Oxford: parte 2

1011 Words
Me concentro en mi respiración, asimilando toda la información que Marlene me ha dado. Debo decidir qué hacer en un par de días. ¡Un par de días! Debo decidir mi futuro y solo tengo dos días para hacerlo. Es una locura. No, es algo imposible. Salgo de la oficina de Marlene, Tom está sentado, apoyando su cabeza sobre sus manos, mirando fijamente la puerta. Cuando me ve salir, se levanta y se acerca. -¿Y? ¿Todo bien?-pregunta preocupado, supongo que mi expresión delata lo confundida que estoy. -Algo así-digo, sin mirarlo a los ojos.- Vamos a la biblioteca con los demás. Tom no pregunta y comenzamos a caminar. Me despido de la secretaria y no vuelvo a emitir palabra en todo el camino. Afuera de la biblioteca, Sam y Harry están grabando a Harrison, aparentemente para alguno de sus cortometrajes. Zendaya y Martin están leyendo una de las inscripciones que tiene la biblioteca afuera, justo en la entrada. -¡Llego la cerebrito!-grita Sam. Supieran pienso para mis adentros. -Hola-los saludo. Harrison frunce el ceño al ver mi desanimo. -¿Todo bien?-pregunta Martin, en español. -Luego te digo-susurro. -Hey, sin secretos-dice Harry. Sonrío y le revuelvo el cabello. -Vamos a comer, tengo hambre. Mis amigos no insisten y nos dirigimos al mercado para buscar algún restaurante donde comer. Siento la mirada constante de Tom sobre mí, pero decido ignorarlo. Primero quiero analizar la situación. ¿En qué momento me equivoque? Llene el formulario, luego pidieron mi registro académico… La entrevista. Bueno, al menos algo tiene sentido, porque sentí que estrujaban mi cerebro con las preguntas. De ingeniería, historia, matemáticas, ecología, geografía… jamás había pensado que una serie (The Crown) me fuese a salvar el pellejo, pero cuando comenzaron a preguntar por historia de la realeza, eso fue lo único que me salvo. -Eh, cerebrito, que vas a pedir-me dice Harrison. No había rreparado en que el mesero estaba anotando nuestro pedido. Le doy un rápido vistazo a la carta. -Lasagna de champiñón-digo, el mesero asiente y se va. Suspiro. Estoy tan distraída que ni siquiera ordene algo para beber. Miro a Martin, todos me miran de reojo. No soy buena disimulando. -Ya, escúpelo. Que sucedió-dice Harrison. Todos lo miran y luego vuelven sus ojos hacia mí. -Yo… Oxford no tiene escuela de enfermería. Y aparentemente la solicitud de transferencia fue hecha para cambiarme a medicina, lo que significa que, si sigo adelante, no continuare estudiando enfermería, sino medicina-suelto. Todos me miran con los ojos como platos, en silencio. Ellos tampoco lo pueden creer, y claro, porque es realmente una locura. -Virgen santísima-susurra Zendaya. -Wow-dice Harry. -¿Cómo es que no te diste cuenta antes?-pregunta Martin. -Virgen santísima-vuelve a decir Zendaya. -Medicina… en Oxford-dice Sam, mirándome incrédulo.- En Oxford. -Ahora tendré que llamarte cerebrote-sususrra Harrison, en shock. Volteo a mi derecha para mirar a Tom. Él tiene sus ojos fijos en mí, con el ceño fruncido, como pensando. Es la misma reacción que yo tuve. -¿Qué vas a hacer?-pregunta Martin. Vuelvo mi cabeza para mirar a mi mejor amigo y me encojo de hombros. -Digo… es una oportunidad fantástica, pero yo quise entrar a enfermería porque me gustaba eso-replico. -¿Sabes lo difícil que es entrar? ¿Te das cuenta que solo los genios entran?-dice Harry.- Oh por Dios, eres una genio. -No lo soy…-comienzo a decir, pero Martin y Harrison me interrumpen. -No lo es-dice Harrison y Martin al unísono. Los fulmino con la mirada. -Gracias por el apoyo-les digo con sarcasmo. -¿Qué quieres hacer?-pregunta Zendaya. La miro y hago una mueca. -No lo sé-replico. La comida llega, interrumpiendo nuestra conversación. Me dedico a comer en silencio, escuchando como los demás debaten sobre que harían ellos en mi lugar. Todos menos Tom, que al igual que yo, come en silencio. Cuando por fin vamos devuelta en el tren, me quedo junto a Tom, Harrison vuelve a dormirse en el asiento frente a nosotros. Observo a Zendaya dormir en el hombro de Martin, y los gemelos revisar sus grabaciones. Volteo a mirar por la ventana el paisaje que se despliega ante nosotros a medida que avanzamos. -Así que… Medicina-susurra Tom. Lentamente volteo para mirarlo. -¿Qué crees que debería hacer?-pregunto. El sacude la cabeza. -Debes hacer lo que tú quieras-replica. -Ese es el problema, porque no sé lo que quiero-digo, acongojada. Tom coloca una mano sobre la mía. -Si lo sabes. Solo que tienes muchas cosas en tu cabeza ahora, pero tienes tiempo para pensarlo-dice. Miro sus ojos, y siento como mi voluntad flaquea. Me prometí no volver a besarlo después de anoche, pero es casi imposible resistirse a él. -Sigo enfadada contigo-susurro. Tom sonríe. -Lo sé. -Todavía tenemos que hablar nosotros dos-le recuerdo. Coloca un mechón de mi cabello tras mi oreja. -Lo sé-repite. No puedo evitar mirar sus labios. Dios, porque provocas a esta pobre humana. -Deja de mirarme así-le digo, frunciendo el ceño. Tom se ríe. -¿Así como?-pregunta. -Como si quisieras besarme, porque yo también quiero pero no debemos. Ayer las cosas se complicaron mucho-digo, volteo la cabeza al frente. Tom ríe por lo bajo. -Estamos en pausa-susurra. -Mira, yo no sé qué crees que significa esta pausa, pero para mí es que nos comportaremos y no hablaremos del tema hasta estar solos-digo, intentando ponerme seria, algo que claramente me es imposible a su lado. -Para mí significa lo mismo-susurra. Siento sus ojos posados en mí, y el rubor comienza a expandirse por mis mejillas. -Perfecto, entonces, dejaras de mirarme así y te comportaras-le digo, sin mirarlo. Él se ríe. -No puedo controlar el cómo te miro-dice, y suelta una risa melodiosa. Resoplo y volteo a mirarlo, clocando la expresión más seria que puedo. -Eres actor, estoy segura que puedes controlarlo-digo, entrecerrando los ojos. -Probablemente-afirma. Levanto las cejas. -¿Entonces? Inténtalo. -Veras-dice, inclinándose sobre mi.- Tal vez me explique mal antes. No quiero controlarlo. Aquel tono seductor en su voz, y el brillo de deseo en sus ojos, hacen que sienta mis piernas como gelatina, y de no ser porque estoy sentada, me hubiese derretido en el suelo. Trago saliva, haciendo uso del poco autocontrol que me queda y coloco una mano en su pecho para alejarlo. Mala idea, porque solo siento los músculos trabajados. -Tom-digo, con voz trémula. Tom sonríe. -¿Si? -Hazlo-digo entre dientes, y logro alejarlo a una distancia prudente. Tom ríe y sacude la cabeza. Respiro hondo, sintiéndome orgullosa de mi autocontrol, aunque ¿hace calor aquí o es mi idea? Dios, este hombre me va a volver loca.
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