124. UNA NOCHE INOLVIDABLE II

1823 Words
Los tres mosqueteros siguen en su movida con la víctima de Rag quien no cae en sus redes, pero el objetivo no es que ella se enamore de sus cuerpos, pues obviamente es lesbiana, sino que ellos son el factor distractor para que ahora mi pequeña pueda poner la correa en el cuello de ella, uno pone a la víctima de rodillas, el otro retira la silla y es cuando me percato que mi pequeña luna comienza a dar algunos pasos usados por las bailarinas del strip club. Tengo que admitir que el par de borregos son buenos en lo que hacen, pero la verdad me lo han chupado mejor en otros tríos y orgías, aunque al menos esto calma un poco mis ganas al ver a cierta pequeña bailar tan sensual sobre su víctima y más al acomodar su pierna en el hombro de ella. La joven intenta probar su intimidad, pero mi pequeña es más rápida y da un acrobático giro quedando frente a la joven, menea su trasero en su rostro y finalmente se hace con el látigo. Muy victoriosa, impacta dos golpes al suelo alborotado los gritos del público y toma la correa que sigue alrededor del cuello de su víctima, la pone a gatear en la tarima quedando a un lado y la ordena arrodillarse, hala su cabello hacia atrás, me mira perversa viendo la escena con mi par de borregos y sonreímos macabramente para después ella robarle un beso a la sumisa que alborota a todos. Rag da una señal a las acompañantes quienes van por los tres mosqueteros, golpea con el látigo a Liam quien cae de rodillas y repite el proceso con Robert y Travis, ellas acomodan los tubos y embudos en las bocas de cada uno quienes mantienen sus manos en los cuerpos de las acompañantes. —¡VAMOS TODOS A LA CUENTA DE TRES! —grita mi pequeña al público. Todos hacen el conteo con ella a medida que suelta un latigazo en el suelo y al tercer impacto el alcohol comienza a correr en la garganta de cada uno, los chicos masturban a sus acompañantes sobre la tela y Rag suelta dos fuertes palmadas en las tetas de su víctima. El coliseo romano s****l que hemos creado enloquece y con las botellas vacías la música acelera haciendo que todo se descontrole más, pero las exigencias del público son claras pidiendo una escena pornográfica la cual es concedida. —¿Tienen condones? —pregunto a los borregos que se emocionan ante mi pregunta sacando una docena de sus bolsillos. —Solo por eso les daré un buen regalo esta noche —guiño un ojo y les hago una señal para que vayan a la tarima. Ordeno una botella de tequila en la barra tras acomodar mi pantalón, el barman sonríe con picardía al saber lo que hacía y sujeta mi mano al entregarme la botella. —Si me invitas esta noche a una ronda haré que corra por cuenta de la casa —susurra excitado en mi oído. Repasé su rostro con la vista y tomé su cuello con fuerza besándolo apasionadamente, retorcí una de sus tetillas haciéndolo gruñir y mordí su labio. —Si quieres más de esto tendrás que ir a la tarima —lo solté y me fui sin cancelarle directamente, pues sigiloso había dejado quinientos dólares en su bolsillo. Continué mi camino en lo que agregaba algunas gotas de mi elixir especial, agité disimuladamente y subí a la tarima entregándole la cámara a mi pequeña. —Vamos con la siguiente parte mi luna —asentimos con toda la maldad del mundo. Di un trago bebiendo la mitad que había en mi boca y la otra se la di a ella en un beso en lo que hacía que su sumisa también diera un pequeño trago, después fui con los tres mosqueteros dando un shot doble a cada uno, un shot sencillo a los cinco acompañantes y el último trago lo dio el barman, quien vino con nosotros junto a una botella de tequila reserva especial y yo, como buen caballero, bebí el trago final dándoselo en un beso como recompensa a la vez que retiraba el cinturón de Robert y lo ponía en el cuello del barman siendo ahora el segundo sumiso con correa. Rag mira a un lado de la tarima dándome una señal, pregunta al público si hay otro látigo o una fusta y por suerte tenemos otra pervertida, quien era la pareja de la sumisa, me entrega su fusta y arrebato la correa de Travis para someter a la joven entregándosela a mi pequeña, la cual maneja a los con la misma mano. Todos bailan descontroladamente, gritan eufóricos y las prendas van desapareciendo tanto en el público como en los participantes de la tarima, a excepción de mi pequeña y yo quienes tenemos control total de la situación. Entrego dos condones a cada mosquetero, ordeno a sus acompañantes un baile sensual hasta quedar en cuatro frente a ellos y tomo las cadenas para sujetar bien a los borregos, teniendo ahora a tres idiotas en la palma de mi mano unidos por el cuero y el metal. Di una señal a mi pequeña, ella asiente comprendiendo lo que quiero hacer y da una señal al DJ para que ponga un ambiente más erótico, las luces cambian dejando todo un poco más privado. Entre el sensual baile de las acompañantes los mosqueteros bajaron sus pantalones siguiendo el ritmo de la música, se colocaron los preservativos acomodándose en la entrada de cada uno y Rag da un fuerte golpe como orden para que estos arremetan. Por otra parte, ordené a mis tres borregos retirar sus prendas quedando en ropa interior, los sometí fuertemente con la fusta en sus traseros y espaldas, fui al frente viendo que mi pequeña hacía lo mismo con las sumisas y cambiaba el ritmo de los mosqueteros entre latigazos que caían en las espaldas de las acompañantes. Ordené al barman levantarse quedando a mi lado y a los borregos los puse a darnos sexo oral, pero esta vez me enfoqué en golpear sus hombros mejorando exitosamente sus movimientos, di otro golpe a mitad de sus espaldas y el barman y yo nos aseguramos de enseñarles lo que era una garganta profunda. Miré a Ragnar quien increíblemente logró retirar las prendas en su totalidad de las sumisas haciendo que quedaran en sesenta y nueve sobre dos bancas unidas, y pese a la escasa luz, se podía apreciar las marcas de los látigos en los cuerpos de ambas, pero estos fueron hechos con la correa que ella sujetaba en cada mano mientras el látigo reposaba en su hombro. Tras algunas canciones, hice que los borregos fornicasen entre sí con mucha facilidad al estar fuertemente drogados y coloqué de rodillas al barman, impacté un fuerte golpe con la fusta en su mejilla, el cuero repasó delicadamente sus labios e introduje mi falo en su boca obteniendo una mamada de verdad y no la estupidez que hacían los otros dos. Al estar con tantas ganas acumuladas me vine en su boca en un jodido torrencial de placer, acomodé el preservativo y él levantó su culo que estaba listo para mí, por un momento pensé en lubricarlo, pero preferí ingresar de golpe sacándole un fuerte grito de placer y arremetí con ímpetu sintiendo cómo rompía tan explorado culo olvidándome de todo, hasta que una fría corriente recorre mi cuerpo entre caricias suaves y es cuando recordé a mi cómplice, quien yacía apartada de todo este maldito espectáculo de perversión. Fue en ese instante cuando me di cuenta que en medio de mi desenfreno olvidé un pequeñísimo detalle de vital importancia y es que ella, a diferencia de nosotros, no había experimentado el sexo en plenitud, sin embargo, mi pequeña se hizo a un lado sin dejar de observarme con tan profunda mirada como si fuese la mismísima muerte, pero no en un mal sentido, sino como una grata compañía. Tomó mi mano dejando un beso en el dorso, me arrebató la fusta y desprendió su furia en el barman múltiples veces, entretanto, con su mano en mi cintura, me indicaba que no detuviera mi accionar. Sus ojos nunca se apartaron de los míos provocando un huracán de emociones inenarrables, a la vez que continuaba propinando su castigo y entonces, desencadenó el placer en él quien deja un pequeño charco blanquecino en el suelo y cae rendido ante tan nosotros en un orgasmo expandido entre el semen y la sangre. Ella, sin vergüenza ni mesura, retira mi preservativo arrojándolo a un lado del barman en lo que yo acomodo mi ropa y miro a los chicos, ellos, quienes han culminado la primera ronda, van vistiéndose como si Rag les hubiese dado la orden previamente y su gélida mano toma la mía atrapándome nuevamente en sus luceros. —Vamos a otra parte —pronunció seductora domándome por completo. Hablé con las acompañantes en lo que ella hablaba con sus hermanos y salimos los ocho del lugar rumbo a otra discoteca, lo bueno es que no fue necesario comprar nada al llevar la botella que nos habían obsequiado y lo otro, es que una de las acompañantes conocía al guardia quien nos deja ingresar sin pagar el descorche. Los tragos iban y venían nuevamente en un ambiente más tranquilo, siendo el baile lo más erótico del momento, pero es uno en el que quise disfrutar solo con una persona. Ragnar, quien a pesar de todo no se había pronunciado todavía con nada de lo ocurrido en el otro local, bailaba conmigo sin inconveniente alguno, las cosas se ponen más emocionantes en el establecimiento y es cuando perdemos de vista a los tres mosqueteros, siendo alguien del público quien señala hacia arriba y los vemos sostenidos en un barandal. —Presiento que hasta aquí llegó lo bueno con ellos —pronuncia ella un poco temerosa. —Espero que no mi pequeña —la aferré más a mi cuerpo viendo igual de temeroso toda la escena. Pensamos que no pasaría a mayores cuando se alejaron un instante, pero es en ese momento que Robert se lanza al público siendo recibido por todos y luego va Liam a quien también movilizan entre los brazos con mucha emoción, sin embargo, Travis es quien hace que todo el maldito alcohol desaparezca de mis venas al arrojarse de espaldas en el lugar menos indicado, siendo literalmente recibido por el suelo y no por el público, pues era una zona apartada. Rag y yo salimos corriendo hacia él, comenzamos a revisarlo y por suerte no logra desmayarse, pero con ese golpe que se dio prefiero evitar cualquier complicación, así que salimos todos del lugar rumbo al hospital general donde tenía un conocido y este le hizo los exámenes a Trav rápidamente, quedando al final con suero y medicación mientras yo estaba con un terror absoluto que hace años no sentía.
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