110. UNA NOCHE EN SUIZA

2368 Words
Oz En el tiempo transcurrido Isma no ha hecho comentario alguno por lo hablado noches atrás, aquella vez me encontraba vulnerable y soltar un poco de esta carga con él me ayudó significativamente, no quiere decir que no siga soñando con ella, pero al menos cada día se volvió más manejable que antes, así que me decidí en hacer unas llamadas para tener una salida muy especial con él como en los viejos tiempos. Después del trabajo volvimos a casa, cenamos juntos y le indiqué que se arreglara para salir, él quedó un poco extrañado, pero igual no hizo preguntas. Con todo listo salimos en mi auto rumbo a un bar cerca del río Limago donde ya tenía lista una reserva, el host nos llevó a la mesa indicada en la zona VIP y sirvió un Jack Daniel’s Reserva Especial. —¿Celebramos algo en especial? —La libertad de mi hermano es suficiente motivo de celebración —chocamos los cristales dándole un gran trago a la bebida. —Sabe delicioso, no había probado este. —Me alegra que te guste porque será el que nos acompañe esta noche tan especial en Suiza. Estuvo a punto de decirme algo cuando las luces se apagan seguidas de otras que iluminan una tarima, de esta salen tres personas que sostienen una correa la cual está amarrada al cuello de otras tres que van gateando hasta el centro del escenario, él me mira desconcertado, pero la sonrisa que suelta me da a entender que desde ya se hace una idea de lo que viene. Durante media hora vimos cómo sometían a los tres sumisos en diversos actos culminando con un coro placentero que encendió al público completamente y una vez las luces se encendieron nuevamente, el host nos informó que ya estaba todo listo, a lo que di una señal a Isma para que nos retirásemos de la sala y fuimos rumbo al segundo piso donde había un largo pasillo lleno de puertas. Ingresamos a la indicada por el host donde encontramos a tres mujeres, una rubia con un babydoll semitransparente que resaltaba sus enormes senos entre la tela roja, una pelirroja con lencería negra y una morena con curvas prominentes en un traje de látex que la hacía ver sumamente agresiva, una dómina de primera categoría. —Si así me recibirás cada vez que salga de la cárcel, entonces creo que debería ir más seguido. —Solo lo mejor para mis hermanos. Mi hermano y yo fuimos llevados a un sofá por la rubia y la pelirroja, ambas nos fueron desnudando en medio de un sensual baile a cada uno mientras la dómina preparaba algunas cosas del otro lado de la habitación, después las chicas intercambiaron al entregarnos un vaso de whisky y continuaron entre movimientos sensuales que encendieron nuestras ganas mucho más rápido que antes al rozar nuestros expuestos miembros con la tela entre sus piernas y en un ágil, pero muy erótico movimiento, se acomodaron sobre nosotros con sus muslos a cada lado de nuestras caras siendo sus brillantes labios entre ellos los que ahora adornaban nuestro panorama. Entretanto, las bocas de cada una nos satisfacían en un oral mientras la dómina enrollaba un látigo en su hombro y caminó quedando detrás de nosotros. La fusta hizo acto de presencia marcando vilmente el trasero de cada mujer, sosteníamos las cinturas de ellas con firmeza generándoles placer igual que ellas hacían con nosotros y el cuero volvió a marcar a cada una. Así, mi hermano y yo nos vimos un segundo, introdujimos nuestros dedos en el orificio de cada una y con la otra mano fuimos retirando el traje de la morena, un trabajo perfectamente coordinado que solo Isma y yo podríamos realizar. Una vez tan exquisitos senos quedaron expuestos para nosotros, cada uno se prendió de su pecho, ella colocó un plug anal a sus compañeras, bastante grande debo admitir, y nuestras manos recorrían el interior de la dómina y la respectiva sumisa que yacía sobre nosotros. La rubia y la pelirroja descendieron del mueble quedando en cuatro frente a nosotros, gatearon hasta la cama donde se subieron permaneciendo en la misma posición e inclinaron más sus traseros, la dómina nos entrega un control remoto desde el cual generábamos diferentes intensidades de vibración al plug que tenía cada una, los activamos y los gemidos en ellas comenzaron. —Tal vez puedas deleitarnos la vista un poco más —pronunció Isma con profunda excitación. La morena dejó una mordida en los labios de él y caminó rodeando el sofá para quedar a unos metros de la cama, con buena distancia, desenrolló el látigo tomándolo con firmeza e impactó a cada sumisa, nosotros aumentamos dos niveles y ella también. Más temprano que tarde la aporcelanada piel de cada una se tornó en un muy exquisito carmesí que nos obligó a levantarnos, acomodamos el preservativo e ingresamos en ellas. Sin embargo, nuestra sensual morena tenía otro plan en mente, se acomodó a un lado de la cama sosteniendo ahora dos látigos de corto alcance e impactó los golpes en cada una mientras nosotros aumentamos la vibración de los dispositivos haciéndolas gritar de placer, esto, en paralelo con la intensidad de la penetración que también fue en ascenso desfogando todo el deseo que conservábamos además del producido con el sonido del cuero. Di una señal a la morena para que viniera a mi lado, la acomodé entre Isma y yo ordenándole ahora que se arrodillase igual que sus compañeras, ella lo hizo sin rechistar a lo que nosotros tomamos las fustas que reposaban en sus muslos amenazantes. Con tres culos a nuestra entera disposición Isma y yo golpeamos a cada una en sus piernas, un poco en el pecho y a su vez le dábamos placer a la morena introduciendo nuestros dedos en cada orificio, claro que ella nos pidió que fuese con cuatro dedos desde el comienzo y nosotros, como buenos caballeros, hicimos caso a su solicitud desprendiendo en ella un gemido glorioso que me puso más duro de lo que ya estaba. Toda esa noche fue una locura con esas tres quienes no nos dieron descanso alguno, excepto cuando hicieron ese maravilloso trío entre ellas mientras nosotros disfrutábamos completamente de la vista antes de volver a arremeter contra cada una, sin duda, una noche muy especial y digna de ser recordada. (…) 7:30 a. m. Ismael —Si eso conseguiste con tan solo estar unos meses en esa maldita prisión de Australia, no imagino lo que habrías conseguido de haber estado en una de máxima seguridad en Estados Unidos. —Te dije que solo sería lo mejor para mis hermanos —pronuncia Oz entre risas. Ambos estábamos un poco agotados por todo el ajetreo de anoche con esas tres delicias, una faena que recién terminó a las cinco dándonos tiempo de ducharnos y desayunar en un hotel cerca del bar que también tenía vista al río, sin embargo, era la cama lo que ansiaba tocar ahora hasta pasado el mediodía y más al ser día de descanso, después de eso llamaría a mis hijas quienes me comentaron irían a una fiesta de cumpleaños, así que estarían lejos del ojo de Linda permitiéndonos hablar más tranquilos. —Por cierto, te tengo una sorpresa más ¿crees poder resistir despierto algunas horas? —No te prometo nada Oz, pero haré lo posible siempre y cuando no sea más sexo porque no tengo tanta energía. —Ya veremos si dices lo mismo cuando lo veas. Esa sonrisa solo podía significar una cosa… Llegamos al edificio donde se me hizo una eternidad la subida en el ascensor, estaba que no podía dar un paso más, me apoyé en la pared una vez llegamos al piso mientras él abría y al ingresar a la vivienda quedé petrificado ante lo que mis ojos veían haciéndome olvidar completamente de mi sueño, el agotamiento y los tragos. —¡Papá! Mis hijas gritaron al unísono corriendo con mucha felicidad hacia mí, caí de rodillas recibiéndolas en un fuerte abrazo que nos unió como imanes y las besé muchas veces a cada una cargado de una felicidad que no podía igualarse con nada. Me sentía en el paraíso al sentir la calidez de cada una, su energía me revitalizó completamente y sus perfumes fueron los más dulces de todos alertando mis sentidos completamente. —Te extrañamos muchísimo —dice Jade con un sutil gimoteo que me da a entender está a punto de llorar. —Yo también las extrañé demasiado, pero no entiendo, ¿cómo llegaron aquí? —Eso fue gracias a nosotros. Levanté la vista encontrándome a Oz junto a Travis y Linda, quien, contra todo pronóstico, nos veía con una sonrisa sincera la cual copié. Me separé un poco de mis hijas, tomé sus manos para dirigirnos hacia ellos y abracé a mi esposa sintiendo también todo su amor igual a cuando recién empezó nuestra relación años atrás, me separé de ella dejando un beso en sus labios y después abracé muy fuerte a mi ahijado quien me llenó de la misma calidez que mis hijas, pues para mí, Travis siempre ha sido como otro hijo. —Cada día parece que crecieras más. Su habitual sonrisa acompañada del sonrojo se hizo presente recordándome a cuando era un niño. No importa cuántos años pasen, es un gesto muy propio de él que espero no pierda nunca. —Me alegra verte otra vez tío Isma. —A mí también y gracias por informarle a la familia sobre mí, no imaginas el favor que me hiciste. —Bueno, eres el hermano de mi padre, así que creí que estarías metido en algún aprieto —ambos reímos igual que Oz. —Muchas gracias a los dos. En ese instante mis hijas quisieron acaparar toda mi atención llevándome hasta el sofá del balcón para que siguiera viendo con ellas el amanecer, nos quedamos ahí abrazados escuchando todas sus historias, las aventuras vividas desde mi desaparición y los juegos que han tenido con Dior y sus amigas del colegio, estaba tan embelesado en cada una que no hacía más que refugiarlas entre mis brazos hasta que después de no sé cuánto tiempo, Norah bosteza y friega un poco su carita en mi pecho. —Si quieren vamos a dormir un rato, tuvieron un vuelo muy largo y la verdad yo también estoy cansado. —Pero solo si podemos dormir contigo —reclama Jade con una actitud firme muy propia de ella. —No lo haría con nadie más mi pequeña. Las llevé tomadas de la mano a mi habitación, aunque Jade hizo un desvío a la contigua trayendo una maleta, misma que abrió sobre la cama sacando la ropa de dormir suya y de su hermana, ellas se cambiaron al igual que yo y cepillé sus cabelleras como tanto les gusta, para después caer los tres bajo una enorme cobija donde las pegué a mi cuerpo quedando en un fuerte abrazo que me trajo la paz que he soñado por meses. —¿Podemos ir después al parque? —pregunta Norah adormilada. —Iremos a donde quieran y conquistaremos Suiza los tres si es lo que desean. Ellas sonríen abrazándome más fuerte y caemos profundamente dormidos. (…) Oz —Es bueno saber que todavía sabes comportarte a la altura. —¿Disculpa? —Sabes bien que yo no me ando con rodeos Linda y Travis me contó con detalle lo ocurrido durante el vuelo —ella se tensa lanzándome una mirada cargada de ira. —Espero que sepas bien lo harás ahora que él está de vuelta en sus vidas. —Eso es un asunto que no te concierne Oz, así que te sugiero que te mantengas al margen. —Te obedecería, pero la verdad me importas un carajo y si te permito estar aquí es solo porque eres la madre de mis ahijadas —me acerco a ella quedando a escasos pasos que la ponen nerviosa. —Aquí Linda, te recuerdo que estarás bajo mi techo y te conviene mucho más comportarte o las cosas podrían terminar mal. —Si tanto te molesta mi presencia entonces me iré con hijas de regreso a Montana. —Por mí te puedes largar ya mismo, pero no te llevarás a las niñas. —¿Acaso te olvidas que soy su madre? —No tanto como se te olvidó a ti horas atrás en Montana y a mí definitivamente se me puede olvidar hasta tu apellido si así lo quiero. —Papá, creo que es suficiente —intercede Travis al ver que estamos a punto de lanzarnos el uno al otro. —Será mejor que lo dejemos así por ahora y no perturbemos más el ambiente, especialmente para ellos. —Ustedes son iguales, no hacen más que defenderse el uno al otro para complacerse en sus porquerías —ataca ella con total repudio. —Y así será hasta el final de nuestros días porque de eso se trata tener una familia, pero eso es algo que tú no sabes porque decidiste enfrascarte en un pensamiento sin fundamento, lo peor de todo es que olvidaste lo que Isma hizo por ti años atrás cuando te salvó de tu amante. —Él no es mi amante. —Tal vez debiste decirle que sí, porque ustedes son tal para cual, así como Isma y Bárbara lo son. Ante el veneno emergente de mi provocación, ella levanta su mano para abofetearme, pero Travis la detiene en el acto. —No te atrevas que ya bastante hiciste en Montana y no permitiré otra escena aquí, menos en casa de mi padre —defiende Travis con evidente enojo a lo que ella se suelta de su agarre bruscamente. —¿Lo ves Linda? Eso es lo que hace la familia, se protege entre sí, incluso mi hijo sabe eso aun cuando haya sufrido demasiado por mi culpa y pese a esto, intercedió para que no me golpearas, lo que al parecer es lo único que sabes hacer. —Esto no se quedará así. —Haz lo que te dé la gana, pero si te metes con mi familia te metes conmigo y créeme, no quieres tenerme en tu camino como un enemigo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD