12. RESISTENCIA

2809 Words
Actualidad Pasaron un par de semanas desde la partida de Travis, mi pequeña llevaba todo este tiempo en clases con Marc y Livi, así que poco a poco había logrado cortar esa distancia, sus hermanos también llegaron a apoyarla bastante haciéndolo cada uno a su manera, Liam involucrándola en actividades varias con la idea de hacerla sentir como una niña normal y Robert lo hacía por medio de la lectura. Desde aquella mañana que llegué a casa y los encontré a ella y Robert en el estudio, supe que algo había pasado entre ellos dos y mi curiosidad fue saciada mas temprano que tarde. Flashback Llegué a las cuatro de la madrugada a casa de Marc después de salir de turno, Livi me había invitado a desayunar y por supuesto no iba a negarme a sus encantos, sin embargo, la invitación era para las siete, aunque quise venir antes para ver a mi pequeña. Fui a buscarla a su habitación, pero extrañamente no la encontré en ese lugar, así que decidí ir al estudio que era otro de sus sitios favoritos, en efecto la encontraría ahí, mas no me esperaba la escena que estaba ante mis ojos. Ella yacía dormida sobre el sofá y en el otro que quedaba frente a ella se encontraba Robert durmiendo. Se me hizo bastante extraño y mil preguntas se atravesaron en mi cabeza guiadas por las voces, entonces me fijo en el libro que está en la mesa de centro tomándolo con una mano… así que a mi pequeña luna le gustó Pamuk. De pronto siento un magnetismo a mi lado y apenas muevo mis ojos para conectar con los suyos. Coloqué mi índice sobre mis labios haciendo una señal de silencio, asintió con su cabeza y di otra señal para que saliéramos, ella veía a Robert en lo que presionaba la sábana que la cubría, entonces comprendí lo que pasaba por su mente. Dejé el libro sobre la mesa y le indiqué que dejase la sábana en el mismo lugar, ella se alejó luego de hacerlo y yo me encargué de cubrir a su hermano para después salir con ella rumbo a la cocina. —¿Hace mucho llegaste? —No, de hecho, llegué antes de tiempo. —¿Por qué? —sonreí y me dispuse a preparar café para ambos. —Porque ya había terminado turno y no quería volver a casa para después venir aquí. —Mentiroso —levanté mi vista sonriente sin girar mi rostro hacia ella. —Es la verdad pequeña, pero dime mejor qué hacías con Robert para terminar durmiendo en el estudio. —Hoy había leído un libro para mí en horas de la tarde y en la noche ninguno de los dos podía dormir, así que nos encontramos por casualidad en el estudio y siguió leyendo. —¿Y no se acercó a ti? —Creo que sí llegó a hacerlo, pero no estoy muy segura. Me quedé pensando en sus palabras y una vez llegada las ocho de la mañana, fui a llevarle a Robert el desayuno que había preparado mi pequeña junto a Livi, me senté en su sillón favorito y esperé a que él despertara. Intercambiamos algunas palabras donde le sugerí que leyera Los hermanos Karamazov de Dostoievsky para ella, algo que al tiempo me percaté le había gustado. Fin del flashback Aquella vez comprendí que mi bella luna tenía intereses particulares para muchas cosas en la vida, a su vez, que inconscientemente también quería generar un acercamiento con otros, aunque todavía faltaba mucho por hacer. (…) Tres semanas después Al fin llegó el tan esperado día, estuve recolectando todo tipo de cosas para este momento y las había almacenado muy bien en mi casa, algunas fueron más difíciles de encontrar que otras e incluso debí recurrir a los contactos de Marcus y otros que tengo en secreto para favores especiales, pero obtuve el material completo. Esta semana la destiné para entregarle algunos frascos que ella debía consumir en dosis específicas, enfermó un poco, pero su cuerpo toleraba bien esto indicándome que ya tenía familiaridad con la mayoría de sustancias. La segunda semana le entregué otros más fuertes para que consumiera ambos, llegó a tener mucho dolor y Livi me llamó asustada por eso, pero ya sabía lo que había consumido y la dosis en que lo hizo, así que el antídoto estaba preparado y en pocas horas estaba como nueva. Esta tercera semana las cosas serían más intensas porque usaría unos más peligrosos, ella llevaba en su organismo un coctel con los anteriores y hoy sería el primer día de prueba para el tercer nivel que sería más doloroso, además que debía tolerar cualquier efecto mientras peleaba con Marcus en lo que yo monitoreaba todo a cierta distancia. —Muy bien pequeña ¿estás lista? Asiente y cierra sus ojos inyectando la jeringa en su cuello, lo bueno es que sabía cómo hacerlo y yo solo estaba atento de que lo hiciera correctamente. Soltó la jeringa y enseguida noté el dolor en su rostro, sé que su cuerpo dolía demasiado, es como si hubiese hierro líquido recorriendo sus venas. —Ve con Marcus. Ella dio unos pasos y cayó al suelo por el dolor, Marc estaba a punto de correr hacia ella, pero hice una señal con mi mano para que no lo hiciera. —Pequeña, mírame —como puede logra hacerlo, pero el dolor va en aumento. —Sé lo que estás sintiendo, conozco la forma en que recorre tu cuerpo, debes concentrar el dolor en puntos específicos, llévalo a los pies y las manos y cuando estés lista camina. Le toma algunos minutos, pero finalmente se pone de pie acomodándose en su lugar, Marc está destrozado al verla sufrir, pero debe tolerar esta parte a como dé lugar. Mi pequeña se abalanza sobre él llevando ese dolor en su cuerpo como gasolina, sus golpes contra él son más intensos que antes, pero los movimientos un poco lentos y torpes. —¡Enfócate en la pelea, no en el dolor! —reprendo con fuerza. Veo que no logra hacerlo y por desgracia el resto de las horas es igual, esperaba que pudiera tolerarlo, pero también sabía las probabilidades. Ese coctel es demasiado para una niña tan pequeña y prácticamente le di la dosis que yo consumí en la adolescencia, es decir, el doble de lo que alguien con sus características físicas podía tolerar. Así pasó esa semana, quedamos estancados y no pude darle más, manteniéndose con los dos primeros niveles y el tercero solo se lo daba cuando estaba en entrenamiento con nosotros. Para la cuarta semana consideré darle un respiro de esto, era demasiado y ella evidentemente estaba bloqueada. —Pequeña, tendrás dos semanas de descanso y volverás a tu rutina de antes, no consumirás nada más hasta después de eso y en dosis más bajas. —¿Qué? ¿Por qué? No, puedo hacerlo sé que puedo —reclamó. —Es mejor que no, hazle caso a Oz, si él dice que es mejor darte un descanso entonces así se hará. Había dejado el estuche con las jeringas abierto adrede, ella al notarlo y verse acorralada por nuestra negativa hizo justo lo que creí haría. Se movió para tomar no una, sino dos jeringas y las ocultó en su espalda sin que Marcus se diera cuenta, pero sabía que la vi. Me miró esperando que la detuviera, pero no lo hice. Moví mi cabeza en señal de que continuara su camino y se puso frente a Marc para pelear, entonces sacó las jeringas y las inyectó sin piedad en su cuello. Marcus abrió sus ojos esperando ver la peor escena frente a él después de aquella masacre, ella dio un grito desgarrador pues había tomado el doble de la dosis para un adulto, ni siquiera el de un adolescente. —¡Oz ayúdame, trae algo para ella! —grita desesperado. —¡NO, CONTINUEMOS! —su grito es fuerte, si sigue así podría desgarrar las cuerdas vocales. —No puedo Marcus, ese coctel que corre en su organismo no tiene antídoto ni hay medicamento que disminuya sus síntomas, deberá soportarlo hasta que pase el efecto —mentí alentando su acción. En realidad, jamás permitiría que consumiera algo tan peligroso sin tener previo un antídoto. —Marcus, solo hagámoslo, ponte en guardia —dice ella como puede. Me duele verla así, mis voces desean un cuerpo cada una para ir a ayudarla, pero saben que no hay nada por hacer, solo resta esperar. Ella corre hacia Marc para comenzar el entrenamiento y él responde en defensa sin llegar a atacarla, no quiere provocarle más dolor del que ya siente. —Detente por favor, no puedes seguir así. —Pelea Marcus o esto será peor. Y tiene razón, ella necesita algo que la distraiga de ese dolor para aprender a controlarlo. A Marc le toma tiempo seguirle el ritmo, sabe que no solo debe pelear contra el dolor que siente, sino también contra su instinto asesino que estoy seguro debe ser muy fuerte en ese momento. Fui hacia el estuche y me di cuenta que ella no había tomado las jeringas del coctel tres, sino el seis y el siete, esos eran los peores y últimos niveles... ¿En qué diablos estaba pensando al hacerlo? Maldición, si no hago algo pronto podría morir solo por esa estupidez. Preparé rápidamente otra jeringa con un coctel diferente a los que tenía, lo guardé en mi espalda e inyecté los mismos que ella tenía, si haría esto debía quedar a su nivel y sabía que Marcus no aguantaría mucho con ella. En cuanto empujé el émbolo de cada jeringa un indescriptible dolor recorrió mi cuerpo, caí de rodillas dando el mismo grito que ella dio llamando la atención de ellos. Sé que algo decía Marcus, pero el dolor era tan horrible que no prestaba atención a nada ¿Qué mierda hicimos? Apenas pude ver que venía hacia mí e indiqué con mi mano que se alejara de nosotros, después la vi sintiendo su mismo dolor, pero si ella logró mantenerse en pie entonces yo también lo haría. Debí levantarme sin sostenerme de nada y en cuanto pude hacerlo vi sus ojos nuevamente, éramos como dos animales salvajes que pelearían por su territorio, pero en esta ocasión lo hacíamos por dolor. Corrí hacia ella concentrándome en todo lo que sentía, recordé cada momento lleno de odio, ira, dolor, abandono, cada maldito día de mi vida lo reviví, cada recuerdo se apoderó de mí y entonces todo empezó. Hace mucho no peleaba con nadie, pero gracias a todo esto pude recordar bien cada movimiento que sabía y cada lección vista entre ellos, ella respondía con la misma intensidad, no hubo piedad para ninguno. —¿Por qué lo hiciste Oz? —pregunta entre golpes. —¿Por qué lo hiciste tú? Sabías que esas no eran y aun así usaste dos. —¡No voy a permitir que me saquen de esto como si no valiera nada, tengo la opción de escoger ustedes me lo dijeron! Esas palabras estaban cargadas de dolor, pero no por el coctel, sino el de su alma, le dolió que no creyéramos en ella y la dejáramos apartada. Fue entonces cuando caí en cuenta de que era la provocación su motivación… creo que esto dolerá más que esas sustancias. —¿Eso era lo que hacían contigo cierto? Te arrojaban como la basura que eres cuando ya no les servías de nada o cuando lograban satisfacerse con tu cuerpo —mencioné despectivo. Ella me miró sorprendida, pero rápidamente su mirada cambió, si sus ojos ya eran gélidos, ella trajo la fuerza de dos agujeros negros en esos orbes, ahora la tengo en mi poder. —Ven aquí princesita y muéstrame lo que tienes bajo esas prendas —me dio mucho asco decir esas palabras pues había usado el mismo tono que mi progenitor, pero todo sea por ella. Sabía que odiaba que le dijeran de esa forma, nunca me lo dijo, pero sí la notaba tensarse cuando escuchaba la palabra, entonces ella gritó otra vez y corrió hacia mí siendo sus golpes peor que antes, si no tenía cuidado podía romper la jeringa o ella me rompería algún hueso, suponiendo que no me asesinara. —¡Jamás te atrevas a decirme así otra vez maldito infeliz! Pateó mi estómago con tanta fuerza que me sacó el aire y luego propinó otros dos golpes en mi rostro, reaccioné rápido para evitar el siguiente impacto y generé otros en su pierna derecha y rostro haciéndola caer. Quedé a horcajadas sobre ella, trató de hacer una llave, pero detuve sus piernas al aprisionarlas con mi cuerpo y sus brazos los dejé arriba de su cabeza. Su camiseta se había levantado lo suficiente para ver las cicatrices de su abdomen, era hermosa y más con esa mirada abismal. Levanté la prenda dejándola expuesta, saqué rápidamente la jeringa y la inyecté en su corazón sin piedad, luego la arrojé lejos de mí y tomé su rostro con fuerza dejando una caricia al final. —Mi princesa —de nuevo sacó esa furia logrando librarse de mi agarre. Jamás me sentí más orgulloso de ella como ahora, ya que sus ataques eran más controlados, seguía emanando esos sentimientos, pero ya no era la sumisa, ahora ella tenía el control de su vida y estaba dispuesta a defenderse usando hasta la última célula en su ser. Al cabo de hora y media de pelea estábamos destruidos, no volví a provocarla pues ella no lo necesitó después de decir esas dos palabras, casi no podíamos mantenernos de pie, era demasiado lo que habíamos soportado física, mental y emocionalmente. Estábamos a casi cuatro metros de distancia con la respiración agitada, tomamos impulso para dar el último golpe contra el otro y corrimos con todo lo que teníamos. Los dos terminamos en el suelo tras el golpe que nos propinamos, estábamos el uno al lado del otro jadeando por la falta de aire y el agotamiento, nuestras miradas se cruzaron y es como si todo se borrara a nuestro alrededor. Extendí mi mano hasta llegar a la de ella, dejé un roce en esta y ella enlazó dos dedos con otros dos míos. Cuánto la amé en esos segundos, solo ella provoca tanto en mí. Escuchamos las pisadas de Marc y separamos nuestras manos evitando que nos viera, ambos tiramos nuestra cabeza hacia atrás y lo vimos acercarse, me entregó una toalla y a ella le extendió otra hasta donde pudo, sabía que estaba muy agotada para alejarlo, pero igual respetaba su espacio, las tomamos para secarnos y luego nos pasó las botellas con agua. —Esto no será suficiente Marc —dije aun con la garganta seca a pesar de beber toda la botella. —Lo sé, pero servirá un poco. Pequeña, no quiero que vuelvas a hacerlo, ahora entiendo tu motivo, pero la idea de este entrenamiento es que puedas obtener autocontrol y hay tiempo para hacerlo, nadie está detrás de ti y yo no voy a permitir que nada malo te pase. Su tono era suave, no pretendía regañarla, sino hablarle con amor y comprensión. —Marcus yo… —él levantó su mano para silenciarla. —Déjame terminar, nunca hemos dudado de ti o de tus capacidades, sabemos bien hasta dónde puedes llegar y más después de lo que pasó hoy, pero te lo pido, cuídate y no te hagas esto otra vez, que sea tu elección no quiere decir que debas destruirte. Al parecer no solo comprendió los sentimientos de ella, sino que también la había visto como una hija, la quiere de verdad. —Él tiene razón, pero también creo que lo que hiciste hoy te ayudó a darte cuenta de muchas cosas en ti misma ¿no es así? —asiente en silencio quedando con la mirada perdida en el suelo, estaba confundida por las palabras de Marc. —Mírame pequeña —ella levanta su mirada, sus ojos están vidriosos, pero no se ven lágrimas. —Hiciste un gran trabajo hoy, pero tomarás un descanso algunos días para recuperarte y eso no está en discusión, lo necesitas ¿Me obedecerás esta vez? —Sí Oz. —De acuerdo, prepararé una medicación fuerte para el dolor y una pomada para las heridas, aplícalas según mis indicaciones y será mejor que empecemos a rezar para que Livi no nos crucifique cuando nos vea así. Ella me ve un poco asustada, no por lo que pueda decirle Livi, sino porque sabe que ella es severa con nosotros cuando se trata de su bienestar. —No te preocupes que ya me las arreglaré con ella, confía en mí —guiñé un ojo y le sonreí con picardía para tranquilizarla. Con ese gesto me comprobó cuánto le importo.
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