**STERLING**
Seraphina se quedó completamente quieta. La vi parpadear, procesando la profundidad de la frase. No solo era un regalo; era una declaración territorial.
—¿Nuestro santuario? —repitió lentamente, probando las palabras en su boca—. Suena a… no sé. A algo más permanente de lo que pensé que esto sería.
—Y eso te asusta —afirmé, no pregunté—. Porque significa que esto es real. Que no es solo sexo ocasional ni un capricho de un viejo aburrido. Que realmente te quiero en mi vida, en los términos que podamos negociar.
Sus ojos se agrandaron ligeramente. Había dado en el clavo.
—Sterling… —su voz era apenas un susurro—. ¿Y si alguien se entera? Tu hijo ya nos vio juntos. ¿Qué pasa cuando esto se complique más? Porque siempre se complica, ¿verdad?
Sonreí con esa seguridad que solo
