Capitulo 1

4090 Words
Un año después. Ha pasado un año desde que hice un trato con Martin, mi novio, hemos pasado un año lejos uno del otro pero creo que las cosas siguen igual, o al menos eso espero. mis padres me han alquilado un piso lujoso en plena gran vía de Madrid como no merezca la  pena o Martin ya no quiera estar conmigo creo que mi padre me sacara un ojo por hacerle tener este gasto. En estos casi doce meses no pude ver a Martin, era mi ultimo año en la universidad y por mucho que quisiera verle, estaba demasiado ocupada sacandome la carrera. Mi madre insistía mucho en que me sacara un master y después un doctorado, para tener más cosas en mi curriculum, incluso comento algo de una segunda carrera, necesitaba respirar, había estado cinco años estudiando sin parar, creo que en ocasiones los adultos se olvidan de lo que ellos pasaron al estudiar, el cansancio de no  descansar ni en verano, terminaba las clases en julio y las empezaba en septiembre, que si, tenía un mes, casi dos de vacaciones pero no se descansaba, estabas pendiente de todo, de matricularte, de que no se te olvidara nada para el curso siguiente y eso si conseguías aprobar todo, que si suspendías aunque sea una te pasabas todo el verano estudiando para ver si aprobabas el semestre siguiente donde no solo tenías esa asignatura, sino otras cinco. La universidad es la mayor tortura de la vida, maldigo el día en el que me metí encima de forma voluntaria. Este año fue demasiado diferente, no me mataba estar lejos de Martin, teníamos las llamadas telefónicas, los dos estábamos demasiado ocupados como para hablar, hacíamos llamadas en los que los dos estudiábamos sin hablar, eran muy bonitas, no es que odiara a mi novio, le quería, sino no estaría con él pero era horrible oirle hablar de su nueva vida en la capital, una vida sin mi, tenía planees y él estaba haciendo los suyos, no me gustaba eso, no dejaba de hablar de sus nuevos amigos, unos niños pijos de capital, seguro que no todos los de ahí eran malos pero no me gustaba que le gustara su vida sin mi, me hacía demasiado mal. No soy una egoísta, quiero que sea feliz pero no me gusta que mi novio cree su vida sin mi, al menos una vida en la que yo no estoy presente, no quiero que vea la posibilidad de una vida sin mi, que puede ser feliz sin mi, no me gusta la idea de perderle, me gustaba demasiado estar con él. Llegué al aeropuerto y salí del lugar.  Mis planes habían cambiado mucho por culpa de Martin, le quiero lo juro pero siempre tuve un plan hecho para mi vida pero el no paraba de alterarlo, no solo era que no quería trabajar en la empresa de mi padre, que quería hacer su propia carrera, quizás eso lo podía respetar pero ahora le había dado por querer quedarse en Madrid, un lugar donde en verano se alcanzaban los cuarenta grados y en invierno el bajo cerro, no me gustaba, el norte era frío pero al menos no morías de calor o frío, quería vivir en Madrid pero no era ese el problema sino que no quería vivir conmigo, quería vivir con sus nuevos amigos y que yo viviera en mi piso, que cuando quisiera,  viniera a mi casa y ya. Era su novia, no alguien a quien pudiera mover como quisiera. Suspiré. Seguía demasiado dolida, seguía sin entender porque quería tener la posibilidad de acostarse con otra, no es  que yo no me acostara con él, si teníamos sexo, podía no ser tan constante como deseara pero es que no era una maldita coneja, era una persona con más necesidades aparte de que le metieran cosas por el coño, no se, me gustaba hablar pero creo que mi novio no veía eso, sigo sin entender porque no era suficiente, porque iba querer una escapatoria, creo que desde ese momento veía todo n***o, porque Martin tenía muchas cosas buenas, podía no ser detallista o ser la persona menos romántica del mundo era un gran novio, estaba a mi lado en los momentos más complicados, no me dejaba sola por mucho que quisiera, era mi amigo ante todo y eso es lo más importante. —Eso es—me dije a mi misma. Hubiera amado que Martin viniera por mi pero tenía unas cosas del master, no le iba decir nada porque esperaba que me dedicara toda su atención, sino creo que lo iba a lamentar por no decir otra cosa peor pero bueno, era lo que me tocaba, yo decidí venirme aquí sabiendo que él estaba aún ocupado, podía haber esperado una semana o dos pero quería instalarme tranquilamente por lo que esto era solo culpa mía, no de él. Pare un taxi y me subí. —¿A donde la llevo?—me pregunto el señor. Le mire. —A Gran Vía—le dije. Mire la dirección de mi piso en el móvil, para estar segura de donde era, estaba enfrente del teatro donde se hacía los espectáculos más importantes del mundo, que es conocido por representar el musical del rey león, espectáculo al que fui varias veces, era amante de los musicales y teatros así que siempre que iba a los que pudiera. —¿Es su primera vez en Madrid?—me pregunto el taxista. Le mire. —No, pero esta vez vengo a quedarme—le dije. El taxista me miro. —¿Trabajo?—me pregunto. Le mire. —Amor—le corregí. —El amor siempre nos hace hacer locura—comentó. Le mire. —Ya—le dije y le mire—No se si coger e irme porque le pegaría—le dije. El taxista me miro. —¿No estás segura?—me pregunto. Le mire. —Pues no—le dije. El taxista rió. —Tranquila, piense que siempre puede irse—comentó el taxista. Le mire. —Pues no sé—le dije y le mire—No ha venido a buscarme por estar ocupado, y no se si eso me gusta o le odio por ello—le dije. El taxista me miró. —Los hombres no sabemos del amor—comentó y le mire—Deben decirnos las cosas, las mujeres son demasiado intuitivas, cosa que no tenemos los chicos—dijo. Le mire. —¿Debo decirle todo?—le pregunte divertida. —Deben hablar, sino el no sabrá lo que necesita—comento. Le mire, en realidad era demasiado complicado no comprendía porque tenía que andar diciéndole lo que em molestaba, lo que quería que hiciera o lo que me dolía, eso era demasiado complicado, no comprendía porque las cosas tenían que ser tan complicados,  era más sencillo coger y que el entendiera las cosas, sencillo, no le tenía que decir las cosas mil veces y todos los días. —Lo pensaré—le dije. No dije nada más, solo quería irme a la cama, quería darme una ducha porque olía demasiado mal, quería que las cosas fueran más sencillas pero parecía que las cosas no paraban de complicarse, le iba a pegar y terminaba antes, porque las cosas eran demasiado complicadas. Unos minutos después llegué a enfrente de mi nueva casa, pague el taxi que costo casi treinta euros, al final pagar un taxi para ir desde las afueras de madrid, al centro era demasiado caro, no podía pasar cualquier coche, además que el trafico era demasiado complicado por lo que el precio equivalía a eso, no me importaba demasiado, pague con tarjeta, mi padre me daba dinero para que lo hiciera por lo que estaba tranquila, aunque prefería el autobús, aunque odiaba el trasporté público. Llegué al piso y abrí la puerta, era demasiado precioso, era demasiado luminoso, cosa que amaba, siempre amaba las cosas llenas de luz. Según entrabas ibas a un salón demasiado lleno de luz, caminabas un poco y estabas en la cocina enorme,  tenía una isla y todo, era luminosa, toda la casa era en colores claros, la cocina tenía una hermosa mesa para comer, y si salías de la cocina tenía una pequeña habitación donde estaban la lavadora, secadora y todo lo de limpieza, al otro lado estaban las habitaciones, había una enorme con baño y vestidor y dos más pequeñas, en una de ellas mi padre mando hacer un pequeño despacho y la otra quedo para invitados. Deje la maleta en la habitación. —Vamos a comprar cosas—me dije a mi misma. Iba a tener que esperar unas horas para ver a Martin por lo que iba a aprovechar el estar en la gran vía, salí del piso y camine por la calle, mi primer destino fue el primark de gran vía era uno de los más grandes por lo iba a pasar un buen tiempo ahí, compre muchas cosas de decoración y ropa, no creo que las cosas fueran complicadas pase por varias tiendas para comprar ropa y decoración, tenía muchas ganas de poner las cosas en la casa a mi gusto. Tras varias horas de compras, me fui a mi piso para poner las cosas en mi casa, lo primero que hice fue separar la ropa de la decoración, así podía hacer las cosas de mejor forma. Coloque la ropa en la cama para ir colocando las cosas, ya las había comprando sabiendo donde las quería por lo que todo fue demasiado sencillo, tras terminar de colocar la decoración, me dedique a poner la ropa bien organizada en el armario, no es que fuera muy maniática pero me gustaba que las cosas estuvieran bien. Mi telefono comenzo a sonar. Me acerque a este para contestar la llamada. —¿Si?—pregunte sin entender nada. No esperaba ninguna llamada por lo que estaba demasiado sorprendida porque alguien me estuviera llamando, a ver que seguramente la llamada iba ser mi padre preguntando que tal estaba aunque ya le había mandado un mensaje. —Hola preciosa—me dijo Martín. Me senté en la cama, y sonreí. —Hola—le salude sonriendo. Estaba demasiado feliz porque em llamara, aunque hubiera pasado casi más de tres horas en la ciudad, y ya le había avisado hace tiempo, acaba de dar señales de vida. Incluso le había enviado la dirección de mi casa, pero creo las cosas no son tan complicadas, que hubiera venido y ya.´ —Tengo que pasar por mi casa a ducharme—comento. No dije nada. —Luego voy a verte—me dijo. Suspire. —¿Cuánto vas a tardar?—le pregunté, Silencio, escuche a una chica decirle algo y a Martin reír, hubo unos segundos de silencio en los que tapo el micro del teléfono ¿Por que lo haría? Como odio que me oculten cosas. —Una hora a lo mucho—me respondió tras un silencio demasiado incomodo. Me sentí ofendida, sentía como si no quisiera verme, a ver aun era pronto eran las cinco de la tarde pero me molestaba que tras un año sin verme no corriera a besarme y abrazarme, me molestaba demasiado, me sentía demasiado ofendida como si no importara. No es que sea una dramática exagerada pero duele que tu novio no corra a verte cuando tiene tiempo ¿Que importa que este sudado? Le he visto en peores circunstancias, le he visto unas navidades muy borracho y casi pegándose con un policía, no creo que haya nada peor que eso. —Si no me quieres ver, nos vemos mañana—me queje. Martin suspiro. —No seas dramática—se quejo. Este año se había vuelto un idiota, creo que el que no estuviera su madre para pegarle un puñetazo cuando era un idiota le afectaba demasiado, aunque ahora era yo la que le iba pegar porque estaba siendo el mayor idiota del mundo. —No soy dramatica—me queje—Estás poniendo demasiados peros para vernos—le aclare. No solo era esto, antes de que viniera estuvo como dos meses intentando convencerme de que no viniera, no comprendía porque, no paraba de insistir que no era buena idea que saliera de mi zona de confort, que lo mejor era que me quedara en mi casa para que no me alterara, que no era una chica echa para estar lejos de mis padres, cuando le deje claro que no me importaba y que iba venir, se puso a sacar peros para vernos, le dije que no me importaba que había cosas que hacer, era frustrante. —Vale—dijo molesto—¿Quieres que vaya a verte a disgusto?—me dijo. Me quede impresionada. —¿Por que estarías a disgusto?—le pregunte molesta. —Porque estoy sudando como un cerdo—se quejo. Suspiré. —Vale—le dije. Me tumbe en la cama. Se me estaban quitando todas las ganas de verle, de estar aquí, era demasiado frustrante que me tratara así porque si. —Lo siento, estoy cansado, esto del master es peor de lo que pensaba, son todos los días y a todas horas, me cansa—me dijo a modo de disculpa. Supongo que servía. —No pasa nada—le dije. Era más que para tranquilizarle a él para no volverme yo loca, no quería sacar las cosas de contesto o de su lógica, él estaría cansado y nada más, no creo que hubiera más cosas de las que preocuparse. —Esta noche me han invitado a una fiesta—me comento. Suspiré. —Pense que ibamos a estar juntos—me queje. —Te estoy invitando—me dijo. Me quede pensando. ¿Por que iba querer ir a una fiesta? No es por ofenderle pero hacía un año que no nos veíamos, no me gustaba el sexo telefónico por lo que tanto él como yo, llevábamos más de un año sin sexo, no es que tuviéramos mucho sexo tras que me dijera que se quería acostar con otra, le quita las ganas a cualquiera, no sabía que pensar, se lo conte a mi mejor amiga, Leire, ella em dijo que dejara a Martin pero estoy demasiado enamorada, para que mentir, no me gustaba cosas que hacía mi novio pero no le veía el mal a las cosas que hacía a mi no me afectaban, el hacía cosas y yo hacía las mías, había cosa que hacía que a él el molestaban pero no tenía que cambiar por mi pareja, yo era de la forma que era por eso por lo que me quería, era así como me quería por lo que no debía cambiar. —Ingrid—me llamo. Suspiré. Mi vida había sido complicada, había nacido en un pequeño pueblo del estado de New York, Siracusa, era demasiado bonito, no recuerdo mucho de esa época, tenía seis años cuando mi familia se tuvo que mudar a España, mi padre tenía una empresa de arquitectura, bueno la empresa era de mi abuelo, quien dejo la empresa a mi padre hace unos meses, porque se retiro pero la cosa es que quería abrir una sucursal en España, y que mejor en la ciudad donde se hacía el hierro, un buen lugar para que mentir, era una forma de estar en el centro de algo pero no estar en una ciudad muy transitada. Hablo perfectamente ingles y español gracias a eso, a que mi padre fuera estadounidense y mi madre venezolana pero solo por nacimiento, porque vivió toda su vida en España, pero mis abuelos estaban ahora viviendo en venezuela, era demasiado increíble. Me críe en España pero eso no quitaba que tuviera estados unidos en mi corazón, hice ahí los dos años de bachillerato y selectividad, para que mentir, se me subio mucho la nota, como vivía con mis abuelos todo era ventajas pero esta vez, vivÍ en New York, me gustaba demasiado vivir en zonas donde había muchas tiendas, para que mentir me gustaba la moda y tener todo cerca pero que no hubiera mucho ajetreo de gente. Soy de familia rica, por eso mucha gente se cree que tengo todo hecho de forma tan sencilla, pero las cosas o son así, la gente se cree que por tener dinero todo era demasiado fácil que podías comprar todo pero las cosas no eran así, las cosas eran demasiado complicadas, no creo que las cosas sean tan sencillas, no se creo que los ricos también tienen derecho a pasarlo mal y no por el hecho de tener dinero pierden el poder de quejarse. No era fácil que con seis años me llevaran de una zona en la que conocía, de una zona donde estaba segura para ir a un sitio que no conocía de nada, lejos de mi familia y amigos, que si, los niños son como esponjas y al final no importan tanto lo que se haga en los primeros años e vida ya que ellos se adaptan con facilidad pero eso no lo hace más fácil, sino que solo es un engaña bobos. Los ricos también tenían derecho a sufrir y llorar, que no por tener dinero las cosas eran más sencillas, las cosas no eran blancas o negras, siempre me decían que por tener dinero no podía llorar, era horrible. —Ingrid—me volvió a llamar Martin al ver que no le respondía. —Vale, vamos a esa fiesta—le dije. No tenía muchas ganas de ir de fiestas pero si era la única forma de verle me iba a aguantar e ir con él, no estaba demasiado convencida, no es que me gustara demasiado las  fiestas, era la primera que se apuntaba a salir de copas cons sus amigos pero no me gustaban las discotecas, para que iba salir para encerrarme para eso me quedo en casa, que al menos estoy más tranquila, —Te van a encantar las fiestas de aquí—me dijo Martin, no estaba demasiado convencida de eso—Es una fiesta pija, así que vístete bien, como se que necesitarás tiempo para eso, pues te recojo en tres horas y así te preparas tranquilas—comentó. Me colgó el teléfono, estaba demasiado sorprendida por lo que estaba pasando, me había colgado pero no solo eso sino que me había dejado claro que no me iba a ver hasta dentro de varias horas, no solo me molestaba demasiado que em colgara y que no corriera a verme, me molestaba demasiado que no viniera corriendo a verme pero bueno, vamos a ignorarlo. —Yo puedo—comente para mis adentros. Necesitaba armarme de valor y de muchas más cosas, tenía que prepararme para esta locura que iba hacer, no era solo ir de fiesta sino que meterme en cosas que no quería, es que las cosas no eran tan sencillas, me tenía que meter en la vida de Martin, la vida que tenía aquí con sus amigos, tenía que meterme en una vida a la que no había sido invitada, no era agradable para que mentir.  Me metí en la ducha, por suerte había comprado las cosas necesarias para ducharme, me duche con tranquilidad, total, tenía tres horas por lo que me importaba poco las cosas que pudieran pasar mientras me duchaba, por suerte tenía agua caliente cuanto quisiera, creo que lo más importante de tener todo el tiempo del mundo en la ducha. Tras casi media hora en la ducha salí de la ducha para secarme, me seque el pelo con el secador y me lo planche, no es que hubiera mucho misterio, me seque el cuerpo, me puse la ropa interior para mirar que me iba poner de ropa. Cerré mis ojos. Estaba demasiado cansada, no por el viaje sino porque mi pareja no me quería ver cosas demasiado dolorosa, no soportaba demasiado estas cosas pero bueno, no me quedaba otra opción.  Abrí mis ojos y mire la ropa. Agarré uno de mis vestidos favoritos de fiesta, era uno azul de tirantes con la espada descubierta, y escote en v, era muy pronunciado pero así me iba poder poner morena, aunque no hiciera mucho sol pero bueno que importaba, el vestido era largo pero con la pero con la zona de la pierna abierta, era vestido ancho por lo que quedaba bastante bien. Me puse unos tacones de plataforma blanca, eran altos por lo que me ayudaba a estilizar mi cuerpo, las piernas era algo esencial de marcar bien, por suerte estaba depilada cosa que me facilitaba las cosas. Agarre un bolso pequeño donde metía la cartera, unos clinex por si a caso porque me daba que los baños de aquí eran como los de las discotecas de Bilbao, sin váter y muy poco limpios. Me fio al baño para prepararme y ponerme a maquillarme, no era algo que me gustaba pero era demasiado importante el ponerme un poco de maquillaje porque últimamente tenía unas horribles hogueras que lo mejor era taparlas. Me puse primero una crema hidratante para que mi cara no se convirtiera en una pasa seca, tras que mi cuerpo absorbiera bien la crema me puse la base, era de mi color por lo que casi no se notaba y solo tapaba imperfecciones, me puse sombra de ojos, me lo puse tres colores diferentes en las sombra, como si fuera un difuminado pero era colores bonitos por lo que no destacaban mucho y tras eso me puse un suave brillo de labios para adornar mis labios. Me puse unos aros como pendientes, y lleve mi collar para decorar mi pecho, así llamaba la atención a mi cuello, demasiado bonito, me puse un reloj en la muñeca izquierda y tres pulseras de oro en la mano derecha, así estaba todo mi cuerpo adornado, me una tobillera en la pierna derecha para decorarla del todo. Me senté en el sofá del salón mirando el móvil para esperar a que vinieran por mi.  Tuve que esperar casi una hora para que viniera Martin por mi, me toco el timbre. No le iba dar el gusto de ganarme, le deje esperar unos cinco minutos antes de salir del piso y bajar en ascensor, no le iba dejar ir a mi casa cuando se puso demasiados peros para verme. Salí dele edificio para mirar a Martin, iba con unos vaqueros negros y una camisa blanca, me miró sorprendido. —Siempre tan guapa—me dijo y se acercó a mi para abrazarme. Con una mano me agarró de la cintura y me pego a él para besar mi mejilla. —Y tú tan tonto—le dije. Martín rió. Me agarro de la mano para llevarme donde un grupo de personas, eran tres chicas y cinco chicos, eran cada uno de una forma, había uno de los chicos que era pelirrojo, otro pelinegro, había castaños, rubios, y uno con el pelo teñido, las chicas eran todas muy parecidas como barbies echas a medida, aunque no voy a negar que eran muy guapas, eran castañas claras, una tenía ojos verdes y la otra tenía marones, la última tenía ojos que parecían amarillos. —Os presento a mi chica, Ingrid—comento Martin. Mi chica, me sorprendida que no me dijera su novia o que no me besara delante de sus amigos pero supongo que las muestras de afecto no se llevan igual en aquí que en Bilbao. —Un gusto—les dije. —Ellos son mis amigos de aquí, Martina, Sofía, Clara, Rafa, Cayetano, Mario, Miguel y Jorge—me dijo Martin presentandome a cada uno de ellos, señalándome y dejándome bastante claro quien era quien. Jorge se acerco a mi y me abrazo. —Es un honor conocerte—me dijo abrazándome y haciendo sentirme demasiado acogida. Reí. —Espero que estes lista para esta fiesta, vas a amarla—comento Sofía agarrandome del brazo. —Seguro que nos lo pasamos genial—comente. Todos rieron. —Vas a amar estas fiestas, siempre hay algún famoso—comento Martina. Mire de reojo a Martin que no decía nada y hablaba con sus amigos como si nada, no me estaba buscando nada lo que estaba apunto de pasar, lo que estaba pasando, lo que estaba apunto de pasar, no me estaba buscando las cosas, no me gusta y me daba mala sensación lo que estaba haciendo mi novio, sabía que esto iba a acabar demasiado mal. Espero que al menos no llore esta noche.
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