14. ESTRAGOS

2982 Words
Oz Ese día estuvimos durmiendo gran parte de la mañana, lo sorprendente es que ninguno de los dos llegó a tener problema con el otro, desayunamos y hablamos con Travis para explicarle la situación porque no había quien se lo aguantara con sus quejas. —No puedo creer que te atrevas a meter en tu cama a una niña de ocho años papá. —Es increíble lo que diré, pero solo dormimos; no tuvimos sexo. —Y no sé ni qué pensar de esa frase dadas las circunstancias. —No seas envidioso Travis, si querías dormir conmigo solo tenías que decirlo —contestó ella como si nada. Los dos la miramos a la vez, él sorprendido y yo ofendido… aunque no sé de qué. —Oz, podríamos sacar los colchones a la sala y dormir los tres, así Travis no sentirá que lo dejamos de lado. —Oye, yo nun… —De acuerdo, pero no sacaremos los colchones; eso implicaría más esfuerzo, es mejor usar colchonetas individuales, iré a buscar algunas en lo que ustedes se quedan organizando la casa. —¿Qué? Pero papá… —Travis, ayúdale con lo más pesado y no olvides las reglas con ella, no quiero que te aproveches solo porque nos viste juntos esta mañana. —Pero… —Me parece bien, entonces lavaré los platos en lo que Travis organiza y no olvides traer algo para el almuerzo que Livi no mandó tanto. —Esperen… —No te preocupes, me ocuparé de eso y también traeré algo para endulzar la tarde. —¡¿Será que pueden escucharme?! —grita Travis levantándose rápido del asiento. Creo que esa pequeña y yo haremos muchos estragos a partir de hoy, el día que no existan más límites será lo mejor del mundo y al mismo tiempo mi tortura. —No tienes que gritarnos Travis, basta con hablar —solo ella puede ser tan descarada como yo. Luego de ese divertido desayuno y de ir a comprar todo lo necesario, volví a casa con las cosas, nos quedamos organizando y haciendo el almuerzo entre los tres, me di cuenta que la pequeña aprendió en este tiempo muchas recetas de Livi, colocaba las cosas en el mismo orden que ella e incluso imitaba un par de movimientos muy propios de Olivia a la hora de cocinar, lo único que no hacía era sonreír. Después del almuerzo me quedé en la sala con ellos hablando sobre medicina a petición de ella, Travis no estaba interesado al comienzo así que veía televisión, pero poco a poco prestaba más atención hasta que lo apagó y comenzó a hacer preguntas... No creo haber tenido un público tan entusiasta como ellos. Ya en la noche tomamos un último baño para refrescarnos y preparamos lo que hacía falta para dormir, hicimos algo ligero para comer y nos quedamos viendo una película hasta que nos dieron las diez de la noche. —Es de sueño pesado y fácil de dormir —murmura ella mientras ambos lo observamos. —Desde que era un bebé es así. —¿Deberíamos quitarle la ropa para que esté más cómodo? —Pequeña, creo que un trauma por día está bien, al menos para empezar. —Pero se irá mañana y no volverá hasta dentro de mucho tiempo. Ella mantiene esa mirada gélida, pero su tono de voz es suave; casi como si pidiera algo con ilusión y tristeza a la vez, solo le falta hacer un puchero y conquistaría al mundo. Estoy seguro que esto me pasará factura después, pero igual quiero verla en acción. —¿Qué te parece tomar clases de actuación? —¿En dónde? —Aquí, hubo un par de años que estuve tomando esas clases, tal vez te vendrían bien para interactuar de otras formas. —Está bien ¿y Travis? —Yo me encargo de él, ve a cepillar tus dientes y vienes a dormir —asiente y va directo al baño. Al menos le agradezco que solo tuviera puesta una sudadera, así evitaría cargarlo. Retiré todas las prendas y las dejé a un lado cubriéndolo nuevamente, cuando ella regresó comenzó a desnudarse y se acostó en su lugar, me miró haciendo esa petición que ya conocía bien así que retiré toda mi ropa, apagué las luces y nos acostamos viéndonos con ayuda de la luz externa hasta que ambos caímos dormidos. (…) Esta mañana habría empezado perfecto de no ser porque a mi hijo le dio por hacer un gran alboroto desde temprano. —¿¡Se puede saber qué pasó anoche!? porque no recuerdo haberme alcoholizado para terminar desnudo. La pequeña y yo abrimos los ojos con el mismo disgusto por ese escándalo, nos sentamos y comenzamos a estirarnos un poco haciéndole saber que los tres estábamos en la misma situación, lo que provocó un escándalo mayor en él. —¿Qué rayos tienen en la cabeza? ¿Cómo se les ocurrió hacer semejante cosa, y peor, arrastrarme en contra de mi voluntad a sus locuras mientras dormía? —Eres muy hipócrita Travis, duermes desnudo igual que nosotros, pero al estar contigo durmiendo de la misma forma no haces más que señalarnos como si fuésemos unos pervertidos, —¿Y no lo son? —Lo somos al igual que tú ¿o me vas a decir que eso es solo el reflejo de las mañanas? porque según recuerdo, en la madrugada gemías y te tocabas mientras dormías —dice ella en lo que señala la erección que se hace visible por medio de la sábana. Después de esas palabras está muy claro para mí que la convertiré en una digna reina del averno y cuando llegue el momento, entonces ella será la diosa del báratro. —Claro que no, jamás haría algo así —se defiende Trav en lo que intenta cubrirse más. —Qué bueno que lo digas. Ella se levanta, me entrega una fotografía que tenía bajo su almohada y estiro mi mano para alcanzarla comprobando que sus palabras son ciertas, pues se aprecia cómo él está tocándose mientras duerme. —Eres un pervertido, ni siquiera te importa que esté ella para hacer estas cosas. Le entrego la foto haciendo relucir su vergüenza a más no poder, lo peor para él es que no pudo hacerle reclamos por fotografiarlo considerando la escena que ella había captado. El muy tonto comenzó a rasgarla pensando que no había más, pero ella levanta su almohada dejándome ver otras y haciéndome sentir muy orgulloso por la astucia y maldad que resguarda en su ser. Esa mañana lo dejamos pensar que había ganado al hacer eso, pero más adelante usaríamos esas fotos para aprovecharnos de él. Travis Quedé envuelto en la sábana y me fui directo al baño sin decir una palabra más, dejo la tela un lado y veo mi reflejo perdiéndome en el recuerdo de sus rostros. —Es el colmo que esos dos hagan semejante locura y me arrastren con ellos, aunque... nunca lo había visto tan feliz como en estos dos días —murmuré en medio de un mar de sentimientos encontrados. Desde hace unos años cuando me envió a ese internado en Inglaterra, sentí que nuestra relación se había deteriorado, tengo buenos recuerdos de mi infancia, recuerdos que atesoro demasiado, así como también tengo otros que me atormentan un poco sobre él, pero desde que ella llegó en verdad parece ser feliz. Luego de darme un baño y arreglarme, salí para ayudar a organizar la sala nuevamente y empacar lo último que me hacía falta en lo que la pequeña acomodaba la mesa. Pese a lo ocurrido hace un rato con ellos; me alegraba ver esta imagen, no sé qué tenía ella con exactitud, pero en su fría personalidad generaba una calidez inusual. Desayunamos en medio de una charla donde ella volvió a preguntar sobre algunos casos clínicos que había visto en los libros y él nos explicó a ambos sobre esto y ciertas enfermedades, se le veía muy feliz al hablar del tema y ambos lo escuchábamos con total atención. Se nos fue casi una hora en eso hasta que decidimos levantarnos y dejar todo arreglado en lo que ella se duchaba, después mi padre fue quien lo hizo, yo quedé en el balcón viendo la magnífica vista a Central Park y ella aparece acomodándose a mi lado, claro, conservando como siempre la distancia. Nunca me gustaron los métodos que escogieron el tío Marc y mi padre para ella, pero al menos debo reconocer que sí parecían surtir efecto porque cada vez se acercaba más a la familia, o al menos eso dice mamá. —¿Te aseguraste de no olvidar nada? —pregunta sin abandonar la vista del panorama. —Sí, ya tengo todo listo, igual no traje demasiado. —¿Cuándo volverás? —No sé, por ahora lo más seguro es para las vacaciones de mitad de año ¿Por qué? ¿Me extrañarás? Mencioné esa pregunta en broma, pero ella al retornar su mirada hacia mí me hizo sentir confundido, es como si hubiese algo en ella que no puedo descifrar aún, pero me genera cierta tristeza ¿Quizás sí me extrañaría? No, es una locura siquiera pensar eso, creo que estar tanto con ellos ya me hace pensar incoherencias, tal vez esa “maldición” (como le dice mi padre) sí sea contagiosa. —Iré con ustedes al aeropuerto —dijo muy decidida tras un silencioso tiempo sorprendiéndome por completo. —Pero ese lugar está lleno de gente. —Lo sé, pero igual iré. Giró para salir del balcón sin importarle mi opinión, aunque la verdad tampoco sabía qué decir, lo único que sí sé es que esas palabras me hicieron feliz. —Oye —se detuvo observándome nuevamente. —Gracias. Ella atravesó mi alma con esos profundos ojos, pero no de una mala forma, al contrario, me hizo sentir más feliz, espero que algún día pueda estar más cerca de ella, no solo en lo físico, sino también como un apoyo, como un hermano. (…) Oz Después de mediodía nos fuimos al aeropuerto a dejar a Travis, me sorprendió que ella quisiera acompañarnos a sabiendas de lo que pasaría, pero tampoco la detuve. Llegamos al lugar y nos bajamos los tres del auto, ella no quiso caminar, se le notaba muy incómoda y miraba a su alrededor como si algo la acechara, debí estar pendiente por si tenía un ataque de ansiedad o algo similar. —Sé que estás haciendo un esfuerzo muy grande, pero igual te agradezco por venir —le dice Travis con una sonrisa sincera y ella lo observa con detalle. —No hay problema, nos veremos después. —Así será, llámame si necesitas algo, mamá tiene el número del lugar y sabe los horarios. Asiente sin dejar de verlo y un sutil sonrojo se hace presente en sus mejillas haciéndola ver muy hermosa, creo que en su ingenuidad puede considerar detalles como el cariño y aprecio en los demás, aun cuando no los comprenda del todo. —Cuídala papá y tú también cuídate por favor —él me abraza muy fuerte llegando a sorprenderme. No recuerdo cuándo fue la última vez que lo hizo, me sentí extraño; pero al mismo tiempo feliz por ese gesto, al fin sentía que parte del pasado quedó atrás o quizás él logró comprenderme un poco, no lo sé, pero igual correspondí su abrazo haciéndolo con la misma fuerza e inundándome con su aroma para recordarlo más. —Me iré solo desde aquí, mejor llévala a casa para que no se sienta más incómoda de lo que ya está —no sé cómo explicar esta sensación, pero me alegró escuchar esas palabras. —Gracias otra vez por acompañarme chiquita, cuídense y gracias a ambos por todo. —Cuídate hijo, no te preocupes por nada que estaremos bien. —Adiós Travis. Lo vimos partir e ingresamos al auto una vez él ingresó al edificio, nos fuimos a casa en silencio con un extraño ambiente en ambos, tal vez algo la había afectado en cierta medida al igual que a mí. Al llegar a casa nos sentamos en la sala mirando la mesa de centro, acto que me hizo recordar a esos momentos con Ismael y Marcus hace muchos años. —¿Crees que algún día pueda acercarme a otros sin problema? —¿Qué te hizo pensar en eso? —Él también quería abrazarme, estuvo tentado a hacerlo varias veces, pero se contuvo hasta el último instante y cuando te abrazó sentí algo extraño en el estómago. —¿Una sensación de vacío? —Sí, ¿crees que algún día pueda hacerlo? —Lo harás pequeña, sé que lo harás porque cada vez te acercas más a nosotros, solo deja que las cosas pasen a su ritmo y en su momento. —¿Puedo dormir contigo esta noche? —No tienes ni qué preguntarlo —de pronto recuerdo las fotografías y una duda surge en mí. —Por cierto, ¿de dónde sacaste la cámara? —Marcus me la regaló, dijo que así podía retratar lo que quisiera y conservarlo para siempre. Mi hermano no tiene ni idea de lo que acaba de hacer por mí al darle ese obsequio. —Excelente regalo el que te dio, aprovéchalo bien —di un aplauso llamando su atención y hablé más entusiasmado. —Bueno, ahora deja de atormentarte con esos pensamientos y mejor vamos a darte unas clases para entretenernos. Estuve enseñándole actuación hasta el anochecer, aprendía bastante rápido al verme actuar, así como a los actores en las películas que veíamos, corregía muchas cosas, se desenvolvía mejor en otras y hacíamos imitaciones de varias escenas que me sacaron más de una risa, ella no lo hizo, pero mordía su labio dándome a entender que intentaba hacerlo y al mismo tiempo se lo negaba, es como si creyera que no lo mereciera. Llegada la hora de dormir nos fuimos a duchar y al cabo de unos quince minutos que salí del baño, la encontré en mi cama lista y desnuda provocando más a mis demonios ¿Quién diría que sería una niña con la que iba a compartir mi cama algún día? Una vez me acosté, nos quedamos viendo quién sabe por cuánto tiempo y estiré un poco mi mano hacia ella, vi la suya moverse hacía la mía y aunque pensé que dejaría unos centímetros de distancia, ella me sorprendió al acariciar mis dedos con los suyos. —Algún día dormiremos otra vez como aquella noche, te lo prometo. —No prometas cosas que no puedas cumplir pequeña. —Lo sé y por eso lo hago, confía en mí. —Lo hago, buenas noches. La veo correrse un poco más hacia mí y enlaza nuestras manos dejándome sentir el frío en ellas por completo. —Buenas noches Oz, cuida de mí. —Siempre mi pequeña, siempre, descansa. Desde esa noche comencé a soñar con ella, siempre aparecía calmando mis tormentos con su sola presencia o a veces entre charlas en el balcón, otras veces se acercaba quedando en mi regazo y ocultaba su rostro en mi cuello dejándome sentir su aroma y su piel, es como si en esos sueños viera un futuro que traía tranquilidad a mi presente. (…) Travis Estaba bastante tarde cuando llegué al internado, hice una llamada rápida a mi padre para informarle que había llegado bien y luego fui a cambiarme para arreglar mis cosas sin dejar de pensar en ella, tenía tantas ganas de abrazarla en el aeropuerto, quería sentirla aunque sea una vez. Mientras iba sacando todo y lo acomodaba en el armario, un sobre cayó al suelo, lo tomé y me senté al borde de la cama. Al ver su contenido, abrí mis ojos bastante impactado al darme cuenta que eran dos fotografías, en una estaba tocándome, en la esquina inferior derecha había una flecha y di la vuelta encontrando un mensaje a puño letra de ella: Eres un pervertido hasta en tus sueños Trav. Reí como un idiota ante esas palabras recordando el descaro con el cual me hablaba, esa chiquita es fenomenal y sin duda un peligro para cualquiera. Bajé la mirada a la otra foto; mas esta vez no hubo ninguna risa, al contrario, estaba impactado por esa imagen. En esta aparecía ella acostada a mi lado, no había distancia entre nosotros e incluso nuestra piel se tocaba sin problema. Otra flecha en el mismo lugar y giré encontrando otro mensaje: Algún día pasará sin que estés dormido, pero por ahora esto es todo lo que puedo hacer. Gracias por dormir conmigo Trav, eres mi cándido pervertido favorito. Sentí mis mejillas arder y una sonrisa fue acompañada de mis vidriosos ojos, esa pequeña sin lugar a dudas fue lo mejor que nos pudo pasar, especialmente a mis padres y a mí. Ahora sé que ella me había aceptado y desde ese momento yo también lo hice, no como una más de la familia, sino como mi hermana y mi tesoro. A partir de ese día guardé las fotos con recelo y cada que viajo las llevo conmigo, también llamo más seguido a mamá para saber cómo está ella y si tengo oportunidad hablamos un poco, siempre me pregunta cómo es mi internado, qué hago aquí o qué ha ocurrido en mi vida, yo también pregunto sobre sus días en casa y las cosas que hace con mi padre, sé que no me cuenta todo, pero siempre es agradable hablar con ella. Cuando tengo oportunidad de salir a la ciudad, aprovecho y compro algunos obsequios para todos, siempre me quedo pensando sobre qué comprarle a ella, al comienzo era un poco difícil ya que no sabía su gusto en libros y música, pero a medida que hablábamos me hacía mejores ideas sobre qué regalarle, ahora ansío el día en que regrese y pueda abrazarla sin ningún inconveniente.
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