Victoire Jussieu
El agua tibia recorre mi cuerpo desnudo mientras ignoro que falta poco tiempo para que tengamos que irnos a la cena, la verdad no me molesta nada la idea de llegar tarde, dado que odio las cenas familiares, más específicamente a las que asiste la familia entera, mi madre las ama porque dice que nunca vemos a todos juntos en un solo lugar pero la verdad es que así es mejor, en algún punto terminamos agarrandonos por los pelos.
Nadie quiere eso, sin embargo que complacerla.
Salgo del baño envuelta en una toalla y me dedico a buscar algo que ponerme, mis ojos se mueven por el armario hasta que diviso un vestido azul oscuro, este llega cinco dedos arriba de la rodilla por lo que me parece perfecto para hoy, tiene un escote en la espalda que la deja al descubierto y uno en la parte de los pechos, me lo pongo sin más y uso unos tacones del mismo color con tiras que se amarran en mis piernas.
Sonrío observandome en el espejo y busco mi maquillaje, me maquillo rápido y peino aún más rápido dada la hora, mi teléfono a mi lado suena y veo que es mi madre quien llama.
Al terminar me levanto colgando la ultima llamada entrante y salgo de la habitación casi corriendo, dejo el teléfono en silencio y al llegar a la sala de estar veo que Sergio ya está listo, no parece fastidiado así que intuyo que acaba de salir de su habitación también.
El perfume de hombre inunda mis fosas nasales, pero no solo eso, porque no es el perfume de Sergio, al contrario, es uno que conozco pero dudo mucho que sea el que yo creo.
Talvez sean ideas mías.
Me giro escuchando la puerta siendo cerrada y confirmo mis sospechas.
—Buenas noches, vinimos a buscarlos.
¿Vinimos?
Me giro en dirección a él y mi vista choca con unos ojos verdes que conozco. Sonrío en dirección a ella y me acerco aún más rápido que Sergio dejandolo a la mitad, la abrazo con fuerza y ella corresponde alegre.
Su vestido n***o le queda de maravilla, su cabello castaño cae por su espalda en ondas ligeras y su maquillaje resalta su mirada.
—Es un alivio que hayas venido, no tendré que hacerle la vida imposible a mis primas sola—sonrío y ella alza las cejas curiosas.
—Esa es mi especialidad, supongo que en todas las familias hay primas castrozas.
Asiento dándole espacio a Sergio para que la salude y puedo ver el nerviosismo de Levona por ello.
Tan hermosa.
Después de eso todos salimos y en contra de nuestra voluntad subimos al auto de Nard, los dos tortolos van atrás por lo que antes de que me pudiera subir en el asiento libre me cerraron la puerta, Sergio me da una mirada de disculpa cuando subo al asiento del copiloto.
Estupido, eso no me hará ir tranquila.
—¿Puedo saber por qué viniste?—pregunto y el se encoge de hombros.
—Tus padres me invitaron.
Aprieto los labios quedándome callada hasta que llegamos, casi salto del auto apenas se detiene y dejo a todos atrás, creí que me asfixiaria antes de tiempo.
Toco el timbre por educación porque en realidad se que esta abierto y que mi mama debe estar por agarrarme por los pelos en su mente.
La puerta se abre dejando ver a mi padre, quien sonríe en mi dirección al verme.
Salvada por el.
Sergio llega a mi lado y detrás de él Leonard, a quien mi padre saluda con todo el cariño, ay papá... si supieras.
Sergio mira de manera recelosa a Nard quien pasa después de el y veo como se posiciona a mi lado, frunzo el ceño alejandome pero el me sigue hasta que entramos al comedor donde no me queda más que disimular que venimos juntos.
Estupido... estupido...estupido...
La mirada de las veinte personas sentadas en la mesa se dirigen a nosotros mientras avanzamos buscando nuestro lugar.
—Buenas noches familia.
Saludo y Sergio observa a cada uno
indiferente, creo que esto va a ser más divertido de lo que creí.
Me siento junto a una de mis primas y Nard se sienta a mi otro lado, el queda justo al lado de Maggie, una chica de mi mismo color de cabello pero más intensa que el sol en verano.
—Hija, que bueno que llegas.
Mi madre me da una mirada que solo yo comprendo y agradezco que ya estén todos aquí, sino me considero muerta.
—Tuve algunos contratiempos, espero me disculpen la tardanza, ¿Ya saludaron a Sergio?—pregunto haciendo que toda la atención se centre en mi rubio hermano.
Este me fulmina con la mirada y seguido de eso da un asentimiento de cabeza.
Toda la familia se muestra sorprendida por la repentina aparición y los comprendo, hasta yo lo estaría después de creer que estaba muerto, sin embargo por la actitud indiferente de Sergio nadie pregunta ni dice nada.
Ya vi de quien saqué esto, una mirada basta para que todos se callen.
—Prima, veo que las viejas costumbres no cambian, trajiste a tu novio.
Mi fria mirada se dirige a mi prima y luego a Nard a su lado, este me suplica con la mirada pero me importa un bledo.
—En realidad prima—sonrío—No es mi novio.
Mi prima mira con interés a Nard quien ni siquiera la mira, sus ojos me taladran sin embargo se que lo dije lo suficientemente alto para que el resto de mis primas saltonas escucharan, por lo que en toda la velada no tendrá de otra que responder lo que le digan sin tiempo de hablar conmigo.
Más perfecto no me pudo salir la jugada.
Levona comprende lo que pasa y me guiña un ojo, es justo lo que esperaba, me libre de las críticas y habladurías y le di más opciones a Nard de donde elegir.
La cena transcurre con naturalidad y después de comer cada quien se dispersa hacia la sala para hablar, es costumbre dado que nadie quiere irse apenas come, excepto yo claro.
Me quedo cerca de la puerta observando todo, ya que la mayoría está hablando con alguien, Charles y Logan con mis primos, Leonard está rodeado de mis primas, mis padres de mis tíos y tías, Sergio y levona con ellos intentando llevarles el ritmo.
Me acerco con sigilo a la puerta para poder irme sin que nadie lo note y lo logro con facilidad, voy hasta el garage donde tomo las llaves de mi moto y la saco en silencio procurando no hacer nada de ruido hasta estar ya afuera, la ama de llaves de mi madre sale negando con la cabeza y yo me despido con la mano y enciendo la moto de golpe yéndome antes que alguien pueda detenerme.
Odio estas reuniones. Más aún con Nard ahí sin que tenga que ver.
Manejo hacia un lugar que hace tiempo no voy, uno que nadie sabe que tengo pero que es por eso mismo que me encanta, me da tranquilidad.
Al llegar a la playa estaciono frente a mi pequeña casa, es de un piso y tiene las luces encendidas, contraté a alguien para que siempre la cuide por lo que posiblemente aún no esté dormida.
Toco la puerta dos veces esperando una respuesta y minutos después aparece, su cabello n***o sigue igual de brillante que siempre, sus ojos azules me miran alegres al reconocerme y no tarda en darme un gran abrazo.
—Creí que te habías olvidado nuestro.
Señala la casa. Niego con la cabeza sonriente.
—Nunca, solo han sido días difíciles.
Me quito los tacones pasándoselos y me muevo hasta la arena, la playa está desierta, eso me ayudará a pensar.
Aisha comprende que quiero estar sola y entra a la casa, mis ojos se quedan fijos en el mar mientras la arena bajo mis pies me relaja.
Me siento en el suelo sin importarme la ropa que llevo puesta y mis ojos se llenan de las lagrimas contenidas, esas que he retenido desde hace mucho y que ahora salen porque no me queda de otra.
Sabia que en algún momento explotaría, porque todos tenemos nuestros límites, sin embargo verlo a él casi a diario ha cruzado por completo los míos, es algo que ya no puedo controlar ni entender.
Limpio mis lagrimas y suelto un suspiro tratando de calmarme.
Escucho un auto estacionandose pero poco me importa eso en estos momentos, aquí viene gente de vez en cuando, a cualquier hora, así que no es ninguna novedad, mientras no me molesten todo bien.
Unos pasos se escuchan hasta que están cerca de mi, levanto la mirada y no me sorprendo en absoluto al reconocer a
Leonard.
Bajo la mirada otra vez y este se sienta a mi lado, ya no tengo fuerzas para decirle nada, ni para discutir, ni para pedirle que se vaya, ya quiero que haga lo que le dé la santa gana.
—Victoire.
No respondo.
—Vic.
Mi corazón se rompe un poco más al escucharlo y lo miro.
Me levanto sintiéndome mal, sintiendo como ya no puedo más y por un momento quisiera que me pasara lo que le pasó a Sergio, perder la memoria, que no pudiera recordar nada del pasado, que pudiera comenzar de cero, sin dolor, sin ataduras.
Limpio mis lagrimas bruscamente y me subo de nuevo a la moto dejando a Nard solo.
Porque no merece estar aquí conmigo, no en este lugar.
No llamándome así.