Hazme el amor

1374 Words
Ella parpadeó al escuchar aquellas palabras que parecían música para sus oídos, preguntó tímidamente: — ¿Estás hablando en serio? Él se acercó lentamente tomando su rostro por la barbilla con ternura y dijo: — ¡Jamás hablé más en serio que hoy! Nunca me había pasado algo semejante, mientras estuve de viaje no dejé de pensar en ti en ningún momento, nunca saliste de mi pensamiento, por un momento pensé que me estaba volviendo loco, obsesionado quizás, pero al llegar y verte y sentir esta maravillosa alegría de tenerte cerca de mí, me doy cuenta que me estoy enamorando de ti Megan, no deseo que te vayas más de mi vida, quiero conocerte, ayudarte a superar tus miedos, hacer una vida contigo; ¿me das la oportunidad? A ella se le humedecieron los ojos por la emoción que sentía en ese momento, aquello tenía que ser un sueño, solo atinó a decir con un hilo de voz: — ¿Puedes pellizcar mi piel por favor? Él la miró sin comprender y ella continuó: — Es que ésto me parece un sueño y deseo despertar, no puedo creer que alguien como tú pueda sentir un bello sentimiento por mí. ¡Soy una mujer marcada, Derek! — ¡No cariño, no digas eso! Eres una mujer hermosa, con derechos como cualquier otra y reclamó para mí, tu amor; ¿puedes darme la oportunidad de demostrarte cuán felices podemos ser juntos? Ella cabeceó llena de emoción y respondió: — ¡Sí, me rindo ante lo que me ofreces! Él se acercó muy lentamente y posó sus labios en la boca de ella, fué un beso tierno, lleno de amor sublime, como queriendo demostrar que no todo era robo y brutalidad, exploró aquella tibia cavidad con ternura y deseo al mismo tiempo que le transfería a través de aquella caricia, todo el amor que estaba dispuesto a darle. Ella como un pájaro herido estaba llena de miedos, pero poco a poco fue cediendo y se entregó a aquel maravilloso beso de amor que recibía por primera vez en la vida. Él bebía de ella la esencia de aquel beso buscado hacía tanto tiempo y que al parecer al fin había llegado sin previo aviso, necesitaba calmar su sed de amor, Megan era aquel vaso que había anhelado durante tanto tiempo, la alzó y la llevó hasta la habitación, depositando con sumo cuidado el cuerpo de ella en aquel tálamo de amor. Ella estaba maravillada ante tanta ternura, él besaba los párpados, la frente, las mejillas, el cuello, todo lo iba tocando con aquel ósculo, para demostrar a la chica, cuánto estaba dispuesto a enseñarle de ahora en adelante. Le desabotonó la bata lentamente, como en ritual sagrado, ella lo miraba sin saber que hacer o decir, se quedó unos segundos admirando aquellos pechos turgentes y llenos de vida. La aureola que rodeaba el pequeño pezón era de un rosa muy pálido, tenía los pechos más hermosos que jamás hubiera visto, su mirada casi reverente le invitaba a que él la acariciara con dulzura; así empezó a darle suaves caricias con sus dedos y lengua, arrancando de la garganta de ella sonidos guturales de pasión sin medida. Ella a pesar de haber estado en un lugar para dar placer a los hombres que pagaban por tenerla, se sintió tímida ante la mirada amorosa de aquel hombre, él levantó la cabeza para mirar el rostro velado por el placer y dijo: — No haré nada que no desees, cariño. Ella sonrió y le respondió: —Te deseo con todo mi corazón, nunca nadie me había acariciado de esa forma tan sublime. Él nuevamente se apoderó de la boca de Megan y esta vez fue un beso profundo y apasionado, cargado de deseo y amor, ella se olvidó de todo y se entregó a aquella aventura llamada amor, un sentimiento hasta ahora desconocido para ella, lágrimas asomaban a su rostro pugnando por salir, pero eran de felicidad, aunque con un gran esfuerzo las contuvo a tiempo y se concentró en aquel hombre que le abría un abanico de posibilidades que jamás ni en sus más remotos sueños se permitió vislumbrar. Derek besó cada centímetro de la piel de ella, sus pechos eran sus favoritos, los lamió, los estrujó con sus dedos, mientras su entrepierna se humedecía de generosos y deliciosos jugos íntimos, él poco a poco fue descendiendo hasta colocarse en medio de las caderas redondeadas de la chica, disfrutando de un éxtasis s****l al introducir su lengua en aquella encarnada flor lista para recibir las más eróticas caricias. También acarició las nalgas bien formadas de ella, apretandolas con ansias locas, la colocó boca abajo y beso su hermoso trasero, la espalda, los hombros, no hubo un lugar de aquel cuerpo femenino que el no acariciara con su boca y manos, también acarició su entrada con deleite, preparando el camino para poseerla, pero deseaba mostrarle a ella que así se hacía el amor cuando existían nexos de sentimientos genuinos, como los que él estaba experimentando con ella. Ella arqueada su bello cuerpo para recibir aquellas exquisitas caricias que la enloquecían de placer, también las manos de ella se deslizaban por el cuerpo de Derek provocando oleadas de placer en él, los gemidos llenaban aquel recinto que en ese momento se había convertido en el templo del amor de los dos. — ¡Oh sigue así por favor!— rogaba ella cuando sintió la boca tibia de él lamiendo su intimidad. —¿Te gusta así mi amor?— preguntó él en un gesto galante que la derritió de amor genuino. — ¡Si, me encanta!— respondió ella extasiada de placer. Las manos de Derek en los pechos de ella y su lengua formando círculos en el clítoris de Megan, era realmente exquisito para ambos, ella tomó su mástil endurecido con placer, mientras de la garganta de él salía un ronco sonido de placer. Megan no se dejó rogar, lo introdujo en su boca provocando fuego en las caderas de sus amado. — ¡Oh mi amor, que rico!— exclamó él totalmente excitado. Sin más preámbulos se trepó a las caderas de ella, penetrando aquella cueva caliente y húmeda, ansiosa por ser estrenada por el amor y la pasión de Derek, un pequeño grito de placer surgió de la garganta de Megan, cuando él empezó a subir y bajar rítmicamente colgado de aquella bella pelvis llena de fuego. Los movimientos rítmicos de él fueron aumentando con el fuego y calor que los consumía a ambos, los sonidos de placer inundaban aquella habitación, único testigo de que allí yacían dos cuerpos, ansiosos de amor y pasión, fue un largo rato lo que duró aquella danza de amor entre ambos, hasta que la mente de él se nubló por el placer que lo consumía. El fuego llegó al máximo esplendor cuando ambos alcanzaron el éxtasis, el derramándose dentro de aquella bella mujer y ella completando la humedad con su propio orgasmo, fué un momento único y sagrado entre ambos, donde ninguno de los dos emitió sonido, se quedaron por breves instantes el uno sobre el otro, disfrutando de ser una sola carne. Instantes después él se colocó al lado de ella y susurró: — ¿Te gustó mi amor? — ¡Me fascinó! ¡Jamás imaginé que hacer el amor era tan exquisito, cuando uno lo desea de verdad!— dijo ella con sencillez. — ¡Me alegra haber podido complacerte cariño! — ¡Eres magnífico Derek! ¡Te amo! Él levantó la cabeza sorprendido de escuchar aquella confesión en un momento tan íntimo y preguntó: — ¿De verdad Megan? ¿Me amas? —¡Oh sí Derek! Desde el primer momento me empecé a enamorar de tí, pero pensé que era una sentimiento sin esperanza. — Es decir, ¿qué si nunca doy el primer paso, te hubieras callado tus sentimientos? — Sí, jamás me hubiera atrevido a confesar lo que despertaste en mí, sé que es prematuro que yo anhele que me ames, pero ésto qué ha pasado me da un poco de esperanza, si no llegara a nada lo nuestro, sería felíz tan sólo por el hecho de haberme hecho el amor de ésta manera tan maravillosa.
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