170. SUS VIDAS EN MIS MANOS

2529 Words
Los días que pasé en Princeton estuvieron cargados de mil emociones y pesadillas donde veía morir a los que amaba por mi culpa. Livi insistió mucho en que le contara lo que me pasaba y a qué se debía mi ausencia, incluso creyó por un instante que estaba saliendo con alguien de la universidad, recuerdo que reí entre dolorosas lágrimas que la asustaron y más cuando caí de rodillas ante ella llorando en sus piernas. Ese día comprendí el pánico que tenía de perderlos. No obstante, fue al volver a Massachussets que no pude soportarlo más y en el camino le conté a Isma lo que pasaba, no le omití nada, pero sí descargó más de lo que imaginé por haberme callado, él insistió en que habláramos con Oz para buscar una salida entre los tres, pero me negué al creer que tenía todo bajo control hasta ese momento, lo que en gran parte fue verdad, eso, hasta hace dos días… Flashback Salía del campus después de organizar mi horario cuando fui abordado por los hombres de Cobbs, pero a diferencia de pasadas ocasiones esta vez ellos me golpearon. Isma vio la escena a lo lejos y le hice una sutil señal para que no se acercara. Terminé en una de las bodegas con Clift bañado en su propia sangre, estaba muy malherido y yo aturdido al no saber qué ocurría, pero pronto sabría la respuesta… —Llevas un buen tiempo trabajando para mí ¿No es así, Jhonson? —preguntó Cobbs entre las sombras. —Sí y hasta ahora no te he fallado ni una vez. —¡Exacto!… Hasta ahora… —se levantó emanando pura furia. —Te dije que solo hacía una advertencia y creí que eras un chico muy listo el día que te contraté. —No sé de qué estás hablando, pero no hice nada malo. —¿No? —mi rostro recibió dos golpes de sus empuñadas manos. —¿¡Quién mierda te crees que soy!? ¿¡Pensaste que no me daría cuenta del maldito desfalco que tú y Clift estaban haciendo a mis espaldas!? —¿Desfalco? No sé de qué hablas —siguió golpeándome hasta dejarme en el suelo. —Jhonson, soy un hombre que da oportunidades, pero la paciencia no es una virtud en mí. No sabía si era porque venía cargado por lo vivido en estos meses, lo mal que la pasé en diciembre o las noches en las que el sueño se tornaba una pesadilla, pero estaba agotado y tenía mucho por sacar. —Hice todo lo que me pediste —escupí mis ensangrentadas palabras a sus pies. —Sabías que no quería hacer esta mierda, que quería recuperar mi vida y aun así preferiste reclutarme… —levanté mi rostro viéndolo con odio. —Pero nunca, Cobbs, escúchame bien, nunca hice un desfalco en mi vida, ni siquiera contra ti. —¿Y por qué carajos aparecen el nombre de ese imbécil y el tuyo en la ficha policial haciendo una denuncia? —¡Yo no llamé a la policía, maldita sea! —grité recibiendo otro golpe, pero ni eso me hizo olvidar lo que sentía más allá del dolor. —Haz lo que te dé la puta gana, pero si hay algo de lo cual sea culpable es de trabajar para ti, maldito bastardo de mierda —escupí a sus zapatos sin importarme nada. No sé qué hablaba por mí, pero este no era yo y sin embargo… —Ni creas que te irás de aquí como si nada —amenazó tomándome del cuello de mi camisa. —Me importa una mierda, porque lo único que pesa en mi consciencia es trabajar para ti, pero por mí será mejor si me largo. —No, no te irás. —¡Sí lo haré! Estoy harto de sus amenazas, de trabajar para un ampón que solo arrebata vidas sin más y ni creas que haré un maldito trabajo más para ti. —Creí que tendrías más cerebro, pero quizás necesitas motivación. —Lo único que necesito es recuperar mi vida y que me dejen en paz. Un último golpe en el abdomen fue lo que recibí de él, sus hombres me sujetaron con fuerza y Cobbs, sin una gota de misericordia, sacó una navaja retorciéndola en la pierna de Clift, pero eso no fue todo, sino que ascendió hasta su cuello e hizo múltiples cortes a lo largo y ancho, era como ver su autopsia en vida. Aun en medio silencio puedo recordar sus dolorosos gritos suplicándole detenerse, mismos que cesaron cuando llegó su muerte mientras mi cuerpo temblaba horrorizado. —Esto es para que comprendas lo pasa con todos aquellos que intentan robarme, traicionarme o apuñalarme —clavó sus ojos en los míos, sentía la navaja atravesarme igual que a Clift. —Jhonson, no soy de hacer esto, pero te daré una última oportunidad de resarcir el daño. —Ya te dije que no sé de ningún desfalco, así como tampoco llamé a la policía. —¿Lo juras por tu vida? —Sí —contesté firme. —¿Y la de tu hijo? Temí lo peor al escuchar esa palabra creyendo que se refería a Travis, sabía que era imposible que tuviéramos un parentesco, pero en la mente de un criminal cabría cualquier excusa con tal de lastimar a otros. —No tengo hijos. —¡Cierto! Qué imbécil —entregó la navaja a uno de sus hombres y ordenó a los que me sostenían ponerme de rodillas. —Jhonson, quiero presentarte a alguien. A rastras, seis de sus hombres trajeron a Brown, su esposa y otra mujer que había visto en algunas reuniones y fiestas a las que me vi obligado a asistir en ocasiones. —¿Qué significa esto? —A Brown obviamente lo conoces, la bellísima mujer a su lado es su esposa quien dentro de poco dará a luz y la otra joven es mi hija y amiga de ella desde hace un par de años. —No sé qué pretendes, pero déjalas fuera de este asunto. Maldición, se trata de tu propia hija y una mujer embarazada ¿No te importa? —¿A mí? No, pero a ti sí debería importarte, porque esta noche tomarás algunas decisiones que marcarán tu vida para siempre. Cobbs tomó un arman apuntando hacia las mujeres y ordenó a sus hombres golpear a Brown. Temí por su esposa, quizás el ver a su esposo en esa situación adelante el parto y complique más las cosas para ella. —Jhonson, si tuvieras que escoger entre la bellísima Carla Brown y mi hija Mara Cobbs ¿A quién salvarías? Fin del flashback (…) Debí detenerme al ser las lágrimas las que se derramaron nuevamente recordando la escena. —¿Qué hice mal? —murmuré en un mar de confusión. —Solo quería darle una buena vida a Livi, solo quise ayudar a alguien que parecía bueno… ¿Por qué tenía qué pasarme esta mierda a mí cuando nunca lastimé a nadie? —Tranquilo, estamos contigo. —Dijimos que te ayudaríamos y eso haremos sin importar nada. Las voces de mis hermanos era un gran consuelo para mí y aun cuando suene cruel lo que diré, era mucho más probable que alguno de ellos terminase en esta situación ¿pero yo…? —Marc, respira profundo y busca un punto neutro, necesito saber qué ocurrió después —dijo Oz en mi oído, me tomó tiempo, pero seguí su instrucción y proseguí. (…) Flashback —¡Responde! —¡Déjalas en paz, ten compasión con ellas! —¿Compasión? Yo no sé qué mierda es eso, Jhonson, pero sé que si no tomas una decisión ahora mismo, yo la tomaré por ti. —¡Es tu hija y una mujer embarazada! —¡Me importa un carajo! ¡Decide! Brown me veía desde el suelo sin saber qué decirme aun cuando me suplicaba con la mirada que salvara a su esposa, pero tampoco podía ignorar a Mara, ella también merecía vivir aun cuando no la conociera de nada, a fin de cuentas, una vida es una vida. —Uno… —comenzó el conteo quitándole el seguro al arma y apuntando a las mujeres. —¡Dos!… —¡Otra opción! —grité desesperado. —Siempre dices que hay otra opción para hacer las cosas y esta no puede ser la excepción. —Como dije, un chico inteligente —dijo entre risas que me fastidiaban como nunca. Es extraño, pero parece que la vida hubiera puesto a Oz en mi camino para soportar la actitud de Cobbs, aunque entre mi hermano y él, sin duda alguna le temo más a Oz a la vez que significa mucho para mí. —Dime la otra opción. —Muy bien, escoge entre la vida de Brown y la vida de ellas —¡maldito infeliz! —No involucres la vida de nadie, déjame revisar los documentos y te diré de dónde vino el desfalco, sé que puedo dar con la verdad y entregarte un culpable, solo dame un día. —De acuerdo, pero no tendrás un día, tendrás tres horas máximo para hacerlo. —Es muy poco tiempo. —Te estoy dando una hora de vida por cada integrante de la familia Brown, pero si quieres lo reducimos. —¡NO! —grité al ver que estaba a punto de dispararle a Carla. —Lo haré, lo tendré listo a tiempo, pero no lastimes a la familia, a ninguno. —¡Muy bien, Jhonson, esa es la actitud! Sáquenlos de aquí y vigílenlos. Carla me agradecía entre lágrimas igual que Thomas, pero sabía que esto no había terminado, así como tampoco sabía si él seguía en comunicación con la policía a pesar de mi advertencia en diciembre. —Ahora, ¿qué haremos con Mara? —Cobbs, es tu hija, ella ni siquiera debería estar aquí. —Te equivocas, ella más que nadie debería estar aquí porque todavía no me has jurado por la vida de tu hijo ¿Recuerdas? —Yo no tengo hijos, ya te lo dije. —Creo que ha llegado el momento de contarles un cuento a los dos, vengan. Sus hombres me acercaron a ellos dejándome nuevamente de rodillas en lo que él sostenía a Mara como si no valiera nada en su vida. —¿Recuerdas una gran fiesta que hicimos en noviembre? —asentí. —Aquella noche te veías muy tenso y quisimos que compartieras con los invitados y algunas chicas, pero te rehusaste. —¿Qué con eso? —Bueno, recuerdo que esa noche hablaste con mi hija quien tenía la misma actitud tuya. Cuando los vi supe que eran el uno para el otro, así que quise darles un empujón para que dejaran la timidez. —¿De qué…? ¿A qué te refieres? —pregunté temeroso, ya no sabía qué esperar en este punto. —Solo una pequeña dosis en la bebida de ambos fue más que suficiente para calentar motores. —No, yo nunca estuve con ella… no podría… —Pero lo hiciste, aunque irónicamente sí te negaste al comienzo y debí darles un poco más, al final pasó lo inevitable y unos meses después… —bajó el arma hasta el vientre de ella. —Es mentira, ella… nosotros no… —Claro que sí lo hicieron. Te tiraste a la zorra virgen de mi hija y ahora espera un hijo tuyo, pero si no me crees puedo comprobártelo. Una pantalla se encendió de la nada dejando ver un video de nosotros en una habitación con paredes rojas, los movimientos eran torpes evidenciando que estábamos drogados y aunque quisiera decir que ella era su cómplice en tan retorcido plan, no fue así. Mara lloraba desconsolada, gritaba negando el hecho con la misma intensidad en que yo lo hacía por dentro, aunque en mi caso era por haberle fallado a Livi. Intentaba hacer memoria de esa noche, sabía que estaba incómodo, no quería estar ahí con esas personas y apenas bebí dos tragos hasta que ella y yo nos encontramos en la barra donde pedimos una botella con agua. Recuerdo que se veía demasiado incómoda en el lugar, tuvimos una pequeña charla y después… nada… absolutamente nada. —Lo pondré de esta forma, te daré otra oportunidad para trabajar conmigo y será mejor que hagas las cosas bien, porque en lo que resta del embarazo solo podrás ver a Mara una vez a la semana, suponiendo que me dé la gana, pero si te rehúsas a cooperar, entonces yo mismo le arrancaré el bebé del vientre y lo arrojaré en tu cara. —¿Lo sabías? ¿Recuerdas algo de esa noche? —pregunté a Mara. —No, él me amenazó diciendo que debía ir, pero no sabía nada, te lo juro, ni siquiera sabía que nos habían drogado —respondió nerviosa entre lágrimas. —¿Y del embarazo? —Hace poco empecé a tener síntomas, creí que era algo más porque jamás estuve con nadie, pero él… —Yo se lo confirmé, no quiso creerme y le hice la prueba mostrándole los resultados en la mañana —arrojó la ecografía con el nombre de ella comprobando su embarazo. —Felicidades a la dulce pareja, ya después hablaremos de la boda, entretanto, ese bebé se quedará conmigo al igual que Mara y será mejor que te comportes o ya sabes lo que pasará. Creo que ahora comprendo a la perfección lo que sintió Oz con Madison, pues una terrible ola de odio me inundó dándome la fuerza que necesitaba. Golpeé a los que me tenían sujeto, mi cuerpo reaccionaba en automático recordando cada lección de combate con mis hermanos, cada dolor que pasamos juntos, cada lágrima que derramé en silencio y mil escenarios donde las manos de Cobbs rodeaban el cuello de los que amaba… incluido el bebé que venía en camino. —¡Quieto, Jhonson, o ella se muere! —Cobbs quedó detrás de ella con el cañón apuntando en su sien, Mara lloraba desconsolada siendo mi única razón para detenerme. —Júralo por tu hijo y te creeré. —Si te atreves a lastimarlos… —No estás en posición de exigir nada. —De acuerdo, lo juro. —Muy bien, ahora una última lección para que no te olvides de este día —golpeó a Mara en el abdomen y después en su rostro. —¡No sigas! —lo detuve antes de dar el tercero. —Yo lo recibiré por ella, pero no la toques, no lastimas a Mara ni a mi hijo. (…) —Por suerte me había quedado en la universidad esperando una señal o cualquier cosa de él y no fue sino hasta unas horas antes de llamarte que lo arrojaron en el campus, lo traje rápidamente al dormitorio y aquí estamos —Isma terminó por mí al no poder soltar una palabra más. —Marcus, ¿sabes dónde está ella? —No —el silencio inundó la habitación en lo que Isma y Oz se miraban entre sí. —Creo que es suficiente por hoy, será mejor que descanses y ya veremos después qué hacer con más calma.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD