—Si te duele solo tienes que decirlo. Kerem asintió mientras Arabelle le colocaba las vendas. Las manos de la mujer temblaban un poco mientras la colocaba. Sentía un calor inexplicable en el rostro. Decir que se habían besado como si no hubiera mañana había sido poco, pero al terminar se habían encerrado en una burbuja de incomodidad o más bien ella lo hizo, porque Kerem permanecía igual de descarado que siempre. Sintió una terrible necesidad de romper la tensión. —¿Has sabido algo de Osman? —Está en el hospital, confió plenamente en que se recuperara para bien y regresará para cuidar mi espalda como lo lleva haciendo todos estos años. Es un hombre fuerte, así que creo que saldrá de esto. —Espero que así sea, por ahora tendrás que tener la espalda descubierta. No creo que sea fác