64. IMAGINÁNDOTE

3032 Words
Solo queda un mes para que este infierno termine con Madison y comience otro para mí junto a ese niño, me encantaría poder tener alguna seguridad de que es mi hijo, que no viene con ninguna enfermedad mental y que tendrá un futuro prometedor, pero al día de hoy sigo sin tener respuesta a esas preguntas que martirizan mi cabeza una y otra vez, incluso mis voces están abrumadas con la situación. También me gustaría poder estar con Isma y Marc para pasar este tormento, al menos ellos distraerían mi mente más fácil entre salidas y tonterías, pero esta distancia se ha vuelto más amplia entre nosotros, no solo porque ahora viven en otro estado, sino porque ni siquiera hablamos tanto por teléfono, nuestros horarios no siempre coinciden y si no estoy en la universidad estudiando, entonces estoy trabajando o con Madison asegurándome de que mi hijo sigue con vida. Desde aquella discusión no volvió a amenazarme con el tema, pero cada que iba tiraba su veneno para molestarme, no sé si lo hacía con la intención de que perdiera los estribos y la golpeara, pero es algo que evitaba hacer y más al asegurarme de que Livi entrara a la habitación conmigo, a Madison no le gustaba, pero ahora menos me importaba lo que ella quisiera. —Te ves agotado. —Estoy muerto, no he dormido en días, el trabajo no parece acabar y la universidad está cada vez peor al haber adelantado tantas materias, eso sin mencionar que entre Madison y mis voces están aumentando la migraña que he tenido toda la semana. —Deberías tomarte un descanso Oz, si sigues ese ritmo terminarás en una camilla y no creo que le quieras dar ese gusto a Madison. Suelto un pesado respiro en lo que descubro mi rostro, Clyde está sentado a mi lado con ese aire tan paternal que a veces me fastidia y otras veces me confunde. —Jamás le daría ese gusto, pero sí dormiré un par de horas, después haré unos trabajos que tengo pendientes y saldré a la casa de ella. —Quédate durmiendo esta vez, yo iré a visitarla con Livi y te avisaré cómo va todo. —No viejo, es mi responsabilidad y debo asumirla como sea. Me fui a mi habitación sin decir más, programé la alarma para despertar en dos horas y caí rápidamente. (…) Samuel Desde aquella noche que vi a Oz, Ismael y Marcus con mi nieta, no creí que mi vida daría un giro tan grande, es como si Dios siempre hubiera tenido este plan para mí, uno que solo debía esperar hasta el momento indicado y ahora llegaba como un relámpago. La pérdida de mi hijo y mi nuera fue un duro golpe para nosotros, en especial porque hacia un año atrás a su partida me había despedido de mi esposa, una mujer única que me regaló la increíble familia que ahora tengo y la cual se agrandó con la llegada de esos tres jóvenes, sin embargo, tener que pasar por eso fue algo que nos destrozó a mis nietas y a mí, la casa se sentía apagada, Livi se volvió mucho más retraída que antes e incluso la molestaban más en la escuela por su actitud, hasta los maestros me citaban para hablar por su comportamiento, eso sin mencionar la rebeldía que despertó en Bonny la cual era producto de su dolor, sabía que cada discusión y acto en mi contra era un grito desesperado de auxilio, uno que parecía no poder contener. No ha sido fácil lidiar con todo esto y menos a mi edad, pero cada día pedía a Dios por mis nietas, porque ellas estuvieran bien y que sus vidas cambiaran tomando un mejor rumbo, uno que las hiciera felices. Hace más de un año fui a visitar las tumbas de mi esposa, mi hijo y mi nuera, nuevamente les pedía que cuidaran de mis nietas y me dieran la fortaleza para seguir adelante con y por ellas, después fui a la iglesia a buscar un poco de paz, una voz que me alentara o me guiara y en medio de mi súplica Dios respondió a mi plegaria. Una mujer entró muy afligida, sentí pena por ella así que hablamos un poco, me comentó el calvario que vivía ante la enfermedad de su hijo, el reciente despido del trabajo de su esposo y lo desesperada que estaba por toda la situación. Recuerdo haberle dado a la mujer todo el dinero que traía para que comprara un poco de comida o medicamento a su hijo y le entregué mi número telefónico para ayudarle a su esposo con un empleo, no me comprometí a nada, pero al menos quería intentarlo. Ella se fue agradecida conmigo, pero antes de hacerlo, me dijo unas palabras que al día de hoy siguen resonando en mi cabeza. Es extraño, en ocasiones creo que todo va al azar y en otras creo somos parte de un plan de Dios, pero al escuchar sus palabras recordé que años atrás me había pasado algo similar. En aquel entonces trabajaba como voluntario en la iglesia y un día apareció una mujer llorando desesperada igual que ella, también escuché su congoja, aunque esta era diferente… demasiado a decir verdad. La mujer estaba bastante golpeada, dijo que su esposo la maltrataba en todos los sentidos posibles de la misma forma que hacía con su hijo, incluso llegó a confesarme que lo había violado en más de una ocasión desde que estaba más pequeño. Ella solía recibir la mayor parte de los golpes para que su hijo no sufriera, pero sabía que no podía evitarlo, nadie podía detener a su esposo a no ser que alguien lo matara y ella no tenía el valor de hacerlo. Estaba tan afligido e impactado por su confesión, que le pedí fuéramos con la policía a hacer la denuncia, pero ella se negó rotundamente, más, porque su hijo había desaparecido hacía una semana cuando su esposo lo violó brutalmente después de golpearlo, eso sin mencionar que él fue herido bajo otras circunstancias semanas atrás, unas de las cuales me enteraría después, pero lo que más me marcó fueron las palabras que ella dijo después: —Jamás quise que mi hijo naciera y deseé muchas veces que muriera en alguna de las golpizas que me daba mi esposo cuando estaba embarazada, pero él es fuerte, ha soportado un infierno entero al lado de ese monstruo por mi culpa, porque no sirvo como mujer ni como madre y ahora que ha desaparecido, lo único que deseo es que muera en algún lugar sin dolor, él no merece sufrir más. Al final se despidió sin querer recibir ningún tipo de apoyo por parte de nadie, entonces dijo la frase que la otra mujer que apareció en la iglesia años después repitió reviviéndome ese recuerdo: —¿Por qué Dios es tan cruel con los niños cuando ellos son los más inocentes de todos? Al día siguiente de ver a esa mujer me enteré que había muerto junto a su esposo, dicen que fue un ajuste de cuentas, a ella la encontraron en la bañera y a su esposo en la habitación de su hijo, se cree que fueron asesinados previo a incendiar la casa y lo que se rumora, es que a su hijo lo secuestraron para después asesinarlo en el bosque; ya que nadie lo había visto desde hacía mucho tiempo. Esa noche que hablé con la mujer cuyo hijo estaba enfermo, no pude dormir, pensaba en ambos eventos en mi cama y estaba desesperado por buscar alguna solución para que mis nietas estuvieran mejor, entonces Dios volvió a mover sus manos y fue cuando entró una llamada a altas horas de la noche. Nunca se me pasó por la cabeza que me dirían que a Bonny habían intentado violarla, pero lo que más me impactó fue llegar a esa cafetería para ver a tres jóvenes desadaptados, rebeldes y un poco alcoholizados, siendo uno de ellos el que irradiaba una mirada que grabé perfectamente en mi memoria. Aquella difunta mujer me había enseñado una fotografía de su hijo con su nombre detrás de esta, no sonreía, pero la mirada que traía era una cargada de muchas emociones negativas, odio, dolor, confusión, resentimiento, todo esto plasmado en unos pequeños ojos azules que anhelaban un poco de esperanza, ojos que varios años después estarían frente a mí diciéndome que había salvado a mi nieta de ser violada. Esa noche debí hacer un esfuerzo muy grande para no mostrar mi sorpresa ni decir nada al respecto, lo más irónico fue cuando cayó esa tormenta, es como si otra señal hubiera aparecido diciendo que debía refugiarlos, pero no solo de la lluvia, sino de un futuro incierto y un pasado doloroso. Al escuchar el nombre que me había dado sabía que había mentido, pero no dije nada, solo hablamos y conocí al joven resiliente de la vida, un cordero que no sé si Dios abandonó como ambas mujeres dijeron o le hizo padecer lo peor para darle un futuro muy especial. Cada vez que recuerdo esa noche me quedo pensando en cómo cambiaron las vidas de mis nietas con la llegada de ellos, Livi adquiriendo amigos, confianza en sí misma y una sonrisa maravillosa que me recordaba a mi esposa, Bonny por otro lado pudo confiar lo suficiente en alguien para soltar su dolor y aunque seguía dándome dolores de cabeza con sus locuras, éstas al menos eran en conjunto con ellos, lo que me indicaba el nivel de confianza que les tenía. El conocer a profundidad la historia de Marcus me trajo una profunda alegría, pues sabía que no todo en su vida era malo, era un joven educado, quería salir adelante en la vida y formar una familia, él tiene tanto de mi hijo que me hace apreciarlo bastante, lo que supongo ayudó cuando me dijo que quería ser novio de Livi, él siempre me demostró un gran respeto por mi persona y mis nietas, además de la lealtad tan grande que tenía por sus amigos hasta el punto de llamarlos hermanos, pese a ser tan diferente a Isma y Oz. Aun así, también fue alguien a quien quise apoyar con todo, no solo aconsejándolo en lo que podía, sino también impulsándolo en sus estudios, compartiéndole mi techo y mi comida para que su familia no tuviera más inconvenientes. Marcus nunca lo supo, pero llegué a hablar con ellos en secreto para decirles que yo velaría por su bienestar, pagaría lo que hiciera falta de su educación y cuidaría de él como a un hijo. En cuanto a Ismael, él es alguien que llegó a impactarme, era muy claro que Isma es un joven que estaba en un punto medio entre Marcus y Oz, pasó por la terrible tragedia de su madre cuando conoció a este último y a su vez tuvo el amor de ella toda su vida, pero lo que más recalco en él es la hermandad tan grande que tiene con Oz, siempre lo protege, lo sigue a donde vaya y aunque haga muchas locuras y estupideces con sus amigos, es alguien que busca evitar se desvíen del camino. Lo otro que también me di cuenta fácilmente es el cariño que se generó entre él y mi nieta Bárbara, y aunque al comienzo quise regañarlos severamente, debí contenerme para ver el actuar de los demás, pues me percaté que incluso Livi se involucraba para cubrirlos a la vez que cuidaba de todos, ella se transformó en una base sólida como lo fue su abuela y su madre, ella es el pilar de la familia. Finalmente está Oz, aquel joven cuyo pasado conocí al igual que su identidad por calamidades de la vida, aquel que salvó a mis nietas junto a sus amigos, que entró en una lucha interna el día que le propuse vivir con nosotros y que accedió a esto gracias a Livi, un joven que no pude salvar de una tragedia pensando que las palabras de su madre se habían hecho realidad, pero Dios me mostró con hechos que estaba equivocada, excepto en una cosa, su hijo sí es alguien fuerte y esta vez estaba decidido a hacer lo que sea para salvar su futuro dándole las herramientas necesarias en el presente. Creo que estoy tan loco como ellos, pero no me arrepiento de nada hasta ahora, incluso cuando lo veo y escucho me siento bien al saber que está conmigo, en especial ahora que la vida le ha dado un regalo tan importante como lo es un hijo, sé que está pasando por una carga demasiado pesada siendo alguien tan joven y en definitiva no quería esto para él en este punto de su vida, pero si su hijo ha llegado ahora es porque tiene un propósito para él y tampoco lo dejaré desamparado. No sé si algún día me recrimine por ocultarle este secreto hasta el punto de odiarme, pero si al menos ese día puedo estar seguro de que tiene el futuro que he soñado para él y con su hijo en brazos siendo felices, entonces me daré por bien servido, puede odiarme y gritarme tanto como quiera, pero lo seguiré viendo orgulloso por sus logros y sonreiré al saber que pude salvar su vida, la de su hijo, la de sus amigos y a mis nietas. —Oz, hijo despierta. Él friega sus ojos moviéndose un poco en la cama, veo la cicatriz que tiene en su espalda y una helada corriente recorre mi cuerpo al recordar su origen. —¿Otra vez estás de viejo pervertido? Ya te dije que no quiero nada contigo. —Sí, sí, sí, déjate de estupideces, tu alarma lleva horas sonando y ya me tiene harto, además de que llegarás tarde a clase —se levanta viéndome preocupado hasta tomar el reloj dándose cuenta de la hora. —Maldita sea ¿Otra vez se fue la luz? —No, yo lo desconecté antes de salir y al volver la reprogramé. —¿Cuál es tu puto problema Clyde? Sabías que debía ver a Madison. —Relájate yo fui a visitarla y todo está bien, también le llevé algunas cosas, sé que no te gusta que lo haga, pero esto lo hago por tu hijo, no por ella. —No vuelvas a hacerlo Clyde o tendré que ponerle seguro a esa maldita puerta. —Ya deja de maldecir en mi casa o te lavaré la boca con cloro. Sale rápidamente de la cama desnudo y comienza a vestirse con la ropa que tenía preparada sobre el buró. Es interesante ver que hace casi un año que empezó a vivir con nosotros no era tan aseado y organizado como ahora gracias a su trabajo, a veces hasta creo que sobre pasa a Livi y eso ya es decir bastante considerando que es una fanática de la limpieza igual que su madre. —Tranquilízate un momento Oz que estás a tiempo para ir a la universidad. —Sabes bien que me fastidia que metas las narices donde no te han llamado, te dije que debía ver a Madison y es mi responsabilidad lo que pase con mi hijo así que deja de entrometerte. —¿Por qué te afecta tanto recibir un poco de ayuda? Tú mismo lo dijiste, llevabas días sin dormir, estabas con dolor de cabeza y tenías mucho estrés por el trabajo y las clases, necesitabas descansar más de dos horas ¿O acaso me dirás que te sigues sintiendo mal? —No me duele una mierda, pero no quiero que te metas en mis asuntos. En cuanto estaba a punto de salir, lo tomé del brazo con firmeza para detenerlo y le señalé la comida que había sobre una mesa junto a la ventana. —Come primero, luego te das una ducha y vas a la universidad, cuando regreses quiero que te duermas de inmediato y mañana te levantas dos horas antes de lo habitual para hacer lo que debas hacer. Al comienzo me costó un poco de trabajo mantenerle tanto tiempo la mirada, ya que siempre veía al niño de la fotografía y mi necesidad por abrazarlo, decirle que sabía quién era y que nunca más estaría solo ni llegarían a lastimarlo se hacía muy grande, pero con el tiempo comprendí que debía hacerlo para llegar al punto al que estamos hoy, ese en el que acepta mis palabras cuando le hablo con firmeza sin llegar a los gritos, pues de alguna u otra forma me veía como una figura de autoridad la cual respetaba a pesar del odio tan profundo que tiene por éstas, en especial cuando se trata de un padre y una madre, y más ahora con lo de Madison. Por un instante estuvo a punto de decir algo, pero se limitó a callar y se sentó a comer en lo que yo organizaba su cama. —¿Puedes soltar eso? Es mi trabajo —hice caso omiso a sus palabras y continué hasta dejar la cama lista. —No te vas a morir por recibir ayuda Oz, pero si te descuidas en tu salud no solo te afectará a ti, sino también a tu hijo cuando nazca, debes cuidarte para cuidar de él. Me encaminé nuevamente a la puerta para revisar el correo hasta que él me detiene con su pregunta. —¿Por qué siempre haces esto Clyde? ¿Por qué lo hacía? ¿Por qué me esforzaba a pesar de sus respuestas altaneras, sarcásticas y que en ocasiones iba a los gritos? ¿Por qué soportar los problemas mentales de alguien que no tiene nada que ver conmigo? ¿Por qué ayudar a tres adolescentes idiotas que parecían ser solo un estorbo en la sociedad? Di media vuelta conectado con sus ojos azules, reflejaban lo mismo que aquel niño de la fotografía, pero este hombre que tengo frente a mí tiene algo que ese niño no. —Porque me importas y quiero lo mejor para ti Oz, porque conozco parte del camino que deberás recorrer y si puedo aligerar tu carga, entonces lo haré aun cuando me grites o te enojes.
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