53. MI TESORO MÁS PRECIADO

2969 Words
Nos arreglamos para salir luego de esa discusión, almorzamos y nos dirigimos a la repostería de la última vez, donde mi pequeña no tuvo necesidad de chantajear a Trav puesto que él estaba muy feliz por lo que hizo, la manera en que lo defendió y sobre todo el haberlo llamado hermano fue muy significativo para él, algo de lo que sabía no fue actuado, realmente estaba molesta y lo defendió con cariño. Una vez terminamos con el postre regresamos a la universidad donde acompañamos a Travis hasta el salón de clase, él dijo que no era necesario, pero mi pequeña insistió y durante todo el trayecto iba tomada de la mano de ambos. —Cuídate Trav, nos vemos más tarde —dice una vez llegamos al salón y él se queda mirándola fijamente. —Rag... —guarda silencio dejándola intrigada, pero saca su mejor sonrisa para ella. —Nada, procura no hacer estragos hasta que salga. —¿Cómo esperas que lo haga si todavía tengo cuerpo de niña? Es imposible que pueda levantar el ánimo de algún estudiante en este lugar —responde con obviedad. —¡No me refiero a eso! Y será mejor que al crecer tampoco se te acerquen o entre Liam, Rob y yo le partiremos la cara al que sea. Siempre es un deleite ver esas reacciones en la familia cuando ella sale con respuestas tan cínicas, en especial con sus hermanos. —¡Benji! llevo horas buscándote ¿dónde te habías metido? Una mujer se acerca a nosotros provocando un semblante en ella muy amargo. —Disculpa, sé que quedamos en almorzar juntos, mi familia vino de visita y lo olvidé por completo, pero déjame presentarte, él es mi padre; el Doctor Oz y mi pri... mi hermana Ragnar —corrige con orgullo. —Ella es Camille Schwarz, delegada de la clase y una gran amiga. Interesante, por primera vez la llamó de esa manera frente a otros cuando siempre solía presentarla como su prima. La joven estiró su mano la cual estreché por cortesía, pero al instante de ella hacerlo hacia Rag me percaté que mi pequeña me veía diferente, no obstante, se negó a darle su mano a la chica y en vez de eso lanzó una mirada mordaz. —¿Te interesa Travis como hombre? —el veneno directo a la cara... —¡Rag! —reprendió Trav. No dije nada pues ella le lanzó una mirada similar a la que me dio a mí. —Tranquilo Benji, está bien y no Ragnar, solo lo veo como un gran amigo no tienes que preocuparte por nada. Si mi pequeña lanzó veneno sólo con esa pregunta, en este momento lanzaba fuego por los ojos. —Mentirosa, se nota que incluso te alegraste en cuanto dijeron "Doctor Oz", pero será mejor que sepas bien en dónde pones tus ojos y tus manos o yo misma me encargaré de arrancártelos centímetro a centímetro. Sin más, dio media vuelta muy altiva y se fue con un porte elegante digno de la realeza y a la vez, con un vaivén de caderas prominente que me prendió por completo... Malditas mis ganas de querer que sea adulta para... Mejor respiro profundo y me calmo... —Perdón Camille luego hablaré con ella, hubo un altercado esta mañana con Stephanie y supongo que seguirá un poco sensible por eso. —No te preocupes después me cuentas eso, por ahora debemos ocuparnos del trabajo, te espero dentro del salón para que te despidas de tu padre —repasa su mirada hacia mí de abajo arriba y coloca su mejor sonrisa. —Un placer haberlo conocido doctor Oz, Benji me ha hablado mucho de usted y su reputación lo precede en el campo, espero tener otra oportunidad para que hablemos como buenos colegas. Vuelve a estirar su mano muy formal, pero en vez de tomarla, la empujo hacia la pared dejando a ambos sorprendidos, pero no más de lo que quedaron después de ver la navaja clavada junto al rostro de ella... Esa pequeña es un demonio... Tomo la navaja y una vez asegurada la guardo en mi bolsillo sin borrar la leve sonrisa producida por el acto de mi luna. —Será mejor que entren, debo atrapar a cierta pequeña antes que active la alarma de incendios. —Es un poco... inquieta —menciona nerviosa. —No, solo está entrando en una fase rebelde, pero no quiero pagar daños a la universidad ni mucho menos causarle problemas a mi hijo. Nos vemos en la noche Trav. Sin más, me alejo de ellos encontrando al final del pasillo sus felinos ojos encendidos en furia y sigue su camino rápidamente, no corre, pero sé que lo hará. Acelero mis pasos al ritmo de ella, vuelve a aumentar los suyos y en efecto... corremos. Tras diez minutos de una extensa carrera, terminamos fuera del campus y junto a un árbol logré alcanzarla levantándola entre mis brazos, presioné su traicionera costilla, ella intentaba hacerse la fuerte para no caer, pero al final lo hizo y entre su risa vi una luz que me mostró cuán sincera había sido la primera vez que hice esto. Ella no podía fingirlo todo, es imposible para cualquier ser humano... Nos dejé caer en la nieve hasta que me detuve al igual que lo hizo su risa de a poco y besé su cuello provocando otra luz que sonrojó sus mejillas. Odio saber que hubo mentiras entre nosotros, pero ella conmigo ha sido más genuina que con cualquier otra persona y eso me hace dejar atrás todo. —¿Acaso te pusiste celosa por esa mujer? —No sé de qué hablas, jamás he sentido eso. —Lo pondré así, después de que salgan de clase tengo pensado invitarla a salir, tal vez un cambio de aire no me caiga mal, o quizás pueda invitarla a ella y a Lucy en lo que tú pasas la noche con Travis viendo alguna película. Solo eso bastó para que sonaran las trompetas infernales anunciando la destrucción del mundo y con ello, dos intentos de golpes que logré bloquear a la perfección. —¡Haz lo que te dé la puta gana, pero no te atrevas a volver al hotel! —soltó con la mayor rabia que podía. ¿De dónde saca esa voz de mujer? Debí tomarla con más fuerza hasta derribarla en el suelo donde quedé sobre ella, me miraba con profunda ira, una que sabía era genuina pues esta siempre mostraba un pequeño tic en el ojo izquierdo cuando surgía. —Déjate de estupideces y suéltame. —Tú y yo sabemos que puedes librarte de este agarre y si no lo haces es porque no quieres, además de que eso implicaría lastimarme, antes me sorprendió que corrieras a pesar del dolor en tu pierna. —No me duele nada, ahora quítate o sí te lastimaré para que te quites. —No lo harás, de ser así ya lo habrías hecho. —Aún estoy a tiempo. —Deja de engañarte pequeña, está claro que no te gustó para nada la encantadora Camille Schwarz y no quieres admitirlo —sus ojos se encendieron más en furia. —Admito que te partiré la mano si no te quitas enseguida Oz —o no lo reconoce o no lo identifica, pero en verdad está celosa, es igual que pasó con Lucy. ¿Por qué es tan difícil esto? ¿Qué daño hice en mi otra vida para pagar un precio tan alto en esta como castigo considerando todo lo que he vivido? Sentir todo lo que siento por ella y saber que no puedo hacerla mía por esa maldita diferencia de edad y más porque sigue siendo una niña, es una tortura muy grande. Al sentirme tan abrumado por estos pensamientos, más los gritos de mis voces reclamando lo mismo con fiereza, cerré mis ojos haciéndome a un lado liberándola del agarre, tumbé mi cuerpo en la fría nieve y coloqué mis brazos en el rostro intentando buscar un punto de calma, cuando entonces, siento sus gélidas manos apartar mis brazos y enlaza sus dedos con los míos a la altura de mi cabeza, abro mis ojos encontrando su rostro frente a mí y el sol brilla sobre su nívea piel en un halo de luz celestial. ¿Es posible ver el día y la noche en un mismo punto siendo cortados abruptamente como el océano Atlántico y Pacífico? Sí es posible y es justo lo que veo en su rostro al contrastar dicha imagen angelical con sus profundos ojos azabaches, aquellos que resguardan un secreto que solo yo conozco, uno que ni siquiera ella sabe. —¿En verdad te irás con ella esta noche? —su voz es suave y un poco dolida. —¿En verdad crees que pasaría el final del viaje con otra mujer que no seas tú? Su provocativa mordida en el labio tampoco es falsa, es suya, siempre es ella al hacerla, así como lo es ahora. —Quiero un helado. Analicé sus palabras y ladeé una sonrisa al comprenderlas mejor. —Vamos al hotel, este no es un buen lugar —no dijimos más y nos fuimos. En cuanto cerré la puerta de la habitación, ella tomó mi mano con fuerza arrastrándome hasta la cama donde me empujó hacia esta para después subir a horcajadas sobre mí, todo pasó tan rápido que mi adrenalina fue lo único que pudo igualarla, mas los reflejos y mis voces me traicionaron al darle acceso a mi cuello, mismo que ella tomó con desenfrenada pasión en lo que sus manos abrían mi camisa hasta dejarme expuesto y mis manos se escabulleron bajo la tela repasando su fracturada piel, pero en cuanto sentí la sangre bajar a donde no debía, pero que anhelaba lo hiciera, mi consciencia reaccionó. Me fui esta vez hacia su cuello deteniéndola en un fuerte abrazo, nuestras respiraciones eran erráticas, mis labios se pasearon por su vena que estaba a punto de explotar al igual que yo y ella intensificó su agarre. —Lo siento pequeña, créeme que anhelo hacerlo, desde la primera vez que te vi he querido esto, pero no puedo hacerte ese daño, no me lo perdonaría nunca y de por sí estoy cargando con mucho peso, en especial desde que llegamos por primera vez a Londres. De pronto sentí algo húmedo caer en mi hombro y la alejé notando cómo brotaban unas lágrimas en tan confundido rostro que me descolocó y fracturó por dentro. —¿Pequeña? —Él dijo que si me sentía segura con alguien podía hacerlo, pero nunca dijo que la otra persona se negaría. —¿Quién te lo dijo? —Marcus. Maldito imbécil. Sabía que lo había dicho por Oliver, pero no midió el impacto de esas palabras en ella y ahora nos había colocado en un aprieto muy grande. —Pequeña, quiero estar contigo... —Pero no lo harás, no soy una mujer y tampoco alguien que pueda estar contigo —colocó su mano en el pecho sin levantar su mirar. —No entiendo, dime por qué siento esto Oz. No quiero llorar, no quiero sentirlo, pero tampoco puedo evitarlo y duele mucho. —¿Y tú crees que a mí no me duele esta distancia? ¿o el dormir contigo desnudos y anhelar besarte hasta hacerte completamente mía, pero saber que no puedo hacerlo? —¿Entonces por qué otros sí pueden tomar mi cuerpo y hacer con él lo que les plazca sin que yo lo quiera y justo cuando quiero que alguien lo haga no ocurre? ¿Acaso... Acaso es por mi cuerpo? ¿Son las cicatrices además de la edad el motivo por el cual no puedo estar contigo? Porque a ellos no les importó si tenía diez, seis o tres años para tomarme como lo hicieron. Ella es excelente para destruir un cuerpo, pero es mil veces mejor destruyendo almas y corazones con sus palabras. —Ellos te violaron Ragnar y te torturaron hasta marcar tu cuerpo por completo. —¿Es por eso que no puedo estar contigo? ¿Porque otros ya estuvieron dentro de mí? ¿En verdad es tan importante la castidad en una mujer como todos dicen? Si ella sigue haciendo esas preguntas, terminaré con un brote psicótico que ninguno de los dos podrá detener y sé que terminaré por hacer lo que no debo. Retiré sus prendas superiores, ella al comienzo hizo un poco de fuerza como negativa, pero se dejó llevar sin abandonar su semblante fracturado. Al tenerla expuesta frente a mí, repasé mis manos por algunas cicatrices sin tocar sus pechos que ya comenzaban a brotar y luego uní su piel con la mía en un abrazo generando un choque térmico dolorosamente exquisito. —Jamás en tu vida vuelvas a pensar que me da asco tu cuerpo cicatrizado porque no es así Ragnar, desde que vi tu desnudez amé cada centímetro de ti, veneré tu existencia como a nada en el mundo y si hay algo que desee profundamente es que nos hagamos uno en ese acto. —Entonces... ¿por qué? —Porque has pasado por muchas cosas desde que naciste y aún debes comprender muchas más de ti misma y del mundo, además de que tienes el cuerpo de una niña y por muy psicópata que sea, no puedo ultrajar este cuerpo como lo hicieron otros. —¿Y cuando crezca... lo harías? ¿estarías conmigo? ¿te quedarás conmigo? Estoy a un paso de caer en un abismo que al final tendrá mil espadas esperando por mí. —Pequeña... No tuve la fuerza para decir una palabra más y eso pareció la respuesta definitiva para ella, una que la hizo abrazarse a sí misma soltando un grito desgarrador en lo que sus uñas abrían su carne sin piedad, como si necesitara salir de un caparazón del cual jamás habría de desprenderse y yo... yo me destruí por dentro al verla hasta el punto de temblar del dolor, de la frustración. ¿A quién culpo? ¿A quién o a qué maldigo por este sufrimiento que padecemos dos atormentadas ánimas que solo quieren luz, amor y esperanza? Debí ejercer mucha fuerza en sus manos para separalas y enlazarlas con las mías, entre torrentes lacrimosos apenas podíamos vernos, pero debía ser honesto con ella. —Rag, mi pequeña luna, lo que menos quiero es causarte un daño irreparable al cometer un acto tan significativo para mí, porque contigo no quiero solo follar, no quiero tomar tu cuerpo como he tomado el de todas las demás, quiero hacerte mía desde la piel hasta el alma y de esa misma forma quiero ser tuyo. —Oz... —uní nuestras frentes y negué con mi cabeza. —Yo no quiero fornicar contigo como si no valieras nada, aunque igual no podría, quiero hacerte sentir especial, diferente, viva en medio de mi muerte, quiero revivir en tus labios, en tu cuerpo, en tu calor y tú frío, quiero que nuestros mundos sucumban hasta los cimientos entre el éxtasis y ese algo que va más allá del amor que solo nosotros podemos sentir Ragnar. Por tres segundos vi en su mirar algo diferente, algo que había visto en los ojos de Livi, de Marcus, de Ismael, de Bonny, algo que nunca vi en nadie con la intensidad o forma en que ella lo hace, y lo supe en silencio, lo comprendí claramente y lo que me hacía el cretino más feliz de todos, también me hacía la cosa más miserable y desdichada del mundo. —Oz... yo te... La besé silenciándola por completo, la besé necesitado, dolorido, la besé profundamente hasta que nuestros labios y lenguas marcaron un compás lúgubre, aquel que sientes en el instante en que la hoz separa tu alma de tu cuerpo. Sus manos descendieron desde mi rostro hasta el tórax repasando mis heridas y yo pasé mi mano de igual forma en ella, pero al llegar más arriba de su ombligo; movió de un tiro mi mano dejándola en su pecho, abrí mis ojos y levanté mi mano sin nunca dejar un roce lascivo en este, separé nuestros labios lentamente y solo nuestros ojos quedaron conectados dándole paso a una caricia de mis dedos a su mejilla con cariño. —No vuelvas a hacerlo, no me fuerces a hacerlo Ragnar porque así como no quiero forzarte, tampoco quiero que me fuerces a hacer algo que no debo, porque sí, en verdad anhelo esto, pero todavía no y prefiero arrancarme la mano antes de incumplir esa promesa, pero también... —También ¿qué? —pregunta dolida ante un corto silencio de mi parte. —No te atrevas a decirme esas palabras hasta que estés completamente segura de todo y hayas conectado en su totalidad contigo misma, es entonces cuando sabrás decirme lo que sientes realmente por mí. Me acosté a un lado atrayéndola a mi cuerpo, fundiéndonos en un abrazo que es el único refugio donde podíamos encontrar la verdadera paz y el río de nuestros orbes se detuvo casi por completo. —En mi vida solo existen mi familia y tú, y tú eres lo más importante para mí Ragnar, eres mi tesoro más preciado y no quiero perderte, prefiero tenerte lejos, pero no quiero perderte. —¿Te quedarás a mi lado? —Siempre mi pequeña, siempre. —Entonces recuerda mis palabras, el día que pueda decirte qué es lo que siento realmente por ti, ese día te demostraré por qué no me he de entregar a nadie más con la misma convicción que lo haré contigo, pero no solo te lo mostraré en palabras, sino que tus voces y tus demonios se apoderarán de ti y tomarán el control al sentir cómo me entrego por completo a ustedes.
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