Que no cunda el panico

1183 Words
Siempre había escuchado la expresión “silencio sepulcral”, pero creo que hasta ahora, no lo había vivido realmente. Mientras dejo mi bolso en la encimera, camino hacia el sillón, detrás de Tom, que no ha dicho una sola palabra en todo el camino. En un par de horas debemos ir a la casa de los padres de Tom. Me siento en el sillón y básicamente me desparramo en él. Hasta ese momento, no había caído en el pánico, pero ahora comenzaba sentirlo, como si circulara por mis venas. Estúpida, estúpida, estúpida me digo a mi misma. Tom se sienta en la orilla del sillón, junta sus manos y apoya su cabeza en estas, mirando el suelo. -¿Cuándo fue la última vez que las tomaste?-pregunta Tom de improviso. Comienzo a repasar en mi mente. -El día que llegue a Londres-replico. -Es decir, llevas dos días sin tomártelas-dice volteándose.- Puedes volver a tomártelas y ya ¿no? -No creo que sepas cómo funcionan las pastillas anticonceptivas-digo, arqueando una ceja.- Las que yo tomo dejan los niveles de hormona siempre fijas, si falto a una dosis, estas se disparan provocando que ovule, y eso puede generar un embarazo. -¿Pero por dos días?-pregunta. -Las pastillas deben tomarse a la misma hora, como mucho se permite un margen de dos horas, así que sí, por dos días puede generarse la ovulación-digo. Resoplo. Malditas hormonas. -Entonces… la pastilla del día después ¿no?-pregunta Tom. Suspiro y me enderezo. -Funcionaria con un 90% de eficacia si la toma durante las primeras 48 horas de haber tenido relaciones sin protección, luego baja su eficacia… en una persona normal serviría-replico. -¿Y tú no eres normal?-pregunta Tom. -La pastilla del día después es una bomba de hormonas que produce cambios en el útero, haciendo que aunque se produzca la fecundación, no se puede seguir adelante el embarazo porque el ambiente es malo. Si tomo pastillas anticonceptivas, aunque se produzca la fecundación, puede que el útero no esté en condiciones para recibirlo y simplemente no ocurra un embarazo, pero si tomo la pastilla del día después, las hormonas que lanza pueden mejorar ese ambiente y propiciar el embarazo-explico. Tom abre los ojos como platos. -¿Y cómo se lo diste a Zendaya? -Zendaya no toma pastillas-replico. -¿Y cómo puedes saber si… bueno si es que el ambiente está bien o mal?-pregunta Tom. Me encojo de hombros. -Supongo que nos exámenes, pero para cuando tenga los resultados, ya será muy tarde para tomarse la pastilla del día después-respondo. -¿Y entonces que hacemos?-pregunta. Lo miro fijamente. En este preciso momento se me ocurren tres cosas: uno, lanzarme por el balcón, dos, llorar, y tres, pensar en una solución. Por supuesto que lo más lógico sería la numero tres, pero la que se me hace más atractiva es la uno. -Creo que… lo mejor sería continuar tomando las pastillas, tal vez pueda revertir en algo los niveles hormonales y de esa manera no pasara nada. Además, hay una pequeña posibilidad de que, como deje de tomarlas por dos días, me llegue el periodo-digo. -¿Y qué… que pasaría si no ocurre nada de eso? ¿Qué pasaría si llegas a quedar embarazada?-pregunta Tom. Abro la boca, pero no sé que decir. Vamos, puede que en un futuro quiera tener hijos, pero definitivamente ahora no, sobre todo con lo que se viene con Oxford. Por supuesto existe la opción de terminar el embarazo, y aunque no me opongo en absoluto a que las mujeres podamos abortar, no sé si es la opción que yo elegiría. -Yo… creo que no debemos adelantarnos a los hechos-digo finalmente. Tom levanta las cejas y se acerca a mí. -¿No quieres tener hijos?-pregunta. Abro los ojos como platos. Esta no es una conversación que me esperaba tener ahora. -No ahora-replico. -Entiendo que somos jóvenes, pero… no sería la peor cosa del mundo ¿o sí? -¿Estas de broma? Tom, estoy a punto de entrar a Oxford, como mínimo me quedan dos años más de estudio, porque aun ni sé que hare, y después tengo que trabajar. Tú tienes tu trabajo, y viajas por el mundo haciéndolo. ¿No crees que este sería el peor momento para esto?-pregunto. -No es el mejor, eso seguro-dice. Frunce el ceño y suspira.- Entonces ¿Qué? ¿Abortarías? -No lo sé-contesto con honestidad.- Es algo que deberíamos decidir juntos ¿no? Tom voltea y me mira. Esboza una sonrisa y coge mi mano. -Me gustaría tener una opinión, sí. Pero… es tu cuerpo, y lo que tu decidas, lo apoyare-sentencia. Sonrío y me inclino para darle un corto beso en los labios. Tom no podría ser más perfecto. Me separo un poco y apoyo mi cabeza en su hombro, mientras el acaricia el dorso de mi mano con su pulgar. -Bien, entonces quedamos en que lo veremos a su tiempo-dice. -Exacto-afirmo. -Pero hay algo que si deberíamos aclarar ahora-dice. Levanto mi cabeza y lo miro sin entender. -¿El qué?-pregunto. -¿Qué vas a hacer con Oxford?-pregunta.- Porque suena como si realmente fueses a aceptar la beca. Muerdo mi labio. Por supuesto que lo había pensado, desde el momento en que me dieron las noticias. Cada momento libre, mi cabeza comenzaba a sopesar las opciones que tenía, y las había reducido concretamente a cuatro: 1.      No aceptar la beca y quedarme en mi país, me quedaban dos años más y luego podría trabajar, y si lo quisiera, podía venir a Inglaterra, u otro país, a vivir y solicitar mi convalidación de título. 2.      No aceptar la beca, pero buscar alguna otra universidad en Londres u Oxford, estuve averiguando sobre el “colegio real de enfermería”, es una opción ir a su sucursal en Londres y buscar alguna universidad buena con becas. 3.      Aceptar la beca, serian cuatro años más de estudio, y básicamente me despediría de toda mi vida, tanto social como familiar. 4.      La he me he decidido por elegir. -He sopesado mis opciones-comienzo a decir.- Y me he decidido por aceptar la beca. Veras, hasta tercer año, es casi plan común con varias carreras de la salud, y saliendo del tercero de bachillerato, me dan la licenciatura en ciencias médicas, que me permite trabajar en algo más bien administrativo, pero también después de eso puedo ir a cualquier escuela de enfermería de Inglaterra y continuar dos años más de estudio para graduarme como enfermera. -¿Y qué pasa si te llega a gustar medicina?-pregunta. Me encojo de hombros. -Al menos el cómo es la medicina en mi país, no me gusta. No sé si acá sea diferente, pero vamos, que todavía tengo todo un año de sufrimiento esperándome para decidir qué hacer-replico. -¿Qué han dicho tus padres?-pregunta Tom. Desvío la mirada. -Pues… veras, ellos casi que me obligarían a seguir con medicina, y con todo lo que ha sucedido… -¿No les has dicho?-pregunta Tom, incrédulo. Lo miro, muerdo mi labio y niego con la cabeza.- Les dará algo cuando se enteren. -Lo sé-digo, y ruedo los ojos.- En fin, voy a llamar a Marlene en un rato para aceptar la transferencia, pero debo elegir un campus ¿me ayudas? -Claro, pero te advierto que deberías sopesar bien eso de tener un roomate, no te podre visitar tanto si es que tienes una-dice, coloco los ojos en blanco y saco mi teléfono, buscando el informativo que me enviaron sobre los campus. -Siempre puedo venir aquí-sugiero. -Pero no creo que te vaya a dejar ir si vienes-dice. Volteo y sonrío. -No creo que puedas detenerme.
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