Confesiones de un bebedor

1421 Words
El sonido de alguien quejándose hace que me despierte. Aun esta oscuro, por lo que deben ser alrededor de las tres de la mañana. Tom está profundamente dormido, con la boca entreabierta y el cabello desordenado. Se ve adorable. Pienso en volver a dormir, pero en el segundo que cierro los ojos, los lamentos vuelven. Me siento en la cama. La ropa esta desperdigada por el suelo. me levanto con cuidado, cojo la ropa del suelo y la dejo en una silla. Luego, me acerco a mi maleta, me coloco ropa interior y mi pijama: una sudadera gris con unos pantaloncillos negros ínfimos, que no se notan bajo la sudadera. Miro hacia la puerta. Los quejidos siguen. Le doy una mirada a Tom, y finalmente, salgo de nuestra habitación. La luz de la luna e cuela por las grandes ventanas de la sala, y en la penumbra, logro avanzar hasta una luz que se asoma por la puerta del baño, que esta entreabierta. Observo el sillón, Harrison ya no está allí. Alguien vomita y luego tira la cadena. Por supuesto, Harrison estaba intoxicado con tanto tequila, y ahora está pagando las consecuencias. En silencio me acerco hasta la puerta y toco. -Hazza ¿estás bien?-pregunto en voz baja. -Vete-dice con voz lánguida y enferma.- No querrás entrar. Es asqueroso. -Por si no lo sabias, estudio enfermería, estoy acostumbrada a las cosas asquerosas-le digo a modo de broma, pero no lo escucho reírse.- Hazza. -Estoy vomitando. -No me digas-digo muy bajito, para que no me escuche. La puerta se abre, dejándome verlo por fin. Esta arrodillado frente al inodoro, apoyando sus manos por los costados. Sus ojos están rojos y llorosos, su boca se ve seca, esta pálido y con la frente sudorosa. Enseguida me acerco y cojo una toalla de manos, la mojo en el lavabo y me arrodillo junto a él, colocándole la toalla húmeda en la cara. El cierra los ojos, mientras lo refresco y limpio parte del vomito que tiene en la barbilla. -Ay, Hazza. Cuando aprenderás-le digo, mientras paso la toalla por su frente. Me mira con ojos entrecerrados, aunque creo que es porque apenas puede abrirlos. -Dime que conoces alguna forma para detener esto-susurra. Hago una mueca con la boca. -No realmente. Te serviría quizás un suero, para la deshidratación. Pero no hay nada que vaya a evitar que vomites. Resopla y cierra los ojos. Me quedo a su lado, con la toalla en su frente, refrescándolo. Agradezco al cielo porque nunca haya terminado en aquel estado, porque con la cara que tiene Harrison, lo está pasando fatal. -¿Vas a visitar a Tom para su cumpleaños?-pregunta Harrison de pronto. Me encojo de hombros. -No lo sé. Depende de mis clases, además, con la transferencia, todo estará un poco alocado-replico. Abre los ojos y hace un amago de sonrisa. -Oxford… al menos tendrás a Tom más cerca durante sus periodos de descanso-dice. Sonrío y miro el suelo. -Creo que igual no será suficiente. -Lo quieres mucho ¿no?-pregunta. Levanto la mirada y asiento, sonrojada. -Cuesta creer que en casi un año todo haya cambiado tanto-admito. La sonrisa de Harrison se desvanece. -No todo. Frunzo el ceño. No creo que se refiera a… no es posible. Pensé que todo ya estaba claro entre nosotros, que ya no había inconvenientes. -Creía que…-comienzo a decir. El niega con la cabeza. -También yo. Pero verte de nuevo… me ha confundido un poco. Desvío la mirada al suelo. Es posible que estar aquí, a solas con él, no sea la mejor idea. Harrison aleja mi mano, abre la tapa del inodoro y comienza a vomitar nuevamente. Me enderezo, controlo mi respiración para no inhalar el olor a vómito, y me coloco tras él, acariciándole la espalda y sosteniéndolo. Sí, es asqueroso, pero no tanto como la vez que un niño regurgito la leche que había bebido en mi manga. Dios, aún recuerdo como tuve que controlarme para no vomitar yo. Mi profesora me ayudo a limpiarme, y me dio las felicidades por estar oficialmente bautizada en el piso de pediatría. Harrison se echa hacia atrás, apoyando su espalda en la pared de cerámica. Yo me inclino y tiro la cadena. Me levanto, vuelvo a mojar la toalla, la estrujo, y me acerco a Harrison. Limpio su rostro sudoroso, y luego refresco su cuello y nuca. No abre los ojos, se queda ahí, respirando irregularmente, tan pálido que casi adquiere una coloración verdosa. -¿Sabes que he predicho el futuro?-susurra Harrison. lo miro divertida. -¿Ah sí? -Sip. Pregúntale a los gemelos. Cuando Harry comenzó a salir con una chica, yo le advertí que no durarían mucho. Henos aquí, no duraron ni un mes juntos-afirma. -¿Y por qué creías que no duraría?-pregunto. -Porque tengo un don. Y la chica era de un estilo totalmente opuesto a Harry-dice, encogiéndose de hombros. -¿Y has predicho algo más?-pregunto curiosa. -A ti. Recuerdo cuando te vi por primera vez, lo atenta que eras con Paddy. ¿Te acuerdas? -¿Cuándo cayo mientras corría por el pasillo? Claro, me transforme en su enfermera personal-le digo, y nos reímos. Abre los ojos y me mira. -Aun le dice eso a los amigos de Tom, cuando hablan de ti. -¿Enserio?-pregunto. Harrison asiente y me rio por lo bajo. -Cuando te vi, le dije a Tom “esa chica tiene algo”, y enseguida note lo mucho que le interesabas. Lo intentaba negar, por supuesto, no quería tener preferencias por nadie en el concurso, pero lo conozco demasiado-continua Harrison. Me quedo en silencio, atenta a sus palabras.-  Y entonces hiciste tu venganza magistral. Siempre pensé que eras divertida, pero ese toque de maldad fue una sorpresa. Eras mucho más interesante de lo que había pensado, y sin darme cuenta, comencé a estar pendiente de ti. Al principio me mentía a mí mismo, diciendo que era para vigilarte y estar seguro de que eras buena para Tom, pero cuando pelearon y te fuiste, una parte de mí, de la cual me avergüenzo, pensó “tal vez esta es mi oportunidad”. Desearía estar ebria. Tan ebria como el, y no recordar nada de esto por la mañana. Porque estoy casi segura de que el no recordara nada de esto, pero yo sí, y me hace sentir mal. Harrison merece a alguien que lo haga feliz, es una increíble persona, muy chistoso y amable. Es mi amigo, y no quiero verlo así, ni menos por mi culpa. -Durante los seis meses que hablábamos por video llamadas o mensajes, pensé que todo pasaría, pero inesperadamente, fue como si incluso se hubiese hecho más potente. No sabes cómo llore cuando se lo conté a Tom, pero me fue imposible no decírselo. El me notaba extraño, y es que me sentía como si lo estuviese traicionando, y me sigo sintiendo así. Eres mi amiga, ______, y Tom es prácticamente mi hermano. Me siento tan feliz de que estén juntos, pero es como si una sombra que no me dejase en paz estuviese pegada a mí, porque cuando me pongo feliz por ustedes, aparece haciéndome sentir desdichado. Sus ojos se desvían al suelo, con el entrecejo arrugado. Parte de mi quiere abrazarlo, pero sé que eso solo sería provocar más daño. Dejo mi mano caer sobre mi regazo. Tal vez deba irme, pero como su amiga, siento que no sería lo correcto dejarlo solo en este estado. -Si quieres que me aleje, si quieres que nunca más aparezca cuando estés con Tom, lo entenderé-suelta de pronto. Frunzo el ceño. -Hazza, como puedes decir eso. -¿Acaso no te sientes incomoda?-pregunta, atreviéndose a mirarme nuevamente a los ojos. -No exactamente. Hazza, eres mi amigo, me duele ver como sufres, y quiero apoyarte, solo que no sé cómo hacerlo en esta situación-replico. -Podrías presentarme a alguna amiga tuya-bromea. Me rio y sacudo la cabeza. -Créeme que más de alguna te lanzaría su ropa interior-le digo, y suelta una carcajada. Nos miramos en silencio. Harrison suspira, mira hacia el techo pensativo y une sus manos en su regazo. -¿Sabes que creo?-pregunta. Me mantengo en silencio para que continúe.- Tengo la sospecha de que no me gustas tú en específico, bueno, no ahora, en algún momento sí. Pero creo que extraño tener a alguien así, que bromee y juegue conmigo, que me abrace. Supongo que me confundo cuando nos juntamos y haces esas cosas conmigo, porque he estado demasiado tiempo solo. Tal vez sea momento de volver a abrirme a la posibilidad de una relación-admite. -¿Y por qué te negabas a eso?-pregunto. Se encoge de hombros. -Tiempo, más que nada. Además, es desgastante. No se cómo lo hacen tú, Tom, Zendaya y Martin. Además, digamos que mi humor y mi forma de ser pueden sentar mal a veces. -Sí, me parece que no eres del tipo romántico-digo, y nos reímos. -Gracias-dice de pronto. -¿Por qué? -Por acompañarme y escucharme-replica. Vuelve a mirarme y sonreímos.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD