123. UNA NOCHE INOLVIDABLE I

2244 Words
Travis Sentí un horrible dolor y pesadez en todo mi cuerpo como nunca antes, mi cabeza estallaría en cualquier momento con la terrible migraña que tenía y aumentaba por la deslumbrante luz externa que atravesaba la ventana, así que fregué un poco mis ojos intentando acostumbrarme a su intensidad. Me senté como pude, pero extrañamente algo se mueve en la cama y al girar mi rostro al lado izquierdo, me percato que se trata de Liam quien duerme tranquilamente, al lado derecho se encuentra Robert de la misma forma y aunque me encantaría decir que esto no tiene nada de raro, no es así. Miro a mi alrededor encontrando la habitación hecha un desastre e intento levantarme retirando inevitablemente la sábana de los tres, es entonces cuando me doy cuenta que estábamos completamente desnudos y el dolor en mi cuerpo se intensifica al dar un mal paso chocando con el armario detrás de mí, provocando un fuerte ruido que los hace despertar. Intento recordar algo, pero lo último que viene a mi mente es a mi padre tomando el dinero después de la carrera, lo reparte entre todos y salimos rumbo a Manhattan, después de eso… nada. Mi respiración se torna errática y mis nervios se disparan al ver una nota de color amarillo fluorescente pegada en la pantalla del televisor con las palabras: “Enciéndeme” y abajo “Reprodúceme”, señalando el control remoto el cual tomo con el mayor temor del mundo y es cuando veo tres cintas en mi muñeca, dos pertenecientes a dos discotecas, pero el nombre de una indica que es un lugar de ambiente, mas la tercera es del hospital general de Nueva York. Enciendo el televisor sin saber con qué me encontraré, la canción de Flo Rida – Right Round comienza a sonar a todo volumen alertando a mis hermanos, quienes ven aterrados como yo la pantalla y más a los tres transexuales que ingresan a la habitación con unas bandejas de comida en una muy corta bata de seda, entonces nuestros ojos se abren a más no poder cuando un letrero aparece en grande en el televisor diciendo: Esperamos que les guste este regalito de cumpleaños, fue una noche espectacular para todos. Con amor, Oz y Rag. —¿¿¡¡QUÉ MIERDA PASÓ ANOCHE!!?? —gritamos los tres al unísono al ver la recopilación de fotos que van avanzando con la canción de fondo. (…) En algún lugar a las afueras de Nueva York – 14 horas antes. 10 p.m. Ragnar Regresamos con mis hermanos, el grupo de idiotas viene contra nosotros una vez el asqueroso de su líder llega malherido gritando mil improperios a nosotros, pero antes de que puedan acercase a ellos, caminé enfurecida y con mi nula paciencia a todo lo que da golpeando a los imbéciles, siendo su líder con quien más me deleité al romperle la cara y de paso, asegurándome que no vaya a reproducirse en toda su vida. —La próxima vez mejor no vuelvan a tocar a una mujer, quizás ella no sea tan piadosa como yo. Di la última patada en la cara y entrepierna de uno de ellos y volví con mis hermanos. —Me encanta cuando sacas toda tu furia contra otros —dice Liam levantándome en un fuerte abrazo. —Tenía que hacerlo y más porque el imbécil quiso sobrepasarse conmigo. —Tranquila, mejor enfoquémonos en seguir la noche juntos —Robert deposita un beso en mi frente ladeando una cálida sonrisa. Quedo hablando con mis hermanos sobre a dónde ir ahora en lo que Oz habla con Red para recoger el dinero de la apuesta, llevándose un total de ochenta mil dólares de los cuales entregó cinco mil a Red por los servicios prestados, luego le entrega diez mil a Trav, otros diez a Liam, otros diez a Rob y el restante lo divide entre él y yo. Regresamos al auto retomando carretera rumbo a Manhattan escuchando música a todo volumen y recordando lo ocurrido, pero yo seguía con mi espina clavada por lo que me hicieron pasar. Nos dirigimos primero a una discoteca en la ciudad donde comenzamos con una botella de tequila, Oz repartió los shots a los presentes y levantó el cristal con una enorme sonrisa demencial, la cual me indicaba que algo se traía entre manos. —Por una noche como ninguna otra y por otro cumpleaños más que celebramos con mi hijo. Salud. —¡Salud! —respondemos todos bebiendo hasta el fondo y servimos dos rondas más para entrar en calor. Nos quedamos cerca de una hora en la discoteca entre dos botellas más de tequila y mucho baile, pero en la última ronda Oz pide que traigan algo especial para todos, llama a mis hermanos quienes están bailando felices de la vida con unas mujeres que recién conocieron y le entrega a cada uno un shot con una bebida oscura, mientras que la de él y la mía es un poco más traslúcida. Por supuesto, ellos la beben sin preguntar nada diciendo al final que está bastante buena, pero estoy segura que algo tenían las bebidas o de lo contrario él y yo habríamos tomado lo mismo. —Espero que esto compense el mal rato que te hicimos pasar —susurra en mi oído como si hubiese leído mis pensamientos y deja una mordida en mi lóbulo. —Muy bien muchachos, hora de ir a un sitio más movido. Todos gritan aceptando la invitación de él y salimos del lugar, un joven conduce el auto de Oz llevándonos hasta un club de strippers ubicado en el Bronx, le cancelan el servicio por traernos e ingresamos siendo dirigidos por una host hasta la zona VIP, Oz pide una botella de Jack y Liam pide una de vodka con los respectivos pasantes. En ese momento las luces cambian a un color azul claro y un reflector apunta hacia la tarima de donde salen cinco mujeres con poca ropa, todas comienzan a bailar muy sensuales al ritmo de la música, los hombres vitorean y silban con fervor ante el movimiento de las bailarinas y los alaridos se intensifican cuando ellas suben a unos tubos de pole dance. Mis hermanos, quienes ya están con unos buenos tragos encima, hacen lo mismo que los otros hombres dejando algunos billetes en las pequeñas prendas de las mujeres en lo que yo bebo el whisky muy tranquilamente, detallando una a una desde sus cuerpos, vestimentas, movimientos y expresiones faciales. No sé por qué, pero un extraño calor comenzó a recorrer mi cuerpo en ese instante y recogí mi cabello en una cola alta. —Ahora regreso, iré al baño —informé a Oz. Salí rápidamente y coloqué agua en mi rostro y cuello, el calor era insoportable, sentí que incluso el agua estaba caliente. —¿Quieres refrescarte un poco? Veo a un hombre de quizás treinta años ingresar al baño, se acerca repasando sus dedos en mi cuello y una extraña corriente me atraviesa dejándome muy confundida porque no me siento a gusto con él, ni siquiera sé quién mierda es, pero antes de romperle la mano por llegar a tocarme, Oz se posiciona detrás de él alejando su brazo de mí e impacta su cabeza en el lavabo dejándolo inconsciente. —Es una suerte que no te pierdo de vista o esto habría terminado peor. —¿Qué pusiste en las bebidas? —Un pequeño experimento en el cual trabajé los últimos meses, pero tranquila, a diferencia de tus hermanos, no será tan fuerte para nosotros al poseer buenas defensas —hizo un guiña y dejó una caricia en el mismo lugar donde me tocó ese sujeto. —Mantente cerca de mí para que no te pierdas la diversión y la próxima vez no lo pienses tanto para fracturarle la mano al idiota que se atreva a tocarte. Deja un beso en mi cuello lascivamente y salimos tomados de la mano rumbo a la mesa, aunque ambos fruncimos el ceño y una perversa sonrisa se traza en nosotros al ver que esos tres están bailando con las strippers, pero no son las mismas de hace un momento, sino que estas son transexuales. —¿Todavía crees que no puedo pagarte las molestias? —pregunta él maquiavélicamente y la misma idea se plasma en ambos soltándola al unísono con exorbitante emoción. —¡Vamos a un bar gay! (…) Oz Saqué a los chicos de las garras de sus depredadores a quienes pregunté por una discoteca de ambiente, ellos recomendaron una muy buena en Manhattan y nos dirigimos rápidamente hacia allá. Llegados al sitio pagué la entrada de cada uno, colocaron la segunda manilla en nuestras muñecas e ingresamos pidiendo otra botella de tequila por orden de Travis y una de whisky por orden de Robert, lo que me dejó intrigado mas no dije nada en el momento. Las cosas volvieron a prenderse con la música a todo volumen y no perdemos más tiempo, sino que salimos a la pista de baile disfrutando de la compañía de todos ganándonos la mirada de algunos. De pronto vemos a un grupo tener una competencia de baile, el público enloquece y nosotros gritamos siguiendo la algarabía, pero entonces Liam sale a la pista soltando sus mejores pasos para competir contra otro sujeto que al final termina enganchado a él, sin embargo, Liam lo rechaza y aparece otro hombre con un vestido rojo bastante corto, peluca de enormes risos y su busto operado a reventar. —¡Tú serás la afortunada de esta noche! —grita él robándole un beso con todo y lengua. Seguimos en la pista y es cuando pierdo de vista a Rag, quien no tarda en aparecer con otras dos “señoritas” que la verdad si las ves pasar rápidamente por la calle creerías que son mujeres biológicas y no transexuales. Lo curioso del asunto es que ambas poseen características que son a gusto de Travis y Robert, quienes no tardan en ponerle el ojo encima llevándolas a la pista de baile igual que hizo Liam con su nueva compañera, en lo que mi pequeña y yo nos divertíamos fotografiándolos y grabándolos. Todo pasa a otro nivel cuando las cosas se ponen más emocionantes en la disco y los tres van a la tarima pidiendo una canción en especial y comienzan a bailar muy sensuales a medida que retiran sus prendas, mi pequeña y yo nos miramos con una segunda idea en mente y pedimos a las acompañantes que consigan tubos, embudos, botellas de alcohol, cadenas y una crema chantilly de la barra. Por suerte el público estaba muy activo y dieron paso para traer todo cuanto antes, mi pequeña vio a una chica con un látigo y la llamó a la tarima pidiendo prestado su instrumento. —¡De acuerdo, pero tendrás que convencerme! —grita la joven. El público alienta a Rag para que haga algo, pero mi pequeña no es de las da el brazo a torcer e invitó a la joven a subir a la tarima, la sentó en una silla diciéndole que sostuviera fuerte el látigo y si no lograba quitárselo, entonces la dejaría hacer lo que quisiera con ella, a lo que la joven no se negó en absoluto. Mi pequeña habló con todos coordinando lo que harían, en lo que yo me quedé abajo haciendo las tomas correspondientes del espectáculo cuando siento que alguien va colocando su mano en mi pantalón y al divisar a la persona, encuentro a dos jóvenes de no más de veinticinco años. —¿Qué te parece si salimos a divertirnos los tres? —ofrece uno de ellos. —Me encanta la propuesta, pero esta noche debo cuidar cuatro vidas —sus semblantes cambian ante mi negativa e intentan irse. —aunque nunca dije que no podíamos divertirnos aquí —la ilusión de la perversión en la juventud despierta y con ello mi oscuridad. —Vamos al baño, allá la pasaremos excelente —dice su acompañante. Acomodé la cámara en mi pantalón y acuné mis manos en sus rostros, acerqué mis labios a cada uno rozándolos pecaminosamente y los hice quedar de rodillas al dar un suave golpe detrás de estas. —Aquí soy yo quien da las órdenes mis borregos, ahora quiero verlos trabajar al unísono o tendré que enviarlos a la tarima para un castigo. Es cierto que no soy gay, pero tampoco soy un infeliz que le negaría placer a dos almas en desgracia que vienen a tocar la puerta del diablo. Así, mientras ellos van despertando mi placer en un sincronizado oral, mi adorado séquito se prepara, el DJ comienza la programación ordenada por ellos y los chicos retoman su baile dejándose únicamente los zapatos y pantalones, sus acompañantes van atrás como bailarinas extras entregándoles de vez en cuanto algún artilugio arrojado por el público y mi pequeña se roba la atención al repasar sus manos en el cuerpo de Liam retirando su cinturón en un movimiento sensual de caderas, Rag esparce un poco de crema chantilly y lame el pecho de él hasta llegar a su tetilla y golpea firme el suelo con la correa como toda una dómina. —Chicos, creo que tendrán que buscar otro método para llevarse el premio porque el cuero me fascina y quizás los reemplace por este, así que veamos cuán buenos son en velocidad —guiñé un ojo galante que los hace enloquecer.
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