Happy birthday: parte 2

1282 Words
Mientras lavo los platos junto a Zendaya, observo como Tom cubre a Paddy con una manta. Se ha quedado dormido en el sillón, y no me sorprende, después de la cantidad excesiva de pizza que comimos. -Así que… ¿tu ex no te ha seguido molestando?-pregunta de pronto Zendaya. Volteo a mirarla y frunzo el ceño. -No, ya te lo he dicho-replico, con tono más brusco de lo que hubiese querido. -Solo estaba chequeando-dice, mirándome. -¿Chequeando para Tom?-pregunto. Zendaya se voltea y se cruza de brazos. -Pensé que estábamos bien-dice. Cierro los ojos y respiro hondo. -Que te haya perdonado no significa que vuelva a confiar en ti-admito, y vuelvo a limpiar el plato. -¿Qué? Entonces para que me perdonaste. -Porque no está bien vivir con ese rencor-digo sin mirarla. -¿Y esto no es rencor?-pregunta. -No. -Pues lo parece-dice. No alcanzo a morder mi lengua para evitar decir lo siguiente. -Pues también parecía que aquel día estabas sola y después apareció Tom en la pantalla-suelto. El silencio es sepulcral, por el rabillo del ojo, veo que todos, menos Paddy que sigue dormido, nos observan. -Yo solo intentaba… -Ya lo sé-la interrumpo. Resoplo y apoyo mis manos en el lavaplatos.- El camino al infierno está lleno de buenas intenciones, Z. Zendaya abre la boca y veo como lucha para que las lágrimas no le salgan. No me gusta ser esta persona. Esta es la razón por la que necesito tiempo a solas cuando estoy enojada, le hago daño a la gente que quiero, porque no puedo controlar la rabia. Tal vez la idea de Hazza de ir a estos parques de esponja no sea tan mala después de todo. -Vaya manera de perdonar la tuya-dice, y la noto dolida. -Necesito salir-digo, y comienzo a caminar en dirección a la puerta. -______-dice Tom, agarrándome del brazo. -¡No!-grito, volteándome para enfrentarlo.- Necesito salir. -No puedes ir sola-dice Harrison. Lo miro. -No voy sola, tú me acompañas. Doy media vuelta y abro la puerta, saliendo casi corriendo del departamento. No espero a que me siga, porque sé que lo hará. En este momento, no puedo pensar en otra cosa que no sea salir de allí. Siento que quiero pegar puñetazos y lanzar platos a las paredes. En otras circunstancias le hubiese dicho a Martin que me acompañara, pero necesita quedarse con Zendaya y consolarla, después de todo, he sido bastante mala. Cuando llego al ascensor, aprieto el botón y me quedo mirando la pantallita que indica el piso, impaciente. A mis espaldas, escucho los pasos de Harrison corriendo para alcanzarme. -Sí que la has liado-dice, cuando llega a mi lado. -Cállate-digo. Las puertas se abren y me apresuro a subirme. Harrison no dice una palabra más, se queda en silencio junto a mí, observándome. -¿Hay algún gimnasio o algo donde pueda golpear uno de esos sacos de boxeo?-pregunto. -Eh, creo que puedo conseguirnos algo así… -Bien-digo. Las puertas se abren y bajo del ascensor. -Espérame-dice Harrison, trastabillando al salir del ascensor. Diez minutos más tarde, entramos a lo que parece un gimnasio exclusivo para el boxeo, y veo en las paredes los trofeos de la liga que allí juega. Harrison habla con el que parece ser el entrenador, un hombre algo, moreno, muy musculoso. Me consigue unos guantes y nos vamos a la esquina derecha, apartados del resto. Como todos están concentrados entrenando, no reparan en nosotros, lo que me sienta bien. En este momento no quiero ser reconocida por nada del mundo. -Yo te sostendré el saco ¿te parece?-pregunta. Asiento con la cabeza, y apenas se coloca detrás del saco, lanzo un puñetazo, haciendo que pierda el equilibrio. Abre los ojos como platos. -Vaya, no pensé que alguien tan pequeño pudiese tener tanta fuerza-dice. -Sostenlo-digo, ignorando su comentario. Vuelvo a golpear dos veces más. Siento la adrenalina correr por mi cuerpo, y la rabia se centra en el saco. -Tal vez sería bueno que hablaras de lo que sientes-sugiere Harrison, doy un fuerte golpe, desequilibrándolo. -No siento nada-digo. -Pues díselo a tu cara-replica. Lo miro con recelo y doy un puñetazo. -No siento nada, porque no puedo. Si me enojo, soy dramática, y si la perdono, debo hacer como si nada paso. Perdonar no es lo mismo que olvidar. Tal vez debería haber explicado que cuando perdono no olvido, y hay un gran camino entre haber aceptado sus disculpas y volver a ganar mi confianza-digo, mientras golpeo.- Además, dada mi historia, es obvio que tengo problemas para confiar en la gente ¿sabes? Y siento que tengo el derecho de sentirme molesta cuando hacen algo que rompa la confianza. -Así es-dice Harrison. -Y si digo que quiero estar sola, es porque quiero estar sola, así como si digo que quiero salir, es porque quiero, porque lo necesito. Jamás le pedí explicaciones cuando me dijo que necesitaba pensar, pero yo hago lo mismo y a cambio recibo mil llamadas y la traición de una amiga. -Ahora estamos hablando de Tom ¿no?-pregunta. -Tal vez ellos sean buenos fingiendo que no ha ocurrido nada, pero yo no. Que no esté gritando y despotricando contra ellos no significa que todo está bien. Por supuesto que quería hablar, pero me sentí acorralada en el aeropuerto, y lo que tenemos que hablar no se arregla en diez minutos y todos felices. La confianza se construye en días, mínimo que para hablar de ello necesito al menos unas horas, no pido algo irracional. -Tu díselo chica-dice Harrison. Me detengo y lo miro con cara de “que carajos estas diciendo”.- Creo que mejor me quedo en silencio. -Por supuesto que tengo rencor-continuo, golpeando nuevamente el saco.- Me gustaría ser una mejor persona y perdonar de verdad, pero no puedo. No puedo porque, simplemente, jamás haría lo que ella ha hecho, y ya he estado en una situación así en secundaria. Es decir, yo en secundaria, una adolescente inmadura y manejada por las hormonas logre controlar aquel impulso por arreglarlo todo. No es tan difícil, uno cree que si pero es cosa de pensar “¿me gustaría que me lo hicieran?”. -¿Y a ti te gustaría que te hicieran lo que le hiciste recién a Zendaya?-pregunta Harrison. -¡Obviamente no!-grito, y doy un puñetazo más fuerte que los anteriores.- Pero ya te he dicho que cuando estoy molesta, hiero a la gente. -¿No crees que eso pueda ser controlado?-pregunta Hazza. -Por supuesto, y lo intento, no sabes cómo. Pero a veces simplemente exploto. -Sí que te hace falta paciencia-dice. Sin pensarlo, pego una patada y Harrison se cae de culo. Me quedo estática, y luego corro a su lado para ayudarlo. Él se sienta y me mira riendo. -Recuérdame nunca pelear contigo por favor, quiero seguir vivo por varios años-dice entre risas. -¿Estas bien? Dios, lo lamento-digo. Me arrodillo a su lado y reviso que no se haya golpeado en la cabeza. -Es mi culo el que se golpeó, aunque no creo que sea prudente que lo revises-dice. Me aparto y lo miro con cara de pocos amigos. Levanta las manos y sonríe.- Esta bien, no quiero más golpes. -Sé que no tengo paciencia-admito.- Normalmente no soy así, pero cuando se trata de la confianza… -Tienes malas experiencias con eso, ______, es obvio que eso te deja traumas-dice. Lo miro.- No me refiero a que estés traumatizada, pero si te cuesta más confiar. En ti, en los demás, en todo. -Supongo que lo que me sucedió tiene sus secuelas-admito, suspiro y agacho la cabeza. -Eh-dice Hazza. Coloca su mano bajo mi mentón y me obliga a mirarlo.- Ese no es tu problema. El que tuvo el problema fue aquel imbécil que te hizo daño, y tú lograste superar eso, eso no significa que quedes libre de cicatrices y que todo sea como antes. Me da una sonrisa cálida y yo le sonrío de vuelta. Realmente me sorprende ver a Hazza siendo tan maduro. Me acerco y lo abrazo, tomándolo por sorpresa. -Gracias Hazz-susurro. Me abraza de vuelta y se ríe por lo bajo. -De nada, vengadora. Ahora vamos, que ya has hecho sufrir suficiente a este pobre saco-dice, y nos reímos.
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