CAPÍTULO 5

2492 Words
CAPÍTULO 5. 27 de agosto, 2021. CHELSEA. Por mucho que intento, intento, sigo sin comprender mis palabras. No sé qué se me cruzó por la mente cuando prometí no permitirle arruinar el compromiso de nuestros padres, para luego mencionar sobre que jugaría el mismo juego, solo para hacerle entender sus ideas erróneas sobre esa relación. Esa determinación en mi mirada causó estragos en él, no esperaba esa reacción de mí parte porque por más que no me guste esta relación no pienso permitir que lastime a mi madre mucho menos a su padre, sin conocer el otro lado de la historia. Se la información de primera mano del porque odia tanto a mi madre, los motivos son perfectos para ese rencor y no puedo decir que no crea porque tampoco sé lo ocurrido. Pero, menos aún puedo creer en todas las palabras de una persona desconocida; a pesar de las pocas veces que tuve una conversación con esa señora siempre tuve una mala vibra de ella, nadie sabe porque se fue y abandonó su familia, solo puedo decir que sembró odio, rencor, desprecio hacía el señor Dubois.  Me pregunto, ¿Cuál fue el motivo para hacer eso?  Dejó abandonada a su familia. No le importó lastimar a sus hijos. Vi cómo fue difícil para el señor Dubois sobrellevar esa situación, más aún con el rencor de sus propios hijos, y lo peor, fue que nunca se defendió.  Ancel comenzó a odiarlo, no había ningún momento en donde tuvieran una conversación tranquila o arreglaran su situación, para él siempre sería el villano de la historia, hasta que se enteró de la relación de su padre con mi madre, y todo se destruyó.  Las cosas cambiaron de manera drástica. Nuestra amistad fue deteriorándose y ese amor fue opacándose. Sus palabras tiernas se convirtieron en humillaciones. Su cariño en desprecio. Y cada momento compartido, se volvieron recuerdos olvidados, desechados. Toda nuestra planificación para el futuro se esfumó. Y los dos, cambiamos.  Dejé que me lastimara, no hice nada porque me sentía culpable. La última vez que hablamos fue cuando destrozó mi corazón, ese día me hizo ver la realidad sobre nosotros y no tuve fuerzas para luchar, huí como una cobarde, culpándolo de mi decisión.  Hubiera deseado comentarle a mi madre, pero la vi tan feliz y me dije a mí misma que no podía arruinarle su felicidad porque había sufrido mucho. Me sentí mal al anhelar que las cosas entre el señor Dubois y ella no funcionaran, sin embargo, el uno y el otro fueron hechos para estar juntos.  —Ella sacrifico muchas cosas por ti, era justo que tú también lo hicieras. —me digo a mí misma. No puedo evitar derramar lágrimas al recordar el pasado, mi corazón duele, aún tengo tantos recuerdos que desearía olvidar. Nunca quise lastimarlo, no fue intencionalmente, pero ahora ya no es momento de arrepentimientos ni mucho menos de pedir perdón porque nunca me será otorgado. Puedo seguir amándolo, queriendo lo mejor para él, no obstante, hice que me odiara, lo dejé justo cuando más me necesitaba.  Es momento de aceptar que nunca olvidará mi traición. *** Caminamos entre la multitud de jóvenes hormonales, todo es un caos. Hay muchas personas bailando al ritmo de la música electrónica—hace mucho calor. —, y para no perderme nuestras manos se encuentran entrelazadas mientras me guía a un lugar con menos personas, dudo mucho que haya un punto de este salón vacío. No me sorprende mucho darme cuenta de la multitud, Caleb siempre fue el chico más social de nosotros. Louis mueve su cuerpo al ritmo de la música mientras camina, meneo la cabeza divertida. Observó alrededor buscando al anfitrión, quiero saludarlo, después de todo fue quien me invitó a la fiesta. —Ahí está —gritó Louis, sigue moviendo su cuerpo. —. Ve a saludar, iré por unos tragos deliciosos.  Inclinó un poco mi cuerpo para llegar a su rostro y gritar: —No pienso beber nada, no quiero descontrolarme esta noche. Sus cejas se arquean, mostrando incredulidad, sus ojos me observan curiosos buscando sentido a mi declaración. Se encoge de hombros, dirigiéndose a la barra para pedir una bebida, suspiro.  Camino en dirección de Caleb. Parece muy a gusto echando porras a las chicas que están bailando muy cerca de él, tiene una sonrisa boba en sus labios, abre sus piernas permitiendo que una de las chicas se siente mientras pasa la mano por su pecho.  Me quedo a centímetros de él, aclaro mi garganta haciendo notar mi presencia. Abre los ojos al verme, me echa un vistazo lleno de duda; susurra unas palabras a la chica, que se levanta de su pierna y me mira con desagrado cuando ve a Caleb caminar hasta mi encuentro. Pongo los ojos en blanco. —Pensé que no venías. —expone, deteniéndose a una distancia prudente. —Louis me convenció —le señaló a la castaña. Sigue teniendo esa expresión incrédula en su rostro. —. Me estás mirando extraño. —Lo siento —se disculpa de inmediato. —. Te ves diferente. —mueve su dedo índice de arriba abajo, haciendo referencia a mi vestimenta. Río con suavidad. Llevo puesto un vestido rojo, simple. Tiene mangas largas y me llega hasta la mitad de mis muslos, hace contraste con mis botas por encima de mis rodillas. El maquillaje es casual y natural, nada extravagante. Decidí mantener mi cabello semi recogido con ondas. Me siento relajada.  —Lo tomaré como un halago. —comento, sonrojada. —No cambias —dice soltando una carcajada. —. Disfruta de la fiesta.  Se despide y regresa a seguir disfrutando el baile privado. Busco con la mirada a Louis. La encuentro bailando en medio de la pista al ritmo de la música sensual. Me cruzo de brazos mirándola, detallando sus movimientos y recordando mis noches locas en Francia, sobre todo, el momento en donde aposté y terminé perdiendo, para cumplir el reto de salir a disfrutar la vida. Al principio fue raro estar en una multitud sin saber cómo disfrutar y bailar, pero, poco a poco fui aprendiendo y entendiendo cómo era vivir la vida sin límites. Louis se percata de mi mirada, viene a mi encuentro. Toma mi mano y me arrastra a regaños hasta la pista, por un momento me quedo quieta, sin mover mi cuerpo, hace un ademán para bailar, muevo mi cabeza en negación, hace una mueca de desagrado. —Mueve ese cuerpazo. —me anima. —No sé bailar. —miento, entrecierra sus ojos en mi dirección dándose cuenta de mi mentira.  —Mentirosa. —Bien, bien. Bailemos.  Cierro los ojos sintiendo la música, mi cuerpo vibra, disfruta.  Muevo mis caderas con movimientos suaves, en círculos y para luego mover de un lado a otro, subiendo y bajando mientras elevo mis brazos y los agito lentamente, manteniendo la espalda recta.  Mi cuerpo se deja guiar por la música.  Lamo mis labios y me muevo, levanto mi cabello con mis manos y lo dejó caer lentamente. Deslizo mis manos por los costados de mis pechos, cintura y cadera; maneo mi cabeza moviendo mis caderas de un lado a otro, paso mi mano por mi pecho hasta llegar a mi cuello.  Bailar siempre me pareció complicado, cada movimiento se veía imposible de realizar, pero con el tiempo me volví una experta y comencé a disfrutar un poco más de mi libertad, abriendo mis alas y volando alto.  Abro mis ojos.  Recorro el salón con la mirada, dándome cuenta que las personas son ajenas a todo, siguen bailando como si la música no hubiera terminado.  Me quedo sin aliento al toparme con sus penetrantes ojos, no aparta la mirada a pesar de que lo he descubierto mirándome, me observa desde una distancia prudente.  Se encuentra en un rincón, con la espalda en la pared y un cigarro en sus deliciosos labios.  Me mira sin ninguna expresión, pero sus ojos recorren todo mi cuerpo. Me cruzo de brazos, haciendo resaltar mis pechos—no intencionalmente. —, arqueo una ceja en su dirección cuando sigue observándome.  Comienza a caminar, viene directo a mí. Busco la manera de huir, pero me abofeteo mentalmente, diciéndome que no debo correr cada vez que se acerque, ya que le estaría demostrando mi temor. Está a unos pasos de mí, una chica se le atraviesa en el camino y lo retiene. La chica habla, habla, habla; pero sus ojos están puestos en mí. Me giro, dándole la espalda y caminó en la dirección contraria.  Paso por la multitud para llegar a la salida, necesito tomar un poco de aire fresco porque me siento sofocada, mis mejillas están calientes y mi cuerpo sudoroso. Salgo por la puerta principal, hay algunas personas fumando e ignoro cuando me coquetean, pasó de largo sin darles una mirada.  Rodeo la casa para poder llegar hasta la piscina, que está en la parte trasera y solo hay un camino para entrar. Apresuro mis pasos pasando los arbustos, me quedo quieta al ver la piscina y suspiro notando que este lugar no fue empleado para la fiesta. Me senté en una de las bancas, estiré mis piernas y acomodé mi vestido. Cierro los ojos al sentir la brisa del viento chocando contra mi piel, se siente increíble.  —Es sofocante estar entre muchas personas, ¿verdad? —Me sobresalto al escuchar una voz muy cerca de mí. —Lo siento, no era mi intención asustarte. Enfoco mis ojos en el chico.  Y destaco tres cosas: Es atractivo. Tiene una sonrisa muy linda. Su mirada es dominante. —No te preocupes —retrocedo mi cuerpo para atrás, alejándome. —Y sí, sofoca estar entre tantas personas. —respondo a su pregunta. Me remuevo incómoda cuando no aparte de mí sus ojos, me observa fijamente.  —Nunca te había visto —menciona, ladea su cabeza. —¿Has estado en muchas fiestas? —Niega con su cabeza. —Entonces, ¿Por qué dices que nunca me habías visto? —Buena pregunta. Se queda en silencio por algunos minutos, pensativo. —Es que mayormente conozco a las personas que asisten a la fiesta de Ancel, por eso fue mi comentario. —me explica. —¿De Ancel? —Pregunto, asintió. —Pensé que era de Caleb. —Eh, no —me miró extraño. —. La casa es de Ancel… —Eso lo sé. —lo interrumpo. Alza una ceja, curioso. —Pero lo organiza Caleb. —añade.  —Ah, entiendo.  El silencio nos envuelve. Me sonríe, más no le devuelvo el gesto, me resulta incómoda su presencia, siento algo extraño en su comportamiento y la forma en que me observa me hace sentir inquietud. Además, muy pocos conocen esta parte de la casa. —¿Eres amigo de Ancel? —Inquiero con curiosidad.  —No mucho, más me hablo con Caleb —responde. —. ¿Y tú? —Conozco a ambos desde la infancia. —digo indiferente.  Vuelve mi vista al frente.  —Por cierto, soy Adrien Davies. —de reojo noto extendida su mano, suspiro.  Giro mi cabeza y estrecho su mano, me da un suave apretón.    —Chelsea Langdon.     Pasan largos minutos sin soltar mi mano, muevo mi brazo para sacarlo de su agarre, pero no me permite hacer ningún movimiento. Su comportamiento me está asustando, abro la boca para pedir amablemente mi mano, sin embargo, alguien se me adelanta. —Davies, te están buscando. —mi cuerpo se estremece al escuchar su voz.  Gira su cabeza, mas no suelta mi mano. Ancel mira mi expresión y camina dando zancadas, llegó hasta nosotros y hace que me suelte la mano con una mirada dura. Frunce su ceño al notar mi temor. —Te están buscando. —vuelve a repetir con desagrado, parece que no le agrada. Adrien se levanta y camina para regresar a la fiesta, detiene sus pasos y gira su cabeza. —Fue un gusto conocerte, Chels. —me dedicó una sonrisa, le miré extraña al escuchar mi nombre.  —Su nombre es Chelsea. —señala Ancel, cabreado.  Ignora su comentario, me guiña un ojo. Retoma su caminata, le sigo con la mirada hasta perderlo de vista. Suelto el aire retenido.  —¿Qué fue eso? —me susurro a mí misma, pasó por alto su presencia. No estoy de humor para discutir con él.  Paso las manos por mi rostro, cansada. Muevo mi cabeza. Siento su mirada en mí, lo miro de reojo y sigue en su mismo lugar, mirándome con una intensidad que me incomoda, no me gusta su presencia porque me afecta de una manera extraña, no logro comprender el motivo.  —¿Qué quieres? —suelto cuando sigue sin decir nada. —No debería venir a estos lugares sola. —me recrimina, molesto. —Puedo cuidarme sola. —miento.  —Seguro. —Su tono de voz no me agrada.  —Y a todo esto, ¿A ti qué te importa? —giro mi cabeza para mirarlo. —Si quiero venir a este lugar, lo hago, no necesito pedir permiso a nadie.  —¡Qué exasperante!  Ruedo los ojos y apartó la mirada.  Deseo con todas mis fuerzas que se vaya, no me siento a gusto con su presencia. Prefiero mantener distancia porque la última vez no terminó nada bien entre nosotros, necesito alejarme antes de que sea muy tarde y termine cayendo por él, una vez más. —Vete Ancel. —pido calmada. —Recuerda que es mi casa.  —Bien. Me levanto de la banca, acomodo mi vestido y comienzo a caminar para irme de este lugar. En ningún momento enfoco mi mirada en él, lo ignoró por completo. Paso por su lado siendo indiferente, mostrando que no me causa deseo.  Suspiro cuando me sostiene del brazo. Me hace retroceder, choco mi espalda con la pared y vuelve acorralarme, sus ojos me miran expresivos. —Lo vuelves a hacer —mi voz suena irritada. —. ¿Qué quieres? No responde.  Me sobresalto al sentir su aliento chocar contra su rostro, su cercanía me afecta y hace que quiera huir.  Inspiro profundamente. Mete su rostro en mi cuello, mi piel se estremece al chocar su aliento y muerdo el labio inferior cuando comienza a deja besos en mi cuello.  Aprieto mis puños.  Deseo que me siga tocando.  Muevo un poco mi cuerpo y echó la cabeza hacia atrás, soltando un suspiro.  —¿Me deseas? —Susurra contra mi rostro.  —Te deseo. —murmuro afectada, una corriente recorre por todo mi cuerpo.  Acerca su rostro al mío, muerde su labio inferior y cuando pienso que me va a besar, tira su cabeza hacía atrás. Gruño exasperada.  —Me encanta que estés tan dispuesta para mí. Forma una sonrisa arrogante, me guiña un ojo y comienza a alejarse. Me quedo helada ante lo sucedido y me doy cuenta que termine cayendo, otra vez, pero esta vez yo misma me lo busque. Idiota arrogante.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD