CAPÍTULO DOS (LA BODA)

1595 Words
A medida que se iba acercando la fecha de la boda, mis nervios florecían. La noche de la despedida de soltera, no hice nada, me había dedicado solo a estudiar para complacer a mi padre, así que no hice un solo amigo en años. Además, estaba demasiado nerviosa para, siquiera, salir de casa de mi padre. Pero no sé, de un momento a otro me puse ansiosa y llamé a Dioniso porque no quería casarme, quería pedirle que, por favor, canceláramos esto. — ¿Podemos hablar? — pregunté apenas contestó. Pero el ruido que había, casi me dejó sorda. Lo escuché decir algo, pero no entendía que, unos segundos después el ruido desapareció —Hola ¿Está todo bien? — preguntó arrastrando un poco la voz. — ¿Podemos hablar? — repetí. —Ahora mismo, estoy en mi despedida de soltero ¿No estás en la tuya? —No tuve una. —Vaya, eres mejor portada de lo que pensé ¿Vienes entonces? —Sí, quiero hablarte de cosas importantes. —Siento que me despertarás en medio de la madrugada porque quieres hablar, que sepas que voy a querer sexo si eso pasa— dijo con tono juguetón. —No estoy para bromas. —Que amargada eres. Ya te paso la dirección por w******p. —Ok— dije cortando la llamada. No sé ni cómo pude conducir; estaba tan nerviosa por lo que iba a decirle que, estúpidamente, esperaba que él me apoyara en esto, pero algo en mí, me decía que no. Me recibió, delante de sus amigos, con un beso en los labios, beso que fue absolutamente incómodo para mí y él lo notó, así que me pidió disculpas. Salimos al estacionamiento y no tenía que ser adivina para darme cuenta de que estaba un poco tomado. — ¿Podemos cancelar la boda por favor? No me quiero casar — ¿Y perder mi herencia? ¿Estás loca? — ¿De cuánto dinero es tu herencia? Puedo darte el dinero de la herencia que me dejó mi madre. — ¿Cómo crees que voy a aceptar ese dinero? Definitivamente estás loca. —Por favor, llama a mi padre y dile que te arrepentiste, prometo darte todo. Negó —Mañana nos casamos sí o sí. —Por favor. Te lo suplico. No me quiero casar. —Es mejor que te vayas a tu casa, ya me hiciste enojar— dijo dándose la vuelta y yéndose, dejándome ahí sola y confundida. ¡Joder! que yo nunca había soñado con casarme, no estaba en mis planes y no estaba segura de que algún día lo estuviera, pero casarme así de pronto y sin amor era una locura. Esa noche no pegué un ojo, en cambio, lloré mucho. Me sentía tan triste, así que, a la mañana siguiente, estaba muy hinchada. —Las novias suelen llorar la noche antes de su boda— dijo Alice, la estilista. Asentí y me quedé en silencio. Su maquillaje, definitivamente, hizo milagros en mí, porque con lo mucho que lloré, había pensado que era imposible que me viera bien. Dicen que el día de la boda, es un día muy feliz para la pareja, pero nosotros no nos amábamos, ni siquiera nos conocíamos, así que este contaba como el segundo día más triste de mi vida. En el altar, el me miró como culpable, pero no estaba segura de ello, si se sintiera culpable, me habría dejado ir. En cambio, dio un su sonriente. Después de dar el sí. El me besó, juro que fue el beso más incómodo que me habían dado en mi vida y eso que no yo no me consideraba una mujer experimentada, pero fue un desastre. Cuando me abrumaran todas las personas, hui al baño a llorar. Ahí estuve por mucho tiempo, encerrada en uno de los cubículos, arrepintiéndome de todo. Yo no me quería casar, yo solo quería que mi padre me quisiera un poco, eso era todo. ¿Por qué todo tenía que ser tan complicado? Unos toquecitos, me sacaron del llanto — ¿Estás bien? — preguntó Dioniso. —Estoy bien— respondí secando mis lágrimas. — ¿Puedes salir para que hablemos? —No— dije muy bajo. —Por favor— suplicó. Sequé mis lágrimas como pude y salí, apenas me miró, su cara fue de pena o culpabilidad, no lo sé. —Prometo que voy a ser un buen esposo y que no te voy a hacer llorar nunca— dijo tomando mi mano y depositando un tierno beso en ella. —Hubiese preferido no casarme. — ¿Tanto asco te doy? — ¿Entiendes que hice esto para que mi padre me aceptara? — grité. Lo que le había dicho lo tomó por sorpresa porque lo vi abrir los ojos como platos. —No entiendo nada Ianthe. —No quiero hablar de eso. Por favor ¿me dejas sola? Negó —No te quiero dejar sola, no estás bien. —Que te vayas— dije enojada. Lo vi ponerse serio, cosa que me hacía entender, que su amabilidad ya se había esfumado —Tienes dos minutos para salir conmigo de la mano o te saco a rastras de aquí y que todos vean que estuviste llorando. Asentí enojada y me alejé de él para arreglar un poco mi maquillaje. Mi padre se acercó a nosotros apenas nos vio. —Hacen una linda pareja— dijo sonriente. Su estúpida sonrisa me causó repulsión. Creo que, por primera vez, en todos estos años en los que él me había abandonado, nunca lo había odiado tanto como lo estaba odiando hoy. Pero preferí quedarme en silencio. En cambio, Dioniso respondió por los dos agradeciéndole por esta unión. Siendo sincera, los dos me parecían unos hipócritas. Unos minutos después, la organizadora de bodas nos dijo que era hora de que nos fuéramos. Mis nervios se pusieron a mil. Yo no quería estar sola con él y definitivamente no estaba preparada para pasar tiempo a solas con él. Nos despedimos de todos y nos subimos al auto — ¿A dónde vamos? — pregunté enseguida. —A casa, ahora no tengo tiempo para una luna de miel, pero te la debo, apenas solucione todos los temas en la empresa, te prometo que nos iremos de viaje. Instintivamente me encogí de hombros porque en realidad no me importaba viajar. Mi cabeza estaba echa un lío con todo lo que se me venía. Me arrepentía de haber aceptado este matrimonio, me arrepentía de no poder plantarme frente a mi padre y decirle que esto no era lo que yo quería, pero si en tantos años no lo hice, estaba segura de que ahora tampoco lo haría. Así que estaba enojada conmigo misma. Quería poder tomar mis propias decisiones, viajar, hacer amigos, quería ser libre, quería vivir. Había tantas cosas que yo quería hacer y no estaba segura que ahora casada iba a poder. Me sentía tan frustrada, me sentía un fracaso. Así que volví a romper en llanto en su auto, lo hice en silencio y mirando por la ventana del copiloto, para que él no me viera. Llegamos a su casa, unos veinte minutos después, por fortuna, ya había parado de llorar y él no me prestó mucha atención cuando bajó del auto. Su casa era enorme, pero tan vacía y oscura. No lo sé, era extraño. De una cosa si estaba segura, y es que su casa me daba un poco de miedo. Me la mostró orgulloso hasta que llegamos a la parte de las habitaciones. —Compartirás habitación conmigo— dijo sin más. Me detuve en seco presa del pánico. Mi cara debió ser un poema porque él empezó a reír. Cuando se detuvo, señaló con el dedo una puerta —Era una broma, esa es tu habitación y ésta es la mía— dijo y señaló una puerta justo en frente de la mía —Una en frente de la otra, para cuando quieras venir. Rodeé un poco los ojos y negué —En tus sueños. Sonrió — ¿Te cambias y bajas a tomar algo conmigo? —No bebo alcohol. —No necesariamente tiene que ser alcohol, puede ser un jugo. —No consumo azúcares. Suspiró frustrado —Pues te tomas un jodido jugo sin azúcar ¿Por qué todo lo tienes que hacer tan complicado? — dijo dándose la vuelta y entrando a su habitación dando un portazo. Que dijera eso, me hizo sentir un poco mal porque era cierto, a veces era insoportable con eso de llevarle la contraria a las personas. Así que entré a la habitación arrepentida de mi actitud y localicé mis maletas cerca de la cama. Dioniso las había hecho traer mientras estábamos en nuestra boda. Pensar eso, me hizo entrar en shock ¡joder me había casado! era la esposa de alguien. Me tiré en la cama pensando en todo lo que se me venía y un rato después, me di un baño y bajé. La casa seguía oscura y sola, no sé por qué siquiera había bajado. Tenía la esperanza de encontrar a Dioniso aquí abajo para disculparme con él, pero eso no pasó. Supuse que seguía enojado en su habitación. Así que volví a subir las escaleras y me detuve en su puerta con la frente pegada en ella, decidiéndome si tocarle o no. Al final, terminó ganando mi cobardía y me di la vuelta. Había sido un día de demasiadas emociones y ya tenía suficiente de todo. Así que me acosté a dormir y caí en los brazos de Morfeo enseguida.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD