Pensar en la muerte no era prudente. Tener miedo tampoco lo era, ya estaba. Arabelle subió a ese avión luego de lanzar su teléfono al suelo y hacerlo pedazos como si de esa forma pudiera eliminar de su cabeza la amenaza de Kerem. Fue un vuelo relativamente largo que la hizo cerrar los ojos con cansancio mientras intentaba pensar qué caminos debía tomar ahora. El teléfono se hizo añicos y quedó en el suelo de aquel baño dejando la última cosa que pudiera dañar su huida. Su destino fue Dubai, uno de los emiratos más ricos de la unión, pero no era su destino final, luego, tomó un auto privado desde allí hasta Abu Dabi, su nuevo destino. No llevaba maletas, debía rentar una casa y usar sus nuevas tarjetas. Debía llamar a su abogado y decirle que sin importar las presiones no debía ceder

