Los meses siguientes al incidente de Washington los recuerdo de forma borrosa. Recuerdo que mi cuerpo no me respondía y no encontraba ganas para seguir viviendo. Funcionaba como un autómata. Comía cada uno o dos días cuando alguno de mis hermanos, Cas o Miguel me obligaban. Las noches se me hacían eternas, apenas conseguía dormir una o dos horas. Y me odiaba a mi misma. Me culpaba constantemente por lo sucedido. Había días que me culpaba por no ser suficientemente buena para que Richard me quisiese como su Luna. Otros días me culpaba por no haber sabido defenderme, por haber sido tan débil. Todo era culpa mía. No conseguía mirarme en el espejo sin sentir asco. No podía parar recordar sus manos tocándome por todo el cuerpo.
Y toqué fondo. Caí en un abismo.
Pero cuando una cosa se hunde siempre acaba saliendo a flote. Nade y nade, y muchas veces sentí que ya no podía nadar más, pero al final conseguí volver a la superficie, a respirar. He de reconocer que no todo el mérito es mío. Mis hermanos, Cas y Miguel estuvieron súper pendientes de mi y no me dejaron sola ni un instante. Además, Lucas me convenció para que visitase a un psicólogo. Siempre le estaré agradecida por haberme convencido a ir. No hay nada más importante que la salud mental.
Cuando me encontré con fuerzas suficientes volví a los entrenamientos. No había olvidado mi promesa de aprender a defenderme. De no volver a sentirme vulnerable nunca más. Descubrí que los entrenamientos eran mi burbuja de aire. Eran las horas al día en las que podía inhibirme y no pensar en absolutamente nada. Empecé a amar mis entrenamientos y fui ampliando horas. Iba dos horas antes a correr y a hacer ejercicios. Y después siempre convencía a Miguel, Cas o a mis hermanos Juan y Nico para que se quedasen algunas horas más entrenando conmigo.
Estoy muy orgullosa de mi misma. De lo lejos que he llegado. Aunque Marcos y Lucas no lo quieran reconocer me he convertido en la mejor guerrera de la manada. He conseguido derrotar a Nico, Juan y Miguel en muchísimas ocasiones, y eso que se supone que son los mejores guerreros de la manada después de el Alpha y el Beta. Cada año nuestra manada celebra una competición para nombrar al General del ejército. El hombre lobo que es nombrado General es reconocido como el mejor guerrero de la manada, y se convierte en la persona encargada de dirigir y organizar al ejercito, respondiendo únicamente frente al Alpha y al Beta.
Actualmente el puesto lo tiene mi hermano Nico. Yo me quise presentar el año pasado. Pero Marcos y Lucas consideraron que no estaba psicológicamente preparada y no me lo permitieron. Este año, digan lo que digan mis hermanos pienso presentarme y ganar.
Respiré e intenté eliminar todos estos pensamientos de mi cabeza. Se había levantado viento y empezaba a hacer frío. Me acurruque aún más en mi manta. Fue entonces cuando noté que estaba llorando. Rápidamente me limpié las lágrimas de la cara. Siempre me prometía que no iba a volver a llorar. Pero de vez en cuando mis sentimientos se volvían a descontrolar y no podía evitar desmoronarme.
Estaba tan concentrada en mis pensamientos que no había notado la enorme figura que se había acercado a mí. Cuando me di cuenta de que estaba ahí ya estaba a apenas unos metros de distancia. Me levanté rápidamente y me puse en posición de defensa. Lentamente la figura se fue acercando y pude verla con mejor claridad. Era un lobo enorme. No había visto un lobo tan grande en mi vida. Era espectacularmente bonito. Tenía un pelaje gris, casi del mismo color que la plata. Su pecho y su patas eran blancas. Sus ojos de un azul oscuro intenso.
Me quedé paralizada. No de miedo. No sentía miedo en absoluto. Al revés. Una paz absoluta había invadido mi cuerpo. Noté como el dolor que había arrastrado estos últimos años desaparecía lentamente. ¿Qué esta pasando? No entendía nada.
No me moví ni un centímetro. Manteniendo la mirada fija en el enorme lobo. Electra saltaba y gritaba en mi cabeza. Parecía excitada, pero yo no lograba entender por qué.
De repente el lobo comenzó a transformarse. Se convirtió en el hombre más espectacular que hubiesen visto mis ojos. Los dioses griegos tendrían envidia de este hombre si le viesen. Era altísimo y lucía un cuerpo espectacularmente atlético. No se quién era este hombre, pero sin duda debía de dedicar gran parte de su día a entrenar. Su piel estaba bronceada. Su pelo, castaño claro, le caía desordenadamente. Lo llevaba largo, pero no lo suficiente como para considerar que llevaba melena. Pero sin duda lo más llamativo eran sus ojos. Eran grises. Plateados. Del mismo color que el pelaje del lobo que instantes antes había tenido enfrente.
No se cuanto tiempo estuve mirando fijamente los ojos de ese hombre. Pero el trance en el que me encontraba quedo roto cuando sopló una nueva ráfaga de viento. Esa ráfaga de viento trajo consigo un olor a eucalipto y a lluvia que hizo que todos los músculos de mi cuerpo se relajasen. Y de pronto me di cuenta. Todas las piezas encajaron a la vez en mi cabeza. Por fin pude entender lo que Electra llevaba tanto tiempo gritando en mi cabeza. “Mate. Mate. Mate. Mate. Mate”.
“-Mate”- Escuché que el dios griego decía, sin apartar sus ojos de los míos.
Nonononono, esto no puede estar pasando. Es imposible. Como es posible. Respire varias veces. Calmándome a mi misma. Tenía que conseguir mirar la situación con perspectiva. Tenía que conseguir pensar objetivamente. Sin que influyesen mis sentimientos. Cuando conseguí calmarme me di cuenta de que el hombre estaba desnudo. Sin dejar de mirarle, cogí la manta en la que había estado envuelta minutos antes y se la lancé.
Seguí mirándole fijamente. Todos mis sentidos alerta. Esta vez estaba preparada. Cualquier movimiento incorrecto de ese hombre recibiría una respuesta por mi parte.
-“¿Quién eres?”- Me preguntó.
Tarde un tiempo en contestar. Mi cabeza estaba pensando a toda velocidad. Quién era ese hombre y de donde había salido. Como era posible que estuviese en nuestro territorio sin que nadie lo hubiese notado, salvo que…
-“ Debes de ser Alpha Kayden”- Asintió con la cabeza y me miró interrogativamente- “Mi nombre es Catalina. Soy la hermana pequeña de Alpha Marcos y Beta Lucas”.
Volvió a asentir y dio un paso hacia mi. Rápidamente coloqué los puños en alto, lista para atacar su daba un paso más.
-“No te voy a hacer daño”- Dijo Kayden. Su voz era música para mis oídos, y provocaba que todo mi cuerpo temblase. Pero logré disimularlo.
No iba a bajar la guardia. Esta vez no. Así que no me moví ni un solo centímetro.
“He hablado con su lobo. Nuestro segundo mate es bueno. Catalina dale una oportunidad”, escuché que Electra decía mientras meneaba el rabo. La bloqueé rápidamente de mi cabeza. Lo último que necesito ahora es una loba comportándose como una adolescente ante el primer chico guapo que ve en su vida.
Cuando Kayden vio que no bajaba mi guardia dio un paso a tras, lo que me hizo que me relajase un poco.
-“No puedo aceptarte como mi mate”.- Dijo de repente Kayden.
¿!Qué?! ¿He escuchado bien? ¿Mi segunda oportunidad me esta rechazando? Esto tiene que ser una broma de mal gusto. ¿Cómo es siquiera posible? Mi segunda oportunidad y me rechaza a los 3 minutos de verme. Ojalá pudiese presentar una hoja de reclamaciones a la Diosa Luna. O se está riendo de mi y no ha mirado con mucho detalle a la hora de elegir a mis mates.
-“¿Por qué?- Escuché como el sonido salía de mis labios y me resulto ajeno, como si fuese otra persona la que estaba haciendo la pregunta.
-“ ¿Por qué que?- Respondió, ladeando la cabeza.
¿Pero este tío está de broma? Respira Catalina, respira, me repetí a mi misma. “No dejes que nos rechace, merece la pena. Puedo verlo. Catalina no le dejes rechazarnos”, escuchaba a Electra lloriqueando en mi cabeza. Ni que fuese culpa mía, pensé, gruñendo.
-“ Por qué rechazas a la persona que se supone que es tu media mitad al segundo de conocerla”- Logré decir por fin.
-“Porque no puedo tener un mate”-
-¿Por qué?- Repetí.
Me miró fijamente. Parecía que iba a decir algo, pero pareció arrepentirse y volvió a quedarse callado. Así pasamos unos minutos. Observándonos en silencio. Finalmente, dio un paso hacia mi, y sin dejar de mirarme dijo:
“Yo, Kayden Williamson, Alpha de la manada Blood Moon, te rechazo a ti, Catalina Alix, hija de Guillermo Alix, Alpha de la manada Atardecer Dorado.”
Y otra vez el dolor se apodero de mi cuerpo. Me caí de rodillas. Sentí como el vínculo que se había generado entre nosotros nada más vernos se rompía. Rompiendo mi corazón a la vez. Dolor y rabia me consumían. Yo ni siquiera había pedido una segunda oportunidad. Cada vez que Cas mencionaba la posibilidad de conocer a mi segunda oportunidad yo la frenaba. Ni siquiera me permitía soñar con esa idea. El destino había sido cruel conmigo y yo no era quien para cuestionarlo. Lo había dejado estar. No había contado lo de Richard a nadie más que a Cas y a Miguel porque sabía que guardarían mi secreto. Había sido buena. Mi vida era entrenar y salir con Cas. No había hecho nada malo a nadie. ¿Por qué me tenía que pasar algo así? No era justo. Electra no dejaba de aullar en mi cabeza. No me dejaba pensar con claridad.
No podía volver a pasar ese dolor. No podía. Sabía sin ninguna duda que esta vez no sobreviviría.
No sé de donde saqué las fuerzas, pero conseguí levantarme y miré a Kayden. Lo que vi me dejó sin palabras, ¿Dolor? ¿Estaba sufriendo? Y si estaba sufriendo, ¿Por qué?¿Por rechazarme? Si rechazarme le causaba dolor, ¿Por qué lo hacía?
-“No”- dije cuando encontré mi voz.
Kayden me miró desconcertado. Parecía no poder creerse lo que estaba oyendo.
-“¿No?- Repitió. Cuando no obtuvo respuesta por mi parte continuó -“ Te rechazo apenas unos minutos después de descubrir que eres mi mate, sabiendo que vas a sufrir. Miro como sufres, siento ese dolor a través del mate-bond, no hago nada, y aún así, ¿Te niegas a aceptar mi rechazo?-
Ya no parecía tan sorprendido. Parecía irritado, casi enfadado. Pero no pensaba ceder. Me merecía una explicación como mínimo. Estaba cansada de que la vida me pisotease una y otra vez. Siempre sentada y llorando había visto como las cosas malas en mi vida sucedían. Pero no, esta vez no. Esta vez era quien iba a manejar la situación.
-“Creo que merezco una explicación”- contesté, intentando sonar calmada- “Considero que no tienes derecho a venir aquí y rechazarme sin ni siquiera conocerme. No sabes nada de mí. Y aún así no has querido ni siquiera darme una oportunidad. Quiero saber el por qué”.- Le miré fijamente esperando una respuesta, pero no contestó. Simplemente me miró fijamente sin ningún tipo de expresión en la cara.- “Muy bien, veo que todavía no tienes la respuesta. Así que voy a irme. El día que respondas justificadamente a mi pregunta aceptaré tu rechazo. Hasta que no tengas tu respuesta, no me busques”.
Me giré rápidamente antes de que Kayden tuviese tiempo de responder y entré en casa. Había conseguido actuar como si me encontrase en control de la situación, en control de mis sentimientos. Fingir que estaba bien era un juego en el que había alcanzado el nivel experto en los últimos dos años. Pero la verdad es que no estaba bien, nada bien. Mi cabeza era un caos absoluto ahora mismo. Electra no dejaba de aullar de dolor en mi cabeza por el rechazo de nuestro mate. Y yo no conseguía ordenador mis pensamientos y sentimientos. Sentía como si alguien me estuviese presionando muy fuerte el pecho, impidiéndome respirar. A su vez, sentía un dolor enorme en el corazón, como si fuese a explotar en cualquier momento. Pero seguí andando. Sentía que si me paraba jamás podría volver a moverme.
Subí las escaleras de dos en dos, y de tres en tres, y corrí hasta el fondo del pasillo. Golpeé la puerta fuertemente y repetidas veces. Nadie contestaba. Debía de estar dormida. No es momento de dormir, pensé, mientras seguía aporreando su puerta. Por fin la puerta se abrió. Claramente la había despertado. Cas estaba en pijama y se frotaba los ojos con las manos.
-"Que cojones te pa…"- Cas no llegó a terminar la frase. Me estudió de arriba abajo. -" ¿Que ha pasado”- Preguntó con clara preocupación?
-"Tenías razón, Alpha Kayden era mi segundo mate"- La boca de Cas se abrió tanto que parecía que se le iba a desencajar la mandíbula. Estaba en estado de shock y no reaccionaba. -"Casandra"- Le llamé.
-" Oh Dios mío, y ¿Qué ha pasado?"- Contestó por fin mirándome. Me quedé callada, no sabía por dónde empezar a contarle los acontecimientos de la noche. -"Pasa y hablamos"- Dijo Cas apartándose de la puerta y dejándome pasar.
Le conté todo lo que había pasado. Y lloré y lloré. Lloré muchísimo, dejando que el dolor me invadiese. El dolor de ser rechazada por segunda vez se juntó con el dolor que venía acompañándome desde el día que conocí a Richard. Cas me abrazó y consoló, jurando que iba a matar a Kayden en el momento en el que le viese. Y así pasamos el resto de la noche. En algún punto me quede dormida, agotada por los eventos del día. No sé cuánto tiempo dormí, pero fui despertada por una histérica Casandra.
-"¡¡Son las 7:05!! ¡Teníamos que estar a las 7 abajo! ¡Corre Catalina, ponte el uniforme y vámonos!"- Me gritó Cas.
Mierda. Me levanté rápidamente y corrí a mi cuarto a buscar mi uniforme. Me vestí lo más rápido que pude, me lavé la cara, me cepillé el pelo y lo recogí en una trenza para estar cómoda durante el entrenamiento . Salí al pasillo donde me encontré a una ya uniformada Cas y nos dirigimos corriendo al campo de entrenamiento. A medida que nos acercábamos pude ver que en calentamiento ya había terminado, y que los guerreros estaban en parejas, enfrentándose unos a otros. Miré el reloj. Eran las 7:30. Mierda, volví a pensar en mi cabeza. Marcos nos va a matar.
Las figuras de los guerreros se fueron haciendo más nítidas a medida que nos acercábamos. Estaban todos perfectamente uniformados y dándolo todo en el entrenamiento. Nuestro uniforme consistía en una camiseta de manga corta color verde caqui, unos pantalones de aspecto militar, con bolsillos a lo largo de la pierna, y unas botas militares color n***o. A diferencia de la mayoría de hombres-lobo, además de aprender a pelear cuerpo a cuerpo, en nuestra manada aprendíamos a pelear también con armas. En los bolsillos del pantalón llevábamos dagas de plata de diferentes tamaños, así como jeringuillas cargadas de veneno para hombres lobo. Era obligatorio llevar el uniforme tanto en los entrenamientos como en los turnos de patrulla. Además, era obligatorio llevarlo constantemente cuando se estaba en una misión en terreno ajeno.
Por fin divise las figuras de Marcos y Lucas. A su derecha estaban Kayden y un hombre rubio, que debía de ser su Beta. Cuando nos acercamos ,Marcos me taladró con la mirada. Cas y yo paramos enfrente de los cuatro y agachamos la cabeza en señal de respetó:
-"Llegáis tarde"- escuché a Marcos decir y levanté la cabeza.-"Alpha Kayden, Beta Ian, esta es mi hermana Catalina Alix, una de las jefas de nuestro ejército y esta es Casandra Muñoz…"
-"Mate"
En ese mismo instante todos los músculos de mi cuerpo se tensionaron. Parecía que el corazón se me iba a salir del pecho. Y es entonces cuando me di cuenta de que no era Kayden quien había hablado, si no Ian, su Beta. Miré a Cas sin poder creerme lo que estaba pasando. Estaba tensa, con los ojos abierto como platos, y con la vista clavada en Ian. Miré entonces a Kayden y vi que estaba analizando a Cas detenidamente. Pero no había ningún tipo de emoción en su cara. Veo que él también sabía jugar a ocultar sus sentimientos.
-"Bueno"- Dijo Marcos aclarándose la garganta.-" Catalina, Casandra, habéis llegado tarde, ¿sabéis lo que eso significa no?”
-"Si señor"- Contestamos Cas y yo al unísono.
-"15 minutos corriendo por cada 5 minutos de retraso al entrenamiento. Habéis llegado 30 minutos tarde. Por lo tanto, tenéis que correr una hora y media."- Indicó Marcos.
-"Pero señor, el entrenamiento acaba en hora y media. No tendremos oportunidad de luchar si corremos todo ese tiempo".
-" Haber llegado en hora Catalina"- Me contestó Marcos furiosamente. Miré a Lucas en busca de ayuda, pero negó con la cabeza.
Asentí, no había nada que hacer cuando Marcos se ponía así. Agarré a Cas por el brazo, haciendo que rompiese el contacto visual con Ian. Escuché como Ian gruñía, pero me dio igual. Empezamos a correr. Apreté los puños con fuerza intentando contener la rabia que me estaba consumiendo.
-" ¿Estas enfadada conmigo?"- Me giré sorprendida para mirar a Cas.
-" ¿Por qué iba a estar enfadada contigo?"- Contesté sin comprender a que se refería.
-"Porque Ian es mi mate, y es el Beta de Alpha Kayden. Mira Cat, si quieres puedo rechazarle, si te sientes incomoda yo…"-
-"Ni se te ocurra"- Le corté- "Cas no me importa nada que tu mate sea Beta de Kayden. Me alegro mucho de que por fin le hayas encontrado. Solo espero que te haga feliz y te trate como mereces. De verdad Cas que me alegro muchísimo por ti". Le dije sonriéndole.
"Catalina, Casandra, estáis castigadas, esto no es una quedada para tomar el té y cotillear. Callad y corred." Escuché a mi hermano Marcos en mi cabeza. Los hombres lobos de una misma manada somos capaces de comunicarnos telepáticamente. Gruñí y me callé.
Seguí corriendo, deseando que la rabia se fuese apagando por el esfuerzo físico. Estaba furiosa. Pero no por lo de Cas e Ian. Estaba furiosa porque me había prometido demostrar a Kayden en este entrenamiento el error que había cometido rechazándome. Le iba a enseñar lo mucho que valía. Quería que viese que era una excelente guerrera, la mejor de mi manada. Y lo único que había conseguido es que me viese correr alrededor del campo de entrenamiento durante una hora y media