13. PRIMERA NOCHE

2711 Words
Ya ha pasado un año desde que ella salió de su prisión, Livi me había comentado hace dos meses que Robert quería hacerle una fiesta de cumpleaños, así que todos nos pusimos de acuerdo para celebrarlo hoy en la biblioteca pública y ante esto, me encontraba en el aeropuerto para recoger a Travis quien pasaría una semana con nosotros por un permiso especial que solicité en su escuela, de pronto lo vi salir feliz arrastrando una maleta pequeña y un maletín en su hombro mientras se acerca a saludarme. —Dudo que esa felicidad sea por mí ¿acaso te mueres por verla? —dije burlesco. Él intenta ponerse más serio, pero el sonrojo en sus mejillas lo delata. Esos pequeños actos son los que me hacen sentir bien al saber que dejarlo en manos de Livi fue la mejor decisión para su vida. —Claro que no, es solo que habrá un concierto y quiero ir —contesta a la defensiva. —No seas mentiroso o le diré a Livi que no te guarde postre. —Igual comeré torta. —Me refiero al postre que hizo la pequeña. Su sonrojo aumentó haciéndome reír en demasía, este chico es transparente como el agua. Ella me contó lo que pasó cuando fue a la habitación y aunque nunca le dijimos nada a Travis, esa pequeña se percató antes de salir que él había tenido una erección al escucharla decir sus últimas palabras, sé que algún día sacaré provecho de esa información y me burlaré de él por eso. Fuimos a casa para que descansara un poco, en horas de la tarde nos arreglamos y salimos a almorzar cerca de la biblioteca. —¿Qué quieres regalarle? —pregunta Travis una vez toman nuestra orden. —Pensé en un tocadiscos, los chicos van a regalarle algunos libros así que algo de música no caerá mal en su vida. —Supongo que no —dice casi en un murmuro. Detesto que la gente dé tantas vueltas para decir algo y él no hace más que pensar y pensar. —Solo di lo que tengas que decir Travis, pero no le des tanta vuelta al asunto, sabes que soy alguien directo y así mismo me gusta que me hablen —tragó grueso, pero estaba más seguro. —¿Por qué no me has dicho nada por lo ocurrido hace meses? Sé que ella te dijo, pero no te has pronunciado con nada hasta ahora. —Porque no soy yo quien debe decir nada, al menos no todavía —suelta un poco de aire observándome arrepentido. —Lo sé, lamento mi comportamiento de aquella vez y no volverá a ocurrir, ya me disculpé con ella, pero igual quería decírtelo. —No era necesario, pero si te hace sentir mejor está bien. —También quiero decirte que no te odio, sé que piensas eso, pero no es así, estoy dolido porque siento que no te importo y que solo me enviaste a ese internado para mantenerme lo más lejos posible de tu vida. —¿Y qué pasó aquella mañana para desquitarte con ella? —Fue por la forma en cómo la veías el día anterior, nunca viste a nadie de esa manera, ni siquiera a mí que soy tu hijo y tuve celos por eso —esta vez fui yo quien tomó un poco de aire soltando la verdad que necesita. —Travis, si te alejé de mi vida no fue porque no me importaras, todo lo contrario, lo hice porque no quiero que estés al lado de alguien como yo, eres un buen chico y te mereces conocer lo mejor del mundo y yo no hago parte de eso, pero Livi y Marcus sí. —¿Entonces qué tiene ella de especial para ti y por qué enviarme tan lejos? —Lo hice porque fue una buena oportunidad en el momento. En cuanto a ella, es porque compartimos la misma oscuridad, estamos dañados, el mundo acabó con nosotros desde muy temprana edad, pero ella tiene la oportunidad de tener una mejor vida y entre todos nos estamos haciendo cargo de que así sea —¿Eso quiere decir que nunca estaré a tu lado? —Cuando estés listo lo harás, por ahora no te pido que me comprendas, es más, ni siquiera lo intentes, pero ten la seguridad de que sí me importas mucho, eres mi hijo y eso nada ni nadie lo va a cambiar. —¿Hay algo más que no me quieres decir? —Todo en su momento Travis, todo en su momento. Almorzamos sin decir una palabra más y luego nos fuimos a comprar el regalo de ella junto a algunas cosas que nos pidió Livi para decorar el lugar, en eso se nos fue toda la tarde y ya por la noche celebramos con todos, fue un momento muy agradable, la pequeña se mantuvo tranquila a pesar de todo, pero sé que se sentía feliz de alguna forma por lo que hicimos. Luego de toda la celebración, Travis y yo nos quedamos a dormir en casa de Marcus, iban a ser las tres de la madrugada, me dirigí a la biblioteca recordando esta noche con ellos y me senté en su sillón favorito mirando el panorama en la ventana, Marc siempre tuvo buen gusto para eso. —Buenas noches Oz —la vi reflejada en la ventana y sonreí ante su presencia, pero no me giré en ningún momento. —Buenas noches pequeña ¿No puedes dormir o ya es hora de levantarse? —Las dos, suelo despertar a esta hora todos los días ¿y tú? —Las voces son insoportables a esta hora y soy un animal nocturno, por eso la carrera de medicina iba bien con mi horario. —¿Siempre las escuchas o solo a esta hora? —Siempre, es un maldito calvario para mí, pero en fin, se vive con ello hasta la muerte, es la maldición de los locos. —Entonces yo también lo estoy. —¿Qué escuchas pequeña? —Gritos y golpes, escucho las voces de los niños y niñas que estaban conmigo, sus lágrimas, sus lamentos, las súplicas para que los otros se detengan y los dejen morir. —¿Siempre o solo en las noches? —Siempre, es la maldición de los locos —sonrío y bebo el último trago de whisky. —Con el tiempo aprenderás qué cosas silencian las voces y la forma de controlarlas, quizás tengas más suerte que yo y puedas dejar de escucharlas, si es así, avísame. —Lo haré. Oz, Livi dijo que querías que durmiera en tu casa y si yo quería podía hacerlo, pero hasta ahora no me lo has pedido ¿te arrepentiste? —No, es solo que ha sido una temporada ocupada y Travis está aquí, pero si eso no te importa puedes quedarte unos días con nosotros, tu habitación está lista. —¿Cuándo se va? —La otra semana. —Entonces me quedaré dos días antes de que se vaya y luego me quedaré los dos posteriores ¿Te parece bien? —Será un placer tenerte en mi casa, solo me intriga esa oferta. —Tengo curiosidad, es todo —y no es la única. —Hablaré más tarde con Livi para comentarle, nunca debe desconocer algo o las cosas se pondrán mal con ella, con el tiempo irás aprendiendo eso. —Lo sé, solo recuerda que deberé asistir a mis clases. —Le diré que tomarás vacaciones esos días, igual puedo enseñarte muchas cosas en ese tiempo y más adelante cuando estés lista te llevaré al campo de batalla en el hospital, por ahora será mejor que duermas un poco más, yo me quedaré contigo para evitar que las pesadillas se apoderen de ti. —¿Cómo lo sabes? —giro mi rostro perdiéndome en su mirada y señalo mi sien con un dedo. —Porque no eres la única pequeña, sé lo que piensas, lo que sientes, lo que te gusta, te conozco en muchos sentidos, incluso tus tormentos y tus demonios los conozco, créeme cuando te digo que no hay escapatoria a eso. —¿Hay algún método para eliminarlo? —Luego te enseñaré a dominarlo, pero eso lo haremos en mi casa, no aquí, por ahora duerme que yo cuidaré tu sueño pequeña. Ella se va al sofá y se acuesta sin dejar de mirarme, sonrío en todo momento mientras detallo cada parte de su cuerpo y la imagino en unos años cuando sea un poco más grande, será más hermosa, más inteligente y con un carácter como el de ningún otro. —Dulces sueños mi pequeña. —Cuida de mí Oz. —Siempre lo haré mi pequeña, siempre. Sus ojos se van cerrando poco a poco y una ligera sonrisa se asoma en sus bellos labios, esta duró un poco más que la anterior y mis voces soltaron un suspiro por ella. Esto será un problema muy grande más adelante... si es que ya no lo es. (…) Esa semana pasó rápidamente, eran las cinco de la tarde y estaba tomando un baño luego de un largo día en el hospital, salgo a cambiarme para ponerme cómodo y me dirijo a la sala cuando me encuentro a Marc y Livi hablando con Travis, nos saludamos percatándome de su ausencia, pero no tuve ni qué preguntar porque sentí esa gravedad proveniente de ella, miré hacia el balcón y ahí estaba observándome. —Cuida de ella Oz, si necesitas algo avísanos, no importa la hora que sea. —No te preocupes Marcus, solo serán unos días. —Recuerda también que debe comer puntual y procura que se acueste temprano, no vayas a consentirla —se ve sexy cuando Livi se pone en ese tono de mamá estricta. —¿Acaso nos conocimos ayer nena? —Por eso mismo lo digo, porque te conozco. —Haré lo que pueda, pero no prometo nada excepto que estará en una pieza cuando vuelva a casa con ustedes. —Más te vale Oz, cuídala bien, nosotros nos vamos que iremos al cine con los chicos. Nos despedimos y ellos le dan las últimas indicaciones a ella antes de irse, entonces quedamos los tres solos en la sala. —Travis, muéstrale la casa y ayúdale llevando sus cosas a la habitación, iré a ver qué hay para comer. —Livi trajo comida para los tres, me dijo que la guardara en la nevera y solo había que calentarla. Por eso amo a esa mujer, siempre va un paso adelante. Nos quedamos en casa esa noche, no tenía fuerzas para salir así que estuvimos viendo una película, ella se veía encantada por el personaje, pero la trama no era muy buena. —Pequeña, si quieres ver una buena película de mafiosos deberías empezar por el padrino, es un clásico y de los mejores. Travis estuvo buscándola y luego nos quedamos las siguientes horas viendo las dos primeras cuando nos cogió la medianoche, él se había quedado dormido en el sofá y nosotros terminamos de ver la segunda hasta que apagué el televisor quedando todo en silencio, desperté a mi hijo y este se fue a dormir a su habitación, luego recogí todo en lo que ella me ayudó a llevar algunas cosas a la cocina. —Déjalo ahí que mañana me encargaré de lavarlo, ve a descansar. —Está bien, que descanses. Fue extraño el modo en que dijo eso, pero en mi cansancio no presté atención y me fui a dormir. Sentí un aroma muy particular, abrí mis ojos, eran cerca de las cuatro y media de la madrugada, mi cuerpo estaba pesado por todo el ajetreo de la semana, pero ese olor seguía estando presente, me senté en la cama y vi que ella dormía en el sofá de mi cuarto. Se veía un poco tensa, quizás tenía una pesadilla. Coloqué mi bóxer y me acomodé al borde de la cama para observarla mejor, sostenía la almohada con fuerza y rabia, fruncía su ceño, estiró su cuello como si algo la asfixiara y hacía ruidos de ahogo, eran suaves, pero igual los escuché. —Despierta pequeña —chasqueé mis dedos, ella abrió sus ojos con la respiración agitada y me observó tratando de controlarse. —¿Hace cuánto estás aquí? —Casi dos horas —responde tras mirar el reloj. —Ese lugar es incómodo, ve a tu cama o entra a la mía, pero no quiero que vuelvas a dormir ahí ¿entendido? Estaba conflictuada y era hermoso verla así, malditas mis ganas de resguardarla entre mis brazos. —Mi cama es grande, puedes dormir de un lado lo más alejada posible y yo dormiré del otro, no suelo moverme mucho así que no tendrás problema por eso. Ilusión, en eso puedo resumir la mirada que me da y el motivo por el que alegra mi noche. Ella se acomoda al otro lado de la cama en lo que voy al baño un momento, al volver, la encuentro acostada observándome como si estuviera esperando mi regreso, me acuesto nuevamente y quedamos frente a frente. —Buenas noches Oz. —Buenas noches pequeña. (…) Desperté con los rayos del sol, miré el techo recordando lo que pasó y al voltear mi rostro la diviso todavía durmiendo, se ve muy tranquila a diferencia de hace unas horas, el agarre en su almohada es suave, entonces se mueve un poco como si supiera que la observo y parte de la cobija deja ver un poco su espalda. —¿Acaso estás…? —murmuré. Corrí suave la cobija hacia abajo y noté que no llevaba su blusa de tiras, ella cubrió y restregó sus ojos con su mano haciéndola ver más hermosa para luego dejarme ver sus nocturnos luceros. —Buenos días Oz. Se movió quedando de rodillas en la cama mientras se estiraba y comprobé que estaba completamente desnuda. —¿Se puede saber qué haces así en mi cama? No sé qué intentaba controlar más, si a mis voces, mis demonios o mi instinto por todo lo que me provocaba al verla con su desnudez. —La pregunta es por qué no lo estás tú cuando ambos sabemos que no te gusta dormir con ropa. Esa maldita altivez a la hora de responder me sacaría más de una sonrisa… entre otras cosas. —No dormiré desnudo si estarás aquí. —Lástima por ti, yo en cambio lo seguiré haciendo —se levanta y rodea la cama para ir al baño sin importarle que la vea. Si así me pongo al verla con ocho años no imaginó cuando se desarrolle, espero que no se atreva a hacer lo mismo… aunque lo dudo. Luego de unos minutos sale del baño mucho más despierta y regresa a la cama. —¿Tienes que trabajar? —No, solo estaba revisando mi agenda para la otra semana, volveré a mis labores cuando regreses con Marcus —De acuerdo, si no te importa dormiré un poco más. Ella vuelve a la cama cubriéndose con la cobija justo a tiempo, ya que escucho los pasos de Travis acercarse y abre la puerta. —Papá iré a la panadería, quieres… —detalla la situación desencajando su rostro en un mar de confusión. —¿Qué está pasando aquí? Sí, la escena que menos se imaginó en su vida la está viviendo, por lo general los hijos pueden sufrir el trauma de ver a sus padres desnudos, teniendo sexo o cosas similares, pero encontrarme en la cama con una pequeña de ocho años y sobre todo ESA pequeña, debe ser algo para hablar en terapia. —Baja la voz y cierra la puerta que quiero dormir Travis. Solo ella puede guardar tanto descaro. —Creo que será lo mejor, iré a traer lo del desayuno ahora regreso. Luego de unos minutos escucho que se ha ido de casa y volteo a verla perdiéndome en esa mirada de travesura que me regala. —Vas a causarle un trauma mi pequeña. —Puedes estar seguro de que será más de uno. Me acuesto acomodándome para dormir otra vez, estiro mi mano un poco y ella acerca la suya tanto como puede soportar. —Buenos días pequeña. —Buenos días Oz.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD