Capitulo 57

2150 Words
Victoire Jussieu Me dirijo corriendo hacia la puerta y Nard lo hace conmigo aunque un poco menos ansioso y cuando abro la puerta puedo verlos, mis emociones se hacen un lío al ver a Jules frente a mi, sus ojos me observan con detenimiento mientras los míos se llenan de lagrimas, una vez reacciono me lanzo a abrazarla, ella me recibe con los brazos abiertos y puedo sentir el amor que desprende. Al igual que seguramente ella puede percibirlo de mi parte, me aprieto a ella sintiendo mi corazón latir más rápido cada vez, mis ojos sueltan las lágrimas retenidas y no puedo evitar regresar a aquellos tiempos en donde solo permitía que ella me hablara, donde todo había perdido el sentido para mi y ella me mantenía en pie, porque aunque no lo mencione mucho Jules fue una persona demasiado importante y fundamental en mi vida, tanto como Nard, solo que en el caso de ella fue para mantenerme en pie cuando lo que quería era caerme. Me separo de ella viéndola a los ojos y sonrio sin poder evitarlo, ella lo hace también y me dedico a limpiar mis lagrimas un poco más tranquila. Me acerco a Thomas quien me da una sonrisa cordial y extiende su mano. —Es un gusto volver a verlo Thomas. —Lo mismo digo Victoire, cuanto tiempo—dice sin ningún sentimiento de por medio. Me dirijo esta vez a Paul quien está muy cambiado, ya es un hombre, no es el mismo niño que conocí hace años, sin embargo la calidez de su mirada no ha desaparecido —¡Mocoso!—lo abrazo con efusividad y el recibe el abrazo gustoso, siento como me aprieta contra si con cariño y no puedo evitar sentirme nostálgica Cuanto tiempo pasó. —Rubia, cuanto tiempo sin verte—menciona sonriente y yo me separo de el. Los dejo pasar por completo y nos dirigimos hacia el comedor. —¿Que ha sido de tu vida todos estos años?—pregunta Paul curioso, me siento en el gran comedor junto a Leoanard y ellos hacen lo mismo frente a nosotros. —He trabajado bastante, resuelto algunos problemas que han surgido, no mucho más de lo que hacía antes. La mirada de Thomas me escudriña poniéndome nerviosa, pero no de buena manera. —Me alegro, sigues igual de bonita que antes—alaga sin ningún tipo de malicia, Leo ríe sin poder evitarlo y vek que sirven la comida. —Gracias, tu sigues igual de guapo. April llega minutos después y la invito a sentarse con nosotros. —Ella es mi asistente, April, tiene algún tiempo ya con nosotros—la presento y ella solo asiente con timidez. Las horas pasan y nosotros nos hayamos en el jardín de la casa, el frío de la noche empieza a hacer de las suyas sin embargo es el menor de mis problemas, después de terminar de comer Paul, Leonard y su padre se fueron a hablar con mi hermano y los chicos mientras que yo me vine a hablar aquí con Jules, April se fue con la excusa de que tenía que organizar unos papeles, lo cual es mentira pero no se lo discutire, se que su intención era dejarme a solas con jules, lo necesitaba después de tanto tiempo de ausencia. Tomo la botella de vino y le sirvo una copa, lleno también una para mi y me quedo mirando las flores unos minutos mientras un silencio cómodo nos envuelve. —Estás tan mayor, tan hermosa. Menciona con añoranza, sonrío por el halago y la observo. —Usted no está para nada mal. Un golpe ligero es propinado en mi brazo por la broma y yo me carcajeo, como la extrañé. —Volvieron ¿No? Le doy una mirada curiosa —¿Es tan obvio?—pregunto y ella se encoge de hombros. —Solo si prestas atención, además de que me pareció extraño lo cómodos que estaban el uno con el otro, no es muy difícil llegar a esa conclusión. —Se nos pasó la mano los últimos años—menciono refiriéndome a las constantes peleas inútiles que teníamos, aún me pregunto porque fuimos tan estupidos, no nos odiabamos, solo queríamos ignorar lo que sentíamos por el otro y como era casi imposible no cruzarnos en cualquier lado preferimos intentar matarnos para ver quien acababa primero con su sufrimiento. —Leonard no lo decía, pero sabía que estaba mal, tu también lo estabas. —Creí estar bien, pero solo me estaba engañando, cuando Sergio volvió me di cuenta lo mucho que me equivoqué. Aprieto los labios sin mirarla —¿Con el? —Con todo. El silencio que queda entre nosotras despues de mi declaración no es incomodo en absoluto, es más que todo para dejar las cosas fluir e intentar procesar las palabras que danzan en nuestras mentes, porque todo esto no es fácil. —Sé que debió ser difícil, pero piensa en que si no fuera por eso no estaríamos aquí sentadas. Suspiro pensando en ello y talvez tienen razón, porque talvez todo hubiera acabado de peor forma si no hubieran ocurrido así las cosas, uno no sabe que pudo pasar, no sabemos si hubiéramos estado juntos, si Sergio hubiera seguido con la vida que teníamos, es muy difícil saber que hubiera pasado si el accidente no existiera en nuestros recuerdos. En este momento no puedo arrepentirme de nada, ni culpar a Dios o al destino de haber hecho las cosas así, después de todo las cosas sucedieron por algo, no puedo cuestionar nada, mucho menos el pasado, eso ya no importa, lo que si lo hace es el presente, sin el no habría un futuro. —Tienes razón Jules, me alegro que todo haya pasado asi—admito y ella sonríe sorprendida. —Has aprendido bien Vic, después de tanto planear has aceptado que la vida no la controlas tu, que debes vivir feliz con lo que tengas—su orgullo me hace sentirme extraña, así como la vez que por fin aprendí a disparar. Aún es extraño para mi pensar en que alguien puede estar orgulloso de mi, por cualquier cosa, los motivos son lo de menos, porque para mi el hecho de hacer las cosas bien me parece ajeno y lejano, como si no pudiera ser, siempre he vivido entre desastres y es por ello que por primera vez siento que estoy dejando que las cosas ocurran naturalmente, como deben hacerlo, porque todo tiene una razón y un curso, queda de nuestra parte si lo aceptamos y dejamos que todo fluya. (...) Despierto por el sonido del despertador haciendo de las suyas, me levanto de manera automático como ya es rutina, me dirijo al baño para hacer mis necesidades y ducharme y una vez lo hago me pongo ropa deportiva para ir al gimnasio. La noche anterior fue refrescante para mi, no físicamente, si no emocionalmente, fue como un respiro de aire fresco, como si de repente se me reiniciara la vida. Hablé durante horas con Jules, hasta que ya el sueño nos pudo y ellos se fueron de nuevo a su casa, yo me fui directo a la habitación a dormir y no podía borrar la sonrisa de mi rostro, después de todas las anécdotas del pasado, los consejos y las bromas cai rendida, ni siquiera los besos de Nard pudieron hacer que me mantuviera despierta más tiempo. Sin embargo el día de hoy promete mucho, hoy empezaré a entrenar a Danielle, sin que ella lo sepa le enseñaré desde cero todo lo que sé, le diré a Nard que me ayude porque como lo había mencionado antes, es mejor maestro que yo, supongo que cada quien tiene sus puntos fuertes. El de el sin duda es enseñar, por lo que estoy cien por ciento segura de que mi hermana aprenderá de la mejor manera. Aunque no sepa en realidad para lo que se está preparando. Muevo mis pasos directo al gimnasio donde ya está Sergio, quién parece que ya ha entrenado un buen rato. —Buenos días hermanito. Me acomodo en la caminadora y comienzo mi rutina, mi hermano me saluda de igual manera y sigue concentrado en lo suyo. Paso unas dos horas en el gimnasio y al salir me dirijo a la cocina hambrienta, no se porque no comí antes de iniciar el entreno, no me desmayo por suerte. Me siento en uno de los taburetes y minutos después aparece una figura conocida que no sabía que había llegado, ahora que la detallo me doy cuenta que trae una maleta, así que debe venir llegando. —Que linda sorpresa. Menciono y veo que ella sonríe acercándose para abrazarme. —No no no, estoy toda sudada. Me alejo de ella quien bufa y me abraza sin importarle lo que acabo de decirle. Debo apestar. —Dejate de tonterías, hace semanas que no te veo—se sienta a mi lado. Pido desayuno para ella y así nos pasamos un buen rato conversando mientras comemos, Levona es definitivamente una persona de mi gusto, me cae muy bien además de que puede sobrellevar a Sergio y Sergio a ella porque se nota que tiene un carácter fuerte, me recuerda a mi. Después de irme a mi habitación para ducharme voy en busca de Danielle quien está en la biblioteca, ambas tenemos el mismo gusto por los libros, por suerte. —Vamos a seguir con tus clases. Le señalo el exterior del lugar y ella asiente, nos dirigimos a la sala de tiro donde seguimos con lo que habíamos dejado ayer y pasamos el resto de la mañana en eso, Danielle aprende muy rápido, sin embargo le cuesta sujetar el arma por el peso, después de un rato intento con una más liviana y se le hace más fácil sin embargo va paso a paso. Despues que salimos de allí nos dirigimos juntas de nuevo hacia la biblioteca, al estar ahí me pongo a buscar un libro que me interese y escucho que tocan el timbre de la casa, frunzo el ceño extrañada dado que aquí no llegan visitas sin avisar, salgo de la biblioteca y camino rápido hasta que estoy en el piso de abajo, escucho otra vez el timbre indicando que nadie ha abierto, me acerco a la puerta y una vez la abro me quedo de piedra al no ver a nadie, solo una caja en el suelo, los guardias de repente no están y me preocupa mucho el contenido de la caja color n***o perfectamente acomodada. La tomo entre mis manos y me doy cuenta de que no pesa nada. La abro con cuidado y noto que los guardias solo estaban en cambio de turno, eso es algo aún más preocupante. Al ver el interior de la caja solo puedo ver una carta, entro cerrando detrás de mi con el corazón latiendome con fuerza y una vez la abro para leer el contenido me sorprende ver que esta escrita a mano con perfecta caligrafía. Pronto nos veremos princesa encantada. ~W Frunzo el ceño buscando en mi mente la respuesta a mis preguntas sin embargo no las encuentro, ¿Princesa encantada? ¿Por qué eso me parece conocido? Dejo la caja sobre la mesa y observo con atención las letras en ella. ¿Que rayos...? Me quedo un rato pensando, buscando una explicación lógica para la carta sin embargo no lo entiendo. Pero entonces lo hago, Celeste afirmó que es una persona que ha estado desde que era una niña, que fue parte de mi vida, eso explica porque el apodo... Sin embargo no puedo recordar a la persona. ¿Quien...? Me levanto con rapidez caminando hacia la habitación de celeste, mi corazón late a mil por hora y la posibilidad de que sea la persona que creo me hace temblar, abro la puerta con desesperación y al ver a Celeste quien se sienta en la cama sobresaltada me paso una mano por la cara. Ella parece ver mi desespero porque se levanta preocupada, mirando mi rostro —Estas pálida Victoire, ¿Qué pasó? No no no no... no puede ser la persona que creo, no puede ser el. —Solo quiero que me respondas una cosa, nada más que eso. Ella me observa con cautela y me jala hasta la cama para que me siente, así de mal debo verme para que busque ayudarme. —Te escucho, responderé lo que pueda. —¿El es...? ¿El es Wells? Pregunto y ella frunce el ceño para luego verme sorprendida. —¿Como lo averiguaste?—pregunta y yo me levanto sin poder procesarlo. —Es el único que me llamaba princesa encantada, lo hacía porque decía que parecía sacada de un cuento de hadas. —Es el. Y con eso todas mis respuestas son respondidas pero entonces las luces se me apagan y caigo en la oscuridad.
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