How to save a life

1063 Words
Tom Los segundos son minutos, los minutos, horas. Debería haberle dicho lo mucho que significaba para mí. Debería haberle dado un beso más. Debería haberla escuchado cuando nos peleamos por primera vez. Debería haberla besado antes. ¿Cómo puedo retroceder el tiempo? Nada me quita la angustia, ni las palabras animosas de Harrison, ni los abrazos de Zendaya, ni la amabilidad de los padres de ______. Intento con todas mis fuerzas mantenerme positivo, como ella ha dicho, pero es difícil si sientes que todo tu mundo se va a la mismísima mierda. Zendaya, que ha llegado hace un par de minutos, se muerde las uñas mientras observa con impaciencia las puertas que llevan al quirófano. Siento como si hubiesen pasado cinco horas, y no tan solo veintitrés minutos desde que entro. Tengo mil llamados telefónicos de personas a las que no quiero contestar, cientos de mensajes de mis amigos y familiares, preocupados por ella. Los ignoro, porque no puedo. Simplemente no puedo lidiar con ellos ahora. Mi teléfono repiquetea una vez más, y cuando lo saco de mi bolsillo para colgar, veo que dice “The Godfather”. Trago saliva. Estos días las especulaciones de la caída de ______ al hospital han ido desde una apendicitis, pasando por un embarazo, a un choque catastrófico. Hay algunas revistas que incluso alegan que se volvió loca y la han internado para rehabilitarla. La sangre me hierve, porque nadie ha querido realmente averiguar lo que está pasando, ni menos aún, escuchar a los que sabemos realmente lo que sucede (como Zendaya o Harrison). Atiendo y coloco mi teléfono en mi oído. No puedo cortarle, no a él. -Hola Tom-dice Robert con voz calmada y tranquilizadora. -Hola-replico con voz monótona. -Supe lo que le ha ocurrido a ______, tus padres y yo estamos preocupados. No voy a preguntarte como estas, porque sé que sería una estupidez-me dice. Me quedo callado, sin tener nada que decir.- Tal vez ahora no lo creas posible, pero te prometo que todo saldrá bien. Debes mantenerte sereno, tienes que ser fuerte por ella. -¿Cómo lo sabes?-pregunto, y se me quiebra la voz al final. Estoy al borde de las lágrimas. -Porque tengo fe-responde. Cierro los ojos y suspiro. De pronto, me siento mareado. Me levanto de golpe. Tal vez deba comer algo, después de todo, desde anoche no pruebo bocado. Sin embargo, creo que solo he empeorado todo, porque de pronto todo se va a n***o y no siento nada más. Siento unos brazos sacudirme, y las voces preocupadas hablando sobre mí. Cuando abro los ojos, lo primero que veo es la cabellera de Zendaya sobre mi cara. Martin esta con una carpeta entregándome viento, y dos mujeres que desconozco están con un aparato tomando mis signos vitales. Me siento de sopetón, y vuelvo a marearme ligeramente. Martin me sostiene por los hombros, las mujeres le hablan pero no entiendo nada. Los padres de ______ me miran con expresión preocupada, están detrás de Martin hablando también con las que, ahora se, son enfermeras. -¿Acaso no es suficiente con tener a _______ enferma, sino que ahora tú también? ¿Es que acaso son como esos pajaritos que si uno se enferma, el otro también?-pregunta Zendaya molesta. -No sé qué ha pasado-digo. -Has dormido mal, y no has comido nada, eso ha pasado-me regaña Zendaya. Coloco los ojos en blanco, y abro la boca para responderle, cuando sentimos las puertas abrirse. El doctor de ______ camina hacia nosotros, con expresión neutra. Me saco rápidamente los cables que habían colocado en mi las enfermeras, y casi me lanzo hacia los padres de ______. Todos miramos atentos al doctor, buscando alguna señal de que todo haya salido bien, o que todo haya salido mal. Pero el doctor tiene experiencia, y su rostro no refleja nada más que calma. Una calma que no logra transmitirme, y que se me hace de lo más indignante. Con suplica, lo miro, esperando que de buenas noticias, esperando que ella este viva. -¿Ella está bien?-pregunta la madre de ______ lentamente, creo que para que yo le entienda. El doctor la mira, y lo que ocurre en milisegundos parecen horas. Horas en que la mira, sin darle una respuesta. -Sí. Cierro los ojos y siento como si el mundo volviese a afirmar mis pies. El doctor continúa hablando, pero yo ya no lo escucho ni me esfuerzo por entenderlo. Los padres de ______ se van tras el doctor, y cuando hago amago por seguirlos, la mano de Martin me detiene. Lo miro suplicante, y él hace una mueca. -Primero irán a verla sus padres-me explica el. Suspiro. Claro, por supuesto que sus padres irán a verla primero, y no los culpo, es su única hija. Nos sentamos los tres, pacientemente, esperando a que vuelvan y podamos verla. Las manos me sudan de lo ansioso que estoy, solo deseo ver sus ojos, sus mejillas sonrojadas y sus labios rosados que quisiera besar día y noche. Oler su cabello, que no puedo explicar cómo, pero es único e irreproducible. Los padres de ______ vuelven, me sonríen y asienten, dándome a entender que puedo pasar. Zendaya y Martin me guiñan un ojo. Camino por el pasillo, siguiendo al doctor, nervioso. Solo espero que no sea como la última vez, en que pensé que todo estaba bien, y en cambio, tuvieron que volver a operarla. Llego a la puerta de la habitación y el doctor se va, dejándome a mí la decisión de entrar o no. Tomo una gran bocanada de aire y entro. Esta sala no es como la de la última vez, en que estaba conectada a varios monitores y tenía un tubo saliendo de su boca. Esta es igual a la última en la que estuvo, como cualquier sala de hospital a la que he ido alguna vez. Avanzo y me detengo al ver la punta de su camilla. Tengo miedo, miedo de que tal vez aun siga tirado en el piso de la sala de espera, y solo este soñando esto. -¿Tom?-me llama, con su voz igual que siempre, excepto por un dejo cansado en ella, como si se hubiese estado ejercitando mucho. Abro la cortina y la veo. Sus mejillas sonrojadas, su cabello alborotado, sus ojos intrigados buscándome. Su rostro se ilumina al verme, al igual que el mío. Corro y la envuelvo entre mis brazos. Beso su coronilla, y aprovecho de oler su cabello, intentando guardar su olor en mi mente. -No me dejes nunca-le susurro. Me separo unos centímetros, tomo su rostro entre mis manos y la miro a los ojos. -Nunca-repite ella, y estampa sus labios en los míos.
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