado otorgándome la libertad, no solo de los falsos cargos de robo y amenaza de terrorismo que tenía en Australia, sino también de mi contrato como un agente gubernamental, obtuve también una indemnización sustanciosa y un aval donde el gobierno de los Estados Unidos no podía tocarme a mí o a mi familia bajo ninguna circunstancia. Respecto al asunto con el sujeto en cuestión, el juez dictaminó que el gobierno también debía hacerse cargo de él para brindarnos la tranquilidad por los atentados, acoso y amenazas que nos había hecho. Considerando la situación, el abogado nos sugirió irnos a vivir al otro lado del país, el tema fue que mis hijas aparecieron escuchando la noticia e insistieron en que nos fuéramos a vivir a Los Ángeles, mientras que Linda insistía en volver a Montana, pero por muy loco que parezca le vi más sentido a vivir en L.A. considerando que era una ciudad más grande y podíamos ocultarnos más fácil. Informé a mis hermanos de la decisión que había tomado y el abogado informó al gobierno que nos trasladaríamos a Minneapolis para despistar al soplón que se camuflaba entre ellos en lo que Marcus nos envió a L.A. en su avión privado, llegando a una casa que adquirió él para que no hubiese registro alguno de mis movimientos, también nos entregó un capital a Linda y a mí en efectivo evitando todo contacto con los movimientos bancarios y así pagar los gastos durante la estadía hasta estar a salvo de todo peligro. Sé que no es posible comparar la suma que él nos daba con los pocos billetes que yo le daba a Oz cuando vivía en el bosque, pero ahora comprendo un poco el cómo se sentía cuando él quería pagarme lo que le daba y yo me negaba a recibirlo, porque es justo lo que me pasaba ahora con Marcus. Definitivamente he sido muy afortunado en medio de mis múltiples desgracias y cada día he agradecido por eso. (…) —Norah… Jade… ¿Dónde están? —¡Acá papá! —la voz de mi pequeña Norah se escucha a lo lejos, está muy entusiasmada. —¡Ven papá, vamos a la playa! —Jade sonríe tan encantadora que acelera más mi corazón. Es extraño, no puedo verlas, pero al mismo tiempo es como si lo hiciera, sus enormes sonrisas se muestran ante mí en tan bellos y angelicales rostros de los cuales me enamoré locamente desde que nacieron y más, cuando hablaron por primera vez siendo yo la primera palabra de ambas. —Tranquilo Isma, estoy contigo hermano. Siento la mano de Oz presionar la mía con fuerza como si quisiera sacarme de un fuerte torrencial, mi cuerpo pesa, duele demasiado, entonces siento otra vez algo en mi brazo y la tranquilidad retorna cayendo profundamente dormido. (…) Llevábamos un mes viviendo en L.A., el abogado todavía no nos daba buenas noticias respecto a ese sujeto y Marcus tampoco lo había encontrado, ya sabía quién era y la familia que lo protegía, pero el hombre mantenía desaparecido del mapa sin dejar rastro alguno. Aun con todo evitaba mostrarme preocupado ante mis hijas para dejarlas tranquilas, ellas recibían clases en casa con Livi por videollamadas y yo las reforzaba ayudándolas con sus tareas y trabajos, lo que incrementó el lazo entre nosotros. No obstante, las cosas con Linda no lograron obtener una resolución más pacífica que no fuese el divorcio, tramite el cual habíamos comenzado hacía una semana y tardaría aproximadamente seis meses si todo salía bien, entretanto le pedí a Linda que siguiera viviendo con nosotros, claro que esto sería bajo la condición de respetar nuestros respectivos espacios a lo que ella accedió y aun cuando sé que lo mejor era vivir separados, no quería que mis hijas se distanciaran más de ella, e incluso pensaba que quizás con esto las cosas mejorarían entre ellas al igual que las discusiones entre nosotros. Una mañana salí con mis pequeñas a recorrer la ciudad en lo que Linda salió con una vecina con la que solía hablar bastante desde que llegamos, me alegraba que al menos tuviera una amiga y no se la pasara encerrada en casa, en fin, mis pequeñas y yo pasamos parte de la mañana en un parque disfrutando el soleado día y después insistieron en ir a un centro comercial, pero nunca me imaginé que el grito de Jade aceleraría mi pulso. —¡Bárbara! —grita de nuevo mi pequeña. Norah y yo miramos al mismo punto donde ve Jade encontrando a Bárbara con algunas personas, por desgracia el bullicio es tal que no le permite escuchar el llamado de mi hija, pero ahora que su hermana sabe que ella está aquí se hará sentir como sea y Milán fue la prueba de ello. Ambas toman mis manos diciéndome rápidamente que corra para alcanzarla, pero entre los mil pensamientos que se apoderan de mi cabeza y el afán de ellas por llegar con Bárbara, cargo a mis hijas en cada brazo y voy lo más rápido que puedo en lo que ellas siguen gritando hasta que por fin logramos alcanzarla, pero no imaginé que nuestra pequeña locura se saldría de control. En cuestión de segundos fuimos rodeados igual que ella, Barb indica a los de seguridad que nos abran camino e ingresamos a un local refugiándonos de todos. —¿Qué hacen aquí? —pregunta bastante sorprendida abrazando a mis hijas quienes no duraron ni un segundo más en mis brazos. —Eso mismo me pregunto yo —respondí sin dejar de admirarla, se veía tan hermosa y elegante. De pronto sentí que todo mi entorno desaparecía siendo ellas tres mi único foco de atención y es entonces cuando la voz de una joven me saca de tan bella ilusión. Ella se acerca a nosotros junto a otra joven casi de su edad, pero la conversación que tienen con Barb me hace comprender que son sus hijas, unas a las cuales les tomó solo segundos demostrarme que no se llevaban bien con su madre, ni siquiera le tenían el mínimo respeto y aunque comprendo que sean unas adolescentes, eso no las exime en absoluto. —Disculpen, pero ellas son mis hijas, Viola y Madge —interviene Barb manteniéndose a la altura pese a la actitud de ambas, hasta mis hijas quedaron desconcertadas ante la escena. Viola era una joven de quince años y Madge de trece igual que Jade, se notaba la buena vida en ambas, pero su actitud dejaba mucho por desear y si hay algo que jamás toleré fueron las injusticias contra una madre que se esfuerza por sus hijos, razón por la cual siempre quise darle su lugar a Linda, porque ella era una excelente madre hasta que eventualmente las dudas fueron deteriorando todo. —¿Por qué no mejor en vez de tratar a su madre como si fuera una completa desconocida en sus vidas muestran más respeto por ella? aunque estoy seguro que a un desconocido lo tratarían mejor. Apenas y me molesté en modular mi voz por mis hijas, pero Viola y Madge al notar que otros están viéndonos quedan bastante avergonzadas y la verdad me alegro, para que sepan lo que estaba sintiendo Bárbara ante la actitud de ambas. —Ismael… —No Bárbara, no existen padres perfectos, pero tampoco es motivo para que los hijos nos traten como si estuviéramos pintados en la pared. Si se creen mucho y no necesitan de su madre ¿entonces para qué estuvieron detrás de ella todos estos años? —¿Y quién te crees que eres? —contraataca Viola, la mayor. —El hombre que les habría enseñado una buena educación, porque está bastante claro que su padre no hizo más que consentirlas y hacerlas unas inútiles e irrespetuosas. —¿Acaso eres otro de sus amantes? —remata la menor, pero necesitará más que eso para vencerme. Me acerqué a ambas bastante intimidante dejándolas muy nerviosas, mi posición era firme y yo no cedería fácil ante ellas, eso hasta mis hijas lo sabían por mucho que las consintiera, una lección que aprendieron por una rabieta hecha años atrás. —Esa sola pregunta solo demuestra lo que digo, no saben lo que es el respeto a los demás, no valoran lo que tienen, no tienen amor por su familia, ni siquiera por su madre que ha hecho tanto por las dos, pero el día que más la necesiten de verdad y la quieran en su vida, ya veremos si seguirán contando con ella o tendrán la misma desgracia que yo de perderla para siempre por culpa de la muerte. Fui tan sombrío que mi sola advertencia salió con odio puro, uno que hace años no sentía al recordar lo ocurrido con mi propia madre, mas fueron las manos de las tres mujeres más importantes en mi vida las que me volvieron a la realidad, las que calmaron ese demonio que me empezaba a consumir. —Tranquilo papá —intercede Jade con alcurnia. —es evidente que no tienen modales, lo que no aprendieron de Bárbara porque sabemos la clase de persona que es ella y la familia de la cual proviene, incluso sus trabajadores pueden hablar bien de ella como ser humano. Hubo tanta madurez en su actitud y sus palabras que me hizo sentir muy orgulloso como padre. —Es cierto, se nota que son unas plásticas, es lamentable que solo puedan llevar las prendas de Clyde B. y no darle el honor y el respeto que se merecen, pero eso es algo que ninguna de ustedes dos sabe —comenta Norah moviendo su mano cual mujer engreída, pero muy inteligente. —aunque poco importa porque será mejor para mí cuando me gane un puesto en la casa de modas ¿y quién sabe? hasta quizás termine siendo la dueña junto a Bárbara —levantó su ceja y sonrió con mucho orgullo. Debí morderme la lengua para no reírme a carcajadas en ese instante ante la actitud de Norah, fue una mezcla de Bárbara en la adolescencia cuando discutía con otras chicas y el descaro de Oz, algo que le salió tan natural y perfecto que incluso los que estaban a nuestro alrededor murmuraban orgullosos por las palabras de mis hijas dándoles la razón. —Te sugiero Viola que no pierdas tu tiempo reclamándole a mis hijas —intervine antes de que ella mencionara una palabra. —ellas son buenas por las buenas, pero si algo les enseñé todos estos años y se grabaron muy bien, es que a la familia se le protege y ellas que admiran, quieren y respetan a Bárbara, sabrán defenderla muy bien de quien sea. —Y te aseguro que seríamos mejores hijas que ustedes y no dejaríamos ver a Bárbara como una vergüenza de madre, sé que esa no es la educación que ella les quiso dar porque conocimos al abuelo y él nos enseñó lo mismo que a ella —dice Norah. —Es una lástima la clase de padre que tuvieron y lo poco hombre que es para haber permitido que sus hijas se convirtieran en esto. Tras el despectivo comentario de Jade, Viola levanta su mano para abofetearla, pero Bárbara la detiene ipso facto quedando frente a nosotros. —Es suficiente, una cosa es que quieran sobrepasarse conmigo y otra muy diferente hacer lo que vas a hacer —pronuncia Bárbara con mucha rabia. —¿Cómo puedes defender a esta gentuza cuando somos tus hijas? —reclama Madge. —¿Y cómo pueden atacarme y menospreciarme a mí que soy su propia madre? —soltó Barb con un profundo dolor. Ese día es uno que nunca olvidaré, no solo porque mis hijas me demostraron la clase de mujeres que serían, sino porque esa discusión también fue el comienzo de un cambio en la relación de Bárbara con sus hijas. Sin embargo, ese día Bárbara ordenó a alguien que se llevara a sus hijas de regreso al hotel y con mucha elegancia defendió su posición como madre ante todos, algo que, según dijo su asistente cuando nos quedamos a solas, era la primera vez que Barb hacía, pues siempre se dejaba pisotear de ellas así como lo hizo alguna vez de su esposo. Esas palabras me tocaron demasiado porque supe que la increíble mujer de la cual me despedí en el aeropuerto años atrás cambió radicalmente, es como si ante el mundo y sus trabajadores fuese la verdadera Bárbara Clyde, pero con su familia se convertía en otra a la cual podían humillar y pisotear con total facilidad como si no valiera nada. Un tiempo después ella me llamó contándome sobre una discusión que tuvo con su esposo el cual presenciaron sus hijas sin que ellos se dieron cuenta, aunque ellas sí llegaron a escuchar todas las atrocidades que él decía sobre sus propias hijas tratándolas como unas bastardas y prostitutas, fue tan doloroso para ellas saber que su propio padre había dicho eso, que lo bajaron del pedestal en el que estaba y se acercaron más a Bárbara siendo ellas quienes defendieron a su madre, según Barb, dice que ese momento le recordó mucho a mis hijas porque la defendieron de la misma forma, haciéndola muy feliz y creando un vínculo fuerte entre las tres. No obstante, poco después de esa llamada recibí otra de la misma Viola en compañía de Madge, ambas me pidieron una disculpa por la actitud que tuvieron cuando nos conocimos y también nos agradecieron a mis hijas y a mí por darles una gran lección, incluso querían que nos reuniésemos en diciembre para celebrar todos juntos, a lo que accedí al igual que mis pequeñas, especialmente porque sería la primera vez que pasaríamos todos en familia, un sueño que llevaba queriendo cumplir desde hace mucho, un sueño que cada vez estaba más cerca. (…) —Ismael… Abrí mis ojos encontrando a Oz y Marcus frente a mí, todo a mi alrededor se sentía vacío, frío y mi cuerpo seguía sintiéndose pesado. —¿Qué pasó? ¿Dónde están mis hijas? Ambos se tensionan apartándome la mirada un segundo y tomando aire profundamente, pero al ver los ojos de ambos sabía lo que dirían, reconocería el odio, el dolor y la impotencia en ellos ante un evento en específico, pero me negaba a creerlo, no podía ser verdad, esto tenía que ser una maldita pesadilla.
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