122. FUEGO EN LA CARRETERA

2355 Words
En la noche Livi y Marcus se fueron a casa mientras Robert y Liam se quedarían con nosotros para hacer algo muy especial que tenía en mente con mi pequeña, aunque solo teníamos planeado hacerlo con Travis, pero ya que se nos unieron dos más no veo por qué rechazar la diversión extra. Sobre las nueve nos arreglamos todos para salir y entregué las tarjetas de identificación falsas, lo bueno es que los chicos al estar más altos y musculosos se veían mayores de edad, pero mi única preocupación era Rag quien todavía no salía de la habitación. —Rag muévete, queremos irnos ya —reclama Liam tocando la puerta de su alcoba. —En serio que a veces eres un fastidio —responde ella al otro lado. —Sabes que no, pero tampoco creí que serías como las demás chicas que tardarían tanto en arreglarse. —Si quieres dar una buena impresión, debes hacerlo por lo alto —sonó tan Bonny y Livi que no hace falta preguntar cuál de las dos se lo enseñó. De pronto la puerta de su habitación se abre y los cuatro quedamos expectantes, pero fue mucho mayor la sorpresa de todos al verla salir con unas botas altas hasta las rodillas y medias veladas negras sujetas por un liguero del mismo color (lo que obviamente podía saber gracias a la minifalda que tenía puesta la cual no dejaba demasiado a la imaginación), un top ceñido a su esbelta figura de hombros caídos manga larga, el cual adornaba con su cabello suelto en voluminosas ondas y un labial rojo intenso que resaltaba más sus facciones con el delineador n***o en sus ojos. —¡Ni creas que saldrás así! —exclama el trío de hormonas celópatas a mi lado. En lo que ellos le discuten para que vaya a cambiarse porque no irá con nosotros, yo me acerco a ella detallando cada parte de su cuerpo y es cuando noto las argollas plateadas que compré tiempo atrás, estas se las había dado a Travis para que se las entregara de mi parte y verla con ellas puestas es hermoso para mí. Creo que ahora sé lo que sintió Marc el día que le dio los zarcillos a Livi. —Te ves espectacular mi pequeña —si tan solo ellos no estuvieran aquí me habría aprovechado de la sensual mordida que acaba de dar en su labio. —solo me gustaría darte un toque extra si no te importa —asiente silenciosa. —¿Es en serio? No puedes dejar que salga así —reclama Liam. —Es tu hermana; no mi hija, y para mí se ve espectacular ¿o acaso alguno de ustedes cree que se ve fea con ese atuendo? —pregunta suficiente para dejarlos paralizados en el acto. Fui a mi habitación sacando dos cajas del armario donde guardaba la campera obsequiada por Becca y otra hecha por Bárbara que me regaló al graduarme de la universidad, ambos obsequios conservados bastante bien con los años y que hace mucho no usaba, también tomé un pequeño estuche que tenía guardado en la caja fuerte y regresé a la sala con todos. —¿No se supone que es Travis el que está cumpliendo años? —pregunta Robert al verme llegar donde ella. —Sí y aquí también tengo algo para él —hice una señal a mi hijo para que se acercara. Abrí la primera caja sacando la campera obsequiada por Bárbara y retiré la de mi hijo cambiándola por esta, que estaba hecha en cuero marrón oscuro con detalles muy elegantes, una la cual le quedó perfecta y de hacer más ejercicio se le vería mejor. —Esta campera me la obsequió Bonny acompañándome en momentos importantes cuando estaba en Europa, gracias a ella sobresalí en círculos importantes de alta alcurnia y ahora quiero que la lleves contigo —dije en lo que organizaba la prenda. No importa si es un adulto, su inocente sonrojo acompañado con el semblante de la niñez es algo que siempre me trae paz. —Gracias papá —me da un fuerte abrazo el cual recibo con gusto. —Para ti tengo dos cosas —dije a Rag abriendo la caja pequeña que contenía una gargantilla en gamuza con un dije de plata alargado, lo acomodé en su cuello y después abrí la otra caja. —Esta campera fue el primer obsequio que recibí de la primera persona que me enseñó lo que era el cariño y ahora quiero que lo tengas tú. Abrí la campera y la acomodé con cuidado en ella, repasé su imagen con todo lo que tenía quedando completamente satisfecho y ella va al espejo de la sala detallándose por completo, a la vez que me obsequia el mismo semblante que me dio Travis. —Gracias Oz —murmuró tan virginal que me enamoré más de ella. —Bueno, ahora que todos estamos listos es hora de irnos. Mi pequeña no les dio tiempo a nada y salió rápidamente tomada de mi mano, sus hermanos al ver que las puertas del elevador estaban a punto de cerrarse salieron corriendo hacia nosotros, discutieron un poco más, pero ella solo presionaba mi mano ignorándolos por completo. Ya en el auto nos fuimos a las afueras de la ciudad, esa noche quería que ellos disfrutasen por lo alto en un ambiente más juvenil y al mismo que sea a gusto de todos. —¿¡Carreras clandestinas!? —pregunta Liam cual niño pequeño al ver los autos pasar junto a nosotros en la desolada carretera. Su gusto por los autos y las motos fue algo que le inculcó Isma desde pequeño, Liam solía ayudarlo a arreglar algunos vehículos cuando se quedaba con él tomándole gusto a este mundo, así que es algo significativo aun al día de hoy. —Sé que todos aquí disfrutamos la velocidad, así que será perfecto. —¿Y no se verá extraño que un hombre de casi cuarenta nos acompañe? —pregunta Robert con mucha perspicacia. —Es mejor que esté con ustedes en caso de que venga la policía, solo asegúrense de que Livi y Marc nunca se enteren de esto o estaremos muertos. —Ojalá el tío Isma estuviera aquí para ver esto —comenta Liam con mucha nostalgia. —Quizás la próxima vez, no te desanimes. No cabe duda que la unión en esta familia es muy fuerte sin importar el tiempo o la distancia. A lo largo de la noche nos deleitamos entre muchas carreras, apuestas, los chicos bailando con algunas mujeres que conocieron en el lugar y por supuesto, el alcohol que no podía faltar, lo mejor para mí era ver a mi pequeña bailando con ellos o bien provocando los celos de sus hermanos al acercarse a algún hombre, o mujer, en caso de que esta no le gustara para alguno de los tres. —Es linda —dice un sujeto que se acomoda a mi lado señalando a Rag, la cual está bailando sensualmente con Robert. —¿Crees que pueda invitarla esta noche? Mis amigos y yo estamos ansiosos de bailar con ella. Detallé a los sujetos que estaban a unos metros de nosotros, pero aun con sus caras de motoristas rudos no me inmuté para nada. —Será mejor que te olvides ella, ninguno le llega a los talones. Iba a darle un trago a mi cerveza cuando el sujeto la arroja al suelo llamando la atención de algunos y colocando su muy trabajado pecho por lo alto, creyendo que soy cualquier imbécil al cual puede intimidar. —Creo que no entendiste lo que dije anciano, mis amigos y yo queremos divertirnos con esa belleza esta noche —pronunció amenazante. Los chicos se van acercando y Rag queda detrás de ellos, le hago una señal repasando la uña de mi dedo anular por la barbilla y asiente sutilmente, con esto ya sabe que debe disfrazarse de oveja. —¿Hay algún problema con él? —pregunta Robert quien es uno de los que más logra intimidar con sus facciones de psicópata introvertido. —Lárgate idiota que esto no es asunto tuyo. —Para desgracia tuya sí es asunto mío y el que debe largarse de aquí si no quiere un problema, eres tú. Los sujetos que venían con el idiota se acercan amenazantes contra mi hijo y sobrinos, siguen amenazándolos y es cuando Rag corre interponiéndose entre ellos. —¡Deja a mis hermanos en paz! —grita cual princesita de papá empujando un poco al sujeto. En serio que esos dotes actorales son excelentes en ella. —Tranquila muñequita, solo ven con nosotros y te aseguro que ellos saldrán bien librados de esto. —Ni te atrevas a tocar a mi hermana o te parto la cara —amenaza Liam a nada de cumplir con su cometido. Las cosas se van calentando entre todos, ellos toman con fuerza a Rag quien se hace la inocente víctima y aunque sus hermanos saben que ella podría partirle hasta el alma a todos, no interceden de ninguna forma, pues reconocen que si esa dulce paloma muestra esa fachada es porque pronto sacará las garras. Sin embargo, quise poner las cosas más interesantes y aposté una carrera donde el ganador se llevaría un auto, veinte mil dólares y a Rag. —No necesito apostar nada cuando perfectamente me puedo llevar a esta perra —suelta el infeliz provocando la ira de todos. —Me encanta que digas eso —respondí sacando un poco al psicópata que hay en mí. —porque aquí frente a todos no eres más que un cobarde que ni siquiera puede pelear por algo, o en este caso, alguien que valga la pena. Él se la devora con la mirada sujetándola más fuerte y relame sus labios lascivamente. —Al menos reconozco que el viejo tiene razón y tienes un buen culo —dice el muy asqueroso en su oído. Rag se remueve un poco intentando alejarlo y me lanza una temeraria mirada que me prende. —De acuerdo ¿y cuál de ustedes pedazos de inútiles competirá conmigo? —Yo lo haré, pero si quieres que tus amigos también disfruten de ella, entonces deberán competir contra ellos y ya que somos cuatro, quizás una pelea y una carrera de dos contra dos sería perfecto. —Hecho. Lo primero que hicimos fue empezar por la pelea, pero al haber uno de ellos adicional, su líder (al cual llamaré esta noche “Idiota 1”) decide quedarse con Rag aprisionándola entre sus asquerosas manos mientras dos de sus amigos vienen hacia nosotros preparándose para la pelea. Le dije a Travis y Robert que se encargaran de esta ronda pues eran excelentes combatientes y por mi parte, fui con un sujeto llamado Red quien se encargaba de las apuestas, negocié con él los términos y comenzamos todo. —Muy bien señores, recuerden que deberán derribar a ambos contrincantes para finalizar la pelea, todo debe ser limpio y sin armas ¿Entendido? —informa Red y los cuatro concursantes asienten. La verdad me encantaría escribir una fascinante historia para contarle algún día a mis nietos sobre esta noche, pero tristemente esta pelea no duró más de cinco minutos porque Travis y Robert con todo el entrenamiento que tenían en combate los derribaron con mucha facilidad, lo más irónico es que el idiota dos y el idiota tres sacaron unas navajas creyendo que los asustarían… pobres imbéciles, si supieran que la pequeña en sus brazos con cara de aburrimiento produce mayor terror en ellos al igual que la madre de esos tres. —Muy bien Idiota 1, van diez mil dólares ganados, ¿todavía quieres enfrentarte a nosotros en la carrera y ser doblemente humillado? El sujeto estaba que echaba humo igual que una caricatura, pero mi pequeña es otra que estaba cerca de hacer lo mismo pues el aburrimiento y la paciencia no son sus mejores aliados en casos como este. —Despídete de tu zorra porque me la follaré toda la noche hasta que grite mi nombre —escupe el imbécil con aires de grandeza, pero yo solo sonreí con total tranquilidad. Volví con los chicos y acordé con Liam en que competiría en mi auto en lo que él tomaría prestada una moto con ayuda de Red, la revisamos entre los dos para asegurarnos de que no hubiese fallas en la misma y todos tomamos posiciones, aunque el idiota 1 se aseguró de meter a Ragnar en su auto, ella “intenta” zafarse de él sin éxito y más al ser amenazada con un arma. El idiota y yo nos quedamos mirando un instante, pero en lo que él suelta una sarta de estupideces, mi pequeña me amenaza silenciosa solo con el movimiento de sus labios diciendo: “esta me la pagarás cuando salga de aquí”. Dan la señal a los participantes y al bajar la bandera salimos a toda velocidad. Esta sin duda podría haber sido otra historia digna de ser recordada, pero tristemente y aun cuando nos hicieron trampa a Liam y a mí intentando sacarnos del camino, logramos maniobrar exitosamente llegando a la meta, mas el idiota vuelve a encender el motor intentando escapar. Doy reversa al auto siguiéndolo de esta forma a toda velocidad, él saca su arma comenzando a dispararme y Rag pelea con él a la vez que intenta mantener el auto lo más firme posible, abro la puerta del copiloto y en un ágil movimiento ella ingresa al auto, disminuyo la velocidad y regreso con ella quien tiene un poco de sangre en el labio. —No puedo creer que se demoraran tanto y lo que es peor, hacerme perder el tiempo por dinero —reclama furiosa. —Lo que yo no puedo creer es que dejaras que tocase tu rostro. —Eso fue por un mal movimiento cuando soltó el volante y me dio con el arma, un golpe de suerte supongo. —Bueno… ¿y cómo piensas cobrarme lo que te hice? —sonríe maquiavélica dándome a entender que la noche recién comienza.
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