No more goodbyes

726 Words
Termino de colocar la última blusa en mi maleta, que por supuesto, esta que revienta. Tom está sentado a orillas de la cama, desanimado. Los últimos dos días fueron maravillosos, paseando por el bosque junto a Tessa, mirando en internet los campus, buscando donde alojarme (ya que no todos los lugares aceptaban mascotas). Estoy por cerrar la maleta, cuando Tom se lanza sobre esta, haciéndome reír. -¿Qué haces, burro?-pregunto entre risas. -Meterme en tu maleta ¿no es obvio? -Estoy bastante segura que los rayos x te detectaran, y pensaran que he asesinado a alguien en el aeropuerto-replico, sacudiendo la cabeza. Tom levanta la cabeza y me mira. -No te dejarían ir-dice, y se toca la barbilla, como sopesándolo. -No, me llevarían a la cárcel. Estoy bastante segura que no nos veríamos muy seguido si estoy allí. -Entonces quédate un par de días más-me suplica, levantándose de la cama y cogiendo mis manos entre las suyas. -Si pudiese, lo haría-replico.- Tengo que continuar mis clases. -Entonces voy yo-sugiere. Sonrío ante la ternura de su propuesta. -Sabes que no puedes. Tus grabaciones comienzan pronto. Resopla frustrado. Se inclina, apoyando su frente contra la mía, y cierra los ojos. -Esto no es como las otras veces-susurro. Trago saliva y continuo.- No te darás cuanta cuando ya sea Julio y este instalándome en Oxford. Y nos veremos seguido, te hartaras de mí. Y traeré a Thor, y lo pasearemos junto a Tessa. -Jamás me cansare de ti-dice Tom, abriendo los ojos. -Dices eso ahora-le contradigo, sonriendo. Tom frunce el ceño y niega con la cabeza. -No creo que entiendas cuanto te necesito junto a mí-susurra serio. Frunzo el ceño, porque la gravedad con la que dice aquello hace que se remueva algo dentro de mí. -Tom… estoy jugando-digo. Tom abre la boca y luego la cierra. Algo le pasa, algo me quiere decir, pero no logro entender el qué. Abro la boca para preguntarle qué le pasa, pero en eso tocan a la puerta. -Espero que estén vestidos-grita Harrison desde el otro lado de la puerta. -Estúpido-le digo. Tom se separa de mí y le abre la puerta. Harrison entra con una sonrisa de oreja a oreja. -Siempre tan simpática ______-me dice, sentándose al lado de mi maleta. -¿Ya está el coche abajo?-pregunta Tom. Se acerca a mi maleta y presiona hacia abajo, ayudándome a cerrarla. -Si-afirma Harrison, mirándonos como cerramos mi maleta. -¿Estas cómodo?-le pregunto con ironía. No puedo cerrarla. -¿Necesitas ayuda?-pregunta Harrison. -SI-le decimos Tom y yo al unísono. Harrison se levanta y coloca sus manos sobre mi maleta, haciendo fuerza al igual que Tom. Logro cerrar el cierre y suspiro aliviada. Me paso el dorso de mi mano por la frente sudorosa. Harrison coge la maleta y la deposita en el suelo. Sube la manilla y se la lleva por el pasillo. Cojo mi bolso y comienzo a caminar hacia el pasillo, pero Tom me detiene. -Te tengo algo-dice, mordiéndose el labio. -No quiero regalos. Esta visita era para tu cumpleaños, soy yo la que debe darte regalos, no tú a mí-le advierto. Tom se ríe y sacude la cabeza. -¿Vas a dejarme hablar o vas a seguir con tu discurso?-pregunto. Me cruzo de brazos y ruedo los ojos. -Está bien-accedo. -Dame tu mano-me pide. -¿Para qué?-pregunto, temerosa. Tom pone los ojos en blanco. -Que me des tu bendita mano-dice riendo. Le tiendo mi mano, él la gira, dejando la palma hacia arriba.- Ahora cierra los ojos. -Tom…-comienzo a decir. -¿Me vas a obligar a taparte los ojos y amordazarte? Porque lo haré-me advierte. Entrecierro los ojos, y finalmente lo cierro. Siento como abre un cajón de su cómoda y luego deposita algo de forma rectangular, suave y liso. -Ábrelos-me ordena. Abro los ojos y observo en la palma de mi mano izquierda una pequeña cajita de cartón color roja, con una cintita blanca encima. Levanto la mirada para decirle que no quiero regalos, pero antes de que pueda abrir la boca, el me interrumpe. -Abre la caja-dice. Frunzo el ceño pero le hago caso. Saco la tapa de la cajita y dentro encuentro una llave dorada. Lo miro sin entender. ¿Qué demonios hago yo con una llave? -Es la llave de este departamento-explica. Abro los ojos como platos. -¿Qué?-pregunto, con la voz unas décimas más aguda. -Vas a vivir en Oxford, pero puede que a veces quieras venir aquí, a visitarme o lo que sea, y pensé que sería bueno que tuvieras una llave. Será como… tu segunda casa. -Suena como si quisieras que viviésemos juntos-bromeo, mirando la llave. -¿Por qué no?-pregunta. Levanto la cabeza para mirarlo, no está bromeando. Me quedo boquiabierta. Virgen santísima.
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