Un verdadero dolor de cabeza

1021 Words
Lorenzo Si quisiera matar a alguien en este momento sería a esta chiquilla, que desde que llegó no ha hecho más que hacer mi vida un fastidio, y eso que solo lleva horas en mi casa. Nunca nadie se ha atrevido a retarme y ella busca la manera de hacerlo con su forma de ser tan fastidiosa. Rasque mi cabeza, en verdad estoy que me lleva el mismísimo lucifer, preferí mejor irme, en vez de quedarme a verle la cara a mi padre y ahora también a esa chiquilla. —¡Lorenzo!, ¿te sucede algo? —Me detuve al escuchar la voz fastidiosa de Amanda, la mujer de mi padre. —No, no me sucede absolutamente nada —respondí de mala gana—. No tenías porque venir a preguntarme, agradezco tu preocupación, pero no era necesaria. La verdad últimamente no he estado de muy buen humor, y más desde que a mi padre se le ocurrió hacer ese maravilloso trato, ahora resulta que debo casarme con la hija de nuestro peor enemigo, el mismo que le causó la muerte a mi madre. —Lorenzo, si puedo ayudarte en algo, no dudes en pedirlo, sabes que yo los apoyaré en cualquier decisión que tomen —habló la madre de todas, Sor Amanda. —Nada que venga de ti me interesa, pero si sabes que puedes hacer, ¡Lárgate! Y llevarte a esa chiquilla que lo único que va ocasionar son problemas —dije firmemente estampando con fuerza la puerta. Sí, se que Amanda no tiene la culpa de nada, pero no soporto sus aires de buena, siempre tratando de quedar bien con mi padre, yo no soporto que ella y mucho menos mi padre quieran meterse en mi maldita vida. Tome un mis pantalones, una camisa y mi celular, lo mejor es salir a respirar aire fresco, siento que si me quedo más tiempo aquí encerrado voy a explotar. Bajé las escaleras y como si la vida se empeñara en hacerme la vida de cuadritos ahí está Flor, es una coqueta, como se le ocurre andar por toda la casa en ese diminuto vestido de baño Moví mi cabeza, al ver que la estaba mirando de más, y por lo visto mi querida hermanastra se dio cuenta, pues la muy malcriada me ha guiñado un ojo. Baje las manos a mi pantalón al sentir que mi pequeño amigo quería reaccionar a sus encantos. Seguí mi camino, tome mi camioneta y fui directamente al único lugar donde en verdad me siento tranquilo, "el cementerio". Después de la muerte de mi madre, este se convirtió en mi lugar seguro, donde puedo desahogarme y gritar todo lo que siento, así como en este momento. Donde me encuentro en un callejón sin salida, no niego, la oportunidad que estuve esperando por mucho tiempo por fin llego, pero no de la manera que yo esperaba. Ahora para que yo tome el control de absolutamente todo, debo esposar a la hija del asesino de mi madre, el colmo. No sé como mi padre pretende que yo cometa esa locura, eso me demuestra una vez más que nunca amo a mi madre. Deje las flores como lo hago casi todos los días, tome mi arma la metí en la pretina de mi pantalón, y fui directamente hacia mi camioneta. —Hasta que nos volvamos a ver, Lorenzo Zanin. —Me giré al escuchar la voz de Emilio Jones, el hijo del asesino de mi madre. —Siempre he dicho que las peores cosas suceden todo en el mismo día —respondí, llevando una de mis manos a la pretina de mi pantalón. El muy cretino de Emilio siempre anda con varios hombres detrás de él, en cambio yo me encuentro solo en este momento. —No se a que te refieres, pero muy pronto todo esto quedará arreglado, nos volveremos una gran familia, cuñadito —habló con tono sarcástico. En verdad no sé en qué momento se le pasó la loca idea a mi padre de que podemos vivir en paz. —Para que ese día llegue aún falta mucho, mientras tanto, no quiero que te metas en mi camino —vociferé mientras en su cara se dibujó una enorme sonrisa de satisfacción. Pareciera que fastidiarme la vida era su deporte favorito. Seguí mi camino, lo menos que quería era volver a casa y verle la cara a mi padre. Después de varias horas de dar vueltas decidí regresar a casa, no quiero que mi padre tenga excusas de dejarme a un lado de todo. Estacioné en mi camioneta, y después de bajarme fui directamente a la cocina, moría de hambre, creo que una buena polenta no me caería nada mal. Fui directo al refrigerador sin encender las luces. —Auch —escuche los gritos de quien sabe quién, así que corrí y encendí la luz, y ahí estaba ella, Flor, con su diminuta pijama, Dios será que a esta mujer no le da frío. —¿Qué diablos haces metida en la cocina a la mitad de la noche? —exclamé con bastante fuerza. —Lo mismo que tú, asustar a media noche —respondió con todo el cinismo del mundo. —Por lo visto aparte de andar medio desnuda por la casa, también eres sarcástica —dije caminando hacia el refrigerador. —En efecto, si buscas algo de comer lamento decirte que me acabo de comer —respondió caminando hacia mí. —Y en cuanto a mi ropa, déjame decirte que ya estoy bastante grandecita, hermanito. Sentí mi cuerpo estremecer al ver que se colocaba de puntitas y me dejaba a la vista sus firmes pechos, me retire un poco de ella, se podía decir que en este momento yo era la presa y ella la cazadora. Así me sentí cuando me arrincono contra la nevera. —Una cosa más hermanito, no te metas conmigo, no me conoces y créeme que no te gustará lo que verás —dijo. Me quedé como un estúpido viendo como contorneaba su enorme trasero de lado a lado, joder está mujer será un verdadero dolor de cabeza para mí.
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