ESTAMBUL Una despampanante mujer de seductores vestidos verdes caminó por el pasillo del Hanzade, una lujosa cafetería en la que había quedado de reunirse con una conocida. Feray Demir siempre había sido catalogada como una de las mujeres más hermosas de Estambul. Con un padre como el que tenía, siempre presente en la vida política del país, era más que claro que su hermoso y perfilado rostro siempre aparecía en las revistas más prestigiosas de Turquía. Al mirarla, una mujer se puso de pie, sonrió y luego besó sus mejillas. Feray no iba sola, su madre Hande la acompañaba con esos ojos cargados de veneno que no parecía abandonar nunca. —Un placer verte de nuevo, Aysel ¿dónde está tu madre?—preguntó Hande deseosa de mirar a la mujer. La chica sonrió. Miró a todos lados, esperando ver

