**THAYER** Cada paso que daba me alejaba de ella, pero no del dolor. Sentía el cuerpo intacto y el alma hecha trizas. Como si me hubieran arrancado algo sin anestesia. Como si el universo hubiera decidido que ya era hora de que aprendiera a perder. Mi teléfono vibró. Un mensaje de mi padre:"Tenemos que hablar. Por favor". No lo abrí. No lo respondí. Lo bloqueé. También bloqueé a Seraphina. No por rabia. Por dignidad. Borré fotos, conversaciones, audios, cada rastro digital de un amor que ahora entendía había sido mayormente unilateral. No fue catártico. No hubo alivio. Solo una sensación quirúrgica, precisa, como amputar un m*****o gangrenado. Algo que ya no podía salvarse. Algo que, si lo dejaba, me consumiría. Me detuve frente a una vitrina. Reflejado en el cristal, vi a un hombre

