1: Don Juan DeMarco

1510 Words
Una mujer alta, delgada, ojos color miel, con un cabello largo y sedoso caminaba por las calles de París. Estaba vestida de manera formal, se detuvo y entró a una cafetería que tenía de paso, en el momento que entra es recibida por el saludó amable de una trabajadora que la conocía perfectamente, terminó llevando un café con leche y sin azúcar. Isabella salió de la cafetería pero cuando iba caminando se tropezó con un hombre y se derramó todo su café en la camisa de él. — ¡Lo lamento tanto! — ella se miró apenada — iba tan rápido que no me he fijado que usted se aproximaba. — ¡Ay no, aquí vienen! — él miró detrás — ven conmigo de una vez. El hombre misterioso toma a Isabella y sale corriendo, ella intentó zafarse pero no pudo ya que el agarre con el que la sostenía era demasiado fuerte. Ambos se meten a un callejón y ahí quedan, Isabella se encuentra casi sin aliento y al ver a su alrededor siente como la sangre le hierve y le empuja a su secuestrador con las pocas fuerzas que le quedaron después de correr esa distancia. — ¡¿Qué demonios le pasa?! ¡¿Por qué me ha llevado así?! — ella le reclamó con una enorme rabia — ¡¿Quién se cree que es?! — Hola, disculpe — él puso su mejor sonrisa mientras extendía su mano de forma galante — mi nombre es Dimitri Lombardi. — ¿Acaso se supone que eso debe significar algo para mí? Sinceramente no me importa quién es, solamente déjeme en paz, lamento mucho lo de su camisa pero eso no le da derecho a hacerme lo que me hizo, adiós y que tenga buen día. Isabella se marcha furiosa y deja a Dimitri en el callejón, él se encuentra muy sorprendido, hasta el momento nadie se había atrevido a hablarle de esa manera. Sin importarle lo que la hermosa mujer le había dicho sale corriendo detrás de ella para detenerla y conocer más a la intrigante fémina que lo logró fascinar desde ese momento donde le dijo sus verdades, una vez que la logra alcanzar la sujeta del brazo. — Por favor discúlpeme, no era mi intención arrastrarla de esa forma hacia ese callejón, ¿Qué puedo hacer para compensarla? — No es necesario que me compense por nada, así que déjelo así que está bien, ahora suélteme que voy a llegar tarde a mi trabajo, hoy tengo una agenda demasiado apretada y no estoy para perder el tiempo con sus boberías. — Quiero darle algo para compensarla, la hice pasar un mal rato y es lo más normal, ¿Le parece si almorzamos juntos? — Si quiere compensarme por el mal rato que me hizo pasar solamente suélteme y ya no me siga, le doy mi palabra que si lo hace llamaré a la policía para decirle que me está acosando y que de pasó me secuestro. Dimitri terminó por soltar a Isabella, la escucha muy seria al hablar por lo que sabe que ella va en serio con lo que dijo. Un carro n***o se acerca y baja la ventana, una señora muy elegante con el cabello corto y lentes le habla al hombre. — Hasta que por fin te encuentro — ella resopló cansada — vamos, sube antes de que vengan y se arme un despelote. — Si, que alivio que me encontraras pero antes de subir quiero pedirte un favor, vamos a dejarla a ella a su trabajo que sin querer la he arrastrado conmigo, por favor Marianne. — Pero, ¿De qué hablas? Detrás de ti no hay nadie — ella lo miró con susto — ¿Acaso ya estás quedando loco, Dimitri? Cuando Dimitri se da la vuelta dudando de lo que ella le dijo mira que Isabella ya no se encuentra, comienza a caminar y logra verla desde lejos, Marianne venía siguiéndolo en el carro y suspiraba al ver la terquedad del muchacho en no querer subir al coche para que se marcharan de una vez por todas. — Dimitri por favor sube, nos tenemos que marchar, recuerda que hoy tienes muchos compromisos en tu agenda y cada uno hay que cumplirlos si no deseas terminar en la prisión. — Mira es ella, si quieres que vaya a esa estúpida y aburrida fiesta esa mujer tiene que ir conmigo, de lo contrario ni amarrado voy a ir. — Como imagine, se trata de una nueva conquista — ella suspiró pesadamente — de haber sabido que ella era la que te haría ir a la gala te habría ayudado desde el inicio. — Ella no es como las otras conquistas — Dimitri sonrió con un interés muy evidente — esta en definitiva es distinta. Marianne se sorprende cuando Dimitri le dice esto, él sube al carro y logran alcanzar a Isabela, al llegar donde ella el vidrio de la ventana baja. — Por favor suba al carro — él le habló pero ella siguió caminando — la iré a dejar a su trabajo, ya deje de caminar. — Se lo agradezco pero no, además ya le dije que me deje en paz, suficiente catástrofe ha traído en este tiempo tan corto. Isabella continúa caminando y no le presta la más mínima importancia a Dimitri, él trata de llenarse de mucha paciencia ya que la intriga de tan bella mujer lo tenía picado. — ¿Pero por qué no? Por mi culpa se ha retrasado y es lo más justo que le ayude de alguna forma para evitar que siga perdiendo más tiempo. — No sé quién es por eso no puedo subir a su carro, nadie me puede asegurar que no es un loco o un secuestrador, o quizás ambas. Marianne y Dimitri se sorprenden cuando Isabella dice esto y se preguntan si no conocen al gran señor Lombardi, cualquier persona en París podía reconocerlo e incluso aceptar cualquier propuesta de él. — No se preocupe, no la vamos a secuestrar ni nada por el estilo — dijo Marianne — solo queremos llevarla a su trabajo. Marianne logra lo que Dimitri no había podido hacer, detener a Isabella. Ella la mira y entonces finalmente sube al coche, ahora se da cuenta el motivo por el cuál Lombardi se encontraba obsesionado con la mujer que se encuentra frente a si, era una belleza. Una vez que Isabella le dice que trabaja en el hospital Saint´s Mari, Marianne da la orden que se dirijan a ese sitio, el chofer obedece y se dirige al hospital, mientras tanto ella le hace preguntas a la pasajera imprevista que había subido. — Disculpe — Marianne la miró con curiosidad — ¿Cómo se llama? Espero no ser demasiado metiche con mi pregunta. — ¿Por qué quiere saberlo? No soy alguien especial, solamente una ciudadana parisina que se dirigía a su centro de trabajo y terminó chocando con un acosador. — Por nada en especial solamente es simple curiosidad, lamento el encuentro tan desafortunado que tuvo con Dimitri y pido disculpas si acaso él en algún momento se propaso de la raya. — Está bien, me llamo Isabella Levallois — ella sonrió amablemente — no se tiene que disculpar, es él quien fue inoportuno, no usted. Marianne se queda pensativa ya que el apellido de Isabella le suena familiar pero conoce a tantas personas que le es difícil recordar a alguien con esa designación, después de algunos minutos ella reacciona. — Disculpe, ¿Usted es familiar del doctor Robert Levallois? — Isabella admitió que él era su padre — ya veo, lo lamento mucho señorita Levallois. — Muchas gracias — ella sonrió con amabilidad — es usted muy amable señorita y gracias por llevarme al hospital. Finalmente llegan al hospital, Isabella se baja del carro y agradece. Ella estaba por entrar cuando una ambulancia se acercó, llevaban a una mujer en muy mal estado, se estaba desangrando; la doctora Levallois la revisa en la entrada y la mete a toda prisa, Marianne y Dimitri observaban todo esto a la distancia. — Tienes que olvidarte de ella, jamás va a ir a la gala ni mucho menos se fijara en ti — ella miró a Dimitri — es un consejo sano, no pierdas tu tiempo. — ¿Por qué dices esto Marianne? Bien sabes que no hay mujer que se resista a mis dotes de seducción y ella no va a ser la excepción. — Tú mismo lo dijiste desde un inicio ella es distinta y te doy toda la razón. Isabella es hija de un prestigioso doctor que lamentablemente falleció la semana pasada, él era el director de este hospital, lo último que escuche es que su hija va a ser quien ocupe su puesto por lo tanto olvídala, incluso sería un insulto invitarla a la gala ante su reciente pérdida; por favor no vayas a ser tan imprudente en decirle algo de una fiesta y deja de lado tu papel de Don Juan DeMarco…
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