29. SUEÑOS EN SUECIA

1885 Words
23 Noviembre Quedamos tan agotados con tantas aventuras en estas semanas que el cuerpo no nos respondía en la mañana, así que llamé a Lucy para que se encargara de programar el vuelo en horas de la tarde y ahora nos encontramos en la ciudad de Gotemburgo, Suecia, aquí nos hospedaremos en el Hotel Barken Viking, el cual, como su nombre lo indica, es un hotel dentro de un barco vikingo, las instalaciones son bastante cómodas, hay privacidad, excelente servicio y brinda una experiencia diferente. Considerando que perdimos medio día en la cama en Noruega, decidimos salir a recorrer la ciudad comenzando con un tour a pie por el centro de la misma. A veces me sorprendía ver cuán agotados terminábamos con tantas expediciones, actividades y demás y aun así teníamos la fortaleza para seguir descubriendo tantos espacios cada día que iba transcurriendo. En la noche regresamos al hotel para cambiarnos, tenía una sorpresa especial para ella y quería disfrutarla esta vez por lo alto, sentía que habíamos pasado mucho tiempo entre la naturaleza y ahora quiero verla en un ambiente más urbano. Para esta ocasión vestimos un poco más formal, yo iba con una camisa azul eléctrico, pantalón n***o y abrigo marrón, sencillo, pero adecuado, aunque mi pequeña se veía soberbia con sus botas negras que van más arriba de la rodilla, jean gris claro, blusón sin mangas n***o con un collar plateado largo y un abrigo n***o con capucha. Era imposible quitarle la mirada de encima, incluso la forma de agregar su perfume fue hipnotizante para mí hasta el punto de sacarme una sonrisa, pero ella estaba tan distraída arreglándose que no decía nada al respecto. De pronto caigo en cuenta que la forma de repartir el perfume es muy coordinada, algo que solo he visto en dos mujeres. —¿Eso te lo enseñó Livi? —pregunté con cierta fascinación. —Sí, pero también me lo enseñó Bonny en una ocasión que tuvimos una video llamada, ella insistía en que debía aprender a vestirme adecuadamente ya que no siempre estaría con un “traje militar” —reí un poco negando con mi cabeza al verla voltear sus ojos en lo que hacía las comillas con sus dedos. Me hacía una clara idea de esa llamada y más conociendo a Bonny, esa mujer haría lo que sea con tal de ayudar a alguien a estar a la moda, tanto así, que sé, ese guardarropa fue escogido por ella y Livi, creo que incluso toda su ropa la diseña ella y mejor estilo no le pudo dar a mi pequeña luna. Ella termina de arreglar un poco su cabello dejándolo suelto con unas ondas, toma su abrigo y se gira mirándome por primera vez, estábamos tan absortos en lo nuestro que nunca llegó a repararme realmente hasta ahora. Me acerco viéndola con la misma devoción y fascinación de todo este tiempo, un virginal sonrojo aparece en su rostro al estar tan cerca de ella y tomo su abrigo apreciando cada centímetro de su cuerpo. —Te ves bellísima mi luna, creo que hoy seré la envidia de todos en Gotemburgo. Su sonrojo se expande, su respiración se entrecorta, la vena de su cuello parece querer estallar por los latidos de su corazón y la mordida en su labio enciende mi cuerpo profundamente. Abrí el abrigo entre mis brazos, lo pasé detrás de ella obligándome a acercarme más a su cuerpo, me embriagué por completo del perfume en su piel expuesta y una corriente estremece la dermis de su ser al sentir el roce de mi calor en su gelidez. Introduje sus brazos en el abrigo e iba subiéndolo lentamente, era tan fascinante este movimiento prohibido que mis voces se excitaron. Acomodé su cuello si apartar mis ojos de los suyos y separé su labio con mi pulgar dejando un roce pecaminoso. —Estás perfecta —murmuré a ronca voz. —Tú eres perfecto, te ves apuesto y me gusta tu colonia —murmura sutil con un dejo erótico. Maldición, ella no me lo deja fácil ni una vez. —Quería estar a la altura de la situación, pero no pude estar a la tuya. —Lo estás, creo que seré la envidia de todas las mujeres hoy —sonreí. Acerqué mi rostro dejando nuestros labios a centímetros de distancia, mas el beso reposó en su mejilla, tengo que controlarme más. —Vamos mi pequeña, no quiero que lleguemos tarde. —Si tú eres el motivo, entonces no me importará tardar un poco más. Mis voces y yo la levantamos con un deseo descomunal, me senté en la cama dejándola a horcadas sobre mí cortando toda distancia entre nosotros y la abracé con fuerza escondiendo mi rostro en su cuello. —Eres mi todo Ragnar, pero por favor, deja de hacer eso. —¿Hacer qué? —pregunta inocente. Respiré profundo intentando calmar todas mis ganas desenfrenadas de hacerla mía y recordando que todavía no es el momento, es muy pequeña y no quiero hacerle ese daño, pero ella no me lo hace fácil cuando se muestra tan mujer ante mí. —Vamos mi pequeña, quiero pasarla bien esta noche contigo y tengo algo especial para ti. La bajé con cuidado acomodando nuevamente su ropa, sonreí más tranquilo a lo que ella me respondió de la misma forma. Así, salimos rumbo a uno de los mejores restaurantes de la ciudad, disfrutamos una charla amena sobre lo que queríamos hacer en Suecia, nuestro próximo destino en el país y todas las cosas que queríamos hacer aquí. Después de una cena tan entretenida, salimos del restaurante, abrí la puerta del auto para ella y después ingresé saliendo con dirección a un lugar especial que quería compartir a su lado. —Esta noche tengo una sorpresa para ti pequeña, espero que la disfrutes. —¿A dónde iremos? No dije nada más y continué nuestro camino. Al cabo de unos minutos llegamos a la Ópera de Gotemburgo, bajé del auto para después ayudarla, ingresamos al lugar tomados de la mano y tomamos un par de vasos de whisky, al dar el aviso nos dirigimos a nuestro palco, quise escoger uno privado para hablar más tranquilos. Verla sentarse con tanta elegancia y más al no tener su abrigo, era deleitante a la vista. —¿Y qué tiene de especial esta función? —preguntó curiosa. —Uno de sus bailarines hará su debut y según escuché es un hombre con un gran futuro en la industria. —¿Cómo se llama? —Alonso Solokov. —Ya veremos si en verdad es una promesa. —¿Alguna vez fuiste a la ópera? —Nunca, ni siquiera he ido a los teatros en Nueva York. —¿De verdad? ¿Ni siquiera con Marcus o Livi? —No, esta es mi primera vez. Estoy tan jodidamente enfermo que incluso mis ganas se dispararon al escuchar la inocencia en sus palabras. Acomodaron las luces y respiré profundo enfocando toda mi atención en la función de la noche. A medida que pasaba el tiempo me iba perdiendo en la historia, pero no fue sino hasta el descanso a mitad de función que encendieron nuevamente las luces y me percaté que teníamos las manos enlazadas. Levanté mi vista hacia ella quien no había salido en su ensoñación, seguía atenta al escenario aun cuando los bailarines ya no se encontraban en el lugar y presioné ligeramente su mano llevándola hasta mis labios donde dejé un sutil beso, sus luceros alumbraron mi camino y sonreí ensimismado ante su faz virginal. —¿Te ha gustado? —asintió con pura ilusión. —Por un momento pensé que sería aburrido, pero la verdad me sorprendió, la forma en que se mueven, la elegancia de los bailarines al dar cada paso y la pasión de Alonso en el escenario es utópico y agresivo como el fuego —di otro beso al dorso de su mano y su mejilla. Estaba tan feliz al saber que en verdad disfrutaba este momento conmigo, uno que ella hizo especial con sus palabras y más cuando supe que estaba disfrutando por primera vez conmigo algo que tanto me encanta, pues soy una persona de ir mucho a diversas funciones de este estilo, así como también disfruto de escuchar a la orquesta filarmónica cuando mi trabajo me lo permite. Una vez terminada la función, fuimos a conocer al director quien nos concedió unos minutos para hablar, este nos presentó a sus bailarines siendo Solokov su estrella principal, pues esta noche demostró por lo alto que sí tenía un futuro prometedor. Mi pequeña cruzó algunas palabras con él, me sorprendió ver que no fue cariñosa ni con una actitud infantil, sino que se comportó por lo alto como toda una mujer de clase. Ellos estaban sorprendidos ante su actitud y forma de expresarse como muchos otros y después estrechamos manos despidiéndonos de todos para nosotros también retirarnos de la ópera. Sabía que lo mejor era hacerlo ahora que todos estarían enfocados en un solo punto, puesto que el cúmulo de personas le generaría mucho estrés y no quería que arruinaran una noche perfecta. Disfrutamos la velada un poco más junto al muelle cerca del hotel, luego subimos a bordo del mismo caminando por las instalaciones de este al aire libre hablando de la función, la orquesta y el hecho de volver a ver otra presentación bien sea en el transcurso de este viaje o en Nueva York, y ya tarde por la noche retornamos a la habitación para descansar. El segundo día lo disfrutamos con otro tour en la ciudad, visitamos un museo, nos deleitamos en varias reposterías, hablamos un poco con Livi y los hermanos de Rag. Con la llegada de la noche empacamos todo para partir al día siguiente y después nos acostamos a dormir con el sonido del mar de fondo, pero mi mejor melodía era el de su respiración junto a la mía, esa que me llevaba a mis más profundos y tranquilos sueños donde ella era mi compañía. (...) Abrí mis ojos percatándome que eran las ocho de la mañana, ella seguía dormida, aunque estaba de lado, parte de su ondeante cabello cubría su espalda y mi brazo rodeaba su cintura. Era una imagen tan maravillosa que cada que tenía la oportunidad de apreciarla sentía que seguía en un sueño, no quería que esto terminase. Repasé suavemente mis dedos sobre sus cicatrices, a medida que subía, hacía su cabello a un lado y su piel erizaba al contacto de ciertos puntos, me moví despacio dejando un beso en su hombro, otro en su nuca y un tercero en el lóbulo de su oreja, y ella sonrió pasando sus dedos en tan bellos luceros para iluminar mi día con su apertura. Mi luna volteó regalándome el semblante más puro ante su desnudez y acarició mi rostro atrayéndome al suyo como un imán, no tocamos nuestros labios, pero nos besamos con la mirada, la hice mía con el iris de sus faros y mi alma quedó más que satisfecha. —¿Lista para irnos mi pequeña luna? —Solo si estarás conmigo. —Siempre mi pequeña, siempre. Otra sonrisa y encendió la llama de mi vida, otra mirada y alimentó mi alma con su ambrosía, otro amanecer… en la que era mía.
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