Capítulo 3
Domingo 4 de setiembre de 2022 – Última entrada antes de irme a dormir
Quisiera hacer una recapitulación de cómo fue mi primera semana en Cordelia. El inicio no fue bueno, para nada bueno ¡Fue peor que comenzar con el pie izquierdo! Ha sido horrible y todo por culpa de mi ensimismamiento y cien kilos de ladrillos que hicieron que conociera al ser humano más intrigante del planeta ¡Y lo digo en el mal sentido! Derek Ravenswood me pone de los nervios. Esa mirada fría que me dedica en los pasillos, ese arete en su oreja izquierda y su cabello atado en un moño desordenado ¡Me pone de los nervios! Me siento indefensa cuando está en mi radar y no me gusta sentirme así. Como princesa, estoy acostumbrada a que las personas sean amables y respetuosos conmigo, ya sea porque es su trabajo o porque realmente les agrado, así que jamás he tenido que lidiar con el desprecio, no sé cómo lidiar contra ello y me llena de estrés. Ver el desprecio en los ojos de ese chico me llena de una sensación horrenda que hace que quiera huir lejos de él ¿Por qué me desprecia? ¿Qué le hice? Salvo, quizá, hacer que regañen a su padre o que lo regañen a él en el trabajo y quizá hacer que le castiguen por llegar tarde a su primer día de clases, lo que explicaría por qué llegó algo tarde a su trabajo en La Tetera de Emily. Sé que no debería de importarme, no lo conozco y Lorcan dijo que es una mala persona, pero me importa ¡Realmente me importa! ¡Y no quiero que me importe! Pero no soporto ser despreciada…
Dejando ese tema de lado, las clases van bien, dejan mucha tarea, pero sé cómo lidiar con ello. Lyn y yo hemos avanzado bastante en nuestro proyecto del curso de Culturas del Mundo, una materia que todos debemos llevar en primer año debido a que la escuela recibe personas de muchos países. Hemos decidido pedirle al comedor que nos haga una bandeja de salchichas con queso derretido en brochetas como muestra de cultura. Asimismo, me logré comunicar con mis padres hace un par de días y ellos están felices por mí y el hecho de que estoy teniendo una buena experiencia en Cordelia ¡Obviamente no le conté nada acerca de ese cuervo con arete! Y aproveché el momento para informarles acerca de mis elecciones de extracurriculares: Arquería y Manualidades. Quise entrar en arte, pero los cupos estaban llenos y lo único que quedaba era alfarería y manualidades ¡No pienso ensuciar mi ropa con arcilla o barro! Así que opté por manualidades, me enseñarán a hacer distintas cositas con distintos materiales, suena entretenido y relajante.
Finalmente, el fin de semana visitamos el pueblo aledaño a Cordelia: El pueblo de Bellcliff, llamado así por una campana que cuelga de un árbol en el borde del acantilado. Existe una leyenda que dice que, si haces sonar la campana y esta se cae, quedarás maldito de por vida. Me parece una leyenda muy extremista, quedar maldito de por vida, pero solo por precaución, no pienso tocar nunca esa campana ¡En fin! El pueblo es bonito, es el típico pueblo de cuento de hadas estancado en el tiempo con varios negocios, una escuela, un ayuntamiento y donde todo el mundo se conoce. Los alumnos de Cordelia debemos de hacer servicio comunitario en ese pueblo todos los fines de semana por dos horas al día. Las opciones son: Recojo de basura y limpieza de calles, ayudar en las cocinas de la estación de bomberos y policía, mantenimiento de parques y, por último, ayuda en el Acilo de Ancianos. La primera queda totalmente descartada, la última también la descarto porque no quiero ensuciarme. Cocinar se me da bien, pero no creo poder con la presión de estar en una cocina llena de personas y que se espere que pele una papa a la velocidad del sonido, así que también lo descarto. El Acilo es la opción por descarte y se ve bien en mi imagen, una princesa cuidando ancianos abandonados por sus familiares. Tengo experiencia tratando con ancianos, así que me siento confiada, el sábado que viene será mi primer día de servicio comunitario y estoy emocionada.
Así que esa ha sido mi primera semana en Cordelia. Espero que todo mejore, en todo sentido, en mis clases y en otros aspectos, solo espero que me vaya cada vez mejor, porque tiene que irme bien. Hasta aquí dejo esta entrada, me debo de ir a dormir, Lyn ya está roncando…
***
— Tengo entrenamiento de lacrosse — me informa Lorcan, señalando su bolso de gimnasio con el escudo de Cordelia — ¿Desea usted que pase a recogerla a su clase de manualidades para ir por un café o simplemente caminar?
— Sí, me encantaría
Acepto, dedicándole una sonrisa, Lorcan es una de las pocas personas con las que puedo sonreír sin preocupaciones. Él pasa un brazo por mis hombros y me aprieta contra su cuerpo, eso definitivamente me hace sonreír aún más. No obstante, pensé que estar en un internado con Lorcan sería más estimulante, pero la realidad es todo lo contrario. En toda la semana solo he podido verle en el comedor; sus clases siempre están al otro extremo del castillo, así que no es conveniente para su récord de asistencias que me acompañe a mis clases. Las clases terminan a las tres, tenemos una hora libre y luego comienzan los extracurriculares, así que la semana pasada teníamos toda la tarde libre para poder vernos, pero los deberes me tenían asfixiada, apenas he sido capaz de tener todo hecho, dejándome como única compañía a Lyn y otras chicas de primer año de la residencia Virginia Woolf; Lyn ha formado un muy ameno grupo de estudio con estas chicas y en serio se lo agradezco, es más fácil hacer los deberes si las divides con más personas. Así que, pese a que estamos en un internado, con la posibilidad de caminar unos cuantos metros hasta la habitación del otro o beber café en La Tetera de Emily, lo cierto es que no nos hemos visto mucho y ahora que comienzan los extracurriculares, ese tiempo se va a ver reducido todavía más.
— Entonces nos vemos a las cinco — asiento, mirándole a los ojos, me gusta el color de sus ojos — Diviértase en su clase de manualidades, su Alteza
— Procure no lesionarse en su entrenamiento de lacrosse
Lorcan sonríe de lado, me gusta su sonrisa.
— Su Alteza…
Hace una reverencia, asiento con la cabeza y entonces me da un corto abrazo, yéndose finalmente con dirección a los terrenos del castillo. Me doy media vuelta, entro en el aula y me detengo a apreciar el lugar. Una de las tantas cosas por las que estaba emocionada de entrar en esta escuela, eran precisamente por la arquitectura, el castillo de Cordelia es una construcción medieval que deja maravillado a quien sea. He soñado tantas veces con este lugar a lo largo de mi corta vida, que no puedo evitar sentirme maravillada con cada nueva habitación que descubro. El aula asignada para el taller de manualidades tiene forma circular con tres enormes ventanales que cuelan la luz exterior. El techo tiene unas delicadas molduras que fueron hechas en su remodelación, y las paredes de piedra están decoradas con distintos y coloridos trabajos de cursos pasados. Es como si hubiesen convertido una tétrica habitación en una torre medieval, en un colorido paraíso.
— No puede ser…
Me doy media vuelta, un par de ojos cafés me mira con seriedad.
— Usted… — mi corazón comienza a latir a toda velocidad, debo de tranquilizarme, no puedo permitir que note mi nerviosismo — Estoy empezando a creer que es usted quien me está siguiendo
— Claro, como no… — es lo único que dice, luce cansado — ¿Te haces a un lado? — pregunta de pronto — Impides la entrada
— Eh…
No espera una respuesta, solo me aparta con un movimiento del brazo. Me quedo estupefacta, no puedo creer que alguien se haya atrevido a hacerme algo como eso. Miro al chico del arete tomar asiento, apoyando la cabeza en una mano y soltando un suspiro. Mi presencia no es de su agrado y no entiendo el por qué. No recuerdo haber hecho algo que genere que este individuo me desprecie de esa forma. Sé que lo que pasó la semana pasada aún no está saldado, sigo en deuda, pero esperaba que con el tiempo ese sentimiento se fuese mitigando y tengo la percepción de que no ha hecho más que acrecentarse. Este sujeto me detesta, realmente me detesta, no soy de su agrado. No debería de molestarme, no debería de importarme, quizá solo es porque nunca he tenido que lidiar con algo parecido porque todos siempre están dispuestos a servirme o ser de mi agrado, pero este sujeto solo actúa como si yo fuese alguien insignificante y no me gusta eso. No puedo ser tratada como alguien insignificante, soy la princesa heredera al trono, algún día seré la reina de todo este enorme país, así que no entiendo cuál es su problema conmigo y quisiera preguntárselo… pero me da miedo… y admitirlo me enfada…
— ¿Va a tomar asiento, señorita?
Vuelvo en mí; la maestra, una anciana de cabello cano y corto, me mira por encima de sus gafas.
— Sí…
Miro a mi alrededor, maldiciéndome por dentro por volver a ensimismarme, todos los asientos están ocupados…
— Puedes sentarte al lado de Ravenswood
Indica la profesora, el chico del arete solo suelta un quedo bufido, siento un nudo en el estómago.
— Preferiría ser sepultada viva…
Susurro lo más quedo posible.
— El sentimiento es mutuo…
Susurra él, me estremezco.
— Bienvenidos al Taller de Manualidades — la maestra nos dedica una muy amable sonrisa — Soy la profesora Aurora y seré su maestra a lo largo del curso — sonríe aún más — Cada semana deberán de presentar un proyecto — comienza a decir — No será calificado, pero deben de cumplir todos los proyectos para adquirir el crédito — suelta una risita — Los proyectos son en pareja, así que miren a su compañero de mesa — miro de reojo al chico del arete, este también me está mirando, respiro profundamente — Y saluden a pareja de proyecto por el siguiente semestre…
No digo nada, no sé qué decir. No creo que pueda protestar, son las órdenes de la profesora y no puedo ir en contra de éstas; podré ser la princesa heredera, pero debo de obedecer lo que los profesores dicen pese a que no me agrade. La profesora Aurora sigue hablando, dando las indicaciones sobre el trabajo que haremos esta semana, un portarretrato con palitos que decoraremos a nuestro gusto y al que le deberemos de hacer adornos en alto relieve. Pese a que intento poner todo mi empeño en prestar atención o si quiera sentirme entusiasmada por hacer algo relajante, no lo consigo y todo es por culpa del chico del arete. Su presencia me hace sentir nerviosa y causa en mí un enorme deseo por huir de la clase, pero debo de guardar la compostura, debo de mantenerme serena, no se vería bien que una princesa huya de su clase y mucho menos que lo haga porque le tiene miedo a un muy serio y sombrío muchacho de dieciséis años.
— ¿Cuál cree usted que sería el color ideal para nuestro portarretrato?
Pregunto, el chico del arete solo me dedica una seca mirada. Si estoy condenada a ser su compañera por el resto del semestre, lo mejor será tomar una posición diplomática. No puedo permitirme que mis conflictos personales con este muchacho arruinen mis posibilidades de obtener el crédito extracurricular, no puedo permitirme fracasar en algo tan tonto como las manualidades, así que lo mejor será tomar la iniciativa e intentar hacer un tratado de paz entre Derek Ravenswood y yo.
— No lo sé…
Contesta, apoyando la cabeza sobre una mano y tomando uno de los materiales con su mano.
— Podría ser de un color alegre, quizá amarillo, pero en serio me gustaría saber su opinión…
— Ya te dije que no sé…
El chico toma un pedazo de cuerda y la analiza. Siento como si mi estómago comenzara a quemar, este chico me irrita, de veras me irrita y a él parece no importarle. Estoy a un paso de desesperarme completamente, se supone que este proyecto es de ambos, pero él parece muy poco interesado en realizarlo conmigo… quizá si tuviera otra compañera él querría hacer las cosas de forma más activa… no puedo creer que exista una persona que me odie y sin motivo alguno…
— Bien, entonces espero que no le moleste si nuestro portarretratos es un arcoíris con unicornios y cupcakes con adorables caritas
— Haz lo que desees…
Frunzo el entrecejo.
— ¿Usted no piensa colaborar conmigo para realizar este trabajo?
— Jesucristo, en serio me irrita tu voz — le miro con asombro, este chico me sorprende cada vez más — Si quiere hacer una representación del mundo más fantástico y esponjoso que ha podido existir, hazlo, no me interesa, total, basta con que ponga el pegamento para ganarme la nota
— Usted es un…
— Además… acaso no eres tú la que anda por todas partes pregonando que el resto de nosotros debemos de hacer lo que su real boca ordene
— Yo no ando pregonando aquello…
Siento una punzada en el pecho, sus palabras realmente me afectan.
— ¿A no? — el chico chasquea la lengua, esbozando una sonrisa burlona — ¿Entonces por qué todo el mundo debe de reverenciarte y esperar a que te dignes a despedirlos para poder retirarse?
— Es el protocolo… — contesto, él solo pone los ojos en blanco — Por respeto, deben de esperar a que les indique que pueden retirarse cuando están en mi presencia
— ¿Y por qué esa sería una señal de respeto?
— Porque soy la…
— Ser princesa no es motivo suficiente para respetarte — interrumpe, dejo caer la mandíbula, este chico solo destila odio — El respeto se gana y tú no haces absolutamente nada para ganártelo, solo te paras ahí a esperar a que todos lo hagan solo porque eres la princesa heredera al trono — suelta una risita burlona — Y por tu expresión puedo suponer que acabo de acertar…
— ¿Por qué me tratas así?
Pregunto, sintiendo un vacío en el pecho.
— No te estoy tratando de ninguna forma, solo te estoy diciendo la verdad a la cara y no esperes que lamente el hacerte sentir mal…
— ¿Qué tanto cuchichean por allá?
Pregunta la profesora Aurora, continuando con su paseo por entre las mesas, los demás equipos ya están armando su portarretratos, me maldigo por dentro…
— Bien, eso es todo… — miro al chico del arete con todo el enojo que hay en mi interior — Sé que usted me odia, no sé por qué y no me importa — comienzo a decir — Intenté ser educada y disculparme por el incidente de los ladrillos, pero usted me sigue tratando como si le hubiese ofendido de la forma más vil posible — el chico solo me mira con aburrimiento — No voy a pedirle a usted que sea mi amigo o me trate con respeto, usted ha tiene una postura y la respetaré — el chico mira hacia el frente — Pero sí le pediré su ayuda — me mira de reojo — No puedo darme el lujo de fracasar y mucho menos en algo tan… — miro a ambos lados — Tonto… — susurro — Como esta clase — el chico suelta una risita — Toda Isteris tiene los ojos puesto en mí, mi familia tiene los ojos puestos en mí, no espero que lo entiendas, pero le suplico, desde el fondo de mi alma, que me ayude a pasar este semestre haciendo manualidades… — el chico se gira a verme — Por favor…
— ¿Terminaste?
— No… — contesto — Espero que usted pueda hacer algo más que solo poner el pegamento…
— Ummm… — el chico vuelve a soltar una risita burlona, mi enojo no hace otra cosa más que aumentar — Está bien
— ¿En serio?
Le miro con sorpresa.
— Sí, al fin y al cabo, pese a que nadie tiene sus ojos sobre mí… — toma uno de los palillos con los que tenemos que armar el dichoso portarretrato — También necesito el crédito…
— Genial… — asiento con la cabeza — Gracias
— No lo hago por ti
— De todas formas, te lo agradezco
— Como sea…
Es lo único que dice, tomando varios palillos y colocándolos en fila. Respiro hondo y comienzo a apilar más palillos y los uno a los suyos, lo mejor será que trabaje a su lado en silencio. No quiero admitir que sus palabras me afectan, pero lo cierto es que sí lo hacen, realmente me afectan sus palabras. Soy consciente de que una de las principales razones por las que las personas son amables conmigo y son lo más respetuosos posibles, es porque soy una princesa, pero jamás me había puesto a pensar que “Ser princesa” no era suficiente motivo para recibir esos tratos. Nunca me he preocupado en tener que hacer o decir algo para ganarme el respeto de las personas, siempre lo di por hecho, siempre asumí que debían de serlo conmigo porque soy una princesa, y he ahí el problema, siempre asumí que todos debían de ser respetuosos conmigo, pero jamás me puse a pensar en que yo debía de serlo para precisamente ganarme ese respeto. Las palabras del chico del arete realmente me hacen cuestionarme varios aspectos de mi vida ¿Qué otras cosas estoy dejando por sentado basado en el hecho de que soy princesa? No tengo ni la más mínima idea y eso me hace sentir nerviosa, porque me hace sentir como si una gran parte de mi vida fuese una mentira, un fraude ¿Cómo puedo pretender convertirme en una buena reina si creo que el mundo me debe algo, pero yo no debo nada? No, no puedo ser así, debo de verdaderamente hacer algo para ganarme el respeto, pero difícilmente sé qué debería hacer, solo mírenme fracasando en mi intento por compensar a este muchacho que tengo al lado… odio sentirme fracasada… no puedo fracasar… y mucho menos en algo tan estúpido como agradarle a un sujeto que me salvó la vida.
— ¿Qué está haciendo?
Pregunto, viendo como el chico del arete comienza a juguetear con hilos de colores.
— Matando el tiempo
Es lo único que dice, trenzando varios hilos de colores.
— Supongo que está bien, al fin y al cabo, hemos utilizado el tiempo para terminar nuestro portarretrato… — señalo las piezas que conforman nuestro trabajo y que ahora se están secando — Creo que… — miro a todos lados — Mataré mi tiempo buscando la información que necesito para mi tarea de historia
— ¿Y si simplemente matas el tiempo relajándote?
Le miro sin comprender.
— Me estoy relajando
— Lo dudo… — el chico vuelve a soltar una risita — No debe de ser nada relajante el tener que estar pensando en todos los deberes que debes de terminar o todos los pendientes que tienes
— Bueno, ya me relajé haciendo un portarretratos con palillos…
— Claro… por supuesto…
Suelta con notorio sarcasmo.
— ¿Está usted burlándose de mí?
— No… — frunce el entrecejo por un par de segundos y continúa con su jugueteo con los hilos — Pero para ti esta es una materia que sí o sí debes de aprobar porque todo el mundo espera que seas exitosa hasta en el recreo — le miro fijamente — Tú misma lo dijiste, toda Isteris espera que seas tan grande como tus ancestros, por lo que hacer un portarretratos con palitos de helado ha sido todo un menos relajante para ti
— Eso no es cierto
— Oh… entonces mi apreciación está errada, pues lo único que pude ver fue a una estresada niñata que intentaba que todos sus palillos estuviesen perfectamente alineados y tuvieran la misma cantidad de pegamento mientras maldecía en su mente
— ¿Acaso usted mentes?
Alzo una ceja, él solo vuelve a reír de forma burlona.
— No, pero tu rostro es todo un libro abierto
Nos miramos fijamente.
— No se qué ha visto usted en mi rostro, pero le aseguro que está errado en todas las formas posibles
Sentencio, apartando la mirada y sacando mi teléfono para buscar información sobre la tarea de historia. Prefiero concentrarme en lo que tengo que hacer que preocuparme por las palabras de este chico. No debo de hacerle caso, él no sabe de lo que está hablando, por supuesto que me ha relajado hacer este tonto portarretrato, ha sido lo más divertido que he hecho en días. Sí, constantemente estuve pensando en tener todo perfectamente alineado y estuve tratando que el pegamento no se desbordase, también estuve pensando en las decoraciones que debemos de armar para la próxima clase y el color que tendrá nuestro trabajo y lo bien que se debe de ver para poder mandarle una foto a mis padres y decirles que ese es mi trabajo, además de que quisiera que la profesora alagara mi esfuerzo y que todos vean que me esfuerzo lo más que puedo en hacer algo tan sencillo como esto para poder hacerlo bien, porque tengo que demostrar que puedo realizar con perfección cualquier cosa que me proponga, porque algún día estaré al frente de Isteris y deseo tener solo un historial perfecto para que nadie pueda decir que Evangelina Vaelgaeron no fue digna de sentarse en el mismo trono que su padre, su abuelo y su bisabuelo… creo que hacer este portarretrato no fue nada relajante como pensé… de lo contrario no me estaría doliendo la cabeza…
— ¿Te sientes bien…?
Alzo la mirada.
— Sí…
Miento, temerosa, ansiosa, Derek solo frunce el ceño y regresa su atención a la trenza de hilos de colores que está haciendo. Él sabe que miento, pero le importo muy poco como para ahondar más en el tema. No obstante, me causa una extraña sensación el pensar que, al menos, me preguntó cómo me sentía y todo porque puede leer mis expresiones. Me hace sentir nerviosa que exista una persona que pueda saber cómo me siento solo con ver mi rostro.
— Nos vemos el miércoles mis jóvenes pupilos
Se despide la profesora. Guardo todas mis cosas en mi bolso y comienzo a recolectar todos los materiales que no hemos usado para colocarlos en su lugar. Observo al chico del arete, este en vez de reunir todo el material que no hemos usado, lo guarda dentro de su mochila. No sé si esté permitido llevarse a los materiales, pero tampoco pienso cuestionarle, no quiero hablar más de lo necesario con este sujeto y estoy segura de que él tampoco lo quiere hacer conmigo. Veo como el chico guarda las trenzas de colores que estuvo haciendo en los últimos minutos, se veía muy concentrado mientras las hacía, pero no solo eso, se veía que disfrutaba el trabajar con sus manos, se le veía muy relajado… como quisiera poder ser como él y no tener que atormentarme todo el tiempo con llenar los zapatos de otras personas.
Tomo mi bolso, acomodo mi uniforme y me doy media vuelta. El chico del arete también se ha levantado, con la mochila en su hombro y su cabello castaño rubio más desordenado de lo normal, varios mechones de cabello se salen de ese moño mal hecho que siempre usa y parece no importarle que las personas le vean despeinado. Le observo por unos instantes más, es muy alto, más que Lorcan, tiene unos ojos cafés oscuros que miran todo con aburrimiento, como si no hubiese nada que pudiese impresionarlo. Sus dedos son largos y delgados, me recuerdan a las manos de mi profesor de piano, él siempre decía que los artistas tienen los dedos largos y delgados, mis manos son pequeñas. Sus labios no son muy delgados, pero tampoco gruesos y su barbilla es muy fina, todo su rostro me recuerda a las estatuas griegas. Su uniforme lo lleva desordenado también, con la camisa fuera del pantalón, la corbata floja y el saco abierto. Este sujeto luce como si no le importara lo que las personas piensen de él… en serio le envidio…
— ¿Qué tanto me miras?
Pego un salto, él solo me observa con el rostro serio y el entrecejo ligeramente fruncido.
— No le estaba mirando — miento — Esperaba a que terminase de guardar sus cosas…
— ¿Para qué?
Pregunta, caminando hacia la puerta del aula.
— Despedirme de usted
Contesto, intentando seguirle el paso.
— ¿Para qué…?
Repite, salimos del aula.
— Porque soy una persona educada — contesto, trotando a su lado — ¿Acaso usted pretendía irse sin despedirse?
— Es exactamente lo que pretendía hacer — no se detiene, sus palabras me hacen sentir una extraña punzada en el pecho — Que te haya salvado la vida y que, por obra y gracia de la conveniencia argumental, tengamos que ser compañeros en un tonto extracurricular, no quiere decir que debamos de hablarnos y eso incluye saludarnos y despedirnos
— ¿No fue usted el que habló acerca de ganarse el respeto de las personas? — pregunto — Saludar y despedirse con educación es parte de lo que se necesita hacer para ganarse el respeto de las personas
— ¿Y en qué momento dije que quería que me respetes? — nos detenemos, sus palabras sí que son filosas, me duelen — Mira, deja de hablarme, deja de seguirme, olvida que te salvé la vida y déjame en paz
— No quise incomodarle, yo…
— ¡Basta! — pego un salto, nadie nunca me había levantado la voz — En serio eres una niñata desesperante — siento un vacío en el estómago — No quiero tu respeto, ni tu amistad, ni quiero que me hables, solo mantente lejos de mí — frunzo los labios, respiro hondo, no quiero que note que me están afectando sus palabras — Te ayudaré a sobrevivir en este tonto extracurricular, pero no esperes que al finalizar el semestre seamos grandes amigos y tomemos el té mientras me relatas a cuantas personas mandaste a la guillotina, porque no lo seremos, no lo quiero ser, tú tampoco, así que déjame en paz y ve a buscar a tu noviecito o a esa loca amiga tuya que parece que se hubiera comido un kilo de azúcar — le sostengo la mirada — Solo mantente lejos de mí, Lina
— Evangelina…
Le corrijo en voz queda.
— Me da igual cómo te llames — niega con la cabeza — No eres más que una idiota presumida como el resto de los imbéciles que estudian aquí…
Y diciendo esto, se da media vuelta y se aleja a toda velocidad. Me quedo parada en medio del pasillo sin saber qué hacer.