CAPÍTULO 1

3653 Words
Levante mi mirada al cielo, topándome con la oscuridad, que no me permitía ver las hermosas estrellas, dejándome desolada mientras caminaba en la fría noche de verano.  La lluvia no se había detenido, seguía perturbando, sofocando mi alma y cegando mi camino. Me ordene a andar sin dar marcha atrás, no podía retroceder cuando la decisión ya estaba tomada, lo justo era avanzar sin importar el dolor en mi ser. Estaba segura que con tan solo dar un vistazo atrás correría a sus brazos y por más que anhelaba hacer aquello no deseaba romper mi promesa porque lastimaría a la persona que más amo, estaba haciendo lo mejor a pesar de que no se sentía así. «Era lo mejor»  Me repetía una y otra vez, creyendo en mis palabras. Quería hacerlo, pero una parte de mí estaba cegada, cerrando esa posibilidad de entender mis motivos porque no estaba pensando en mí y deseaba que fuera egoísta, que no me importara nada, no obstante, era muy difícil, no podía porque aunque ese sentimiento profundo me estaba consumiendo, el dolor me estaba matando y no podría vivir con un agujero en mi pecho ni negar la felicidad a la mujer que daba todo por mí. —Tú expusiste tu elección, no te forcé a nada —me detuve al escuchar su voz. Mi cuerpo temblaba por el frío, las gotas resbalaban por mi rostro. —. No te detendré porque prefiero esto a luchar por un amor traicionero.   Sus palabras me hicieron voltear, con molestia. Quería decir todo lo que estaba guardando, pero cuando di con su mirada tragué grueso notando el dolor y la derrota. No había ni una pizca de alegría en sus ojos, todo estaba desolado. Dio pasos en mi dirección, sabía lo que estaba intentando hacer, pero una vez más negué con la cabeza cuando se paró frente a mí, llevó una mano a su mejilla y la acarició. Sus ojos me miraron esperando compasión, deseando que me quedara. —No me dejes —pidió en un susurro. —. No me dejes, cambia de decisión, aún estás a tiempo de retractarte de tus palabras —al principio pensé que había cambiado de decisión, pero aún seguía siendo egoísta y no podía permitir que arruinara algo tan hermoso. —. Por favor, no lo hagas Chels. —Suplicó. Llevé una mano a mi boca, silenciando mis sollozos y negué, manteniéndome firme. —Pensé que entenderías mis motivos, pero me doy cuenta cuán egoísta puedes ser. No te importa lastimar a otros con tus decisiones, siempre piensas en ti. Todo tiene que basarse en ti, nunca en los demás. —murmure con dolor.  Soltó una risa seca, apartó su mirada y cuando volvió a enfocar sus ojos en mí, encontré el odio en ellos. —No puedo, An. —logre pronunciar, su mirada se apagó.  Dejó de acariciarme y se alejó, furioso. Levantó su barbilla dándome una última mirada y se dio media vuelta, dejándome en medio de la nada. Permanecí mirándolo como se alejaba, lo vi perderse entre los edificios.  Todo había acabado, empezaba una vida sin él. —No te vayas. —susurré.  23 de agosto, 2021. CHELSEA. Abro los ojos al escuchar cómo nos comunican que el avión está a punto de aterrizar. Me remuevo en el asiento incómoda mientras aseguró el cinturón de seguridad, nerviosa. A pesar de que por un tiempo viajé bastante, aun no me acostumbro a estar en un avión, el miedo se hace presente en mí.  Le tengo pánico a las alturas y es una mala idea que esté justo a lado de la ventana mirando como estamos muy alejados del suelo. Aprieto con mi mano el cinturón mientras veo como desciende el avión, cierro los ojos, esperando que todo se calme.  Los minutos transcurren. —Señorita. —Escucho una amable voz, abro los ojos encontrándome con una linda azafata que me mira con una sonrisa divertida. Le doy una sonrisa avergonzada y siento como mis mejillas se comienzan a calentar. —Lo siento. —murmuró cohibida.  —No se preocupe, es normal, estoy acostumbrada a este tipo de cosas. —dijo de manera natural.  Desabroche el cinturón, me puse de pie y pase por el lado de la azafata, aún mantenía su sonrisa divertida, agache mi cabeza avergonzada. No me tomó mucho tiempo bajar del avión ni pasar por revisión, tomar mi maleta y quedarme en medio del aeropuerto esperando encontrar a alguien conocido porque a pesar de mencionar muchas veces mi regreso intuía que se habían olvidado de recogerme. Saqué mi móvil y marqué su número.  Me respondió al tercer tono. —¿Hija? —Sentí alivio al escuchar su cálida voz. —Mamá, estoy esperándote —solté de pronto, escuche como grito de alegría, pero luego se calló de inmediato. —. ¿Mamá? —Lo siento mi vida, se me olvidó por completo. —negué con la cabeza divertida. —No cambias mamá —le reproche. —. No te preocupes, tomaré un taxi para ir directo a tu casa. —Hija, esta también es tu casa. Quise replicar, pero opté por callar, era lo mejor. No era necesario tener esta conversación por móvil.  —Nos vemos en unas horas, mamá. Corte antes de escuchar su respuesta. Estaba segura que me convencería de decir lo contrario, cuando tenía en claro que nada en esa casa me pertenece, todo esto se estaba volviendo extraño para mí, era como regresar a un lugar completamente desconocido.  Aun no tengo claro si fue lo correcto regresar después de todo lo sucedido, pero por las insistencias de mi madre tuve que transferirme a una universidad que podía tener todos los requisitos que solicitaba, lo bueno era que la había encontrado y no solo eso, también iba a asistir a la misma universidad… Quise gritar cuando me taparon los ojos, tensé mi cuerpo por completo, no pude reaccionar ante tal acto, solo me encogí asustadiza.  —Hola, preciosa. —susurraron en mi oído, suspire al reconocer su voz. Saco sus manos permitiéndome mirar, escuche su risa divertida mientras yo me estaba muriendo de miedo.  Me gire con molestia, se calló cuando noto el miedo en mis ojos. —Solo era una broma. —se excusó.  —Casi me matas del susto. —declare, me observo divertida.  Se acercó y me envolvió con sus brazos, sentí cómo me apretujaba con fuerza. —Sigues siendo una miedosa, mujer —aseguró, note la burla en su voz. —. No has cambiado en estos cuatro años. —No había porqué cambiar, Louis —me encogí de hombros cuando nos separamos. Me regaló una sonrisa genuina. —. No puedo creer que hayas manejado cinco horas para venir a recibirme. —Eh, no —negó con su dedo índice. —. Estoy en casa de mis padres, aún me falta una semana para que inicien las clases. —Creí que te quedarías en el campus, eso me comentaste. —Cambie de opinión, además quería ver a mis padres, no sabes cuánto los extraño. —miro en muchas direcciones buscando algo.  —¿Qué sucede? —pregunté confundida, acomodé mis gafas. —¿Dónde está tu mamá? —Cuestiono buscándola con la mirada, reí ante sus palabras. —Louis conoces a mi madre, siempre se olvida de todo, incluso se olvidó de su propia hija. —bufé, soltó una carcajada llamando la atención de todas las personas que pasaban por nuestro lado. Codee su brazo. —Entonces, te llevo. Comenzamos a caminar rumbo a la salida. Pasó un brazo alrededor de mis hombros, volteé a mirarla, solo se limitó a sonreír y pude detallar la emoción en su rostro, no era la única que se sentía emocionada. Después de mucho tiempo nos encontrábamos y a pesar de la distancia que nos separaba nuestra amistad se mantuvo intacta, nada cambió entre las dos, al contrario, fortalecimos nuestro vínculo. —Tengo mucho que contarte—comentó de repente. —. ¿Qué dices si vamos a un café a charlar?  —Está bien, pero no tardemos porque mi madre está ansiosa de verme. Salimos del aeropuerto, me guio a donde se encontraba su vehículo. Se detuvo frente una motocicleta, lo miré horrorizada al notar sus intenciones, negué frenéticamente. —No, no, no —retrocedí unos pasos atrás. —. No pienso subirme, sería intento de suicidio. —No seas exagerada. —reclamo, entorno los ojos. —Prefiero tomar un taxi. —Por favor, sube a la moto. —pidió poniendo ojos suplicantes, entrecerré los ojos a través de mis gafas. Tenía que encontrar una excusa para no subir, entonces un pensamiento se cruzó por mi cabeza. —¿Cómo llevaré mis maletas? —cuestione, cantando victoria.  —Lo llevará Marcus. —señaló a una persona.  Miré en esa dirección dando con su chofer, volví mi mirada a ella, molesta. —¿Por qué tengo que subir a esa moto si podemos ir en auto?  —Porque quiero que disfrutes la experiencia de subir a una moto, estoy casi segura que en Francia te la pasaste encerrada en tu habitación estudiando —intenté replicar, pero me detuvo enseguida. —. No trates de engañarme. Suspire resignada. —Si muero será tu culpa. —señale, suspiró irritada.  —Solo sube a la moto. Lo vi subir a la moto, puso un pie en el suelo y me miró indicando que subiera detrás. Todo temerosa hice el intento de subir, al principio lo intenté muchas veces hasta lograrlo. Me sujete de su chaqueta con fuerza; los nervios me acorralaron cuando encendió la moto y arrancó haciendo que suelte un pequeño grito. Tuve que tranquilizarme para no ser una distracción, solo me dediqué a observar los alrededores encontrando con algunos cambios. «Te extrañe hermosa ciudad.»  Por mucho tiempo estuve en un lugar extraño, desconocido, donde tuve que aprender una cultura muy distinta a la mía. Fue una experiencia terrorífica, ya que no soy muy sociable y estar sola al otro lado del mundo sin alguien conocido me aterraba. Fue muy complicado interactuar con personas, al principio andaba con miedo por las calles francesas, todo era extraño, pero poco a poco, me fui incorporando a su cultura y acostumbrando a sus pintorescas avenidas. Comencé a hacer amigas, aprendí a vivir sin temor y me enseñaron a disfrutar el momento, aunque no era mucho de salir, tenía mis momentos de diversión. Había pasado cuatro años lejos de mi hogar, del cálido amor de mi madre, solo para cumplir una absurda promesa, cuando ni siquiera lo tenía que haber hecho, pero por sentir un poco de culpa acepte sin reproche. Estar sola me hizo reflexionar muchas cosas y ahora más que nunca puedo seguir pensando que la decisión que tomé antes de irme a Francia fue la correcta. No me percate que había aparcado la moto. Bajamos y nos encaminamos a la cafetería. —Estuviste en silencio todo el camino —detuvo sus pasos y me miró extraña. —Solo estaba pensando en lo mucho que extrañaba estar en casa. —Y espero que nunca más decidas irte. Nos adentramos en la cafetería. Una chica nos dio la bienvenida y nos llevó a una mesa apartada del lugar. Nos sentamos, quedando frente a frente la una de la otra, vi como apoyó sus codos sobre la mesa y recostó su barbilla en sus manos, que estaban cerradas formando un puño. Me dio toda su atención, me puse nerviosa por su comportamiento. —¿Por qué me miras de esa manera? —Cuestione en un susurro.  —No te preocupes, no te preguntare porque decidiste irte—restó importancia a sus palabras e intuía que necesitaba una respuesta ya que se encontraba intrigada por mi decisión. —, aunque tengo mis sospechas. Me dio una mirada y entendí su sospecha, estaba claro. Nadie comprendía porque cambié mi decisión, todos pensaban que no me iría, pero al final opté por no desaprovechar esa oportunidad o eso les hice creer a las personas más cercanas. Pasaron horas convenciéndome en no ir a Francia, no pudieron y se rindieron al ver mis maletas preparadas.  Sufrí mucho al dejar mi vida, lloré muchas noches preguntándome si fue lo mejor y aun no encuentro una respuesta a esa pregunta. Aún no se si márcheme fue la decisión correcta. Aunque aprendí a valerme por mí misma y enfrentar un mundo muy distinto al que yo imaginaba, me sentía una completa extraña. —Me siento entusiasmada al saber que iremos a la misma universidad—comentó emocionada, cambiando el tema, cuando noto la indecisión en mi mirada. —. No sabes cuánto disfrutaremos.    Pasamos muchas horas poniéndonos al corriente. Me comentó como fue el primer año en la universidad y lo mucho que disfruto, cada detalle fue sorprendente. Me siento feliz por saber lo buena que era su vida.  *** Decir que esta casa era mi hogar eran palabras incorrectas porque aunque intenté con todas mis fuerzas convenciéndome dichas palabras, no podía. Todo era extraño, no se parecía nada a mi anterior hogar, donde nada era costoso, solo se sentía por los aires el amor. Ahora solo puedo sentir dolor y soledad.  A lo lejos puedo ver a mi madre dando algunas indicaciones. Noto la felicidad en su rostro y esa sonrisa genuina, siguen presentes, es como si los años no hubieran pasado en ella. Se veía igual.  —Mamá. —logre pronunciar cuando estaba a dos pasos de su alcance.  Se giró con rapidez y me observó de pies a cabeza mientras lágrimas resbalaban por sus mejillas. Llevo una mano cubriéndose su boca, sus ojos gritaban alegría. —Amor, estás aquí—corrió y me dio un fuerte abrazo. Se alejó un poco de mí y comenzó a dejar besos por todo mi rostro. —. Cariño, no sabes cuánto te extrañe. Estar en sus brazos se sentía bien, la calidez me embargó por completo. Por fin me sentía en casa.   —Estoy aquí, mamá —digo reteniendo mis lágrimas. Detiene su ataque de besos y me acomoda mis gafas. —. Estoy feliz de poder verte. —Yo también mi vida, estoy tan contenta por tu regreso —comentó entre lágrimas. Llevó su mano limpiando su mejilla, pude ver un hermoso y costoso anillo en su dedo anular. Logró captar mi mirada y negó con la cabeza. —. Se lo que estás pensando, no te preocupes ya no me interesan esos comentarios negativos. Deseaba creer en sus palabras, era muy probable que oculta su tristeza al escuchar que solo se casaba por el dinero del señor Dubois. Las críticas de la sociedad eran muy duras, por eso me negué a ser partícipe de su boda porque entendía los riesgos que corría al casarse y, a pesar que su amor por ese hombre era sincero, no me gusta ver como sufre por todas esas críticas.  Mamá es un ser hermoso y para nada me gusta ver cómo le afecta escuchar como la calumnian. Quería negarme a esa relación, pero al ver la felicidad en su mirada, me di cuenta que había encontrado al hombre indicado, ya que pasó años al lado de un monstruo, que solo la humillaba.   —Además, me importa más la opinión de mi futuro esposo. —aseguró con una sonrisa.  —Y sé que me amas tanto como yo te amo. —me sobresalte al escuchar la voz del Señor Dubois. Mamá se separó de mí y se acercó a su prometido, dejó un beso en sus labios. Note el amor que reflejaba sus ojos al mirarla, las inmensas ganas de darle todo y el deseo.  Sonreí.  Encontró a la persona indicada. Los dos me observaron con felicidad, no entendí su entusiasmo y tampoco porque también me sentía igual.  —Me da gusto que hayas regresado, tu madre ha estado esperando esto por mucho tiempo. —me informó el señor Dubois, con una sonrisa. —Gracias por cuidarla… —No, ella fue quien me cuidó todo este tiempo —me interrumpió, sonreí. —. No tienes que darme las gracias. —Entonces, gracias por hacerla feliz. —Lo hago con gusto. —dijo, dejando un beso en la frente de mi madre. Era nuevo para mí ver su manera de expresar sus sentimientos y el afecto. Me sentí excluida y extraña al mismo tiempo, mi madre lo noto porque a esa mujer no se le escapa nada.  —Tengo tu habitación preparada —expuso de inmediato, lo miré confundida. —. Solo falta que te instales y te sientas como en casa.  —Mamá, hemos hablado sobre ese tema. —me puse nerviosa al ver la decepción en la mirada de los dos. —Creí… —Mamá, ya hemos hablado. —insistí, queriendo que entendiera mis motivos. —Si te pongo incómoda puedo ir a vivir a otra de mis casas. —negué con rapidez al escuchar las palabras del señor Dubois.  —No, por favor —lo detuve. —. Solo pienso que debo darles su espacio, además he vivido sola por mucho tiempo y estoy acostumbrada —argumente, rogué en mi interior que comprendieran. —. También ustedes se casarán muy pronto y han vivido solo los dos, sería extraño para usted señor Dubois tenerme en su casa. —enfatizo las dos últimas palabras. Mi madre me da una mirada severa. —Puedo entender tus motivos, además comprendo que te sientas como una extraña porque ahora ya no es solo tu madre, pero espero me aceptes no como tu padre, ya que no quiero tener ese papel en tu vida cuando ya tienes uno, solo quiero ser tu amigo —sus palabras me tomaron por sorpresa. —. A parte te he visto crecer, te conozco de hace mucho tiempo y no deseo que nuestra relación sea incómoda.  No sabía cómo tomar su propuesta, no tenía palabras correctas para expresar lo que sentía. Mi madre lo notó y me dio una sonrisa, queriendo alentarme a decir lo que pensaba.  —No sé qué decir —pronuncié, el señor Dubois formó una sonrisa en sus labios. —Tranquila, no hay apuros, tenemos mucho tiempo —recalcó, asentí. —. Si deseas puedes quedarte en uno de los departamentos, tuve que comprar algunos porque a mi hijo no le gusta vivir con nosotros. Fue un error mencionar a su hijo, no deseaba escuchar su nombre ni siquiera tenía planeado ver su rostro, no después de todo lo que sucedió. Estar parada frente a él sería traicionar mis sentimientos. —Y no acepto un no como respuesta. —se apresuró a decir. —Está bien. —cedí, mamá me agradeció con la mirada.  —Cena con nosotros y luego puedes ir a instalarte al departamento. —propuso el señor Dubois, asentí. Me quedé un par de horas con ellos. Los dos hablaron mucho en la cena, no me permitieron responder muchas de sus preguntas. Vi la complicidad entre ellos, sus sonrisas secretas y sus bromas privadas.  Sin duda se aman. *** Abro la puerta con cuidado y entro si dar un vistazo, pero me detengo cuando noto un poco de iluminación. Dejó la puerta abierta y mi maleta en la entrada, me doy vuelta encontrándome con todo un alboroto.  Hay muchos vasos en el piso, también puedo ver el desorden del departamento sin contar el hecho que tiene un olor extraño, es como si hubieran hecho una fiesta. Me percato que hay algunas personas durmiendo en el piso.  Sigo caminando, dando con el pasillo, me encamino rumbo a las habitaciones. Abro puerta por puerta y suelto un suspiro cuando no encuentro nada.  Escuché un ruido en la habitación que aún no ingresó, caminó despacio hasta llegar y encontrar la puerta entreabierta, entró calmando mis nervios y para no salir corriendo.  Me quedo quieta al reconocer su silueta. Todo en él ha cambiado, no es el mismo chico de hace cuatro años. Mi mirada se detiene en la cama, donde se encuentra una chica envuelta en una sábana, durmiendo boca abajo.  Desvió mis ojos al hombre frente a mí, aún no se percata de mi presencia porque está de espaldas, vistiéndose.  —¿Ancel? —mi voz tiembla al pronunciar su nombre y un sabor amargo se impregna en mi boca. Veo cómo detiene sus movimientos, tensa cada músculo de su espalda. Se da media vuelta y no estoy preparada cuando sus ojos me escanean con tanta intensidad, que hacen que mis piernas flaqueen. Me mira con una profundidad, confundiéndome, haciéndome sentir una sensación extraña. —Chesl —me saludó emocionado, lo observó incrédula. Entonces, noto algo extraño en su mirada. Sus pupilas se encuentran dilatadas y está sudando, es como si hubiera…  No esperaba esa reacción, ya que entre nosotros nada terminó bien. Me encuentro preocupada por su actitud enérgica y más al ver como camina en mi dirección, tambaleándose. Pienso que puede ser el alcohol ingerido, pero no está ebrio o eso es lo que creo, conozco su comportamiento. Toda esa preocupación se esfuma, cuando hace que retroceda con fuerza, chocando con la pared. Coloca sus manos de un extremo al otro, acorralándome. Trago grueso cuando sus ojos me miran, siento un cosquilleo en cada parte de mi cuerpo porque su mirada no es nada amistosa, no puedo describirla ni entenderla.  Me sobresalto cuando una de sus manos descienden por todo mi cuerpo hasta detenerse en mi cintura, da un apretón suave y baja un poco su mirada.  —¿Estás bien? —cuestiono, nerviosa. —Perfectamente. —susurra cerca de mi rostro.  Me quedo quieta, no reaccionó cuando mete su rostro en mi cuello y siento como inhala, ocasionando que me estremezca por ese acto. Cierro mis ojos, puedo sentir como se acerca a mi oreja y susurra: —Me odio a mí mismo por extrañarte, pero te odio más a ti por irte. Te odio, Chels. 
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD