137. FRIEDMAN'S REVENGE

2679 Words
Octubre Oz Marc y yo decidimos darle un espacio a Ismael, igual lo manteníamos bajo vigilancia y alguien se encargaba de llevarle comida, así como también nos mantuvo informados de todo lo que hizo en este mes, lo que básicamente se resume en estar al borde de un coma etílico. No obstante, las últimas semanas salió de casa manteniéndose muy activo, razón por la cual decidí viajar con Marc quien había ido a otro lugar de la ciudad en lo que yo vine a casa de Isma encontrando todo bastante limpio, ni comparación al basurero que tenía hace un tiempo. —¿Remodelando la casa? —pronuncié sarcástico al verlo en la sala preparando algunas armas. —Te habías tardado en llegar ¿No le pagaron lo suficiente a su vigilante este mes? —responde déspota. —No eres su único trabajo en la ciudad, también tiene un par de idiotas más por vigilar. Observé el tablero que tenía en una pared con información y fotografías de los asesinos de su familia, así como también vi una foto de ellas, todo dentro de mí se revolvía al recordar sus cuerpos y parpadeé un poco evitando derrumbarme. —Vete de aquí y si viniste con Marcus dile que también se largue. —Seguro, pero tú vienes con nosotros. —No iré a ningún sitio con ustedes, así que lárgate de aquí Oz —él se levanta enfurecido y con unas profundas ganas de golpearme, pero no me inmuto ante su reacción. —Sí lo harás, porque esas armas que tienes no serán suficientes para acabar con el ejército que custodia a ese imbécil. —Por eso tengo bombas. —Sé que las extrañas, pero muriendo no solucionarás nada, ahora vámonos. Caminé hasta la mesa recogiendo todo lo que tenía, le entregué algunas cosas, yo me llevé otras y nos dirigimos al auto en silencio rumbo al muelle, al llegar nos encontramos con Valencia quien nos dirige a la bodega correspondiente donde encontramos a Marcus fumando un cigarrillo, algo que solo hace cuando el estrés o la ansiedad le gana, suponiendo que no sea la ira lo que lo consuma. —¿Esta es su manera de hacer una maldita intervención? —pregunta Ismael. Marcus me entrega el cigarrillo al que doy una profunda calada mientras ambos vemos a nuestro hermano consumidos en el mismo pútrido sentimiento que él. —Esta es nuestra manera de hacer una venganza —contesta Marc con total seriedad y odio. Él abre la bodega exponiendo el arsenal que resguardaba con todo tipo de armas y explosivos, unos cuyo fabricante reconocía perfectamente. —Sabes que la familia siempre se apoya Ismael y nosotros siempre estuvimos para el otro, especialmente en los peores momentos —dije. Le entregué el cigarrillo y él da una calada ladeando una sutil y oscura sonrisa. Entre los cuatro tomamos el armamento, vestimos los trajes antibalas y cubrimos lo que pudimos bajo los abrigos. Con todo listo partimos a la zona que nos indicó Ismael, un escondite que había descubierto en los días que estuvo investigando. Ismael —Jamás vi esta marca, pero se nota la calidad del armamento —mencioné en lo que veía algunas armas. —Son de unos amigos de Alemania, son excelentes para cazar y la mira puedes cambiarla según la necesidad —dice Oz mostrándome las diferentes modalidades en la mira. —¿Y desde cuándo se relacionan con los alemanes? —Desde hace dos años; cuando estuvieron a punto de asesinar a uno de los nuestros de no ser por Oz que intervino a tiempo —contesta Marcus con un profundo odio recordándome a la vez que ocurrió lo de Livi. El semblante de Oz es incluso peor al de Marc, no sé contra quién atentaron, pero tampoco quise preguntar al encontrarme tan cargado con el asunto de mi familia. Durante las últimas semanas hablé con “mi niñero” para que me diera toda la información que tuvieran sobre los responsables del asesinato de mi familia, estuve investigando a fondo y encontré un punto en San Diego donde los Oseguera operaban, mismo lugar donde vi al infeliz de Camilo Oseguera, el bastardo que acosó a Linda y dio la orden de atentar contra nosotros en agosto. Muchas veces quise meterle un maldito tiro en la cara cada que lo veía salir del edificio con sus guardias y sus dos hermanos; Valentín y Rocco, los verdaderos líderes de la organización. Según encontré, Rocco es el hermano mayor y quien se encarga de los negocios sucios, Valentín del lavado de dinero por medio de las empresas bancarias que posee y Camilo es el idiota bueno para nada que solo causa molestias en lo que sus hermanos limpian su desastre. —No te preocupes, si debemos acabar con todo el grupo de los Oseguera así se hará —dice Marcus con total firmeza. Por primera vez, en lo que íbamos en el helicóptero rumbo a San Diego, me percaté que este problema podía expandirse a él si llegaban a quedar rehenes, especialmente alguno de los hermanos. —Marcus, creo que lo mejor sería que te mantuvieras al margen, los dos, a decir verdad. —Gracias por preocuparte, pero no te dejaremos solo en esto. —Marc, no quiero que mi problema se extienda a ustedes poniéndolos en peligro, ya pasaron por mucho hace años y esto es casi como repetir la historia —esta vez sí estaba angustiado. —Bien dicho, casi, ahora poseo mucho poder, mucho dinero y muchos hombres a mi disposición para provocar la tercera guerra mundial si es necesario, y todo por ti. —Y no te olvides del arma secreta, ella sin duda sería lo más volátil de todo el arsenal —pronuncia Oz con mucho orgullo llegando a sorprenderme. —Por cierto, ¿cómo hiciste para convencerla de que no viniera con nosotros? Porque la última vez que hablé con ella estaba decidida en venir —Marc suelta un pesado suspiro y me mira como meditando su respuesta. —Quizás no sea tan bueno actuando como ustedes dos, pero cuando hablo con total honestidad, ella logra comprender la importancia de mis palabras y accede a mis peticiones. —La verdad siempre será el mejor engaño —intervine, ambos ladean una sonrisa. —No sé de quién estén hablando, pero suena interesante. —Quizás cuando todo esto pase por fin puedas conocerla, pero solo será cuando estés preparado —las palabras de Marc me dejan un poco confundido y más por la melancolía que emana. —¿De quién se trata? —divaga un poco en la respuesta hasta que finalmente se decide en responder. —Mi hija, Livi y yo la adoptamos hace unos años, ella… es una joven muy especial. Ahora comprendo por qué dudaba tanto en responder y fue razón suficiente para no seguir haciendo más preguntas por ahora, sería muy doloroso para mí y eso solo agrandaría la herida en mi corazón. —De igual forma creo que no deberías intervenir, o al menos hazlo de una manera donde ellos no sepan quién eres, los tres sabemos que cualquier cosa puede ocurrir y alguien podría escapar. —Creo que Isma tiene razón Marc, tal vez puedas darnos algunos de tus hombres y tú puedes quedarte en la base ayudándonos con las cámaras, así nadie sabrá que metiste las manos en este territorio. —¡No, olvídenlo!, ustedes dos me apoyaron demasiado e Isma se quedó conmigo cuidando a mi familia en Massachussets, no me haré a un lado cuando más me necesita. —Marc, te agradezco lo que haces y comprendo bien tus palabras, pero tienes una familia que necesita de ti, tienes hijos que todavía dependen de ti y no sería justo que algo les pasara, entiende que no puedo cargar con otra muerte en mi consciencia, por favor. —Detesto que siempre me dejen por fuera. Pobre Marc, sé que en verdad Oz y yo lo protegemos cada que hacemos eso dándole la sensación de hacerlo a un lado, pero él a pesar de todo lo que vivió sigue siendo un buen hombre y es lo que queremos resguardar en él. —Señor, es José, tenemos un problema —interrumpe Valencia. —¡Maldita sea!, no me digas que va camino al hangar —grita Marc bastante furioso, pero Oz por otro lado escucha con cierta villanía, como si supiera que una travesura ocurrirá. —Amm… no señor, no va camino al hangar, está a punto de subir al avión —contesta el hombre un poco nervioso. Marc le arrebata el móvil y lo escuchamos discutir con alguien, la conversación se va calentando con esa persona a tal punto que los gritos de él me desconciertan, sea quien sea tiene un poder tan grande como el de Livi, ya que es la única mujer que he conocido puede dejar a Marc tan ofuscado. Al llegar a San Diego, Oz le dice a Marcus que mejor regrese a Nueva York antes de que las cosas se compliquen con “ella”, aprovecho la oportunidad para insistirle en mi petición y él accede de mala gana regresando en un avión dejándonos con un puñado de sus mejores hombres. —Eso es lo bueno de tener un extra que te ayude en casos como este —Oz me da un guiño con mucha satisfacción e ingresamos a la camioneta. Típico de él ser el director de la orquesta… Llegamos al edificio y una vez en posición activan los explosivos llamando la atención de toda la seguridad, varios hombres salen armados hasta los dientes y otra explosión se efectúa dándoles de baja al instante, entonces Oz y yo junto a otros tres hombres ingresamos al edificio dirigiéndonos al piso donde se supone deben estar los hermanos. La lluvia de disparos no se hace esperar por parte de ningún bando, Oz se mantiene a mi lado cuidándonos las espaldas mientras los otros nos resguardan abriéndonos camino. El sonido de las explosiones es ensordecedor, las heridas no son nada en comparación al dolor que he padecido desde que ellos irrumpieron en mi casa y tras dejar el camino de cadáveres llegamos al punto correspondiente. La seguridad aquí fue mucho mayor, pero Oz y yo despertamos lo peor de nosotros al ver la cara de ese imbécil quien se encuentra disparándonos. Poco o nada me importó al tenerlo cerca de mí pues estaba decidido en acabar con él, así que retiré el pasamontaña dejando que viera mi rostro, apreciando a la mismísima muerte quien había venido exclusivamente por él. Su cara se desencajó por completo quedando un poco nervioso, pero igual intentó mantenerse firme descargando su arma en mí. Sé que lo más rápido sería meterle una bala en la cabeza y asunto terminado, pero quería que sufriera, quería que pagara por lo que hizo. En cuanto quedó sin municiones lo tomé de sus prendas arrojándolo contra la pared descargando toda mi furia en cada mano contra su rostro, con cada impacto veía a mis hijas, a Linda, incluso llegué a ver a mi madre, a Livi, a Bárbara y sus hijas. Cada uno de los rostros de las mujeres más importantes en mi vida se hizo presente incrementando mi ira y me olvidé por completo de mi entorno, pero sé que Oz estaba cuidándome, me daba tiempo para disfrutar de los golpes que le daba a Camilo, lo mejor de todo era que él pensaba que podía acabar conmigo o que sus golpes me derribarían igual a la última vez, pero cuando es el fango mal oliente el que arrastra el odio y el dolor por tus venas, todo lo que se supone debería acabar contigo; no termina haciéndolo y el dolor incluso se torna placentero volviéndose parte de tu propio cuerpo. —¡Ismael! El grito de Oz me saca de tan hipnótico momento, Rocco está a punto de dispararme y Oz interviene en el camino recibiendo los disparos, todo pasa tan rápido y al mismo tiempo tan lento que mi hermano choca con mi cuerpo a la vez que yo levanto mi arma propinándole a Rocco dos tiros en el pecho y otro en el rostro acabando con su vida. —¡Oz! ¡Oz! —grito asustado al verlo herido en el suelo. Algunos de nuestros hombres llegan para resguardarnos y es cuando miro hacia donde estaba Camilo tirado, encontrando únicamente un rastro de sangre, el infeliz había escapado en esos segundos que estuvo libre de mí. —Ve por él, olvídate de la tortura y asesina al hijo de puta, una bala por cada una —Oz me entrega una magnum con una mirada que reconocía bien. Esa arma no era parte del equipo que nos trajimos, sino que era una muy especial que habíamos comprado años atrás cuando empezó el problema de Marcus, una que arrebató la vida de cada uno de los que más daño nos hicieron desde ese momento pasando por las manos de ellos y siendo ahora mi turno de alimentarla con la sangre de Camilo Oseguera. —Será mejor que no te mueras o juro que te mataré, maldito psicópata de mierda —ríe cual demonio. —Necesitarán más que esto. Ahora corre y caza al maldito. Salí disparado a todo lo que mi cuerpo daba siguiendo el rastro de sangre hasta las escaleras, escuchaba varias pisadas y las voces de Camilo y Valentín gritándose para apresurar el paso, pero al llegar al último piso se van ocultando entre los autos que hay en el parqueadero, saco otra arma generando un fuego cruzado entre los tres y entonces me encuentro con Valentín, quien logra golpearme sorpresivamente. Comenzamos una pelea entre los dos bastante fuerte, se nota que entrena más que su hermano al ser sus golpes más coordinados, pero tampoco me rindo pese al dolor que me produce, contraataco sin piedad arrinconándolo contra un auto, tomo su cabeza con fuerza rompiendo la ventana con esta, golpea mi abdomen con el codo y pateé su rodilla produciéndole un exquisito grito que encendió lo peor en mí, sin embargo, Camilo aparece por detrás dándome dos tiros en la espalda, mismos que no logran lastimarme de gravedad gracias al chaleco antibalas, pero en un rápido movimiento uso a Valentín como escudo humano recibiendo este los últimos tiros. Arrojo el cuerpo del infeliz y comienza otra carrera entre Camilo y yo por todo el lugar, saco mi Magnum enfocándome en la cabeza de él y da un giro escudándose entre unos autos en lo que le sigo el paso, pero el imbécil queda acorralado entre dos camionetas y una pared y se gira observando su destino en mi cara llena de puro rencor. Levanté mi arma pensando en los gritos de mi familia, me ensordecí nuevamente con ellos derramando unas lágrimas y di el primer tiro pensando en Linda impactando en el abdomen. —Esa es por mi esposa, aquella de la cual debiste olvidarte. Di un segundo tiro que lo hizo chocar con la pared desangrándose en uno de sus pulmones. —Esa es por mi hija Jade, porque nunca más la abrazaré. Caminé unos pasos hasta él derramando más mi dolor, mi arma quedó en su cabeza viéndolo temblar y solté con todo el peso del infierno. —Y esta última es por mi hija Norah, porque nunca más la escucharé. Impacté el último tiro en su cabeza viéndolo caer con sus sesos esparcidos frente a mí y su sangre salpicando un poco mi cara. Por unos segundos sentí paz, tal y como había dicho aquella voz semanas atrás, pero así como vino así mismo se fue al escuchar un auto arrancar. Di media vuelta viendo que Valentín escapaba a toda velocidad y corrí tanto como pude disparando al auto, pero desgraciadamente no había logrado asesinarlo, aunque sé que está herido por los últimos disparos que di. Maldita sea, sabía que esta mierda podría pasar, pero al menos me alegra saber que Marcus no estuvo con nosotros, ahora debemos atrapar a ese infeliz como sea.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD