85. INESPERADO II

2698 Words
Veinte minutos antes de salir del bar Ismael La noche ha estado fenomenal y no importa cuántas cosas se planeen, al final todo termina excelente cuando estamos reunidos en familia, para bien o para mal es así. Oz me había indicado que dentro de poco nos iríamos al hotel para terminar de pasar la noche allá, al parecer se encontró con alguien del hospital según le entendí y es la mujer que llevaría a la habitación, en mi caso no quería llevar a la misma, así que seguía como un águila pendiente de cualquier presa adecuada para mi cena. De un momento a otro un sujeto sube a la tarima llamando la atención de los presentes anunciando que harían un baile muy especial entre mujeres solteras, lo que irónicamente me ayudaría a escoger más fácil y rápidamente a mi candidata. No sé si serían los tragos, la emoción de la noche o las mujeres con sus cuerpos tan sensuales moviéndose al compás de cada ritmo lo que encendió todo en mí, pero principalmente, hubo algo en este estilo de los años veinte que incrementó mis ganas. Así, entre el voleo de la tela y los accesorios, cada curva hipnotizándome cual serpiente y el calor del deseo abrasador que recorría mi cuerpo, hubo unos ojos que me atrajeron en el acto, bebí mi whisky sin apartar la mirada de ella quien repasaba a todo el público hasta reparar en mi presencia. Sonreímos y su baile se tornó más erótico entre su vestido ceñido, se sentía personal, pero a la vez era excitante que más personas la vieran, especialmente porque su atención solo era mía y es así como la quería. Finalizada la ronda de baile escogieron a las mejores siendo ella una de las finalistas, hicieron otra ronda pero esta vez con música de los veinte, algo que ella supo improvisar sacándome una sonrisa divertida por los gestos que hacía de chica buena y chica mala. Terminaron de bailar siendo ella la ganadora, aunque no solo de la ronda, sino también de mi cama, ella llegó a mí sin decir una palabra y tampoco las necesitábamos, tomó mi vaso vaciando su contenido sin dejar de devorarme con su felina mirada y una vez apartó el cristal de sus labios fui yo quien se apoderó de ellos sediento de su placer. Pronto, sentí que alguien tomó mi hombro apartándonos momentáneamente, era Oz, se quedó reparando a la mujer frente a mí de pies a cabeza ladeando una sonrisa cómplice, perversa, señaló su reloj indicando que ya era hora de irnos, así que tomé la mano de ella y salimos los cuatro encontrándonos con Livi y Marc en la entrada para ir al hotel. No hubo un cruce de palabras entre nadie al estar cada uno ocupado con su acompañante y una vez llegamos nos dirigimos a nuestras habitaciones. —¿Un whisky? —pregunté. Ella negó acercándose a mí en un vaivén de caderas muy pronunciado, apartó el cristal de mi mano y me acorraló contra el buró inundándome de un exquisito perfume. Sin apartar su vista de la mía, comienza a danzar suavemente se gira quedando de espaldas siendo ahora su trasero el que va restregándose contra mi hombría sobre la tela, mis manos se desplazan por sus piernas y mi boca arrebata su cuello que me abre paso sin temor alguno. Ella levanta levemente la tela entre sus piernas dándome más acceso, pero hubo algo en la mezcla de sus curvas y su vestido de época que me convirtieron en un adicto, quizás un fetichista, o al menos así lo sentí pues era la mezcla de ella con las prendas y accesorios lo que me hizo engancharme más al momento. En un instante busca el cierre tras su espalda para abrir el vestido, pero la detuve dejando un fuerte mordisco en su lóbulo que le sacó un gemido. —No te lo quites… todavía no primor —susurré gutural. Levanté la prenda presionando sus nalgas, dejando una fuerte palmada en cada una que nos sacó un gruñido excitante. Abrí mi pantalón, me preparé a la vez que corrí tan pequeño hilo que bloqueaba mi acceso a su paraíso y me deslicé entre sus ya humedecidos pliegues… lento… profundo… era lava… No me importó nada en el momento más que apoderarme hasta el último centímetro de su ser, mis manos se aferraron a las suyas que yacían sobre el buró, mis labios sobre los suyos asesinando los cálidos gemidos de cada uno y todo explotó en ambos en un placer exquisito. Ella se giró con sus ojos encendidos en deseo y se arrodilló liberándome de mis prendas inferiores en lo que yo retiraba mi saco, la cargadera y mi camisa, sus felinos orbes recorrieron mi desnudez a la par que sus dactilares ascendían en mis piernas hasta mi cadera, aquella en la que sobresalía mi masculinidad ansiosa de ella, de su boca y ella, cual adivina, saborea desde la punta hasta la base. Esta mujer es deseo, es peligro y pasión, recorre cada parte haciéndome enloquecer, me obliga a luchar contra mis ganas para evitar correrme tan rápido, pero al no soportar más, la alejo conteniéndome tanto como es posible y la llevo alzada en mis brazos, entre besos me pierdo del mundo, de mi razón. Al dejarla sobre la cama retiro su ropa interior la cual cae en quién sabe qué parte de la habitación, me inclino hacia ella dejando su rostro muy cerca al mío y una de mis manos acaricia su mejilla dejando el pulgar al borde del antifaz. —Siempre dije que eras la única que podía provocar este torbellino en mí. Retiré su antifaz de un tiro trazando ambos una sonrisa magnífica, ella repitió mi gesto retirando el mío y el mundo se iluminó más. —¿Cuándo lo descubriste? —pregunta traviesa. —Desde que te subiste a la tarima, reconocería tus curvas donde sea, aunque también reconozco que el nuevo perfume por poco me hace dudar, pero tu mirada felina fue la confirmación. —Tendré que mejorar mis tácticas —pronuncia perversa. —Haz lo que quieras Bárbara, pero igual sabré que eres tú sin importar lo que hagas. De pronto su semblante se ensombrece un poco. —Isma, si sabías desde el principio que era yo… ¿por qué me trajiste contigo? ¿no dijiste que era mejor estar lejos? Tragué en seco sintiendo un horrible vacío al recordar nuestra última vez y más por cómo se dieron las cosas, sus ojos cristalizados apagaron la llama que segundos atrás quemaba mi cuerpo y mi corazón se hizo pequeño al recordar todas las noches que he pasado solo desde que me fui de su lado, porque en efecto, no volví a estar con otra mujer desde ese instante, no podía por mucho que quisiera. —Sé que no quieres nada formal y no te lo pediré, pero tampoco puedo negar el hecho de que te sigo amando Bárbara, echaste raíces muy profundo en mí y ha sido difícil arrancarte de mi corazón. —En verdad no quise lastimarte, pero tampoco quiero perderte Isma, sé que es egoísta de mi parte pero… —coloqué mi pulgar en sus labios silenciando sus dolorosas palabras y uní nuestras frentes conteniendo mi suplicio. —Harás tu vida con alguien más igual que lo haré yo, hasta entonces o hasta que alguno de los dos se aburra del todo, jugaremos esto juntos… Este era el motivo por cual no quise despedirme de ella personalmente, pero ahora que lo decía con mi propia voz debí tragarme todas las sensaciones que ella despertaba en mí y más con la sorpresa pintando su rostro, uno que me impulsó a robar sus labios como un maldito necesitado de ella, devoramos nuestras bocas como si el mundo se fuese a terminar esta misma noche, sus manos me atrajeron a su cuerpo y las mías liberaban el suyo del vestido que minutos atrás me hizo desearla con todo, pero ahora necesitaba su alma, su calor, no una fantasía… aunque eso habría sido mejor para no tener que recordar tanto dolor en mi vida mientras la hacía mía. Soy un idiota por amarla como la amo, soy un perdedor por estar detrás de una increíble mujer que no desea estar conmigo, pero que al mismo tiempo, sé que me ama con la misma intensidad en que lo hago yo… parece que nada será perfecto para nosotros y aun así éramos felices viviendo el ahora. (…) Livi —¡Esto es el colmo Marcus! ¿Cómo pudiste permitirles algo así? Y lo que es peor, confabularte con Oz para que me besara como si nada. Estaba que lo asesinaba aquí mismo, se suponía que sería una noche memorable, pero no me imaginé ni de chiste nada de lo ocurrido. —Amor, no le des tanta importancia a eso, ninguno lo hizo por mal y no estamos obligados a hacer nada que no queramos. —¿Estás escuchando la estupidez que sale de tu boca? —Livi… —se acerca rodeando mi cintura sin abandonar su semblante tan tranquilo. —¿Qué te altera realmente? ¿Acaso te molestó que Oz te besara o que quedásemos en medio de ese par? Porque si es lo último me parece que no estás prestando atención a tu alrededor. —¿A qué te refieres? —Hablo de que llevamos quince minutos discutiendo y hasta ahora no hemos escuchado nada proveniente de las otras habitaciones… Quedo en silencio prestando a atención a lo que él dice resultando ser cierto, considerando cómo son Isma y Oz ya es para que estuvieran en pleno apocalipsis s****l y no se escucha nada. Cerré mis ojos sintiéndome una tonta al ver que había caído en la trampa de ese par y Marcus me abraza fuerte intentando hacerme sentir mejor. —Disculpa que pasaras un mal rato amor, pero no podía decirte nada antes de tiempo, sé que Oz e Isma son un poco pesados con algunas cosas, así como también sé que ellos nos respetan ante todo. —Esto fue idea de Oz ¿no es así? —él ríe por lo bajo al darse cuenta por mi voz que estoy haciendo un puchero cual niña chiquita. —Como todas las ideas más descabelladas que hemos vivido —me aleja dándome un corto beso. —Ahora, me encantaría estar contigo en la cama hasta que sea hora de irnos, no me importa si hacemos el amor o no, pero te quiero en mis brazos tanto como pueda. Siempre me encantó esto de Marcus, él es un hombre demasiado tímido y cuando lo conocí era mucho peor, pero a medida que nos relacionamos y hablamos más, conocí otra faceta de él, una romántica que me enamoró por completo al hacerme sentir que era la única en su vida, siempre tenía un detalle hermoso conmigo y no hablo de cosas materiales, sino algún gesto, una caricia, unas palabras de aliento, incluso un simple abrazo podía cambiar mi día por completo, su inteligencia y personalidad me atraparon cada día más, así como lo hizo el querer salir adelante en la vida para tener un futuro conmigo, lo mejor es que Marcus nunca me prometía una mansión, autos lujosos ni una vida de ricos, sino un hogar, una familia, la calidez que siempre he sentido en la mía era la misma que me ofrecía él acompañada de sueños en conjunto. —Supongo que al menos debo agradecer que no pidieran una suite para los seis. —Bueno… —me alejo ante el tono nervioso de él. —la verdad eso iba a hacer Oz, pero le dije que si accedía a besarte, él debía pedir habitaciones separadas para todos —abro mis ojos a punto de reñirlo cuando él coloca sus manos en mis hombros para calmarme. —No pienses que te regalé como si nada, igual había pedido mi aprobación para ese beso, pero entre tener una orgía con ellos y verlo besarte, preferí la segunda. A veces no sé si reírme de sus locuras o estresarme por ellas, pero bien sea una cosa o la otra, sé que mi vida no sería igual sin la compañía de ellos tres. —Marcus Jhonson —pronuncié firme dejándolo más nervioso. —al menos espero que esta habitación tenga una bañera grande para los dos —él ríe besándome varias veces. —No creerás que negocié solo un beso ¿o sí señorita Clyde? —mordí mi labio ante su tono seductor. Cual pluma, Marcus me levantó entre sus brazos llevándonos al baño que estaba decorado con velas blancas que desprendían un suave aroma a vainilla acompañado de pétalos de rosa esparcidos en varias partes, la bañera estaba lista con muchas burbujas, había champagne, dos copas y un plato de fresas con chocolate, un detalle que me recordó a nuestro primer encuentro. —¿Qué más le sacaste a Oz? —Un par de consejos que quiero poner en práctica en la bañera contigo. —Ya veo por qué no lo quieres en la cama matrimonial. Entre risas nos besamos haciendo que me bajara, retiramos nuestras vestimentas sin apartar los labios del otro dejándonos llevar por todo el amor que siempre nos guardamos aun en medio de esta distancia. Sus manos tomaron con firmeza mis glúteos levantándome con gran emoción, demostrándome a su vez que se estaba ejercitando más. —Creo que tendré que hacer ejercicio si sigues poniéndote más fuerte o alguna otra te alejará de mí. —Mi amor, tú lo único que tendrás que hacer es estar a mi lado dándome todo tu amor y te aseguro que no habrá poder humano que te aleje de mí. —¿Ah sí? ¿Y que pasa en la distancia? —Simple, me lleno de todos los recuerdos que dejas en mi piel dejándome completamente ciego hasta que vuelvo a verte. —Eres un romántico sentimental hasta los cimientos —reímos como locos dándonos otro beso mucho más profundo e intenso. —Solo contigo mi diosa, porque me has hecho tu esclavo. Quedamos en la bañera hablando de muchas cosas en lo que disfrutábamos del champagne y las fresas, mismas que él usó en un momento al recorrer mi cuello con ellas embarrándome con el chocolate, saboreándome con él lentamente encendiendo mi cuerpo con su lengua. Una de sus manos se desplazó en el agua hasta mi vientre bajando sus dedos, subiendo mi calor, enloqueciendo mi cuerpo que no se contuvo ni una vez ante los gemidos que provocaba en mí, aquellos que se intensificaron al sentir electrizantes mordidas en mi pecho que se erizaba ante el frío de la champaña que él derramaba entre ellos, mientras sus dedos entraban y salían rápidamente a la par de otro que rozaba intensamente mi pequeño punto de placer. —Te amo Livi —susurró en mi oído. —te amo con todo mi ser. Mi razón se perdió por completo al besar el punto exacto en mi cuello llevándome al orgasmo más increíble de todos, uno que me arrancó la voz entre sus labios obligándome a aferrarme de su cuerpo al sentir que caería en un precipicio. —¿Eso fue idea tuya o de Oz? —pregunté con agitada voz. —Parte y parte, mi ventaja es que él no conoce tus puntos débiles, así que debí modificar un poco el consejo. —Bueno, al menos este año tendrá un excelente regalo de navidad por la sugerencia. Creo que mi felicidad no podía ser mayor en este momento. —Amor… ¿todavía piensas en lo ocurrido con Oz? Y no hablo desde la culpa, sino desde el deseo. —No, ¿a qué viene eso? Deja la copa a un lado y me acomoda entre sus brazos y piernas con cariño. —Me quedé pensando en eso un tiempo y aunque sé que no quiero a Oz en nuestra cama, no quiere decir que no podamos experimentar algo nuevo. Sentí que me desconecté del mundo con ese comentario… ¿En verdad Marcus Jhonson dijo eso? ¿¡Acaso se le pegó el bicho de la locura de Oz!?
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD