9. LLAMADAS NOCTURNAS

2629 Words
Ya para el atardecer me fui al trabajo, tenía una cirugía programada para las nueve de la noche y debía apoyar en urgencias antes de eso, no hubo nada interesante en esas horas así que fui a la cafetería a comer, luego regresé a mi oficina y encontré el helado en el congelador, lo abrí y antes de comerlo recibí una llamada, fruncí un poco el ceño al ver de quién era el número, pero igual levanté la bocina sin decir una palabra. —Buenas noches Oz —sonreí al escucharla, es como si me hubiese visto llegar. —Buenas noches pequeña ¿estás bien? —Sí, ¿lo comiste? —Estaba a punto de hacerlo cuando llamaste. —No quería interrumpir, Livi dijo que tendrías cirugía en menos de una hora ¿de qué es? —Un tumor en el estómago, es sencillo. —Me gustaría verlo. —Algún día te traeré, pero primero debes aprender lo que se hace y poder acercarte un poco más a las personas, recuerda que es un hospital y suele haber mucha gente. —Está bien. Oz, debo irme, Livi me está llamando para que me bañe y duerma, espero que saques el tumor. —Lo haré pequeña. Creí que en ese momento colgaría, pero se quedó en la línea un poco más como esperando que dijese algo o ella debatiéndolo para decírmelo, así que no la hice esperar más y le di mi veredicto, aquel que no le di a mediodía en el comedor. —Está delicioso, incluso mejor que el de Livi, pero ese será nuestro secreto. —Estás sonriendo como un demente. —Eres una bruja mi pequeña luna —guardó silencio unos segundos. —Oz, al ser dos con el mismo secreto, ¿no nos convertimos en esclavos en vez de ser dueños de él? —…y astuta como siempre. —Los dos somos dueños y esclavos a la vez, pero seguimos a la par así que no debes preocuparte. —No lo hago, solo tenía esa duda. —Gracias por la cena pequeña, descansa. —Cuídate Oz. Varias horas de cirugía después ya estaba en mi oficina nuevamente, saqué un vaso para beber con Jack y miré la luna brillar en lo alto, eran las tres y media de la madrugada, solo el silencio del entorno y los gritos de mis voces me acompañaban. —Me encantaría que estuvieras conmigo —murmuré. El teléfono sonó, me acerqué para ver el número y atendí de inmediato. —¿Pudiste sacar el tumor? —su instinto es mejor que el de Livi. —Dije que era sencillo, no quedaron restos y el paciente está durmiendo, mañana le daré el alta ¿No deberías estar dormida? —Siempre me levanto a esta hora, viejos hábitos supongo. —Comprendo, entonces llamas para que te cuente la cirugía —afirmé. —Solo si tienes tiempo. —Y si no lo tengo entonces lo saco por ti pequeña. Quería estar con ella y justo ella llamó, me pregunto si aparecería en persona algún día en mi oficina, eso sería interesante de ver. Nos quedamos hasta el amanecer hablando, le expliqué paso a paso el procedimiento, qué instrumentos había usado, quiénes participaron, cómo se involucra cada persona en una cirugía, entre otras cosas, lo interesante es que siempre había una pregunta por su parte y escuchaba atenta a cada cosa que le decía. Cuando terminamos la llamada tomé mis cosas y fui a casa, me bañé pensando en ella y así mismo me dormí, mis voces al haberla escuchado no me torturaron, ella se volvió el bálsamo de mi cabeza, solo bastaba con una llamada, una mirada o una palabra para que todo quedara en el más absoluto silencio. Para el medio día me levanté devuelta al hospital, el día trascurrió común y corriente, cirugías; urgencias; sangre; heridas; nada nuevo, sin embargo, una llamada en horas de la noche cuando estaba en urgencias fue la que llamó mi atención, ella solía llamar a mi oficina al igual que los demás, así que algo había pasado si se atrevían a hablarme aquí, tal vez sea Marcus o Livi, son los únicos que se atreverían a hacerlo ante una emergencia. Llegué al área de enfermeras y tomé la llamada. —Buenas noches Oz. —¿Ocurre algo pequeña? —Hubo un inconveniente con Travis y no quiero que Marcus tome cartas en el asunto ¿puedes hablar unos minutos? —Voy para allá, espérame en la cocina que entraré por ahí. Colgué la llamada, el personal me veía extraño al escuchar mis respuestas, pero no le debo explicaciones a nadie, fui a bañarme rápidamente y así mismo salí del hospital rumbo a casa de Marcus, en cuanto llegué, la encontré sentada en el patio esperándome con una manta doblada al lado. —¿Qué haces aquí? está haciendo un poco de frío. Recogió la manta, estuve tentado a acercarme para cubrirla, pero ella dio un movimiento para recordarme que no lo hiciera, a veces esto es desesperante, tal vez debería sedarla un día de estos. Entramos a la casa y preparé dos tazas de café, no sabía si Livi le daba o no, pero da igual, serví para ambos y nos quedamos en la cocina sentados siendo la barra lo único que nos separaba, ella buscó un plato con galletas de chispas de chocolate y lo dejó entre nosotros. —Livi las preparó en la tarde —mentirosa. Oculté mis ganas de sonreír y la miré seriamente en lo que tomaba una galleta y la probaba… lo sabía. Ella me mira atenta a cada movimiento, bebe de su taza sin romper el canal en nuestros ojos y solo hasta que trago es que ella parpadea. —Livi nunca ha puesto nuez moscada en estas galletas y desde el aroma se aprecia que no es su sazón. Entrecierra sus ojos y una sutil sonrisa se aloja en ese bello rostro, es la segunda vez que la veo hacerlo, pero esta vez dura más, yo sonrío ampliamente en lo que mi corazón se acelera y mis voces la aprecian fascinadas. —Espero que le pases la receta. —Eso hice ¿No tuviste problemas en el hospital? —Olvídate de ellos, dime lo que ocurrió con Travis. Ella me comenta la pelea que tuvo con él en la mañana y me explica que lo ha notado muy irritado al ver que nosotros tenemos una relación más cercana; a diferencia de la que tengo con él. —Si te lo digo es porque no quiero que lo castigues, dale la oportunidad de expresar lo que tiene guardado y tal vez lo haga sentirse mejor. —De acuerdo mi pequeña, así será, por ahora vamos a ver lo que hiciste con él. Fuimos al cuarto de él donde yacía dormido y completamente desnudo, mi pequeña y yo nos miramos cómplices y comprendí el porqué de la manta en su mano, la dejó en mitad de la cama para luego acomodarnos quedando a cada lado de esta y la extendí. Entre los dos íbamos a acomodarla sobre él cuando se gira quedando bocarriba con su m*****o expuesto ante nosotros. Sonrío negando con mi cabeza en lo que ella me ve traviesa mordiendo su labio inferior, es tan perversamente seductora que enamora con su boca mi universo. Tomamos nuevamente la manta y lo cubrimos para después volver a la cocina en silencio. Preparé un poco más de café y comimos otra galleta, noté ese bello sonrojo en sus mejillas al comerla, aquel que reluce cuando el dulce tienta su paladar. —Como dice Livi, de tal palo tal astilla —dice ella. —Yo no le enseñé eso pequeña. —Pero también duermes desnudo como él, imagino que aquella vez no lo hiciste porque Livi y Marcus estaban aquí. —Sí, pero también tenía una jovencita en mis brazos y quise darle algo de respeto. —Mentiroso, dijiste que no le permitías a ninguna mujer hacerte lo que te hice y dudo que duermas con una mientras tengas ropa. Eso me encanta de ella, es como hablar con una mujer que no tiene vergüenza de nada ni filtro alguno en su lengua que la retenga. —Jamás he dormido con una mujer a excepción de Livi, pero eso fue por circunstancias ajenas al sexo, aparte de eso tú eres la única. Mordió su labio tratando de no sonreír, pero yo lo hice por ella, espero que llegue pronto el día en el que pueda tenerla en mis brazos otra vez. —Ve a la nevera y saca algunas cosas para hacer algo de comer, estoy seguro que no ha salido de su cuarto en todo el día y menos con los golpes que le diste. Preparamos algo rápido y busqué una pomada y medicamento para que se lo entregara después. —¿Te irás ya? —Debo hacerlo, pero nos veremos pronto, dile a Travis que es libre de escoger con quien pasar el fin de semana, la única condición es que lo haga porque quiere y no porque debe. —De acuerdo, llévate esto. Ella sacó un recipiente donde colocó algunas galletas más para luego dejarlo en el mesón, será difícil resistirse ante ella con esas cosas que le aprende a Livi, quizás no las entienda como los demás, pero a su manera lo hace y para alguien como yo esos gestos significan demasiado. —Gracias pequeña, hablaré después con Marcus de lo ocurrido al igual que lo haré con Travis y disculpa por lo que intentó hacerte. —No importa, igual no tenía oportunidad contra mí y ambos lo sabemos. —Jamás la tendrá, pero igual la disculpa es necesaria, buenas noches pequeña, descansa. —Buenas noches Oz. Al día siguiente llamé temprano a Marcus para vernos en la mañana, le había pedido que fuese a mi consultorio puesto que debí permanecer toda la noche en el hospital y me era complicado salir en el momento, en cuanto recibo el mensaje de mi asistente diciendo que estaba en la sala de espera, fui de inmediato y al llegar lo encontré leyendo una de las tantas revistas que había en la mesa, alzó su mirada y se levantó para saludarme con un abrazo. —¿Larga noche? —Más de lo que te puedas imaginar y lo peor es que sigue, pero ven, pasemos al consultorio. Pedí que no nos interrumpieran bajo ningún concepto y cerré la puerta con seguro una vez ingresamos. —Marcus, ya estoy al tanto de lo ocurrido ayer entre la pequeña y Travis y así como hice con ella, también quiero pedirte una disculpa. —Yo también quiero pedirte una disculpa Oz, ayer me descontrolé al ver lo que había pasado, pero sabes que ella significa demasiado para mí y ya es bastante lo que tengo que soportar cuando está en esos combates y entrenamientos. —Lo sé, pero esto fue mi culpa y es por la crianza que le di a Travis. Los dos soltamos un pesado suspiro y nos levantamos para ir al sofá, siempre fue algo que nos unía, un espacio que nos hacía soltar todo en nosotros. —Oz, eres mi hermano, sabes que Travis es mi ahijado, lo quiero como a mi propio hijo y siempre va a tener mi cariño y protección, tampoco te culpo de nada o a él, solo les pido que me comprendan, tú más que él porque sabes todo lo que hemos vivido con ella. —Y te entiendo Marcus, créeme que te entiendo, yo tampoco tolero que nada malo le ocurra a ella, así como tampoco toleraría que algo le ocurriera a mi hijo y no te voy a negar que por un momento sentí un poco de temor cuando supe que él la atacó. —¿Creíste que ella lo…? —No exactamente, fue un remolino de cosas —pasé mis manos por mi rostro agotado y él coloca su mano en mi hombro como apoyo. —Travis es lo más importante para mí y sabes cuánto me costó darle la vida que tiene, me encantaría haber sido alguien normal como tú o Isma, pero no lo soy y eso lo afecta demasiado, no justifico ni apruebo sus actos, pero sé que en el fondo es mi culpa. —Él es un buen muchacho Oz y tú eres un buen padre, sé cuánto te pesan tus tormentos aun cuando no pueda comprenderlos del todo y como padre sé que puede ser frustrante todo lo que pase con nuestros hijos, por eso no te culpo de nada y tampoco a él. —Igual no te preocupes que hablaré con él y esto no volverá a ocurrir, me aseguraré de que así sea. —¿Qué tienes pensado hacer? —pregunta preocupado. —Seguir el consejo de una chica astuta, no pasará nada malo, solo te pido que nos perdones por todo ese problema. —No hay nada que perdonar, todo está en el pasado y ya hablé lo que debía hablar con él, sin gritos ni castigos. Al final quedamos en buenos términos, pero todavía debía hablar con mi hijo sobre lo ocurrido, sabía que no debía presionarlo, quería que él viniese a mí en el momento adecuado y opté por esperar su respuesta antes del fin de semana, pero Livi fue quien me llamó para comentarme que él prefería quedarse con ellos, me sentí bastante mal y más porque no sabía qué pensar por su respuesta. Igual me fui a casa ese viernes en la madrugada y me quedé en el balcón con Jack y el pirata, sabía que no dormiría hasta el mediodía, así que me quedé meditando en toda esta situación y en la vida de él, a veces me arrepiento de no haber permitido que tuviera una familia normal, al menos sus padres estarían con él, lo acompañarían en todo y ninguno sería un maldito psicópata como yo. Escuché el teléfono sonar y me levanté para ir a la sala, levanté la bocina sin mucho ánimo, pero sentí un gran alivio al escuchar esa voz del otro lado. —Buenas noches Oz. —Buenas noches pequeña. —¿Te desperté? —No, esta noche seguiré de largo ¿está todo bien en casa? —hubo un silencio que me preocupó un poco y mis voces comenzaron a fastidiar. —¿Pequeña? —Sé que está tarde, pero si es posible me gustaría que vinieras a casa. —Dame media hora y estaré contigo, espérame en la cocina. —De acuerdo. No perdí más tiempo y me arreglé rápidamente, por suerte no había tomado demasiado así que podía conducir sin problema. En media hora ya estaba parqueando el carro, me dirigí al jardín y la encontré sentada mirando las estrellas, se veía hermosa en esa penumbra que la rodeaba siendo iluminada únicamente por los astros y algunas luces externas. Caminé un poco más despacio y ella dirigió su rostro hacia mí con esa profunda mirada. —Buenas noches Oz. —Buenas noches pequeña, dime qué ocurre. Me observó en silencio un minuto y luego me hizo una señal para que entráramos, sobre la barra de la cocina veo que hay dos tazas de café recién hecho, nos sentamos frente a frente como la última vez y bebemos sin cortar el contacto visual. —¿Me dirás qué pasa o seguirás con el misterio? Se levantó para buscar algo en la nevera, no pude saber qué era pues estaba cubierto, ella lo deja sobre la barra entre nosotros junto a dos platos y dos cucharas de postre, lo que ya me daba una idea, entonces levanta la tapa dejando ver algo que reconocía perfectamente, pero nunca pensé que lo vería de nuevo…
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