PREFACIO
10 de agosto, 2015.
ANCEL.
La incertidumbre me está haciendo dudar, este sentimiento no me permite pensar con claridad, me confunde más. Aprieto mis puños con mucha fuerza, queriendo golpear cualquier objeto. Siento las inmensas ganas de retroceder el tiempo y nunca apartarme de su lado, pero es muy tarde, no puedo cambiar lo ocurrido, la culpa me está asfixiando de manera lenta, dejándome sin aire.
Camino de un lado a otro, agobiado.
Una silueta se interpone en mi camino, impidiéndome el paso. Clavo mis ojos en esa persona y sin escuchar sus palabras me lanzo sobre este ser inservible. Trata de sujetarme de los brazos, pero con una fuerza que no reconozco me permite golpearlo hasta el cansancio, no me detengo a pesar de los gritos.
Un golpe. Otro. Y otro.
Desahogo mi ira sobre esta persona.
—Detente. —escucho su voz a lo lejos, pero solo veo rojo. No me detengo, lo golpeo con mi puño sin parar en su rostro.
No tengo ningún sentimiento en este momento, ni siquiera puedo detectar culpabilidad en mi comportamiento, lo único que deseo es acabar con su vida. Los gritos son más constantes en los pasillos, puedo sentir como tratan de sujetarme, pero con brusquedad los alejó de mí.
No me importa nada porque estoy perdiendo a la persona que amo.
Me tenso al sentir sus pequeños brazos alrededor de mí, me quedo quieto, no deseo lastimarla. Puedo escuchar sus sollozos y su aliento contra mi nuca, lágrimas se deslizan por mi espalda.
—Por favor, detente —su susurro es suplicante, con miedo. Suelto a la persona con brusquedad, está casi inconsciente, como me hubiera gustado acabar con él, no siento ningún remordimiento. Mi pecho sube y baja, sintiendo una fuerte opresión en el pecho, quitándome todo el aire. —. Todo estará bien, solo no actúes como un irracional —pide ahogando un sollozo.
Trato de darme vuelta, pero lo impide aferrándose a mis hombros con fuerza, puedo sentir cómo su cuerpo tiembla.
El tiempo se detiene a mi alrededor, solo puedo sentir su peso sobre mi cuerpo y escuchar sus sollozos. Me doy vuelta sin tratar de lastimar, cuando sus ojos se cruzan con los míos noto el miedo y la esperanza de perderla están presentes en su mirada. No dice nada, solo se dedica a observarme; se lo importante que es para ella, por eso se encuentra tan perdida en su lamento, tiene el miedo de no volver a escuchar sus palabras de aliento.
—Todo estará bien —su voz es débil, me dedicó una sonrisa apenada.
—Cree en tus palabras, cariño —la brusquedad en mis palabras permite que se estremezca entre mis brazos. Una vez que sus ojos abandonaron los míos, veo como su labio inferior tiembla.
—¿Qué se hace cuando la esperanza se pierde? —Cuestiona sin mirarme.
—Es difícil estar en la incertidumbre, sin tener alguna respuesta, sin embargo, la esperanza no se puede perder ya que es lo que te mantiene a flote.
—No soy fuerte.
—Cariño, en esta vida el fuerte siempre tiene mucha ventaja, es mejor que aprendas a pelear porque la fuerza es lo primordial—sus ojos me miraron con tristeza. —. Juntos saldremos adelante, sea cual sea la situación, Chels.
—Promételo.
—Lo prometo.
***
Acomodo su cabeza recostándola sobre mi hombro, trato de no despertarla se encuentra agotada para seguir pensando, hemos tenido un día muy largo. Cuanto las horas para que todo esto termine pronto, pero cada vez es más largo el camino donde encontraré la clave a lo ocurrido, siento como a mi alrededor cambia todo sin importar nada.
Cierro mis ojos queriendo conciliar el sueño, llevo días sin dormir por estar al tanto de su mejoría. Recuesto mi cabeza sobre la suya, pudiendo sentir su respiración pesada mientras balbucea algunas palabras incomprensibles.
Abro los ojos.
La miró por largos minutos, detallando cada rasgo de su rostro, no pierdo ningún detalle, me encantaría obtener una fotografía en ese mismo instante. No tengo palabras para describir lo maravillosa que se ve…
Entonces, todo sucede rápido.
Veo a una enfermera correr por el pasillo y entrar a la habitación desesperada. No aparto mis ojos de la habitación sintiendo un dolor en mi pecho. Puedo escuchar las indicaciones del médico y eso hace que me levanté de golpe, lastimándola.
—¿Qué sucede? —Cuestiona soñolienta, no respondo.
Camino dando pasos cortos, con temor. Cada vez que avanzo las paredes se encogen asfixiándome, todo se ve pequeño, excepto la habitación. Tengo miedo de llegar y encontrar lo que tanto temía, no sé si podría soportar tanto dolor, puede que en cualquier momento mi corazón salga por mi boca.
Trago grueso cuando el médico niega con su cabeza, habla con la enfermera y luego camina en mi dirección. No aparto mis ojos de su cuerpo, no respira. Lágrimas emergen de mis ojos y caigo de rodillas.
—Lo siento… —Cuando esas dos palabras salen de su boca, no sigo escuchando.
Todo se desmorona.
12 de agosto, 2015.
Odio el n***o.
No me gusta.
Observo a todos. Quiero gritar que se detengan, que sus lágrimas falsas no servirán de nada porque ella no estará de regreso. Nadie en este lugar la quiso, siempre hablaban de lo complicada que sería su vida por eso esperaban lo peor de su parte y eso obtuvieron, incluso obtuvieron más de lo que esperaban.
Me acerco a su ataúd y lazo una de sus flores favoritas como una despedida.
«Ojalá hubieras esperado para despedirme»
Alzo mi mirada al cielo gris, como me gustaría creer que se encuentra en un lugar de paz, pero ni siquiera creo que exista ese tipo de cosas, para mí después de la muerte no hay nada, sin embargo, ella creía que si existía un lugar donde todo era paz.
Una gota desciende del cielo.
No me muevo a pesar del frío que genera mi cuerpo, me quedo inmóvil cerrando los ojos, sintiendo el aroma de la lluvia.
«Espero te encuentres en ese lugar que tanto me hablaste»
Tocan mi hombro con suavidad.
Abro mis ojos y giró mi cuerpo, topándome con sus ojos hinchados y su nariz roja por la fuerte lluvia.
—Vamos. —dice con calidez, niego con mi cabeza.
—Puedes irte sola, no deseo tu compañía —digo, con rudeza. —. Quiero estar solo.
—Dijiste…
—No me importa lo que dije, deseo estar solo. —demuestro mi ira en mis palabras. Me arrepiento de inmediato al ver la decepción en su rostro, tomo su mano cuando veo que trata de retroceder, se suelta, trato de tocarla, pero se aparta.
—Se que estas pasando por un mal momento, no deseo estar en tu lugar, pero no puedes tratarme como te guste porque soy humana y tengo sentimientos, recuerda que no eres el único que perdió a alguien importante.
Se da media vuelta, dejándome en medio de la nada, sintiéndome como un verdadero idiota. Pateó el suelo con odio por tener esta actitud. Detengo un movimiento a derecho, trato de lanzarme sobre esa persona, aprieto mis puños al ver como se encuentra arrodillado, con la cabeza agachada.
Tengo entendido lo mal que lo está pasando, pero eso no alivia ni lo mínimo de mi perdida, nada podrá cambiar su traición.
—Perdóname —implora con la voz ronca.
—Jamás —pronuncio, levanta su cabeza y me mira con dolor. —. Nunca te perdonare, para mí tú no existes, así que más te vale desaparecer de mi vista si no quieres que te muela a golpes.
—Perdóname, por favor. —Lágrimas ruedan por su rostro. Me coloco a su altura, ladeo mi cabeza.
—Prefiero que vivas con ese dolor en tu alma, estoy seguro que será tu calvario y nunca acabará. Vive con la culpa porque no recibirás el perdón que tanto súplicas —mi voz no tiembla al decir aquellas palabras. —. Ese será tu castigo, pagarás por lo sucedido. Eres tan culpable como esas personas.
Me pongo de pie, acomodo mi ropa mojada y pasó la mano por mi cabello. Paso por su costado sin importarme sus súplicas, no merece mi perdón, no después de lo que hizo.
Ahora solo me quedaba una cosa por hacer, solo para que descanse en paz, ya que tengo entendido que esas escorias andan sueltas haciendo daño a otras personas. Mi deber es vengar su muerte, correría muchos riesgos, estaría en juego mi vida, pero esta vez no me escaparía, no dudaría en ningún momento acabar con sus vidas, no me temblaría la mano.
Juro por mi vida que mataré a los responsables de su muerte.
20 de marzo, 2016.
Fumar no me es tan satisfactoria, pero una vez que se convirtió en mi vicio se volvió en una manilla para calmar mi frustración, siempre tengo que tener un paquete en mi chaqueta para no ponerme violento.
Odio sentirme frustrado.
Mis ojos se detienen en el nuevo favorito.
Me sorprende que le permitan pertenecer a este mundo cuando ni siquiera tiene la mayoría de edad para participar en este tipo de eventos, me resulta bastante curioso su repentina aparición, nadie lo conocía, sin embargo, con el pasar del tiempo se ganó el respeto de cada uno de nosotros por la forma en cómo pelea.
Desvió mi mirada a su lado. No entiendo porque siento intriga con esa chica, todo en ella grita misterio. La veo fruncir su ceño y suspirar, he notado que no le agrada este lugar, lo detesta, aun así, permanece aquí por su mejor amigo.
Camino en su dirección cuando se encuentra sola. No pierdo mi tiempo, solo quiero una sola cosa y estoy tan seguro que no se negará.
—Hola —me escuchó decir.
—Pierdes el tiempo, no estoy interesada —ni siquiera tiene la educación de responder el saludo, parece que mi presencia le es molesto.
—¿Por qué perdería mi tiempo? —Pregunto interponiéndome en su campo de visión. Me mira con irritación. Me resulta gracioso su actitud.
—¿No entendiste mi negativa? —Cuestiona exasperada, aparta su mirada. Los minutos transcurren, vuelve a mirarme con molestia, le regaló una de mis sonrisas seductoras, rueda los ojos. —Te puedes ir, no pienso entablar una conversación con un desconocido y menos cuando no me agradas.
—Podría hacer que te agrade.
Me gusta que se haga la difícil.
—Eres inmaduro para tu edad, con esa insistencia me aburres, te falta mucho para poder llevarme a la cama —sus palabras me toman por sorpresa. —Ya veo —dice aburrida. —Es la primera vez que te rechazan.
Abro mi boca para hablar.
—Nos vamos —dice su amigo llegando, me examina. —. Veo que hiciste un amigo, me alegro —la emoción en su voz es evidente.
—No hice un amigo.
Ignora las palabras de su amiga y extiende su mano, la tomó sin dudarlo.
—Stefan Temblay. —se presenta.
—Ancel Dubois, he oído hablar de ti —declaro, me mira con asombro. —. Eres uno de los mejores.
—Gracias. —suelta mi mano
Extiendo mi mano en dirección a su amiga. Me mira por unos minutos, para luego suspirar y estrechar su mano junto a la mía. No pasó desapercibido la molestia en sus ojos.
—Como dije, Ancel Dubois. —digo, sacudiendo su mano.
—Sloane —elevo una ceja al ver que no desea completar sus palabras. —. Sloane Edwards, ¿Contento?
Esbozo una sonrisa divertida.
Será interesante conocerte, Sloane.
26 de junio, 2020.
Camino bajo la luz de la Luna, nadie se encuentra por estos callejones sin salida. Cada vez que puedo observo el cielo, estar bajo su esplendor es asombroso, no pensaba detallar el cielo con una gran magnitud.
No detengo mi paso cuando percibo un movimiento a mis espaldas. Es tan visible su silueta e intuyo que quiere ser visto para causarme temor, algo estúpido de su parte porque no temo a nada. Dejo que siga mis pisadas, como si no me diera cuenta de su presencia; me causa tanta gracia su falta de experiencia, no sabe con quién se está metiendo.
Piensa que soy la oveja y él, el lobo, cuando es todo lo contrario.
Deseaba este momento, sabía que iba a llegar.
Me decía: «En cualquier momento enviarán a alguien para detenerte.»
Y lo hicieron, enviaron a alguien para matarme. Lo divertido es que eso quería, lo anhelaba. Me había cansado de jugar un juego tonto, donde ellos eran los cazadores y yo la presa, pero el momento en que cambie las reglas del juego todo se volvió placentero, sobre todo, cuando ahora era el cazador arruinando cada uno de sus planes.
Detengo mis pasos y me giro.
—¿Qué es lo que quieres? —Pregunte con voz dura. No puedo observar su rostro porque lleva una capucha. —Deja de seguirme, no quiero que termines muerto. —advierto con malicia, a las justas puedo ver su ligera sonrisa.
—¿Y por qué no sería lo contrario? —Cuestiona, su tono de voz es severo y arisco.
Me toma desprevenido cuando lanza el primer golpe. No me deja reaccionar y me lanza otro golpe, tirándome al suelo. Llevo una mano a mis labios limpiando la sangre que brota de mi de mi boca, formo una sonrisa desgarrada.
Me levanto con rapidez.
Se toma el tiempo necesario para lanzar otro golpe, que logró esquivar y me da la oportunidad de agarrar su brazo y tirar su cuerpo contra el mí mientras que en el proceso le doy la vuelta. Paso mi brazo por su cuello arcándolo, no lo permito moverse, lo sujetó con fuerza para mantenerlo inmóvil por unos minutos y así logré escuchar mis palabras.
—No te muevas, harás que haga más presión —aconsejo, se queda quieto. —. Ni se te ocurra hacer algo tonto porque tengo un hombre que te está apuntando a tu cabeza —le hago saber, percibo como busca con la mirada. —. No te matara si no intentas escapar.
—¿Qué quieres? —Inquiere.
—Ahora nos estamos entendiendo
—Tienes que alejarte, deja de inmiscuirte en los asuntos de su gente que terminaras muerto. Te quiere muerto, me enviaron para acabar contigo. —Me informa.
—Me da gusto que su atención esté en mí —aseguro con fascinación. —, pero esta noche serás tú quien terminara muerto por no cumplir su orden.
Tensa su cuerpo.
—Tranquilo, no sentirás dolor—digo con burla. —. No entiendo como envió alguien tan fácil de atrapar. Fue muy fácil hacerte creer que no sabía de tu existencia a pesar de que me estás siguiendo desde hace días.
Muevo mi cabeza dando la señal. Aparecen dos hombres de mi confianza, cada uno tiene un arma para cualquier peligro.
—Sujétalo, no quiero que se mueva —le lanzó al hombre, limpio mi vestimenta cuando noto la suciedad. Hago una mueca de desagrado.
Detesto ensuciar mi costosa ropa.
Levanto mi mirada y encuentro al hombre sin la capucha. Puedo detallar cada uno de sus rasgos, parece más joven de lo que esperaba, aun no pasará los veinticinco años.
—Necesito que lleves un mensaje.
—¿Qué te hace pensar que lo haré? —Cuestiona, suspiro. Me acerco y le lanzo un golpe en el estómago.
—No me gusta que me contradigan —amenazo, le tomo de la barbilla haciendo que me mire. —. Respondiendo a tu pregunta: Si quieres salir vivo, es necesario que lleves el mensaje, de lo contrario yo mismo te mataré con mis manos.
Lo digo de una manera tan seria que creen en mis palabras.
—Dile a tu jefe que estoy dispuesto a seguir jugando con él, me gusta ver la manera en cómo estoy siendo tan importante en su vida que se toma el tiempo de enviar a alguien para que me mate. Me siento honrado —me observa incrédulo. —. Es divertido ser el cazador, hazle saber que seré su verdugo y mientras siga sin dar la cara seguiré jugando, y no pienso perder esta disputa.
Ríe antes mis palabras, le doy una mirada dominante.
—¿Qué te hace pensar que te tiene miedo? —Pregunta, con un tono burlón.
—Fácil—finjo pensar. Me separo de él, cierro mi puño y golpeo su mandíbula, haciendo que voltee su rostro con fuerza. —. Se está tomando su preciado tiempo para encargarse de mí, eso quiere decir que soy una amenaza. —ladeo mi sonrisa.
Examina mis palabras, trata de encontrar temor.
—Denle una lección para que aprenda a no contradecirme —ordeno a mis hombres de confianza, retrocedo unos pasos. —. Y no lo maten. No me gustaría perder a dos de mis hombres. —mi tono es amenazante, asienten.
Me giro sobre mis talones satisfecho por el resultado de mis logros, estaba tan seguro de que comenzaban a ser amenazante para él, lo tenía claro.
Todo ha cambiado, el juego recién está comenzando.
23 de agosto, 2021
DESCONOCIDO.
Tiro todas las cosas del escritorio. Siento la ira recorriendo por todo mi cuerpo, esa impotencia que me genera me molesta y causa estragos en mi comportamiento, solo pienso en sangre cuando escucho su nombre.
Deseo su cabeza.
Lo quiero muerto.
—Lo siento, no pude… —disparo sin importar lastimarlo, la bala rozó su brazo.
No dice nada, se queda inmóvil. Doy vuelta el escritorio y caminó en su dirección. Se sobresalta cuando tomo su cuello y hago presión.
—¿Lo sientes? —Cuestiono con un tono demandante. —Tenías un propósito y no lo cumpliste, dejaste que un niño de universidad jugara contigo libremente.
Hago una seña a uno de los hombres, da un paso hacia mí.
—Llámalo, lo quiero en dos minutos aquí, dile que no me haga perder el tiempo. —ordeno, asintió.
Empujó al hombre frente a mí, me mira con temor porque sabe que estoy a punto de perder el control, no espero que pronuncie ninguna palabra. Solo apunto directo a su cabeza, no lo dudo cuando presiono el gatillo. Lo veo desvanecerse.
—Saquen el maldito cuerpo y manden a alguien a limpiar la sangre, no deseo embarrarme con su suciedad. —demando con voz fría.
Obedecen mis órdenes. Bajo la mirada al reloj, dándome cuenta de que ya han transcurrido dos minutos.
—Como te gusta matar a las personas por diversión. —escucho su voz, le doy una mirada gélida.
—Lo quiero muerto, deseo su cabeza —mando con molestia. —. Ha estado jugando por mucho tiempo, es momento de dar a conocer las consecuencias de sus actos, no pienso permitir que un niñito siga arruinando mi trabajo, solo por su estúpida venganza.
Procesa mis palabras, veo dudas en su mirada.
—¿Acaso no quieres matar a un niño? —Inquiero con un tono burlón. —Esperaba más de ti.
Camina en mi dirección, se detiene a centímetros de mí. Me da una mirada desafiante.
—¿Y por qué tú no te encargas de él? —Pregunta. Lo miro con aburrimiento.
—No deseo perder mi tiempo —respondo distante. —. Hagamos algo mejor.
Sus ojos brillan de curiosidad.
—Descubre su debilidad. Así lo destruiremos, jugaremos con su mente, lo hostigaremos hasta el punto de que él mismo se quite la vida. Es nuestro turno de jugar su juego, quiero verlo sufrir, asfixiarlo con su propio dolor e implorara no haberse metido conmigo.