Dos Opción. Morir o Sobrevivir.

1100 Words
CAPÍTULO NUEVE:DOS OPCIÓN. MORIR O SOBREVIVIR. Avy Taylor — Muchas gracias, Ethan — digo, sintiéndome extraña por llamarlo por su nombre de pila. — Nada que agradecer. Disfruto cada momento de tu compañía — dice él. No estoy acostumbrada a recibir tantas palabras bonitas y que me las digan. Pero admito que se siente bien. «Tal vez deba acostumbrarme», pienso, esbozando una sonrisa. — Yo también — confieso. Y es cierto: he disfrutado cada segundo con él, más de lo que pude imaginar. — Bueno, ya debo entrar — digo, mirando la entrada del edificio. Asiente. De pronto, Ethan me da un beso en la mejilla a modo de despedida. Su perfume me invade profundamente. Lo aspiro y retengo el aire hasta que ya no puedo sostenerlo. El gesto es tan rápido y a la vez tan fugaz que apenas me da tiempo de reaccionar. — Adiós — digo, soltando el aire que tenía retenido. Camino despacio para adentrarme al edificio. Me detengo por un instante y me debato en hacerlo o no. De pronto, me giro y lo veo ahí, parado, mirándome. — Eh, ¿te gustaría tomar un café? — digo, esbozando una sonrisa nerviosa. Apunto con el dedo hacia la entrada de mi hogar. Muerdo mis labios, un gesto de nerviosismo con el que me arrepiento de mi oferta. — Sí, claro — acepta. Camina a mi encuentro. — Ahora soy yo el que debe agradecerte por invitarme a entrar a tu casa — dice, divertido. Asiento. Nunca he invitado a nadie a entrar en mi casa y ahora que lo he hecho, siento vergüenza por las condiciones en las que vivo. «Pero ahora estoy mejor que antes», pienso, después de recordar todo lo que he comprado con mi esfuerzo. — ¿Por qué tan callada? — pregunta Ethan, subiendo las escaleras. — No, no pasa nada — digo, abriendo la puerta de mi piso. — Bienvenido — digo, abriendo la puerta y haciéndome a un lado. — Eh, mi humilde casa — manifiesto, cerrando la puerta detrás de mí. Ethan me espera y camina a mi paso. — Ven, toma asiento aquí — ofrezco, señalando la silla de la mesa. Él toma asiento. Mientras tanto, yo me ocupo del café. — Es algo pequeño, ¿no? — dice desde la mesa. Regreso a él mientras que la tetera hace su función. Tomo asiento frente a él, para mirarlo a los ojos. — Es lo que pude pagar después de que mis padres murieron — digo, hundiéndome de hombros. — Lo siento. ¿Quieres contarme? — pregunta, y puedo ver en su cara algo más que simple curiosidad; veo compasión. — Sí — respondo, porque no veo nada de malo en decir la verdad. Siento esas ganas de hablar, y Ethan me ofrece la confianza para hacerlo. — Mis padres fueron una pareja de bajos recursos — comienzo. — Ellos se enamoraron y al tiempo se comprometieron, y de ese amor nací yo — digo con nostalgia en la voz. Ethan solo me mira en silencio. — Tuve mucho amor de ellos, nunca me faltó. La verdad, a pesar de nuestras necesidades, a pesar de sus esfuerzos... ¿Sabes qué? Agradezco todo, hasta la vida. Nunca se rindieron — mi voz se quiebra ligeramente. — Avy — menciona. — No es necesario que continúes — dice, pero yo me niego con un movimiento de cabeza. — Estoy bien — me levanto y sirvo el café. Mientras lo hago, sigo contando: — Fue duro cuando mi padre murió. Mi madre trabajaba con él y, bueno, ellos nunca me dejaron sola, me llevaban con ellos. Por eso, todo se volvió muy difícil. Me tocó salir a la calle con mi madre enferma para sobrevivir — dejo la taza de café sobre la mesa, entregándola a Ethan, y vuelvo a mi lugar de antes. — Luego mi madre enfermó y, poco después, murió. Vendí mi casa y lo poco que quedaba dentro de ella y pagué el funeral. — Tomo un sorbo de café. — Renté este cuarto. — Vaya — pronuncia Ethan luego de posar la taza sobre la mesa. — Eres fuerte. Sí que lo eres. — Tal vez — digo. — Tenía dos opciones, Ethan: dejarme vencer y morir o intentar sobrevivir. El dolor sigue y me acompaña día a día, pero quiero luchar, quiero vivir — Una lágrima se desliza por mi mejilla. Ethan se levanta y rodea la mesa. Me toma de la mano y me levanta de la silla. Me funde en un fuerte abrazo que realmente no espero. Por un instante, siento un leve repelús al contacto, pero me dejo envolver en ese calor, y es hasta este momento que siento que necesito que alguien me haga sentir que no estoy sola. — Gracias — digo, sollozando. Por más fuerte que intente evitar quebrarme, termino derramando lágrimas. — No sé lo que sientes, y no he pasado ni una pizca de lo que tú has pasado, Avy. Pero te prometo que puedes contar conmigo como un amigo — dice, y siento el fuerte latido de su corazón contra mi oído. Asiento. — Pero mira — muestro mi espacio con orgullo, separándome ligeramente. — Ya tengo más cosas que antes. Con las horas extras y la paga en Coffee Coffee, he ido comprando cosas poco a poco. — Me parece excelente, te lo digo con sinceridad — dice, mirándome con una sonrisa en su rostro. — Espero que me permitas ayudarte. — Ya lo haces — exclamo — con tu amistad y tu compañía — confieso, bajando el tono. — Sí, eso, pero me refiero a otras cosas; que me lo permitas y recibas mi ayuda. A cambio de nada, Avy. Solo toma lo que sea que yo pueda darte como regalos. — Ya veremos, ¿sí? Dedícate a estudiar y a hacer feliz a tus papás — recomiendo. La tarde se alarga. Hablamos de todo un poco: de mi trabajo, de mi rutina diaria, de mi deseo de algún día estudiar. Luego él me cuenta de la universidad, de su carrera, de lo difícil que es, pero que es lo que le gusta. También de sus padres y su hermano mayor. — Fue agradable tenerte aquí — confieso con timidez. — Y para mí fue mucho más agradable estarlo — Su mano toca mi mejilla y, por un instante, nos perdemos en nuestra mirada. — Adiós — dice, dejando un beso en mi mejilla. — Adiós — Cierro la puerta y me quedo pegada a ella. Cierro los ojos y suelto un suspiro.
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