Marcos se apartó de los primeros. La incomodidad hizo presa de él. Justo en ese momento, el dueño de casa apareció con una sonrisa de satisfacción en el rostro. ―Parece que le fue bien con la llamada ―comentó Marcos sin poder evitar la vergüenza de haber sido casi pillados. ―Sí, mejor de lo que esperaba. Trini salió de la casa y se acercó al pequeño grupo. ―El niño no ha cenado todavía, ¿cierto? ―le preguntó al joven padre. ―No, todavía no. ―Me lo llevo para que coma, entonces. ―Estiró sus brazos hacia Camilito que no se quiso ir con ella―. ¿Vamos a comer? ¿Tiene hambre? ―Bam-be ―repitió el niño. ―Vamos, yo la acompaño ―ofreció Maybe y caminó hacia la cocina con el niño en brazos El padre se sintió incómodo. ―Deja que se vaya con ellas, lo cuidarán bien, aquí lo quieren mu

