Un rayo de luz

935 Words
-Estoy bien-repito por enésima vez a mis padres, que deciden ignorarme nuevamente para hablar con el doctor, como si yo no estuviera allí. -Puede volver a su vida normal, pero debe tomarse las cosas con calma. Además, debes preocuparte de que nunca nada te golpee en tu brazo izquierdo, podrías desconectar los cables que conectan tu corazón al aparato-me explica el doctor. Asiento, porque ya me lo han dicho, aproximadamente unas doscientas veces. -¿Esta seguro que puede irse?-pregunta mi madre. Ruedo los ojos. -Mamá-la regaño. -¿Qué hay de su contacto con la doctora en Inglaterra?-pregunta mi padre. -No hay problema en que ______ viaje y siga en control con ella-le responde el doctor. -¿Podemos irnos?-pregunto exasperada. Hace media hora que me quitado la fea bata del hospital y estoy sentada en una silla de ruedas, que no necesito, para irme. Quiero ir a mi casa, ver a Thor, ver a Martin, Zendaya y a Tom. Es casi como si a mis padres les gustara quedarse aquí. Cuando por fin mi madre se decide a irse, casi salto de felicidad. Me llevan en la silla hasta la salida que da hacia el estacionamiento. Tom está en el vestíbulo esperándome, junto con Martin y Zendaya. Casi corro cuando me levanto de la silla para abrazarlos, aunque con cuidado de no mover mucho mi brazo. Tom me abraza con delicadeza y se queda a mi costado izquierdo, como resguardándome. Zendaya, que ha sido increíblemente amable para ayudarme a vestir, peinarme e incluso maquillarme, me abraza solo del lado derecho, y finalmente Martin, que intenta esconder sus lágrimas dramáticas, me pega a su cuerpo y solloza en silencio. -Suficiente drama-le digo en español apartándome, haciéndolo reír. -¿Cómo te sientes?-pregunta Tom. Lo miro y sonrío. -Mucho mejor-contesto. -Sigues un poco paliducha-comenta Martin. Lo fulmino con la mirada.- ¿Qué? -Mejor no digas anda-le dice Zendaya, dándole unas palmaditas en el hombro. Caminamos hacia el coche de mis padres, y Martin se despide para irse con Zendaya en el suyo. Tom me acurruca entre sus brazos, y yo cierro los ojos disfrutando de lo cómoda que estoy junto a él. Se ira mañana, pero realmente agradezco que se haya quedado estos días conmigo. La prensa ha sido un verdadero dolor en el culo, pero los hemos ignorado. Por supuesto, la familia de Tom y Harrison me han llamado constantemente, preocupados. Extraño demasiado estar con ellos, jugar y bromear, que Paddy me cuente entusiasmadamente de su día, ver la expresión de Harry cuando les cuento uno de mis casos, escuchar a Sam intentar cantar en español. A la mañana siguiente, Tom me despierta con desayuno a la cama. Me sorprende que mi padre lo haya dejado, pero supongo que no puede negarse a lo encantador que Tom resulta a veces. -Me estas mal acostumbrando-le digo, mientras bebo un sorbo de jugo de naranja. -Te ves cansada-me dice, ignorando mi comentario. Pasa su mano por mi cabello, observándome. -Lo estoy, apenas se puede dormir cuando te van a revisar cada tres horas. Además, las cirugías son agotadoras para el paciente-le explico. Se ríe por lo bajo. -Tal vez deberías haber sido doctora y no enfermera-me dice. Pongo los ojos en blanco. -¿Y qué serias tu si no fueses actor?-pregunto. Mira hacia arriba y luego sonríe para sí mismo. -Bailarín-responde. -Ya lo creo-digo. Me parece que el momento que estoy viviendo es una burbuja. Una burbuja en la que, a pesar de estar enferma, recién operada, y con mil rumores sobre que moriré o que estoy embarazada de quintillizos, me siento cómoda y feliz. Tal vez parezca una locura decir que en este preciso momento, luego de haber pasado tantos sustos, este tan contenta, pero es difícil negar lo obvio. Me duele despedirme de Tom cuando lo voy a dejar al aeropuerto, me duele despedirme de Zendaya cuando, tras tres días de reposo, debo volver a mis clases, y ella a su trabajo. Pero el dolor se siente diferente. Es como si tuviese la certeza de que pronto, mucho más pronto de lo que pensaba, nos volveremos a ver, y volveré a tener a Zendaya peinándome el cabello, a Tom abrazándome mientras besa mi mejilla, haciéndome cosquillas. Y también sé que pronto veré a Paddy, Sam, Harry y Harrison. Cuando regreso a clases, mis amigos cercanos me saludan y se muestran preocupados, y debo asegurarles unas ochocientas veces que me encuentro bien. Lucia me muestra la portada de una revista en la que salgo yo con Tom, y hablan de mie estadía en el hospital. -No puedo creer que no me hayas contado que están comprometidos y que tuviste a su primer hijo-dice, burlándose del titular escandaloso de la reviste. Me quejo, hago una mueca y pongo los ojos en blanco, haciendo reír a los demás. -Es mejor que la historia sobre tu cáncer terminal-acota Roberto, uno de mis compañeros, haciéndonos reír. -O de que te has sometido a una cirugía plástica para ser más alta-comenta Fiorella, otra de mis compañeras. -¿Jamás dejaran de molestarme por mi estatura?-pregunto. -No-responden los tres al unísono. Pensé que sería agradable volver, pero al pasar de las horas, no me costó darme cuenta de que nada sería como lo esperaba, ni por asomo. Hay una frase cliché que realmente es cierta. “La vida es aquella que se cruza en tu camino, cuando estas preocupado haciendo planes”. Mi primer día de vuelta al hospital no pudo haber sido un mejor ejemplo de eso. Mientras anotaba en la ficha de enfermería la administración de un medicamento, una voz que conocía muy bien, y que había dejado de escuchar hacía meses, interrumpió el silencio. -______-dice él. Dejo caer el lápiz de mi mano. Volteo lentamente, pensando que quizás me lo había imaginado. Lo veo de pie, con su bata blanca, mirarme desde unos metros de distancia. -Claudio-susurro con desprecio.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD