POV LENA La pregunta se queda suspendida entre nosotros como un hilo tenso que nadie se atreve a cortar. Su respuesta, que llega como una avalancha contenida, todavía retumba en mi cabeza con una mezcla absurda de sinceridad brutal e ira mal dirigida. Escucho cada palabra resonar de nuevo: odia cómo lo miro, odia cómo lo hago sentir fuera de control, odia que no pueda leerme, odia que no reaccione, odia que no me derrita, odia que no le dé poder, odia pensar en mí, odia querer conocerme, odia… todo lo que no entiende. Y yo estoy aquí, sentada, procesando una confesión que parece más un estallido emocional que un razonamiento lógico. No es común escuchar a alguien como Rio dejar caer máscaras así. De hecho, es casi inquietante. Me quedo quieta porque no tengo claro si debo tomarlo como un

