125. ENTRE LAS NUBES

2682 Words
Oz Tras una infernal hora de espera donde al fin estuvieron los resultados, pude ver que el golpe no llegó a comprometer el estado de salud de mi hijo dejándome en parte más tranquilo, pero igual esta angustia no se iría con nada hasta que él despertase pues cayó inconsciente al llegar a urgencias, además de mis sobrinos quienes dormían en el sofá frente a mí. —Al menos ahora puedes estar tranquilo por él. Rag ingresa a la habitación con dos vasos de café, me entrega uno al cual doy un gran trago para que haga efecto lo antes posible y ella queda a mi lado de pie viendo a Trav igual que yo. —Te juro que pensé lo peor cuando lo vi caer —murmuré con una horrible sensación en el cuerpo que hace años no tenía. Ella deja el vaso sobre la mesa al igual que el mío y acuna su mano en mi rostro dándome una cálida mirada. —Todo está bien y solo estará dolorido un par de días, pero no es nada que no podamos solucionar en casa. Su seguridad y tranquilidad me inundan por completo y la abrazo ocultando mi rostro en su cuello. —Gracias por estar conmigo. —No te dejaría solo y menos en una situación tan grave como esta —levanta mi rostro dejando una bella caricia que me conforta más. —Sabes que Travis significa mucho para mí también. Al detallar más sus luceros me invade una ola de culpa, el recuerdo de lo ocurrido en la discoteca me abruma y la rodeo intentando mantenerme con ella a la vez que deseo alejarla. —Perdóname por lo ocurrido, jamás debí dejarte de lado. —Está bien, sé que no puedo darte lo mismo y es algo que aprendí a aceptar en este tiempo. —Rag, esto es algo que va más allá y no quiero que tú… —coloca su mano en mi boca silenciándome dulcemente. —No lo hagas Oz, ahora no tengo la fuerza para soportar el peso de tu culpa ante algo que es inevitable para nosotros —habló con tanta madurez que apenas y pude sonreír, aunque pareció más una mueca lo que salió de mí. —En verdad lo siento, esto es algo que no debió pasar todavía. —No digas eso, tampoco es como si pudieras pervertirme más de lo que ya estoy —afirmó tan bella y con un dejo pícaro que me hizo reír un poco. —Pero si te hace sentir mejor, hay algo que puedes hacer para compensarme el “mal rato”. —¿Qué deseas? Rodea mi cuello pegándose tanto como puede a mí y yo rodeo su cintura buscando su fragancia entre toda esa mezcla que ahora me fastidia tenga en su piel. —Vamos a casa, dejamos a los niños durmiendo y te quedas esta vez conmigo en vez de irte lejos. Solo ella me hace tan feliz. (…) Ragnar Una vez le dieron el alta a Travis volvimos a casa con un taxi extra tras nosotros, resulta que las chicas trans quedaron enganchadas a mis hermanos y decidieron quedarse en el hospital con nosotros, así que, ante tal gesto, las invitamos para que se quedaran a dormir con la condición de ayudarnos a preparar un regalo muy especial. Al llegar a casa llevaron a los chicos a la ducha, las tres bañaron a Rob y Liam, mientras Oz y yo nos encargamos de Travis para evitar que se moviera tanto, además que Oz todavía seguía un poco inseguro respecto al estado de Trav, lo que era bastante comprensible viniendo de él. Tras inyectarle un antinflamatorio combinado con un analgésico potente, lo acomodamos en la cama junto a mis hermanos y los cubrimos para que descansaran el resto de la mañana. Por otra parte, ese trío que se ganaron estaban que no podían de la felicidad ante tantos lujos, pero ni Oz ni yo dijimos nada al respecto y solo las dejamos ser, igual hablando con ellas en un ambiente más tranquilo las cosas fueron más casuales, nos comentaron un poco de sus vidas, sus trabajos y a la vez escogíamos las mejores fotos para hacer el video de los chicos, lo bueno fue que entre los cinco lo terminamos antes de tiempo dejando todo preparado para cuando despertasen. Después de eso ellas se fueron a mi habitación a descansar y yo me retiré a la recámara de Oz, donde ambos tomamos una ducha para quitarnos todo este aroma tan pesado y nauseabundo que ya comenzaba a fastidiarme. Ninguno dijo nada ni miró al otro de una forma erótica, aunque igual no teníamos cabeza para eso solo de pensar en lo ocurrido con Travis, pero tampoco podíamos hacer nada hasta que él no despertara y eso sería dentro de varias horas. Al salir a la recámara creí que me pasaría alguna prenda suya para no dormir desnudos, pero en vez de eso fue hacia el balcón sumido en sus pensamientos, se apoyó en el barandal siendo bañado por el amanecer y decidí ir con él quedándome a su lado en silencio. —Mi mayor temor desde que él vino al mundo era que la vida me lo arrebatase de los brazos —dice sin apartar la vista del horizonte. —Cada día luché por darle una vida y el solo hecho de escuchar su risa, de ver sus enormes ojos azules detallándome, los sonrojos tan inocentes que se pintan en sus mejillas y el sentir su respiración al dormir lo es todo para mí, porque aún al día de hoy me sigo alimentando de esos pequeños detalles en él —su voz se quebró al final y unas traicioneras lágrimas bañaron su faz. Tomé su mano después de que él limpiase su rostro y nos llevé al sofá donde lo dejé acostarse en mi regazo, pero en cuanto su cabeza tocó mis piernas, su llanto salió con más intensidad, quise decir algo, quise darle las palabras que quizás Livi conocería perfectamente, deseé ser alguien normal para darle el apoyo que necesitaba, pero era un ser tan inútil en estas cosas que patéticamente pude acariciar su cabello con una mano y con la otra su brazo. Es irónico que en el hospital le pidiera que se quedara conmigo y ahora sea yo la que quiera huir al no saber qué hacer ante su pena, pues nunca he tenido hijos, tampoco pasé por todo el dolor que él vivió con el diagnóstico de Travis ni mucho menos era buena para dar palabras de aliento. Esta horrible sensación se iba apoderando más de mí y mis voces gritaban que me fuese de aquí, que yo nunca sería tan buena como Livi o cualquier otra mujer que sí sabría qué hacer en casos como este. —Lo siento Oz… —murmuré en un ahogo levantando mi rostro y perdiéndome en el enorme firmamento sobre mí para no llorar, porque eso era lo que quería hacer aun cuando no comprendía el porqué. —Disculpa que sea tan inútil para ti en estos momentos. Quisiera decirte las palabras necesarias para ayudarte a levantar, quisiera decirte que comprendo tu dolor, pero no puedo. —Rag… —su quebrada voz solo me quebró más por dentro. —En verdad anhelaría ser tan buena mujer como Livi o, así como soy de buena para asesinar despiadadamente a alguien, poder tener una tercera parte de esa habilidad para ser como ella y darte el apoyo que necesitas. —Rag… Sentí su voz más lejana y mi cuerpo más pesado, mi voz extrañamente salía como si estuviese agotada, pero no por todo lo que vivimos a lo largo de la noche, sino como agotada de la vida, de mi existencia, de aquello que no podía comprender ni controlar. —Sé que no soy la mujer que necesitas Oz, sé que quizás nunca llegue a serlo y aunque sea algo que me abrume en ocasiones como ahora, lo acepto, difícilmente lo acepto, pero quiero que sepas que Travis y tú son importantes para mí, porque al comienzo a él lo veía como alguien a quien debía proteger por ser tu hijo, pero después me di cuenta que lo hacía porque él desprendía una extraña calidez en mí. No sé cómo podía decir esto sin quebrarme, era como hablar en automático mientras veía las nubes que corrían sobre mí libremente, era pacífico, ligero, hoy envidio las nubes y el viento… —¿Por qué no puedo volar con ellas? —¡Ragnar! Una fuerte sacudida en mi cuerpo junto al grito de su desgarrada voz me sacó de este extraño trance, lo vi un poco sorprendida, se veía aterrado, casi igual a cuando salió corriendo en la discoteca para atender a Travis, pero al bajar la vista a sus manos que sostenían mis brazos con fuerza fue cuando vi y sentí que temblaba y otra sacudida en mi cuerpo me hizo verlo directo a los ojos. —Jamás, escúchame bien, jamás vuelvas a compararte con otras, ni siquiera con Livi, así como tampoco quiero que vuelvas a irte de esa manera —pronunció muy angustiado y fruncí mi entrecejo al no comprender a lo que se refería. —Permito que te apartes de mi vida si es por tu propio bien, pero jamás dejaré que te alejes de esa manera estando a mi lado. —¿De qué hablas? —su terror incrementó y acunó sus manos en mi rostro como si quisiera que lo viera en verdad. —Eres todo lo que deseo, eres la única a quien quiero en mi vida sin importar cómo seas o aun si no sabes las palabras exactas para momentos tan dolorosos, porque es tu presencia la que requiero, es a ti a quien necesito. Pegó nuestras frentes sin dejar de temblar y su llanto se intensificó, me sentí muy mal al saber que yo era la causante, pero tampoco sabía qué decir excepto dos palabras que me enseñó Livi. —Lo siento. Cerró sus ojos con mucha fuerza y me besó, pero este beso estaba cargado de mucha tristeza, había dolor, miedo, soledad, era tan frío y al mismo tiempo era como si se aferrara de mis labios esperando algo en especial. —No me abandones Rag, aunque te pida que te vayas, aun si te grito mil veces que no te quiero en mi vida… no me abandones. Cayó de rodillas frente a mí abrazándome con fuerza y con la lluvia de su firmamento bañando mi cuello. Lo abracé inundándome de su perfume y una reconfortante sensación me recorrió, era como si él fuese el viento y yo la nube que corría en lo alto del cielo. —Quédate conmigo Rag, te lo suplico. —Siempre me quedaré contigo. (…) 12:12 p.m. Oz Sentí demasiado miedo cuando escuché a Ragnar hablarme de esa forma y creí que la perdería en ese último momento de no ser porque la hice reaccionar, pero por suerte ella salió de su delirio. Poco después de eso nos fuimos a dormir y me aferré a ella sin importarme que estuviéramos desnudos al ser mayor mi preocupación de que volviese a caer en ese trance, lo que por suerte no volvió a ocurrir cuando despertamos. Ya era mediodía y hasta ahora los chicos no se habían levantado todavía, pero sí nuestras invitadas, fui a revisar que los tres estuvieran bien en lo que Rag pedía algo de comer para todos debatiendo con las chicas y regresé con ellas, quienes estaban muy risueñas hablando de mil tonterías con mi pequeña. —Tengo que reconocer que fue la noche más loca que he vivido hasta ahora y ustedes dos se llevaron todos los aplausos con semejante espectáculo —dice la castaña. —Cierto, pero ahora no creo que nos dejen entrar otra vez —comenta la rubia con amargura. —Por eso siempre dije que a esta ciudad le hace falta un buen lugar de entretenimiento, si tan solo hubiese un sitio donde hicieran lo mismo que ustedes, sería increíble. —¿De qué hablan? —pregunté al llegar con ellas. —De mi próximo negocio —responde Rag como si nada en lo que nosotros nos quedamos viéndola desconcertados. —Creo que ya sé en qué usaré el nombre que me diste Oz y también sé quiénes podrían administrarlo —ella se queda viendo a las chicas quienes han quedado mudas. —¿Escuché bien? ¿quieres que nosotras…? —Sí, dicen que están aburridas al tener que ocultarse del mundo día a día en sus aburridos trabajos, quieren un lugar que proporcione entretenimiento erótico y yo tengo los recursos para abrirlo, además, según el informe que me dieron de las tres, realmente me sorprende que no les paguen más por su desempeño y creatividad. —¿Cuál informe? —preguntan las tres al unísono. —No creerán que las dejaría dormir en esta casa sin saber quiénes eran ¿o sí? —como siempre, mi pequeña es un demonio que va tres pasos por delante. —¿Saben? Sería excelente traer algunas masajistas, después de todo el ajetreo de anoche siento el cuerpo agotado. —¡Esa es una excelente idea! —canturrea la morena entre aplausos cual niña pequeña. —Yo conozco una estética donde hacen unos masajes increíbles. —Más te vale que no sea esa pocilga de quinta. Las tres comienzan a discutir un poco y Rag las silencia diciendo que llamará a alguien para que venga a atendernos a todos el resto de la tarde, los cuales terminan llegando después del almuerzo, ellos comienzan a masajear a las invitadas en lo que mi pequeña y yo hablamos a fondo del negocio que mencionó queriendo poner una sucursal en Nueva York, Ámsterdam y en Alemania, propuesta que también hará a los Müller cuando vaya el otro año a verlos, al cual estoy seguro que Ares será el primero en aceptar y Adler con el cariño que le tiene Rag, seguramente también lo haga. Después de eso seguimos ella y yo para el masaje en lo que las chicas preparaban la comida de los mosqueteros, dentro de poco serían las tres de la tarde y es importante que comieran algo, pero al cabo de pocos minutos, escuchamos fuertes gritos de ellos quienes vienen corriendo al balcón envueltos en sábanas con las invitadas detrás riñéndolos para que no corrieran y comieran algo. —¿¡Qué mierda significa ese video!? —Travis, ¿alguna vez has considerado levantarte sin gritarle a los demás? —pregunté cínicamente mientras sentía el cielo entre las manos de la masajista. —No te hagas que no te queda papá, ¿quién diablos son ellos? ¿qué carajos pasó anoche? ¿y qué son todas esas fotografías? —Son solo un pequeño recordatorio que hicimos los cinco con cariño para ustedes —responde mi pequeña soltando un jadeo en cuanto el sujeto hace sonar toda su espalda. —Maldita sea, de verdad que tus manos valen oro —comenta con tanto placer que me excita. —¡Ya es suficiente! Bien sea que se acuerden o no, la pasamos excelente anoche y eso no lo borrarán nunca, ahora vengan a comer o los castigados hoy serán ustedes —ordena Pamela, quien es la morena latina carismática y con un carácter de los mil demonios, en términos básicos, la chica que estuvo con Robert anoche. —Chicos, les sugiero que obedezcan a las invitadas y las traten bien porque ellas estuvieron al pendiente de ustedes. Rag y yo veíamos cómo ellos eran arrastrados hasta el comedor por ese trío de mujeres y enlazamos nuestras manos con total felicidad, especialmente porque vimos que Travis estaba bien y seguía siendo el mismo de siempre. —Espero que el otro año sea tan entretenido como este —dice ella con picardía. —No te preocupes, nos aseguraremos de darle a cada uno algo digno de recordar cada año de sus vidas. Qué mejor cómplice en mi vida que ella, mi pequeña luna.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD